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«No puedes obligar a los hombres a amar la verdad». (Jesús de Nazaret)
Los seres humanos caminamos un tanto perdidos, desorientados, por este mundo. Vamos un poco a la deriva, dando palos de ciego, porque no conocemos una descripción de la Realidad. Muchas veces, las personas actuamos como lo hacemos, y vivimos como vivimos, por ignorancia. Hemos inventado cierto tipo de vida, una manera de vivir, porque no conocemos nada mejor. El ser humano no sabe a ciencia cierta qué hace aquí, cómo y por qué ha surgido en el Cosmos, qué finalidad tiene esta existencia, qué se espera de él y, en todo caso, cuál es su destino (si es que hay alguno).
A lo largo de los siglos, los hombres hemos buscado respuestas a la razón de nuestra existencia y del Universo. Este pequeño trabajo es un intento por sugerir una posible explicación a las preguntas que nos hacemos: «¿Qué lugar ocupamos en el Universo?, y en definitiva, ¿cómo es, de verdad, la estructura de la Realidad?»
Vivimos en un mundo material, y nosotros mismos somos materiales. Todos estamos de acuerdo en que la Realidad que conocemos está compuesta de materia. Vivimos en un Universo de materia. Pero, ¿qué es la materia? Pues la reunión de un montón de átomos. ¿Y de qué están compuestos los átomos? Pues de energía. Cuando revientas un átomo, liberas un montón de energía. Entonces, la esencia real de la materia no es la materia misma, sino la energía. La materia es una manifestación visible de la energía, que es de hecho lo verdaderamente real. Pero la energía en sí es invisible, no sabemos lo que es, y tampoco de dónde proviene.
Otra realidad en la que estamos inmersos es el espacio. Nos movemos en el espacio, hay espacio entre usted y yo, me desplazo por el espacio, mi cuerpo mismo está lleno de espacio, y hay espacio entre los átomos que me componen. El espacio es algo real, pero también es invisible, no sabemos lo que es, ni tampoco de dónde proviene.
Como seres vivientes conocemos otra realidad: la vida. Pero ¿qué es la vida? Nadie lo sabe. Sabemos que hay una gran diferencia entre un cuerpo vivo y un cuerpo muerto. La vida es algo evidente, nosotros somos una prueba de ello, pero es algo invisible, no sabemos lo que es, ni tampoco de dónde procede.
Otra realidad que conocemos es el intelecto, la mente. No sabemos qué es la mente, pero usted y yo pensamos, somos conscientes de existir y vivimos en nuestra mente. Pero, es algo que también es invisible, no sabemos lo que es, ni tampoco de dónde proviene.
Y otra realidad es la personalidad. Es lo más superior que conocemos sobre este planeta. No hay nada superior a un ser personal: ningún animal, ninguna planta, ninguna roca. Los seres personales gozamos de la conciencia de existir y del libre albedrío. Y sin embargo, la personalidad es también algo invisible, no sabemos lo que es, ni tampoco de dónde proviene.
Así pues, las diversas esencias de nuestra Realidad (es decir, la energía-materia, el espacio, la vida, la mente y la personalidad) son todas invisibles, no sabemos lo que son, ni tampoco cuáles son sus orígenes.
Cuando observamos la Realidad, ésta se presenta a nosotros bajo dos aspectos extremos: la energía-materia por un lado, y la personalidad por otro. Lo impersonal y lo personal. El entorno exterior y mi mundo interior.
Los dos extremos de la Realidad
Energía-materia | Personalidad |
---|---|
lo matemático | lo volitivo |
los hechos | los valores |
lo inanimado | lo animado |
lo determinista | lo creativo |
lo racionalista | lo idealista |
la Ciencia | la Religión |
la razón | la fe |
la ley | el amor |
Por otra parte, nuestro cerebro tiene dos hemisferios, el izquierdo y el derecho. Está preparado para captar la Realidad tal como ésta aparece, bajo sus dos aspectos, ante nosotros:
H. Izquierdo | H. Derecho |
---|---|
analítico | imaginativo |
racional | intuitivo |
secuencial | receptivo |
planificador | creativo |
científico | espiritual |
Nuestro cerebro es pues capaz de sintetizar por un lado los hechos, y por otro lado los valores, lo cual da nacimiento a la Ciencia y la Religión, unas disciplinas que son el resultado de nuestra manera de percibir el universo. La Filosofía, por su parte, es un intento por tender un puente entre estas dos maneras opuestas de percibir la Realidad.
