Gad exhorta a sus oyentes contra el odio mostrando cómo éste le ha traído a tantos problemas. Los versículos 8-11 son memorables.
1 Y ahora, hijos míos, os exhorto a que améis cada uno a su hermano, y apartad de vuestro corazón el odio, que os améis unos a otros de obra, de palabra y de inclinación del alma.
2 Porque en presencia de mi padre hablé pacíficamente a José; y cuando salí, el espíritu de odio oscureció mi mente y agitó mi alma para matarlo.
3 Amaos unos a otros de corazón; y si alguno peca contra ti, háblale pacíficamente, y no guardes engaño en tu alma; y si se arrepiente y confiesa, perdónalo.
4 Pero si él lo niega, no te enojes con él, no sea que, tomando el veneno de ti, se ponga a jurar y peques doblemente.
5 No permitas que otro hombre escuche tus secretos cuando esté involucrado en una disputa legal, no sea que llegue a odiarte y se convierta en tu enemigo y cometa un gran pecado contra ti; porque muchas veces se dirige a ti con astucia o se ocupa de ti con malas intenciones.
6 Y aunque lo niegue y se avergüence al ser reprendido, deja de reprenderlo.
7 Quien niegue, puede arrepentirse para no volver a ofenderte; sí, también podrá honrarte, temerte y estar en paz contigo.
8 Y si es desvergonzado y persiste en su maldad, perdónalo de corazón y deja a Dios la venganza.
9 Si alguien prospera más que tú, no te enojes, sino ora también por él, para que tenga perfecta prosperidad.
10 por lo que te convenga.
11 Y si se enaltece aún más, no le envidiéis, recordando que toda carne morirá; y alabad a Dios, que da cosas buenas y provechosas a todos los hombres.
12 Busca los juicios del Señor y tu mente descansará y estará en paz.
13 Y aunque un hombre se enriquezca por medios malvados, como Esaú, el hermano de mi padre, no tengas celos; pero esperad el fin del Señor.
14 Porque si le quita a un hombre riquezas obtenidas por medios malos, si se arrepiente le perdona, pero al que no se arrepiente le reserva el castigo eterno.
15 Porque el pobre, si libre de envidia agrada al Señor en todo, es bendito más que todos los hombres, porque no sufre las fatigas de los hombres vanos.
16 Apartad, pues, de vuestras almas los celos, y amaos unos a otros con rectitud de corazón.
17 Hablad, pues, también vosotros estas cosas a vuestros hijos, para que honren a Judá y a Leví, porque de ellos el Señor levantará la salvación a Israel.
18 Porque sé que al final tus hijos se apartarán de Él y andarán en maldad, aflicción y corrupción delante del Señor.
19 Y cuando hubo descansado un poco, volvió a decir: Hijos míos, obedeced a vuestro padre y sepultadme junto a mis padres.
20 Entonces levantó los pies y se durmió en paz.
21 Cinco años después lo llevaron a Hebrón y lo pusieron con sus padres.