De cómo no despreciar a los pobres, sino compartir con ellos igualmente, para que no seas murmurado delante de Dios.
1 CUANDO el hombre vista al desnudo y sacie al hambriento, encontrará recompensa de Dios.
2 Pero si su corazón murmura, comete un doble mal: ruina de sí mismo y de lo que da; y para él no habrá recompensa por ello.
3 Y si su propio corazón está lleno de su comida y su propia carne (es decir, vestida) de su ropa, comete desprecio y pierde toda su resistencia a la pobreza, y no encontrará recompensa por sus buenas obras.
4 Todo hombre orgulloso y magnilocuente es aborrecible para el Señor, y toda palabra mentirosa, revestida de falsedad; será cortado con el filo de la espada de la muerte, y arrojado al fuego, y arderá para siempre.