Usted y yo no deberíamos estar aquí. Y aquí, sencillamente, no debería haber nada. No debería haber ni universo, ni soles, ni planetas, ni vida, ni nada. Si lo piensa seriamente, lo único que debería haber es la NADA. Entonces, ¿por qué hay ALGO?
El hombre, por sí mismo, con su mente y sus medios limitados, no puede saber casi nada sobre la estructura de la Realidad, y mucho menos sobre su origen. Nuestra Ciencia no sabe de cierto cuál es el verdadero origen del Cosmos, de la energía, del espacio, de la vida o de la inteligencia. La Ciencia tampoco sabe qué es exactamente el espacio, la energía, la vida o la inteligencia. La Ciencia no tiene respuestas definitivas. Y las religiones humanas, así como la filosofía, tampoco nos ofrecen una visión plausible y coherente de la Realidad. Sus cosmogonías suelen ser muy pobres, a veces son francamente infantiles, y en otras ocasiones sencillamente no tienen ninguna.
Si somos el producto del Big Bang, es decir, de la casualidad, de un universo inanimado, entonces_«nadie» va a venir a decirnos nunca la razón de nuestra existencia. Sencillamente porque no hay «nadie», y porque no hay ninguna razón.
Pero si somos el proyecto de «Alguien», entonces deberíamos deducir razonablemente que ese Alguien ha debido informarnos alguna vez, de alguna manera, sobre cuál es la razón de nuestra existencia, qué es lo que espera de nosotros, cuál es nuestro origen y nuestro destino. En definitiva, por qué estamos aquí, y adónde vamos después.
La Ciencia, la Filosofía y la Religión evolutivas y humanas no tienen respuestas, porque el hombre, por sí mismo, difícilmente puede encontrarlas. Esas respuestas tienen que serle reveladas desde «Arriba», desde la «Sala de mandos». Hasta hoy, sólo la Revelación es capaz de dar respuestas a estos interrogantes del hombre. Pero esas respuestas siempre se hallan más allá de nuestro poder de demostración. De ahí la necesidad de la fe, fe en que las afirmaciones de la Revelación son verdaderas.
¿Qué nos dice la Revelación sobre el origen de la Realidad?
La Revelación empieza su descripción por el principio de los principios, por el comienzo de las cosas, cuando NO había absolutamente NADA en el Universo, salvo el Infinito YO SOY. El Infinito YO SOY es el ÚNICO ser del Universo que existe por sí mismo desde toda la eternidad. No tiene ningún antecesor. Existe por sí mismo desde siempre. Y todos los demás seres de la creación, ya se trate de Creadores o de criaturas, proceden o se derivan directa o indirectamente del único Ser increado del Universo, el Infinito y Absoluto YO SOY.
En la eternidad del pasado, el Infinito YO SOY estaba totalmente solo, y ocupaba toda la infinidad. Él era a la vez el Infinito y la Infinidad. Ninguna diferenciación se había producido todavía en Él. Nada de lo que existe actualmente se había diferenciado todavía. Todo lo que conocemos estaba aún contenido en Él. Era a la vez persona y no-persona, energía y espíritu, potencia y manifestación, acción y reacción. Toda la Realidad estaba contenida en Él.
Para escapar de este estado, utilizó la técnica de diversificarse, de dividirse Él mismo.
Utilizando pues su libre albedrío, separó su aspecto personal de su aspecto impersonal (Figura 1) dividiendo así la Realidad en dos fases opuestas: la volitiva (la persona) y la reactiva (la cosa, que reacciona a los actos de la persona). Al mismo tiempo separó también su aspecto potencial de su aspecto manifestado, separó por un lado las posibilidades y por otro lado las realidades.
Finalmente, las dos fases opuestas de la Realidad (la personal y la impersonal), que difícilmente pueden ponerse en contacto, las correlacionó por medio de una realidad intermedia: la Mente. Así, un ser personal, por medio de la mente, puede manipular y dominar la energía-materia.
Por poner un ejemplo, esta diferenciación de la Realidad la podríamos comparar con una casa de 7 habitaciones: A la izquierda tendríamos 3 solares pendientes de construirse (los Absolutos potenciales), en el centro un salón que conectaría ambos lados de la casa (el YO SOY), y a la derecha 3 habitaciones totalmente terminadas (los Absolutos manifestados):
Absolutos potenciales | YO SOY | Absolutos manifestados |
---|---|---|
1) de las energías físicas | 1) la cosa absoluta | |
2) de las mentes | 2) la mente absoluta | |
3) de las personalidades | 3) la personalidad absoluta |
Éstos son los siete Absolutos de la infinidad, las siete funciones distintas que ejerce el mismo y único YO SOY.
