1 Y ahora, hermanos míos, os hago saber que cuando el enemigo rodeó la ciudad, fueron enviados los ángeles del Altísimo, y derribaron las fortificaciones de la fuerte muralla y destruyeron las firmes esquinas de hierro, que no se pudo erradicar.
2 Sin embargo, escondieron todos los utensilios del santuario, para que el enemigo no se apoderara de ellos.
3 Y cuando hicieron estas cosas, entregaron al enemigo el muro derribado, la casa saqueada, el templo quemado y el pueblo vencido por haber sido entregados, para que el enemigo no se jactara y dijera :
4 «Así por la fuerza hemos podido destruir incluso la casa del Altísimo en la guerra.» A tus hermanos también los ataron y los llevaron a Babilonia, y los hicieron habitar allí.
5 Pero nosotros hemos quedado aquí, siendo muy pocos.
6 Esta es la tribulación sobre la cual os escribí.
7 Porque ciertamente sé que (el consuelo de) los habitantes de Sión os consuela: en la medida en que sabíais que fue prosperado (tu consuelo) fue mayor que la tribulación que soportaste al tener que partir de él.