Octava aparición de Satanás a Adán y Eva.
1 PERO Satanás, que aborrece todo bien, no les permitió terminar sus oraciones. Porque llamó a sus ejércitos, y vinieron todos. Entonces les dijo: Puesto que Adán y Eva, a quienes hemos engañado, se han puesto de acuerdo para orar a Dios de noche y de día y rogarle que los libere, y puesto que no saldrán de la cueva hasta el fin del mundo, cuadragésimo día».
2 «Y puesto que continuarán orando como ambos acordaron hacer, para que Él los libre de nuestras manos y los devuelva a su estado anterior, mira lo que les haremos». Y sus ejércitos le dijeron: «Tuyo es el poder, oh Señor nuestro, para hacer lo que quieras».
3 Entonces Satanás, grande en maldad, tomó sus huestes y entró en la cueva, en la noche treinta de los cuarenta días y uno; e hirió a Adán y a Eva, hasta dejarlos muertos.
4 Entonces vino la Palabra de Dios a Adán y Eva, quienes los levantaron de su sufrimiento, y Dios dijo a Adán: «Sé fuerte y no temas al que acaba de venir a ti».
5 Pero Adán lloró y dijo: «¿Dónde estabas, oh Dios mío, para que me golpearan con tales golpes y nos sobreviniera este sufrimiento? ¿Sobre mí y sobre Eva, tu sierva?»
6 Entonces Dios le dijo: «Oh Adán, mira, él es señor y dueño de todo lo que tienes, el que dijo: te daría la divinidad. ¿Dónde está este amor por ti? ¿Y dónde está el regalo que prometió?
7 «Por una vez le ha placido, oh Adán, venir a ti, consolarte, fortalecerte, regocijarse contigo y enviar sus huestes para protegerte; porque le has escuchado y has cedido a su consejo; ¿Y has transgredido Mi mandamiento pero has seguido su mandato?»
8 Entonces Adán lloró delante del Señor y dijo: «Oh Señor, porque he transgredido un poco, a cambio me has atormentado gravemente, te pido que me liberes de sus manos; o si no, ten piedad de mí y saca mi alma de mi cuerpo ahora en esta tierra extraña».
9 Entonces Dios dijo a Adán: «¡Ojalá hubieras suspirado y orado antes, antes de que transgredieras! Entonces descansarás del problema en el que te encuentras ahora».
10 Pero Dios tuvo paciencia con Adán y dejó que él y Eva permanecieran en la cueva hasta que se cumplieran los cuarenta días.
11 Pero a Adán y a Eva se les marchitó la fuerza y la carne por el ayuno y la oración, por el hambre y la sed; porque no habían probado ni comida ni bebida desde que salieron del jardín; ni aún estaban establecidas las funciones de sus cuerpos; y no les quedaron fuerzas para continuar en oración por el hambre, hasta el final del día siguiente al cuarenta. Cayeron en la cueva; sin embargo, las palabras que escaparon de sus bocas fueron sólo alabanzas.