La dinámica final del cosmos consiste en trasvasar continuamente la Realidad desde el estado potencial al estado manifestado — todo lo que hasta ahora no se ha expresado, trata de manifestarse.
Los tres Absolutos manifestados son los que dan origen a toda la Realidad que conocemos. Desde hace mucho tiempo, nuestra cultura occidental y católica ha dado nombres propios a estos tres Absolutos, a saber: el Paraíso (la cosa absoluta), el Espíritu Infinito (la mente absoluta) y el Hijo Eterno (la personalidad absoluta).
El Paraíso es el centro de la infinidad, la residencia divina, y, en consecuencia, el centro del universo material. Toda la creación física gira alrededor del Paraíso. Él es el centro de la gravedad universal, y el origen de todas las energías que circulan por el cosmos. Pero el Paraíso está fuera del espacio y fuera del tiempo. Es un Absoluto. Es la máquina absoluta, la máquina que da origen, controla y mantiene todos los universos materiales.
La Revelación nos dice pues que todas las cosas tienen su origen en el YO SOY, una Entidad única, insondable e infinita. No se trata del Dios barbudo que nos han contado y representado a imagen del hombre. Esta Entidad infinita lo es todo, y es todo lo que hay. Es potencial y manifestada, energía y personalidad, estática y dinámica, acción y reacción… La Realidad se origina en la infinidad y se dirige hacia la infinidad. En el Infinito YO SOY, todas las cosas y todos los seres tienen su comienzo, su existencia y su destino. Los orígenes de la Realidad son pues absolutos y los destinos son infinitos.
El Universo total en el que estamos inmersos está compuesto, a grosso modo, por tres niveles descendentes de Realidad:
El nivel existencial o absoluto corresponde al nivel en el que se mueve el YO SOY y sus Absolutos coordinados. Es el nivel de la Deidad que existe por sí misma.
El nivel trascendental corresponde al nivel de las personalidades subabsolutas que son más que finitas, que están por encima de lo finito, y que trascienden tanto el tiempo como el espacio. Es el nivel de los arquitectos que diseñan y construyen los universos.
El nivel finito es el nivel de las criaturas experienciales del espacio-tiempo, de las criaturas mortales de los mundos.
El Universo es el escenario cósmico donde se representa actualmente el drama de las actividades de la personalidad y de las metamorfosis de las energías.
El nivel trascendental es tanto anterior como posterior al nivel finito, es tanto su causa como su culminación. Partiendo del nivel existencial, se desciende al nivel trascendental y luego al nivel finito. Y subiendo la escala de lo finito, se asciende al nivel trascendental y posteriormente al nivel absoluto.
Los trascendentales son anteriores a los finitos en el sentido de que son los arquitectos y los diseñadores de todo lo finito. Y el nivel trascendental es posterior al nivel finito en el sentido de que los seres finitos alcanzarán algún día ese nivel por experiencia, en su eterna ascensión hacia el nivel absoluto. (Figura 2)
La posibilidad de lo finito se encuentra inherente en el Infinito. Pero la transmutación de la posibilidad en probabilidad y en inevitabilidad sólo se puede atribuir al libre albedrío del Absoluto YO SOY.
El acto volitivo, por parte del YO SOY, de promulgar la realidad finita conllevó una atenuación de la absolutidad, e implicó la aparición de las relatividades.
Con la aparición de la Realidad relativa y atenuada (de la realidad finita), surgió a la existencia un nuevo ciclo de la Realidad –el ciclo del crecimiento, de la evolución progresiva hacia la perfección por medio de la experiencia. Alcanzar la perfección implica tener como punto de partida algo distinto a la perfección. Así es como aparece la imperfección en las creaciones evolutivas.
Para una criatura, el comienzo de lo finito es la verdadera génesis de la Realidad. Tal como lo percibe la mente de la criatura, no existe ninguna realidad imaginable que sea anterior a la finita.
El nivel finito, atado como lo está al tiempo, es un trasvase continuo de lo potencial a lo manifestado. Ayer, usted era en potencia lo que es hoy, y hoy es usted en potencia lo que llegará a ser mañana. Este trasvase continuo de lo potencial a lo manifestado tiene lugar tanto en el nivel físico de la energía-materia como en el nivel mental, y también en el nivel de la personalidad.
Vivimos en un Universo experiencial que se perfecciona. La perfección no es nuestro origen, es nuestro destino. Y esta evolución hacia la perfección tiene lugar tanto en la energía-materia como en las personalidades. Por ejemplo, hace millones de años, nuestro planeta era un caos de terremotos y de volcanes en erupción. A medida que ha pasado el tiempo se ha ido estabilizando, y en el futuro continuará estabilizándose aún más. Y lo mismo sucede con las personas. A medida que vivimos sabemos más, tenemos más experiencia y más madurez, lo que nos permite actuar en la vida con más sabiduría que cuando éramos más jóvenes.
