1 Y uno de aquellos cuatro se acercó al toro blanco y le instruyó en secreto, sin que éste se asustara: nació toro y se hizo hombre, y se construyó un gran barco y habitó en él; y tres toros moraban con él en aquella vasija y estaban cubiertos.
2 Y otra vez levanté mis ojos hacia el cielo y vi un techo alto, sobre el cual siete torrentes de agua corrían con mucha agua hacia un recinto.
3 Y volví a mirar, y he aquí que se abrieron fuentes en la superficie de aquel gran recinto, y el agua empezó a hincharse y a subir sobre la superficie, y vi aquel recinto hasta que toda su superficie se cubrió de agua.
4 Y el agua, la oscuridad y la niebla aumentaron sobre él; y mientras miraba la altura de esa agua, esa agua se había elevado por encima de la altura de ese recinto, y fluía sobre ese recinto, y estaba sobre la tierra.
5 Y todo el ganado de aquel recinto se reunió hasta que vi cómo se hundían y eran tragados y perecían en aquella agua.
6 Pero aquel barco flotaba en el agua, mientras todos los bueyes, los elefantes, los camellos y los asnos se hundían hasta el fondo con todos los animales, de modo que ya no podía verlos y no podían escapar, (pero) pereció y se hundió en las profundidades.
7 Y volví a ver en la visión hasta que aquellos torrentes de agua fueron quitados de aquel alto techo, y los abismos de la tierra fueron nivelados y otros abismos se abrieron.
8 Entonces el agua empezó a correr dentro de ellos, hasta que la tierra se hizo visible; pero aquella vasija se posó en la tierra, y las tinieblas se retiraron y apareció la luz.
9 Pero de aquella vasija salió aquel toro blanco que se había hecho hombre, y los tres toros con él, y uno de esos tres era blanco como aquel toro, y uno de ellos era rojo como la sangre, y el otro negro: y aquel toro blanco se alejó de ellos.
10 Y comenzaron a criar animales del campo y aves, de modo que surgieron diferentes géneros: leones, tigres, lobos, perros, hienas, jabalíes, zorros, ardillas, cerdos, halcones, buitres, milanos, águilas, y cuervos; y entre ellos nació un toro blanco.
11 Y comenzaron a morderse unos a otros; pero aquel toro blanco que nació entre ellos engendró un asno montés y con él un toro blanco, y los asnos montés se multiplicaron.
12 Pero el toro que nació de él engendró un jabalí negro y una oveja blanca; y el primero engendró muchos jabalíes, pero la oveja engendró doce ovejas.
13 Y cuando aquellas doce ovejas crecieron, entregaron una de ellas a los asnos, y esos asnos volvieron a entregar esa oveja a los lobos, y esa oveja creció entre los lobos.
14 Y el Señor trajo las once ovejas para que vivieran con ella y pastaran con ella entre los lobos; y se multiplicaron y se convirtieron en muchos rebaños de ovejas.
15 Y los lobos empezaron a temerlas y las oprimieron hasta matar a sus pequeños y arrojaron a sus crías a un río lleno de agua; pero aquellas ovejas comenzaron a gritar a causa de sus pequeños, y a quejarse ante su Señor.
16 Y una oveja que había sido salvada de los lobos huyó y escapó a los asnos salvajes; y vi a las ovejas cómo se lamentaban y lloraban, y rogaban a su Señor con todas sus fuerzas, hasta que aquel Señor de las ovejas descendió a la voz de las ovejas desde una morada elevada, y vino a ellas y las apacentó.
17 Y llamó a la oveja que había escapado de los lobos y le habló acerca de los lobos para que les advirtiera que no tocaran a las ovejas.
18 Y las ovejas fueron donde los lobos conforme a la palabra del Señor, y otra oveja la encontró y fue con ella, y las dos fueron y entraron juntas en la reunión de aquellos lobos, y hablaron con ellos y les amonestaron con no tocar a las ovejas de ahora en adelante.
