1 Y él respondió y me dijo: «Por lo tanto, en aquel momento les estableció un pacto y dijo:
«He aquí, os he puesto delante la vida y la muerte»,
Y llamó al cielo y a la tierra por testigos contra ellos.
2 Porque sabía que le quedaba poco tiempo,
Pero que el cielo y la tierra perduran para siempre.
3 Pero después de su muerte pecaron y transgredieron,
Aunque sabían que tenían la ley que los reprendía,
Y la luz en la que nada podía errar,
También las esferas que testifican, y Yo.
4 Ahora bien, sobre todo lo que es, soy yo quien juzga, pero no reflexiones en tu alma sobre estas cosas, ni te aflijas por lo que ha sido.
5 Porque ahora lo que se debe considerar es el fin del tiempo, ya sea de los negocios, o de la prosperidad, o de la vergüenza, y no su comienzo.
6 Porque si un hombre prospera en sus comienzos y es humillado en su vejez, olvida toda la prosperidad que tuvo.
7 Y además, si un hombre es avergonzado al principio, y al final prospera, no volverá a recordar su mala súplica.
8 Y escuchad de nuevo: aunque cada uno hubiera prosperado todo ese tiempo, todo el tiempo desde el día en que se decretó la muerte contra los transgresores, y al final fuera destruido, todo habría sido en vano.»