El nivel finito (el espacio-tiempo) no es más que un sistema de creación «a cámara lenta», en el que el ser personal es consciente de existir desde el principio, desde antes incluso de adquirir capacidades y habilidades. Gracias a este sistema de creación «a cámara lenta», el hombre puede participar en su propia creación, se cocrea a sí mismo. No es un ser que nazca plenamente desarrollado con todas sus capacidades terminadas, sino un ser que se va creando progresivamente, por experiencia, a medida que transforma sus potenciales en manifestaciones. (Figura 3)
¿Cuál es la razón de ser del nivel finito?
La Revelación nos dice que la meta de la existencia de todas las personalidades es el espíritu. En consecuencia, desde «Arriba» han previsto un plan gigantesco para la ascensión de los seres mortales a través del Universo, el cual no es otra cosa que una inmensa escuela de educación experiencial. Durante todo este largo ciclo de formación, los seres se elevan gradualmente y participan en cada etapa de esta ascensión.
Estas diversas etapas formativas se van viviendo en mundos semi-materiales —en el primero de los cuales nos repersonalizan después de la muerte— y posteriormente en otros mundos cada vez más espirituales. Los mundos semi-materiales del Universo son mundos «desmaterializantes», donde los seres que progresan son cada vez menos materiales y un poco más espirituales.
El destino último de todas las personalidades es conocer de manera final al Autor de estas mismas personalidades. La búsqueda de la eternidad es la exploración sin fin de la infinidad, el viaje interminable de descubrimiento dentro de la absolutidad del Origen de todas las cosas, el Absoluto e Infinito YO SOY.
Hoy día sabemos que vivimos en un Universo inmenso, de proporciones gigantescas. Las galaxias se cuentan por millones, y las estrellas dentro de las galaxias por cientos de miles de millones. Cada estrella puede tener uno o varios planetas, como le sucede a nuestro Sol. Ante este hecho evidente, es un poco absurdo pensar que la Tierra sea el único planeta habitado del Universo, siendo como es un minúsculo grano de arena en una playa sin fin. Esta idea es una noción transmitida por nuestros antepasados, los cuales creían, por ignorancia, que éramos el centro del universo. Por ello, sería lógico deducir que lo que ha sucedido en nuestro mundo, es decir, el nacimiento de la vida, debe ser más bien la norma que la excepción.
Nuestra Tierra tiene otros vecinos, otros planetas y satélites que giran alrededor del Sol, y todos juntos forman lo que llamamos nuestro Sistema Solar.
Según la Revelación, el Universo está organizado en divisiones administrativas, y nuestra familia solar forma parte de un grupo astronómico aún más grande, llamado Sistema, que está formado por 619 mundos habitados por seres humanos como nosotros, con sus soles, satélites y cometas correspondientes.
Nuestro Sistema, con sus 619 mundos habitados, forma parte de un grupo mayor llamado Constelación, la cual contiene 100 Sistemas como el nuestro, con un total de 100.000 planetas habitables o habitados.
Nuestra Constelación pertenece a su vez a un Universo Local que está formado por 100 Constelaciones, con un total de 10.000.000 de mundos habitables o habitados.
Nuestro Universo Local forma parte de una agrupación aún más grande llamada Sector Menor, que posee 100 Universos Locales y engloba 1.000.000.000 de mundos habitables o habitados.
Nuestro Sector Menor es uno de los 100 Sectores Menores que componen nuestro Sector Mayor, con sus 100.000.000.000 de mundos habitables o habitados.
Y nuestro Sector Mayor es uno de los 10 Sectores Mayores que forman nuestro Superuniverso, el cual contiene un total de 1.000.000.000.000 (un billón) de mundos habitables o habitados.
Pero nuestro Superuniverso no está solo en el espacio. Está acompañado por 6 Superuniversos semejantes, y el conjunto de los siete gira alrededor de un centro común llamado Universo Central. (Figura 4)
Más allá de los siete Superuniversos se están formando nuevos universos en el primero, segundo, tercero y cuarto nivel del espacio exterior. Se trata de 4 gigantescos anillos concéntricos, cada uno más grande que el anterior, al cual envuelve, donde se están gestando actualmente millones de galaxias, soles y planetas. (Figura 5)
Los siete Superuniversos están habitados por seres mortales y experienciales como nosotros. Es la creación espacio-temporal y finita. Todos están sometidos a las restricciones del tiempo y a las limitaciones del espacio.