19 Entonces vi a los lobos y cómo oprimieron a las ovejas con todo su poder; y las ovejas gritaron en voz alta.
20 Y el Señor se acercó a las ovejas y ellas comenzaron a herir a los lobos, y los lobos comenzaron a lamentarse; pero las ovejas se callaron y al instante dejaron de gritar.
21 Y vi las ovejas hasta que se apartaron de entre los lobos; pero los ojos de los lobos quedaron cegados, y aquellos lobos partieron persiguiendo a las ovejas con todas sus fuerzas.
22 Y el Señor de las ovejas iba con ellas como líder, y todas sus ovejas le seguían; y su rostro era resplandeciente, glorioso y terrible de contemplar.
23 Pero los lobos comenzaron a perseguir a aquellas ovejas hasta que llegaron a un mar de agua.
24 Y el mar se dividió, y el agua se paró de un lado y de otro delante de ellos, y su Señor los guió y se puso entre ellos y los lobos.
25 Y como aquellos lobos aún no habían visto a las ovejas, se adentraron en medio de ese mar, y los lobos siguieron a las ovejas, y [esos lobos] corrieron tras ellas hacia ese mar.
26 Y cuando vieron al Señor de las ovejas, se volvieron para huir delante de Él, pero el mar se juntó y volvió a ser como había sido creado, y el agua se hinchó y subió hasta cubrir a esos lobos.
27 Y vi hasta que todos los lobos que perseguían a aquellas ovejas perecieron y se ahogaron.
28 Pero las ovejas escaparon de aquella agua y se fueron al desierto, donde no había agua ni hierba; y comenzaron a abrir los ojos y a ver; y vi al Señor de las ovejas apacentándolas y dándoles agua y pasto, y aquella oveja yendo y guiándolas.
29 Y la oveja subió a la cima de aquella roca elevada, y el Señor de las ovejas se la envió.
30 Y después vi al Señor de las ovejas que estaba delante de ellas, y su apariencia era grande, terrible y majestuosa, y todas aquellas ovejas lo vieron y tuvieron miedo ante su presencia.
31 Y todos temieron y temblaron ante Él, y clamaron a la oveja que estaba con ellos [que estaba entre ellas]: «No podemos estar delante de nuestro Señor ni contemplarlo».
32 Y la oveja que los guiaba subió de nuevo a la cima de aquella roca, pero las ovejas comenzaron a quedar cegadas y a desviarse del camino que él les había mostrado, pero la oveja no lo sabía.
33 Y el Señor de las ovejas se enojó muchísimo contra ellas, y las ovejas lo descubrieron, descendieron de la cima de la roca, llegaron hasta las ovejas y encontraron a la mayor parte de ellas ciegas y caídas.
34 Y cuando lo vieron, temieron y temblaron ante su presencia, y desearon volver a sus rebaños.
35 Y aquella oveja tomó consigo otras ovejas, y vino hacia las que se habían descarriado y comenzó a matarlas; y las ovejas temieron su presencia, y así aquella oveja trajo de vuelta a las ovejas que se habían apartado, y ellas regresaron a sus rediles.
36 Y vi en esta visión hasta que la oveja se hizo hombre y edificó una casa para el Señor de las ovejas, y puso a todas las ovejas en esa casa.
37 Y vi hasta que esta oveja que se había encontrado con la oveja que las guiaba se durmió; y vi hasta que todas las ovejas grandes perecieron y las pequeñas se levantaron en su lugar, y llegaron a un pasto, y se acercaron a un arroyo de agua.
38 Entonces la oveja, su líder, que se había hecho hombre, se apartó de ellos y se durmió, y todas las ovejas la buscaron y lloraron con gran llanto.
39 Y vi hasta que dejaron de llorar por esa oveja y cruzaron aquella corriente de agua, y allí las dos ovejas se levantaron como líderes en lugar de aquellas que las habían conducido y se habían quedado dormidas (literalmente, «se habían quedado dormidas y las habían conducido»).
