1 Pero Elifaz y los que estaban con él quedaron asombrados de estas cosas, y se sentaron conmigo y, respondiéndome, hablaron de mí con palabras jactanciosas durante veintisiete días.
2 Me repetían una y otra vez que yo sufría con razón por haber cometido muchos pecados y que ya no me quedaba esperanza, pero yo mismo respondía a estos hombres con afán de contienda.
3 Y ellos se levantaron enojados, dispuestos a partir con espíritu de ira. Pero Eliú los conjuró para que se quedaran todavía un poco de tiempo hasta que les mostrara de qué se trataba.
4 «Porque tantos días pasaste, dijo, permitiendo que Job se jactara de ser justo. Pero ya no lo sufriré más.
5 Porque desde el principio seguí llorando por él, recordando su antigua felicidad. Pero ahora habla con jactancia y con orgullo arrogante dice que tiene su trono en los cielos.
6 Por tanto, escúchame y te diré cuál es la causa de su destino.
7 Entonces, imbuido del espíritu de Satanás. Eliú pronunció palabras duras que están escritas en los registros que dejó Eliú.
8 Y cuando terminó, Dios se me apareció en una tormenta y en las nubes, y habló, culpando a Eliú y mostrándome que el que había hablado no era un hombre, sino una bestia salvaje.
9 Y cuando Dios terminó de hablarme, el Señor habló a Elifaz: «Tú y tus amigos habéis pecado por no haber dicho la verdad acerca de mi siervo Job.
10 Levántate, pues, y hazle traer por ti una ofrenda por el pecado, para que tus pecados sean perdonados; porque si no fuera por él, os habría destruido».
11 Entonces me trajeron todo lo que era necesario para el sacrificio, y yo lo tomé y les presenté una ofrenda por el pecado, y el Señor la recibió favorablemente y les perdonó su agravio.
12 Entonces, cuando Elifaz, Baldad y Sofar vieron que Dios les había perdonado sus pecados por medio de su siervo Job, pero que no se dignaba perdonar a Eliú, entonces Elifaz comenzó a cantar un himno, mientras los demás respondían, y también sus soldados se unieron estando de pie junto al altar.
13 Y Elifaz habló así: «El pecado ha sido quitado y nuestra injusticia ha desaparecido;
14 Pero Eliú, el maligno, no tendrá memoria entre los vivientes; su lumbrera se ha apagado y ha perdido su luz.
15 La gloria de su lámpara se anunciará ante él, porque es hijo de las tinieblas y no de luz.
16 Los porteros del lugar de las tinieblas le darán en parte su gloria y hermosura; Su Reino se ha desvanecido, su trono se ha desmoronado, y el honor de su estatura está en (Seol) Hades.
17 Porque ha amado la belleza de la serpiente y las escamas (piel) del dragón, su hiel y su veneno pertenecen al del Norte (Zphuni = Víbora).
18 Porque ni se reconocía ante el Señor ni le temía, sino que odiaba a los que él había elegido.
19 Así Dios se olvidó de él, y los santos lo abandonaron; su ira y su enojo serán para él desolación y no tendrá misericordia en su corazón ni paz, porque tenía veneno de víbora en su lengua.
20 Justo es el Señor, y sus juicios son verdaderos. Para él no hay preferencia de persona, porque juzga a todos por igual.
21 ¡He aquí que el Señor viene! He aquí, los «santos» están preparados: ¡las coronas y los premios de los vencedores los preceden!
22 Que se alegren los santos y que se regocije su corazón; porque recibirán la gloria que les está reservada.
Estribillo.
23 Nuestros pecados son perdonados, nuestra injusticia ha sido limpiada, pero Eliú no tiene memoria entre los vivos».
24 Cuando Elifaz terminó el himno, nos levantamos y volvimos a la ciudad, cada uno a su casa.
25 Y el pueblo me hizo un banquete en agradecimiento y deleite de Dios, y todos mis amigos volvieron a mí.
26 Y todos los que me habían visto en mi anterior estado de felicidad, me preguntaban diciendo: «¿Cuáles son esas tres cosas aquí entre nosotros?»