La Tierra, nuestro planeta, se encuentra situada en alguna parte del borde exterior de nuestro Superuniverso, mirando hacia el primer anillo del espacio exterior.
El Universo total actual podríamos asemejarlo a una Cruz de Malta. Los brazos horizontales estarían ocupados por el espacio penetrado por las energías, es decir, por todos los cúmulos de galaxias con sus estrellas y planetas. Y los brazos verticales, que contrapesan la inmensa gravedad de los universos horizontales, estarían ocupados por el espacio no penetrado por las energías. (Figura 6)
Por otro lado, el universo en su conjunto tiene un ciclo de expansión y otro de contracción. Durante el primero, el espacio penetrado (los cúmulos de galaxias) se expande y el espacio no penetrado se contrae, y durante el segundo, los universos que conocemos se contraen (parece que se acercan) mientras que las «bolsas» de espacio no penetrado se expanden. Es lo que se da en llamar «la respiración del espacio».
Si tenemos en cuenta que un mundo tan pequeño como el nuestro necesita la administración de los gobiernos humanos, una creación tan gigantesca como el Universo no podría marchar bien sin una administración adecuada.
Aparte de los soles y los planetas que componen el universo «físico» que percibimos, existe una serie de mundos «semi-materiales» que tienen muy diversas utilidades, entre ellas la de servir de sede a los Gobernantes de las diversas secciones de cada Superuniverso (Sistema, Constelación, Universo Local, etc.). El Universo está pues organizado y administrado meticulosamente, y sus Gobernantes suelen ser personalidades de alto origen con capacidades muy superiores a las humanas.
Además de los seres mortales y evolutivos de los mundos físicos del espacio, el Universo está poblado por una multitud de órdenes de seres espirituales y semi-espirituales. Existen básicamente dos órdenes de seres en el Cosmos: las órdenes ascendentes y las órdenes descendentes. Ambas órdenes son complementarias entre sí.
Los seres mortales formamos parte de la orden ascendente, junto con otros seres de tipo semi-material y angélico. Las órdenes descendentes están compuestas por seres de alto origen, que descienden desde el Paraíso o el Universo Central hasta los mundos del espacio para servir como educadores e instructores de las órdenes ascendentes.
Los mundos del espacio como el nuestro están dotados de una administración superhumana, con sus órdenes de seres no materiales que viven en el planeta mismo y tratan de influir favorablemente (respetando el libre albedrío de los seres humanos) sobre el progreso de la humanidad en todos los campos: social, moral, cultural, ético y religioso.
La historia del hombre sobre este planeta ha sido, y continúa siendo en parte, una interminable guerra sangrienta. Los animales son belicosos por naturaleza, y el hombre, que desciende de los animales, también es belicoso, lo cual ha causado mucho sufrimiento a la humanidad.
A la vista de la historia de la humanidad, una historia llena de guerras entre tribus, de conquistadores apoderándose de países ajenos, de conflictos entre las naciones modernas, uno no puede por menos que preguntarse ¿cómo puede ser que la dirección de un planeta entero, con toda la responsabilidad que ello conlleva, esté dejada en manos de unos seres tan poco maduros? Aquí hay algo que no cuadra. No puede ser que un mundo haya de estar dirigido y gobernado por unos seres tan poco sabios y, a veces, tan impresentables.
Como toda nuestra historia ha estado llena de destrucción, no es de extrañar que hayamos perdido para siempre la mayor parte de los archivos de nuestra historia pasada, y hoy sólo nos quedan, de acontecimientos muy lejanos en el pasado, algunas tradiciones y citas escritas que hacen referencia a sucesos importantes acaecidos hace miles de años. Una de las misiones de la Revelación es restaurar aquellos trozos perdidos de nuestra historia que sirven para dar razón de, y poder comprender mejor, nuestro estado presente actual.
A lo largo de su historia, un mundo habitado recibe la visita de varias órdenes de seres de Arriba que se encargan de orientar y guiar a los seres humanos hacia la meta final de la evolución: el perfeccionamiento. Dichos Gobernantes están destinados a permanecer en el planeta, educando y guiando a la humanidad durante miles de años, hasta que ésta alcanza la cumbre del desarrollo evolutivo, el máximo progreso técnico, social, moral y espiritual.
