Judá hace un vívido símil sobre la tiranía y una terrible profecía sobre la moral de sus oyentes.
1 Y ahora, hijos míos, os mando que améis a Leví para que perseveréis y no os ensoberbéis contra él, para que no seáis destruidos por completo.
2 Porque a mí el Señor me dio el reino, y a él el sacerdocio, y puso el reino bajo el sacerdocio.
3 A mí me dio las cosas que hay en la tierra; a él las cosas que están en los cielos.
4 Como el cielo es más alto que la tierra, así el sacerdocio de Dios es más alto que el reino terrenal, a menos que por el pecado se aparte del Señor y sea dominado por el reino terrenal.
5 Porque el ángel del Señor me dijo: El Señor lo escogió a él antes que a ti, para acercarse a Él, comer de su mesa y ofrecerle las primicias de las cosas escogidas de los hijos de Israel. ; pero tú serás rey de Jacob.
6 Y serás entre ellos como el mar.
7 Porque así como en el mar son arrojados justos e injustos, unos llevados cautivos y otros enriquecidos, así también estará en ti toda raza humana: algunos serán empobrecidos siendo llevados cautivos, y otros se enriquecerán saqueando las posesiones ajenas.
8 Porque los reyes serán como monstruos marinos.
9 Se tragarán a los hombres como peces; esclavizarán a los hijos y a las hijas de los libres; Casas, tierras, rebaños, dinero saquearán:
10 Y con la carne de muchos alimentarán injustamente a los cuervos y a las grullas; y avanzarán en el mal en avaricia enaltecida, y habrá falsos profetas como tempestad, y perseguirán a todos los justos.
11 Y el Señor traerá sobre ellos divisiones unos contra otros.
12 Y habrá guerras continuas en Israel; y entre los hombres de otra raza será puesto fin a mi reino, hasta que venga la salvación de Israel.
13 Hasta la aparición del Dios de justicia, para que Jacob y todos los gentiles descansen en paz.
14 Y Él guardará el poder de mi reino para siempre; porque el Señor me hizo saber con juramento que no destruiría el reino de mi descendencia para siempre.
15 Ahora tengo mucho dolor, hijos míos, por vuestras lascivias y hechicerías e idolatrías que practicaréis contra el reino, siguiendo a espíritus familiares, adivinos y demonios del error.
16 Haréis que vuestras hijas sean cantoras y rameras, y os mezclaréis con las abominaciones de las naciones.
17 Por estas cosas el Señor traerá sobre vosotros hambre y pestilencia, muerte y espada, asedios de enemigos e injurias a amigos, matanza de niños, violación de esposas, saqueo de bienes, incendio de el templo de Dios, la devastación de la tierra, la servidumbre de vosotros mismos entre los gentiles.
18 Y algunas de vosotras tomarán eunucos para sus esposas.
19 Hasta que el Señor os visite, cuando con corazón perfecto os arrepintáis y andéis en todos sus mandamientos, y Él os saque del cautiverio entre los gentiles.
20 Y después de estas cosas os surgirá una estrella de paz de parte de Jacob,
21 Y de mi descendencia surgirá un hombre como el sol de justicia,
22 Andando con los hijos de los hombres en mansedumbre y rectitud;
23 Y no se hallará en él ningún pecado.
24 Y los cielos se le abrirán para derramar el espíritu, la bendición del Santo Padre; y Él derramará sobre vosotros el espíritu de gracia;
25 Y seréis para Él hijos en verdad, y andaréis en Sus mandamientos, primero y último.
26 Entonces resplandecerá el cetro de mi reino; y de tu raíz surgirá un tallo; y de él crecerá una vara de justicia para los gentiles, para juzgar y salvar a todos los que invocan al Señor.
27 Y después de esto resucitarán Abraham, Isaac y Jacob; y yo y mis hermanos seremos jefes de las tribus de Israel:
28 Leví primero, yo el segundo, José el tercero, Benjamín el cuarto, Simeón el quinto, Isacar el sexto, y así todos en orden.
29 Y el Señor me bendijo a Leví y al ángel de la Presencia; los poderes de la gloria, Simeón; el cielo, Rubén; la tierra, Isacar; el mar, Zabulón; las montañas, José; el tabernáculo, Benjamín; las luminarias, Dan; Edén, Neftalí; el sol, Gad; la luna, Aser.
30 Y seréis el pueblo del Señor y tendréis una sola lengua; y no habrá espíritu de engaño en Beliar, porque será arrojado al fuego para siempre.
31 Y los que murieron en tristeza se levantarán con alegría, y los que eran pobres por causa del Señor se enriquecerán, y los que son condenados a muerte por causa del Señor despertarán a la vida.
32 Y los ciervos de Jacob correrán de alegría, y las águilas de Israel volarán de alegría; y todo el pueblo glorificará al Señor para siempre.
33 Por tanto, hijos míos, observad toda la ley del Señor, porque hay esperanza para todos los que se aferran a sus caminos.
34 Y él les dijo: He aquí, hoy muero ante vuestros ojos, a la edad de ciento diecinueve años.
35 Que nadie me entierre con ropas costosas ni me abra las entrañas, porque esto harán los reyes; y llévame contigo a Hebrón.
36 Y Judá, habiendo dicho estas cosas, se durmió; E hicieron sus hijos conforme a todo lo que él les mandó, y lo sepultaron en Hebrón con sus padres.