Neftalí, el octavo hijo de Jacob y Bilha. El corredor. Una lección de fisiología.
1 LA copia del testamento de Neftalí, que ordenó en el momento de su muerte en el año ciento treinta de su vida.
2 Cuando sus hijos se reunieron en el mes séptimo, el primer día del mes, cuando todavía estaban sanos, les preparó un banquete de comida y vino.
3 Y cuando se despertó por la mañana, les dijo: Me muero; y no le creyeron.
4 Y mientras glorificaba al Señor, se fortaleció y dijo que después de la fiesta de ayer moriría.
5 Y comenzó entonces a decir: Oíd, hijos míos, hijos de Neftalí, oíd las palabras de vuestro padre.
6 Yo nací de Bilha, y como Raquel actuó con astucia y entregó a Bilha en lugar de ella a Jacob, y ella concibió y me dio a luz sobre las rodillas de Raquel, por eso llamó mi nombre Neftalí.
7 Porque Raquel me amó mucho porque nací en su regazo; y cuando yo era aún joven solía besarme y decirme: Que tenga yo desde mi propio vientre un hermano tuyo como tú.
8 Por lo cual también José fue semejante a mí en todo, según las oraciones de Raquel.
9 Mi madre era Bilhá, hija de Roteo, hermano de Débora, nodriza de Rebeca, que nació el mismo día que Raquel.
10 Y Roteo era de la familia de Abraham, caldeo, temeroso de Dios, libre y noble.
11 Y fue llevado cautivo y comprado por Labán; y le dio por mujer a Euna su sierva, la cual dio a luz una hija, y llamó su nombre Zilpá, según el nombre de la aldea en la que había sido llevado cautivo.
12 Y luego dio a luz a Bilha, diciendo: Mi hija se apresura tras lo nuevo, porque apenas nació, tomó el pecho y se apresuró a mamarlo.
13 Y yo era ligero de pies como el ciervo, y mi padre Jacob me designó para todos los mensajes, y como un ciervo me dio su bendición.
14 Porque así como el alfarero sabe cuánto ha de contener la vasija y trae el barro correspondiente, así también el Señor hace el cuerpo a semejanza del espíritu, y según la capacidad del cuerpo implanta el espíritu.
15 Y el uno no es inferior al otro ni en la tercera parte de un cabello; porque con peso, medida y regla fue hecha toda la creación.
16 Y como el alfarero sabe el uso de cada vaso y para qué sirve, así también el Señor conoce el cuerpo, hasta qué punto persistirá en el bien y cuándo comenzará en el mal.
17 Porque no hay inclinación ni pensamiento que el Señor no conozca, pues Él creó a cada hombre a su imagen.
18 Porque como la fuerza del hombre, así también en su trabajo; como su ojo, así también en su sueño; como su alma, así también en su palabra ya sea en la ley del Señor o en la ley de Beliar.
19 Y así como hay división entre la luz y las tinieblas, entre ver y oír, así también hay división entre hombre y hombre, y entre mujer y mujer; y no se puede decir que uno sea igual al otro ni en el rostro ni en la mente.
20 Porque Dios hizo todas las cosas en su orden, los cinco sentidos en la cabeza, y unió el cuello a la cabeza, añadiendo a ella también el cabello para la hermosura y la gloria, luego el corazón para el entendimiento, el vientre para la los excrementos, y el estómago para moler, la tráquea para respirar, el hígado para la ira, la hiel para la amargura, el bazo para la risa, las riendas para la prudencia, los músculos de los lomos para la fuerza, los pulmones para la aspiración, los lomos para fortalecerse, etc.
21 Así que, hijos míos, todas vuestras obras háganse con orden, con buena intención y en el temor de Dios, y no hagan nada desordenadamente, con desprecio o fuera de tiempo.
22 Porque si pides al ojo que oiga, no puede; Así que ni estando en tinieblas podréis hacer las obras de la luz.
23 Por tanto, no os afanéis por corromper vuestras obras con avaricia o con palabras vanas para engañar vuestras almas; porque si calláis con pureza de corazón, sabréis retener la voluntad de Dios y desechar la voluntad de Beliar.
24 Sol, luna y estrellas, no cambien su orden; Así también vosotros no cambiéis la ley de Dios en el desorden de vuestras obras.
25 Los gentiles se extraviaron y abandonaron al Señor, impusieron sus órdenes y obedecieron a los leones y a las piedras, espíritus de engaño.
26 Pero vosotros, hijos míos, no seréis así, reconociendo en el firmamento, en la tierra, en el mar y en todas las cosas creadas, al Señor que hizo todas las cosas, para que no seáis como Sodoma, que cambió el orden de la naturaleza.
27 De la misma manera cambiaron el orden de su naturaleza los Vigilantes, a quienes el Señor maldijo en el diluvio, por cuya causa dejó la tierra sin habitantes y sin fruto.
28 Estas cosas os digo, hijos míos, porque he leído en los escritos de Enoc que vosotros también os apartaréis del Señor, andando según toda la iniquidad de los gentiles, y haréis según todos la maldad de Sodoma.
29 Y el Señor traerá cautiverio sobre vosotros, y allí serviréis a vuestros enemigos, y seréis abatidos por toda aflicción y tribulación, hasta que el Señor os consuma a todos.
30 Y cuando os hayáis reducido y reducido, volvéis y reconocéis al Señor vuestro Dios; y él os hará volver a vuestra tierra, según su gran misericordia.
31 Y sucederá que después que lleguen a la tierra de sus padres, nuevamente se olvidarán del Señor y se volverán impíos.
32 Y el Señor los esparcirá sobre la faz de toda la tierra, hasta que venga la compasión del Señor, un hombre que haga justicia y haga misericordia con todos los que están lejos y con los que están cerca.