Los Gobernantes planetarios traen la misión, no sólo de enseñar al hombre las artes de la civilización, sino también la de enseñar la fraternidad a unos hombres semi-salvajes dominados por el egoísmo y la ignorancia. Es decir, revelar la Bondad a la humanidad. Estas misiones planetarias pretenden elevar el nivel de civilización del hombre para, sobre esta base, efectuar la revelación espiritual. Porque es mucho más fácil enseñar el concepto de la fraternidad a unos seres cultos, éticos, morales y civilizados, que a unos cavernícolas en estado primitivo.
El hombre surgió en este mundo, procedente de los animales, hace 1.000 .000 de años. No surgió por casualidad. Fue el resultado de un proyecto, llevado a cabo por entidades espirituales muchos millones de años antes, cuando implantaron la vida en este planeta.
Por razones administrativas y de otro tipo, aquel que había de ser el primer Gobernante supremo de este mundo llegó al planeta 500.000 años después de la aparición del hombre. Vino acompañado de un amplio séquito de personalidades especializadas, entre ellas 100 hombres y mujeres materializados que se encargarían de elevar la cultura de los hombres primitivos de aquella época en áreas tan diversas como la salud, los cultivos, la higiene, la educación, el hogar, la domesticación de los animales, etc.etc. Y también traían la misión de revelar paulatinamente al hombre la razón de su existencia, así como darle las primeras nociones de cosmogonía, concretamente hasta el nivel del Sistema Local. Estos educadores planetarios instalaron su sede en la antigua Mesopotamia.
Este plan a muy largo plazo se llevó a cabo durante unos 300.000 años, cuando el Gobernante supremo se rebeló, por razones personales, contra el gobierno del Universo, precipitando al planeta en un caos y una confusión sin precedentes. El régimen educativo de los seres humanos se interrumpió y se vino abajo, de tal manera que pocos cientos de años después los hombres de aquella época habían vuelto prácticamente a su estado primitivo anterior. Las enseñanzas de aquellos tiempos se perdieron casi por completo para la humanidad.
Hace unos 37.000 años llegaron los siguientes Gobernantes de este planeta, con la misión de mejorar biológicamente a las razas humanas y hacer avanzar la industria, el comercio, las relaciones tribales, la tecnología y la civilización. También traían la misión de revelarle al hombre la administración del universo hasta el nivel de la Constelación.
Trabajaron duramente para conseguir estos objetivos durante ciento y pico de años. Pero debido a la situación que había sufrido el planeta durante los últimos 150.000 años, observaron que los progresos eran muy lentos, de tal manera que se impacientaron y añadieron su propio proyecto personal al plan general a largo plazo que traían de «arriba». El resultado fue el fracaso global de la misión, aunque los seres humanos pudieron beneficiarse hasta cierto punto de una parte de aquellos esfuerzos. Pero el mundo perdió la posibilidad de conocer, hasta el día de hoy, una descripción adecuada de la Realidad, porque Aquellos que tenían que hacerlo fracasaron en su misión de confianza.
Por eso el hombre sabe tan poco sobre el sentido de la existencia.
Imagine el lector lo que significaría para nuestro mundo que en alguna parte del Levante existiera un centro mundial de civilización, una gran universidad planetaria de cultura, que hubiera funcionado sin interrupción durante 37.000 años. E imagine además de qué manera la autoridad moral de este centro tan antiguo estaría reforzada si no muy lejos de allí se encontrara otra sede aún más antigua de ministerio extrahumano, cuyas tradiciones ejercieran una fuerza acumulada de 500.000 años de influencia evolutiva integrada…
Las dos misiones siguientes que llegaron a este planeta fueron misiones individuales, de una sola persona, y, por lo tanto, estas personas se limitaron a efectuar una revelación espiritual, sin dedicarse a tratar de cambiar los asuntos sociales, políticos o económicos de su época en el transcurso de una sola vida humana.
La primera de estas misiones exclusivamente espirituales tuvo lugar hace unos 4.000 años, cuando Melquisedek de Salem apareció repentinamente en Palestina para proclamar que «la fe, y sólo la fe, es suficiente para obtener el favor de Dios (la salvación)», indicando así a los hombres de la época que no eran necesarios ni sacrificios ni holocaustos para conseguir el favor divino. Se trataba de una enseñanza muy avanzada para aquellos tiempos, pues el hombre tenía la creencia arraigada de que había nacido con los derechos perdidos ante los dioses, por lo que tenía que hacer todo tipo de ofrendas, regalos y sacrificios a los sacerdotes para ganarse el favor de Dios.
La labor de Melquisedek, un Hijo del Universo Local encarnado para esta misión de emergencia, preparó así el camino para la tendencia monoteísta del mundo. Sus discípulos se diseminaron por todo el oriente, el levante y el occidente, predicando siempre el evangelio de Salem de «la fe y la confianza del hombre en un solo Dios universal como único precio a pagar para obtener el favor divino», sin ningún tipo de prácticas ritualistas ni de ceremoniales sacrificatorios.
