1 ¡Mira! Por tanto, os he hecho saber (estas cosas) mientras vivo: porque os he dicho que aprendáis las cosas excelentes; porque el Poderoso me ha mandado que os enseñe; y os presentaré algunos de los mandamientos de su juicio antes de que muera.
2 Acordaos de que en otro tiempo Moisés ciertamente llamó al cielo y a la tierra por testigos contra vosotros y dijo: «Si quebrantáis la ley, seréis dispersados, pero si la guardéis, seréis guardados».
3 Y también os decía otras cosas cuando vosotros, las doce tribus, estabais juntas en el desierto.
4 Y después de su muerte los echaste de ti: por eso te sobrevino lo que había sido predicho.
5 Y ahora Moisés os lo decía antes de que os sucedieran, y ¡he aquí! os han sucedido, porque habéis abandonado la ley.
6 ¡Mira! También os digo, después de haber sufrido, que si obedecéis las cosas que os han sido dichas, recibiréis del Poderoso todo lo que está guardado y reservado para vosotros.
7 Además, que esta epístola sirva de testimonio entre yo y vosotros, para que os acordéis de los mandamientos del Poderoso, y para que también yo tenga defensa delante del que me envió.
8 Y acordaos de la ley, de Sión, de la Tierra Santa, de vuestros hermanos y del pacto de vuestros padres, y no olvidéis las fiestas ni los sábados. Y entrega esta epístola y las tradiciones de la ley a tus hijos después de ti, como también tus padres te las entregaron a ti.
9 [...]
10 Y en todo momento rogad con perseverancia y orad diligentemente con todo vuestro corazón para que el Poderoso se reconcilie con vosotros y no cuente la multitud de vuestros pecados, sino que se acuerde de la rectitud de vuestros padres.
11 Porque si Él no nos juzga según la multitud de sus misericordias, ¡ay de todos los que nacemos!