40 Y vi hasta que las ovejas llegaron a un lugar bueno, a una tierra placentera y gloriosa, y vi hasta que aquellas ovejas quedaron saciadas; y esa casa estaba entre ellos en la tierra agradable.
41 Y unas veces se les abrían los ojos, y otras se les cegaba, hasta que se levantaba otra oveja, las guiaba y las hacía volver a todas, y se les abrían los ojos.
42 Y los perros, las zorras y los jabalíes comenzaron a devorar aquellas ovejas, hasta que el Señor de las ovejas levantó [otra oveja] de en medio de ellas un carnero que las guiaba.
43 Y el carnero empezó a golpear a los perros, a las zorras y a los jabalíes por ambos lados hasta destruirlos a todos.
44 Y la oveja que tenía los ojos abiertos vio el carnero que estaba entre las ovejas, hasta que abandonó su gloria y comenzó a golpearlas, a pisotearlas y a comportarse de manera indecorosa.
45 Y el Señor de las ovejas envió el cordero a otro cordero y lo levantó para que fuera carnero y líder de las ovejas en lugar del carnero que había abandonado su gloria.
46 Y fue hacia él y le habló a solas, y lo levantó hasta convertirlo en carnero, y lo hizo príncipe y guía de las ovejas; pero durante todo esto aquellos perros oprimían a las ovejas.
47 Y el primer carnero persiguió al segundo carnero, y éste se levantó y huyó delante de él; y vi hasta que esos perros derribaron al primer carnero.
48 Y el segundo carnero se levantó y guió a las ovejitas. Y aquel carnero engendró muchas ovejas y se durmió; y una ovejita se convirtió en carnero en su lugar, y llegó a ser príncipe y líder de aquellas ovejas.
49 Y aquellas ovejas crecieron y se multiplicaron; pero todos los perros, las zorras y los jabalíes temieron y huyeron ante él, y aquel carnero embistió y mató a las fieras, y aquellas fieras ya no tenían ningún poder entre las ovejas y ya no les robaban nada.
50 Y esa casa se hizo grande y ancha, y fue construida para aquellas ovejas; (y) sobre la casa se construyó una torre alta y grande para el Señor de las ovejas, y esa casa era baja, pero la torre era elevada y altivo, y el Señor de las ovejas se paró en esa torre y ofrecieron una mesa llena delante de Él.
51 Y de nuevo vi que aquellas ovejas se desviaban de nuevo y se alejaban por muchos caminos, y abandonaban su casa, y el Señor de las ovejas llamó a algunas de entre las ovejas y las envió a las ovejas, pero las ovejas comenzaron a matarlas.
52 Y uno de ellos se salvó y no fue asesinado, y salió corriendo y gritó a gran voz sobre las ovejas; y quisieron matarla, pero el Señor de las ovejas la salvó de las ovejas, la trajo a mí y la hizo habitar allí.
53 Y envió muchas otras ovejas a aquellas ovejas para que les testificaran y se lamentaran por ellas.
54 Y después vi que cuando abandonaron la casa del Señor y su torre, cayeron por completo y sus ojos quedaron cegados; y vi al Señor de las ovejas cómo provocó mucha matanza entre ellas en sus rebaños hasta que esas ovejas invitaron a esa matanza y traicionaron Su lugar.
55 Y los entregó en manos de los leones y de los tigres, de los lobos y de las hienas, en manos de las zorras y de todas las fieras, y aquellas fieras comenzaron a despedazar a aquellas ovejas.
56 Y vi que abandonó su casa y su torre y los entregó a todos en manos de los leones para desgarrarlos y devorarlos, en manos de todas las fieras.
57 Y comencé a gritar con todas mis fuerzas y a apelar al Señor de las ovejas y a declararle que las ovejas eran devoradas por todas las fieras.
58 Pero Él, aunque lo vio, permaneció impasible y se alegró de que fueran devorados, tragados y robados, y los dejó para que fueran devorados en manos de todas las bestias.
