1 Pon tu corazón en tus bienes; y digas que no, que tengo suficiente para mi vida.
2 No sigas tu propia mente ni tus fuerzas para andar en los caminos de tu corazón.
3 Y no digáis: ¿Quién controlará mis obras? porque el Señor seguramente vengará tu soberbia.
4 No digas: He pecado, ¿y qué daño me ha sucedido? porque el Señor es paciente, no te dejará ir.
5 En cuanto a la propiciación, no tengáis miedo de añadir pecado sobre pecado.
6 Y no digáis que su misericordia es grande; él será apaciguado por la multitud de mis pecados: porque de él proceden la misericordia y la ira, y su ira reposará sobre los pecadores.
7 No tardes en volverte al Señor, ni pospongas el día en el día; porque de repente vendrá la ira del Señor, y en tu seguridad serás destruido, y perecerás en el día de la venganza.
8 No pongas tu corazón en los bienes obtenidos injustamente, porque de nada te aprovecharán en el día de la calamidad.
9 No vendes con todo viento, ni vayas por todos los caminos; porque así hace el pecador que tiene doble lengua.
10 Sé firme en tu entendimiento; y sea tu palabra la misma.
11 Sed prontos para oír; y deja que tu vida sea sincera; y con paciencia responde.
12 Si tienes entendimiento, responde a tu prójimo; si no, pon tu mano sobre tu boca.
13 Honra y vergüenza están en las palabras, y la lengua del hombre es su caída.
14 No te dejes llamar chismoso, ni pongas asechanzas con tu lengua; porque vergüenza atroz caerá sobre el ladrón, y mala condenación sobre el que habla con doble lengua.
15 No ignoréis nada, ni en lo grande ni en lo pequeño.