1 Y Sedrach dijo al arcángel Miguel: «Escúchame, fuerte protector; ayúdame e intercede para que Dios sea misericordioso con el mundo».
2 Y cayendo rostro en tierra, rogaron a Dios, diciendo: Señor, enséñanos de qué manera y mediante qué arrepentimiento el hombre puede salvarse, o mediante qué trabajo.
3 Dios dijo: «Con arrepentimiento, súplica y liturgia, con lágrimas abundantes y gemidos fervorosos.
4 ¿No sabéis que mi profeta David (fue salvo) gracias a las lágrimas, y que los demás se salvaron en un momento?
5 Tú sabes, Sedrach, que hay naciones que no tienen ley, pero la cumplen; no son bautizados, pero mi espíritu divino entra en ellos y se convierten a mi bautismo, y los recibo con mis justos en el seno de Abraham.
6 Y hay algunos que son bautizados con mi bautismo y ungidos con mi divina mirra, pero se han desesperado y no cambian de opinión.
7 Sin embargo, los espero con mucha piedad y mucha misericordia para que se arrepientan.
8 Pero hacen lo que mi divinidad odia, y no escucharon al sabio que preguntó y dijo: «Nosotros de ninguna manera justificamos al pecador».
9 ¿No sabéis que está escrito: «Y los que se arrepientan no verán castigo»?
10 Y no escucharon ni a los apóstoles ni mi palabra en los Evangelios y causan tristeza a mis ángeles, y ciertamente en mis reuniones y en mis liturgias no escuchan a mi ángel y no están en mis santas iglesias; están de pie y no se postran (se postran) con miedo y temblor, sino que pronuncian largas palabras que ni yo ni mis ángeles aceptamos».