1 Y yo, Baruc, salí de allí y llegué a mi pueblo, y llamé a mi hijo primogénito y a mis amigos [los Gedalías], y a siete de los ancianos del pueblo, y les dije:
2 He aquí, voy a mis padres
Según el camino de toda la tierra.
3 Pero no os apartéis del camino de la ley,
Pero guarda y amonesta al pueblo que queda,
No sea que se aparten de los mandamientos del Poderoso.
4 Porque ya veis que aquel a quien servimos es justo,
Y nuestro Creador no hace acepción de personas.
5 Y mirad lo que le ha sucedido a Sión,
¿Y qué le ha sucedido a Jerusalén?
6 Porque así se dará a conocer el juicio del Poderoso,
Y sus caminos, que aunque inescrutables, son rectos.
7 Porque si perseveráis y perseveráis en su temor,
Y no os olvidéis de su ley,
Los tiempos cambiarán sobre ti para siempre.
Y veréis el consuelo de Sión.
8 Porque lo que ahora es nada,
Pero lo que sucederá es muy grande.
Porque todo lo que es corruptible pasará,
9 Y todo lo que muere, se marchará,
Y todo el tiempo presente será olvidado,
Tampoco habrá memoria del tiempo presente, que está contaminado con males.
10 Porque lo que ahora corre corre hacia la vanidad,
Y el que prospera pronto caerá y será humillado.
11 Porque lo que ha de ser será objeto de deseo,
Y esperaremos lo que viene después;
Porque es un tiempo que no pasa,
12 Y llega la hora que permanecerá para siempre.
Y el nuevo mundo (viene) que no corrompe a los que parten hacia su bienaventuranza,
Y no tiene misericordia de los que parten al tormento,
Y no conduce a la perdición a los que en ella habitan.
13 Porque éstos son los que heredarán el tiempo del que se ha hablado,
Y de ellos es la herencia del tiempo prometido.
14 Estos son los que han adquirido tesoros de sabiduría,
Y con ellos se encuentran reservas de entendimiento,
Y no se han apartado de la misericordia,
Y ellos han guardado la verdad de la ley.
15 Porque a ellos les será dado el mundo venidero,
Pero la morada de los demás, que son muchos, estará en el fuego.