1 Cuando murió el rey de Egipto, se levantó otro rey y afligió a todo el pueblo de Israel. Pero ellos clamaron a Jehová y él los escuchó, y envió a Moisés y los libró de la tierra de Egipto; y Dios envió también sobre ellos diez plagas y los hirió. Estas fueron las plagas, a saber, sangre, ranas y toda clase de moscas, granizo, muerte de ganado, langostas y mosquitos, tinieblas que se podían sentir y la muerte de los primogénitos.
2 Cuando salieron de allí y se pusieron en camino, el corazón de los egipcios se endureció nuevamente y continuaron persiguiéndolos, y los encontraron junto al mar Rojo. Y los hijos de Israel clamaron a su Dios y hablaron a Moisés diciendo: He aquí, ahora ha llegado el tiempo de nuestra destrucción, porque el mar está delante de nosotros y la multitud de enemigos detrás de nosotros, y nosotros en medio. ¿Para esto nos sacó Dios, o son estos los pactos que hizo con nuestros padres diciendo: A vuestra descendencia daré la tierra en la que habitáis? y ahora haga con nosotros lo que bien le parezca.
3 Entonces los hijos de Israel dividieron sus consejos en tres divisiones, a causa del temor del tiempo. Por la tribu de Rubén y de Isacar y de Zabulón y de Simeón dijeron: Venid, echémonos al mar, porque es mejor para nosotros morir en el agua que ser asesinados por nuestros enemigos. Y la tribu de Gad y de Aser y de Dan y Neptalim dijeron: No, pero volvamos con ellos, y si nos dan la vida, les serviremos. Pero la tribu de Leví, de Judá, de José y de la tribu de Benjamín dijeron: No así, sino que tomemos nuestras armas y peleemos contra ellos, y Dios estará con nosotros.
4 Moisés también clamó al Señor y dijo: Oh Señor, Dios de nuestros padres, ¿no me dijiste: Ve y diles a los hijos de Lía: Dios me ha enviado a ti? Y ahora, he aquí, has llevado a tu pueblo al borde del mar, y el enemigo los sigue; pero tú, Señor, recuerda tu nombre.
5 Y dijo Dios: Por cuanto has clamado a mí, toma tu vara y golpea el mar, y se secará. Y cuando Moisés hizo todo esto, Dios reprendió al mar, y el mar se secó: los mares de las aguas se detuvieron y aparecieron los abismos de la tierra, y los cimientos de la morada quedaron desnudos ante el ruido del miedo de Dios y al soplo de la ira de mi Señor.
6 E Israel pasó por tierra seca en medio del mar. Y los egipcios lo vieron y fueron tras ellos, y Dios endureció su mente, y no sabían que entraban en el mar. Y así fue que mientras los egipcios estaban en el mar, Dios mandó otra vez al mar, y dijo a Moisés: Golpea el mar una vez más. Y así lo hizo. Y el Señor ordenó al mar, y éste volvió a sus olas, y cubrió a los egipcios y sus carros y su gente de a caballo hasta el día de hoy.
7 Pero a su pueblo los llevó al desierto: durante cuarenta años les hizo llover pan del cielo, les trajo codornices del mar, y detrás de ellos les sacó un pozo de agua. Y en una columna de nube los guiaba de día y en una columna de fuego de noche les alumbraba.