Relato de la disolución del tratado que Antíoco había hecho con Judas, y de su marcha (junto con Lisias, el hijo de su primo) con un gran ejército, y de sus guerras.
1 Pero cuando Antíoco Eupátor recibió la noticia de que Judas se había fortalecido y de las victorias que había obtenido, se enojó mucho;
2 y rompió el pacto que había hecho con Judas y reunió un gran ejército, en el que había veintidós elefantes.
3 y marchó con Lisias, el hijo de su primo, a la tierra de Judá, dirigiéndose a la ciudad de Betnerá, delante de la cual acampó y la sitió.
4 Cuando Judas supo esto, se reunieron él y todos los ancianos de los hijos de Israel y oraron al Dios grande y bueno, ofreciendo muchos sacrificios;
5 Terminado esto, Judas se fue con los jefes de su ejército y entró en el campamento de noche, y atacólo repentinamente, y mató de los enemigos a cuatro mil hombres y a uno de los elefantes; y volvió a su propio campamento hasta que comenzara a rayar el alba.
6 Entonces cada ejército se separó y la batalla se encarnizó entre ellos.
7 Y Judas vio uno de los elefantes con arreos de oro y supuso que el rey estaba sentado sobre él. Entonces llamó a sus hombres y les dijo: ¿Quién de vosotros saldrá y matará a este elefante?
8 Y un joven, uno de sus siervos, que se llamaba Eleazar, salió y se abalanzó sobre las líneas enemigas, matando a derecha e izquierda, de modo que los hombres se desviaron fuera de su vista;
9 y avanzó hasta llegar al elefante; y arrastrándose debajo de él, le abrió el vientre; y el elefante cayó sobre él y murió. Entonces el rey, al darse cuenta de esto, ordenó dar la orden de retirarse; y así fue.
10 Y el número de hombres de alto rango que murieron ese día en la batalla fue de ochocientos hombres, sin contar los de la gente común que fueron asesinados y los que habían muerto durante la noche.
11 Entonces le avisaron al rey que uno de sus amigos, llamado Filipo, se había rebelado contra él y que Demetrio, hijo de Seleuco, había salido de Roma con un gran ejército de romanos con la intención de apoderarse del reino. Su mano.
12 Ante lo cual, muy asustado, envió un mensaje a Judas para que hiciera las paces entre ellos. Judas aceptó; y Antíoco y Lisias, el hijo de su primo, le juraron que nunca más le harían la guerra.
13 Y el rey sacó una gran suma de dinero y se la dio a Judas como presente para la casa de Dios.
14 El rey también ordenó que arrestaran a Menelao, uno de los tres malvados que habían causado el mal a los judíos en los días de su padre Antíoco; y ordenó que lo llevaran a una torre alta, y que desde allí lo arrojaran de cabeza; lo cual se hizo.
15 Porque con esto el rey quería complacer a los judíos, ya que este hombre era uno de sus principales enemigos y había matado a muchos de ellos.