La segunda de estas misiones fue llevada a cabo por Jesús de Nazaret hace 2.000 años. La personalidad que se encarnó en el cuerpo físico de Jesús no era la del Hijo Eterno, sino la del Hijo Creador de nuestro Universo Local. Jesús decidió encarnarse en este planeta, y no en cualquier otro, debido a la lamentable situación de este mundo, ensombrecido por el fracaso de las primeras misiones de «Arriba» y aislado por la rebelión. Al efectuar esta misión, Jesús tenía una doble finalidad: Primera, completar la experiencia obligatoria que se exige a todos los Hijos Creadores de comprender íntimamente a sus criaturas viviendo sus experiencias en la similitud de una de ellas, y segunda, conseguir la plena soberanía sobre este Universo Local. Además, se propuso transmitirnos una revelación nueva y más ampliada sobre el Padre Universal.
Palestina fue elegida como marco para esta misión porque el pueblo judío era el que tenía, en aquella época, el concepto monoteísta más elevado de Dios.
Jesús basó su enseñanza en el amor, la misericordia y el servicio. Su mensaje central fue «el hombre es un hijo de Dios. Dios es el Padre espiritual de cada individuo, y el hombre es su hijo, por lo que todos los hombres son hermanos». En consecuencia, «Id a predicar por todo el mundo, a todas las razas y a todas las naciones, esta buena nueva de la paternidad de Dios y la fraternidad universal de todos los hombres». El Maestro eligió la relación de padre a hijo como la piedra angular de su nuevo evangelio. La adoración de Dios y el servicio a los hombres se convirtieron en la suma y sustancia de su religión.
Jesús asemejó el «reino de los cielos» a una familia, en la que Dios es el Padre y todos los seres del Universo son sus hijos. Todos somos miembros de esta familia universal, de la cual es Autor el Infinito e Insondable YO SOY. Y nuestro comportamiento ha de adecuarse en consecuencia. En esto consiste toda la religión.
Todos conocemos cómo el sencillo evangelio de la paternidad de Dios y la fraternidad universal de todos los hombres fue modificado y transformado en una serie de dogmas, ritos y creencias que han llegado hasta nuestros días. A medida que las enseñanzas originales de Jesús penetraron en Occidente, fueron occidentalizadas, y a medida que fueron occidentalizadas perdieron su poder de atracción potencialmente universal para todas las razas y todos los pueblos de la Tierra. El evangelio de Jesús fue convertido así en una religión a propósito de Jesús, por lo que este planeta nunca ha puesto seriamente en práctica sus enseñanzas originales. (Figura 7)
REVELACIONES MUNDIALES
Nº | AÑOS | PERSONALIDADES | TIPO | MISIÓN | RESULTADO |
---|---|---|---|---|---|
1ª | - 500.000 | Gobernante Planetario | Cultural-espiritual | Elevación cultural | Fracasó |
2ª | - 37.000 | Gobernantes Planetarios | Cultural-espiritual | Elevación Biológica y cultural | Fracasó |
3ª | -4.000 | Melquisedek de Salem | Espiritual | Revelar a Dios | Éxito parcial |
4ª | - 2.000 | Jesús de Nazaret | Espiritual | Revelar a Dios | Éxito parcial |
Figura 7
La Revelación indica que Dios Padre (la personalidad del Infinito YO SOY), por medio de sus Hijos, hace llegar un mensaje a todos los seres de todos los mundos habitados del espacio, diciéndoles: «Sed perfectos como Yo mismo soy perfecto». Esto es lo que Dios espera de nosotros, y para esto mismo es para lo que hemos sido creados.
Este mandato divino conlleva una serie de acciones y de reacciones, que iremos viendo a continuación.
El hombre no puede alcanzar la perfección en una sola vida, lejos de eso. El hecho de pasar por la muerte no le convierte, por un acto de magia, en un ser perfecto. En consecuencia, Dios ha previsto todo un Plan de Ascensión a través del Universo para que el ser humano pueda alcanzar paulatinamente, de vida en vida, ese destino. El objetivo de esta inmensa creación espacio-temporal es hacernos perfectos, por medio de la experiencia, como Dios es perfecto. El hombre viaja de mundo en mundo, de vida en vida, siempre hacia el interior y hacia el centro de todas las cosas, en su búsqueda de Dios y de la perfección. (Los antiguos, que creían que la Tierra era el único planeta habitado del Universo, consideraban que todas estas vidas las vivíamos aquí, de ahí la creencia en la reencarnación).
