1 En aquel tiempo se acercó un tal Aod de los sacerdotes de Madián, que era un mago, y habló a Israel, diciendo: ¿Por qué prestáis oído a vuestra ley? Ven y te mostraré algo que tu ley no es. Y el pueblo dijo: ¿Qué puedes mostrarnos que nuestra ley no tenga? Y dijo al pueblo: ¿Habéis visto alguna vez el sol de noche? Y ellos dijeron: No. Y él dijo: Cuando queréis, os lo mostraré, para que sepáis que nuestros dioses tienen poder, y no engañarán a los que les sirven. Y ellos dijeron: Muéstranos.
2 Y partió y obró con su magia, dando órdenes a los ángeles encargados de los hechiceros, porque durante mucho tiempo les ofrecía sacrificios.
3 [Porque esto antes estaba en poder de los ángeles y fue] realizado por los ángeles antes de ser juzgados, y habrían destruido el mundo inconmensurable; y debido a que transgredieron, aconteció que los ángeles ya no tenían poder. Porque cuando fueron juzgados, entonces el poder no fue confiado a los demás: y por estos signos (o poderes) obran los que ministran a los hombres en hechicerías, hasta que llegue la era inconmensurable.
4 Y en ese momento Aod por arte de magia mostró al pueblo el sol por la noche. Y el pueblo quedó asombrado y decía: ¡Mirad qué grandes cosas pueden hacer los dioses de los madianitas, y nosotros no lo sabíamos!
5 Y Dios, queriendo probar a Israel si aún estaba en iniquidad, soportó a los ángeles, y su obra tuvo buen éxito, y el pueblo de Israel fue engañado y comenzó a servir a los dioses de los madianitas. Y dijo Dios: Los entregaré en manos de los madianitas, ya que por ellos han sido engañados. Y él los entregó en sus manos, y los madianitas comenzaron a someter a Israel a servidumbre.