59 Y llamó a setenta pastores, y les arrojó aquellas ovejas para que las apacentaran, y habló a los pastores y a sus compañeros: «De ahora en adelante, cada uno de vosotros apacentará las ovejas y todo lo que os ordenaré que hazlo».
60 «Y os los entregaré debidamente contados, y os diré cuáles de ellos serán destruidos, y ellos los destruiréis vosotros». Y les entregó aquellas ovejas.
61 Y llamó a otro y le habló: «Observa y observa todo lo que los pastores harán con esas ovejas; porque destruirán a más de ellos de los que les he ordenado».
62 «Y todo exceso y destrucción que se produzca a través de los pastores, registra (es decir) cuántos destruyen según mi orden, y cuántos según su propio capricho: registra contra cada pastor individual toda la destrucción que efectúa.»
63 «Y lee delante de mí por número cuántos destruyen y cuántos entregan para la destrucción, para que tenga esto como testimonio contra ellos, y sepa cada obra de los pastores, para que pueda comprender y ver lo que hacen, cumplan o no mis órdenes que les he ordenado».
64 «Pero ellos no lo sabrán, y no se lo declararás ni los amonestarás, sino que sólo registrarás contra cada individuo toda la destrucción que los pastores hacen cada uno en su tiempo y lo contarás todo ante mí».
65 Y vi que aquellos pastores pastaban a su debido tiempo y comenzaron a matar y destruir más de las que se les había ordenado, y entregaron aquellas ovejas en manos de los leones.
66 Y los leones y los tigres comieron y devoraron a la mayor parte de aquellas ovejas, y los jabalíes comieron junto con ellas; y quemaron esa torre y demolieron esa casa.
67 Y me entristecí mucho por esa torre porque la casa de las ovejas fue demolida, y después no pude ver si esas ovejas entraban en esa casa.
68 Y los pastores y sus compañeros entregaron aquellas ovejas a todas las fieras para que las devoraran, y cada uno de ellos recibió en su tiempo un número determinado: el otro escribía en un libro cuántas de cada una de ellas destruyeron.
69 Y cada uno mató y destruyó muchos más de los prescritos; y comencé a llorar y a lamentarme a causa de aquellas ovejas.
70 Y así, en la visión vi al que escribía, cómo anotaba cada uno de los que aquellos pastores destruían, día tras día, y los llevaba, los depositaba y mostraba en realidad todo el libro al Señor de las ovejas. —(incluso) todo lo que habían hecho, y todo lo que cada uno de ellos había destruido, y todo lo que habían entregado a la destrucción.
71 Y fue leído el libro delante del Señor de las ovejas, y Él tomó el libro de su mano, lo leyó, lo selló y lo dejó.
72 Y en seguida vi cómo los pastores pastaban durante doce horas, y he aquí tres de aquellas ovejas regresaron y entraron y comenzaron a reconstruir todo lo que se había caído de aquella casa; pero los jabalíes intentaron impedírselo, pero no pudieron.
73 Y comenzaron de nuevo a construir como antes, y levantaron esa torre, y la llamaron torre alta; Y comenzaron de nuevo a poner una mesa delante de la torre, pero todo el pan que había sobre ella estaba contaminado y no puro.
74 Y en cuanto a todo esto, los ojos de aquellas ovejas quedaron cegados para no ver, y lo mismo (los ojos de) sus pastores; y las entregaron en gran número a sus pastores para destrucción, y pisotearon las ovejas con sus pies y las devoraron.
75 Y el Señor de las ovejas permaneció impasible hasta que todas las ovejas se dispersaron por el campo y se mezclaron con ellas (es decir, las bestias), y ellos (es decir, los pastores) no las salvaron de las manos de las bestias.
76 Y el que escribió el libro lo llevó, lo mostró y lo leyó delante del Señor de las ovejas, y le imploró por ellas, y le suplicó por ellas mientras le mostraba todas las obras de los pastores. , y dio testimonio delante de él contra todos los pastores.
77 Entonces tomó el libro, lo dejó a su lado y se fue.