Un relato de las sectas judías en este momento.
1 En aquel tiempo había entre los judíos tres sectas. Uno, de los fariseos, es decir, los «separados» o religiosos;
2 cuya norma era observar lo que estaba contenido en la ley, según las explicaciones de sus antepasados.
3 El segundo, el de los saduceos; y estos son seguidores de cierto hombre de los doctores, de nombre Sadoc;
4 cuya regla era mantener conforme a las cosas que se encuentran en el texto de la ley, y de lo cual está demostrado en la Escritura misma; pero no lo que no existe en el texto ni se prueba en él.
5 La tercera secta era la de los Hasdanim, o los que estudiaban las virtudes: pero el autor de este libro no hizo mención de su gobierno, ni sabemos excepto en la medida en que se descubre por su nombre:
6 porque se aplicaban a prácticas que se acercaban a las virtudes más eminentes; es decir, seleccionar de esas otras dos reglas la que fuera más segura, más segura y cautelosa.
7 Hircano era al principio uno de los fariseos; después se pasó a los saduceos;
8 porque uno de los fariseos le había dicho: No te es lícito ser sumo sacerdote, porque tu madre estaba cautiva antes de darte a luz, en los días de Antíoco; pero no conviene que el hijo del cautivo sea sumo sacerdote.
9 Y esta conversación tuvo lugar en presencia de los principales de los fariseos; que fue la causa de su paso al gobierno de los saduceos.
10 Los saduceos estaban enemistados con los fariseos; por lo que mantuvieron diferencias entre ellos, y lo prevalecieron hasta el punto de matar a un gran número de fariseos.
11 Y el problema llegó a tal punto que continuaron entre ellos guerras y muchos males durante mucho tiempo.