1 Y las novenas aguas negras que habéis visto, ésta es toda la maldad que hubo en los días de Manasés hijo de Ezequías.
2 Porque cometió mucha impiedad, mató a los justos, destruyó el juicio, derramó la sangre de los inocentes, profanó violentamente a las mujeres casadas, derribó los altares, destruyó sus ofrendas y expulsó sus sacerdotes para que no ministraran en el santuario.
3 E hizo una imagen con cinco caras: cuatro de ellas miraban a los cuatro vientos, y la quinta en la cima de la imagen como un adversario del celo del Poderoso.
4 Y entonces la ira salió de la presencia del Poderoso con la intención de extirpar a Sion, como también sucedió en vuestros días. Pero también contra las dos tribus y media salió un decreto para que también ellas fueran llevadas cautivas, como ahora habéis visto.
5 Y la impiedad de Manasés aumentó hasta tal punto que hizo desaparecer del santuario la alabanza del Altísimo.
6 [...]
7 Por esta razón Manasés fue llamado en aquel tiempo «el impío», y finalmente su morada estuvo en el fuego.
8 Porque aunque su oración fue escuchada por el Altísimo, al final, cuando fue arrojado en el caballo de bronce y el caballo de bronce se derritió, le sirvió de señal para la hora.
9 Porque no había vivido perfectamente, porque no era digno, sino para saber en adelante quién le atormentaría finalmente.
10 Porque el que puede beneficiar, también puede atormentar.