Usted y yo existimos porque Dios lo ha querido así. Pero nuestra participación personal en este Plan divino de Ascensión es totalmente optativa. Nadie nos obliga, ni siquiera el mismo Dios, a ser perfectos ni a seguir este Plan. Por eso nos ha dotado del libre albedrío, para que elijamos libremente nuestro destino. Y para poder hacerlo, Dios nos ha provisto de todos los elementos necesarios: un cuerpo o forma para interaccionar con el medio; un medio donde vivir (el planeta, la sociedad, la familia); una mente con la que poder pensar y tomar decisiones; una personalidad para tener conciencia de sí mismo y libre albedrío; y una partícula de Él mismo (su propio espíritu) para que nos guíe por el largo camino hacia Él.
Dios podría habernos creado perfectos de un solo golpe. En cuyo caso, ningún mérito sería nuestro, todo el mérito sería de Él. Pero Dios «inventó» una nueva manera de crear, la creación a «cámara lenta», mediante la cual le da al hombre la posibilidad y el privilegio de participar en el proceso de ser creado. Por eso partimos de cero: cero conciencia de existir y cero conocimientos. Así es como nacemos en este mundo. Y tenemos que aprenderlo todo, con nuestro esfuerzo, y por nosotros mismos.
El sentido de la vida, la razón de nuestra existencia, es aprender (recuerde que partimos de cero), adquirir valores, crecer en nivel de conciencia, y buscar la perfección –teniendo siempre a Dios como modelo. Porque la Deidad, que lo ha previsto todo, siempre proporciona el universo modelo, las personalidades perfectas, la verdad, la belleza y la verdad originales, que todas las creaciones subdivinas se esfuerzan por conseguir.
El hombre descubre así que el entorno planetario no es más que un medio, un medio fabricado adrede para la finalidad de adquirir valores. Por eso lo único que te llevas de cada mundo por donde pasas es los valores y la experiencia adquiridos, integrados en tu personalidad.
El hombre sólo puede hacer su voluntad egoísta durante el corto período de tiempo de su vida terrestre. Pero para poder seguir viviendo en el Universo después de morir aquí, tiene que ponerse en sintonía con la tendencia altruista universal. Jesús vino precisamente para enseñarnos a conseguir esa vida eterna.
La vida humana continúa –sobrevive a la muerte– porque tiene una función en el universo: la tarea de encontrar a Dios. La muerte física es una técnica para escapar de la vida material en la carne, para sacarnos del planeta y poder seguir progresando, mundo tras mundo, en el largo camino hacia Dios.
Así pues, el destino de este universo finito es perfeccionarse por experiencia, tanto la materia (que se irá estabilizando cada vez más) como las personalidades (que se irán perfeccionando cada vez más).
La carrera ascendente del ser humano comienza en este mundo, y se prolonga a lo largo de muchos miles de mundos situados sucesivamente en el Sistema, la Constelación, el Universo Local, el Sector Menor, el Sector Mayor, el Superuniverso y el Universo Central. El viaje a través del Universo es siempre hacia el interior y hacia el centro de todas las cosas. (Figura 8)
La meta final de esta larga carrera de ascensión es volverse perfecto como Dios es perfecto, conocer personalmente al Creador, llegar a la presencia de Dios en el Paraíso. Ésta es la meta del hombre en la presente era del Universo.
Después de la muerte –de la disolución de la forma física– el ser que ha elegido sobrevivir es repersonalizado, con una nueva forma («cuerpo») en el primer mundo «semi-material» del Sistema al que pertenece nuestro planeta. Allí se despierta exactamente en el mismo punto de progreso que consiguió aquí. Y empieza a recibir una educación destinada a compensar todas las deficiencias de la vida terrestre. El ser humano sólo muere una vez, en su mundo de nacimiento. Después de ser repersonalizado, conservará su forma «semimaterial» de mundo en mundo, y en la misma se irán efectuando los ajustes necesarios para adecuarla a cada nuevo entorno planetario, cada vez menos material.
Después de completar la instrucción que se da en este primer mundo, es trasladado al segundo mundo de educación progresiva, y así irá ascendiendo sucesivamente, de mundo en mundo, volviéndose cada vez más espiritual y menos material. El ser conserva los recuerdos de todas sus vidas anteriores, y sobre esta base irá construyendo todo su desarrollo posterior. En cada uno de estos mundos recibirá ajustes en su forma («cuerpo») para adaptarla al nuevo entorno. Todos los seres espirituales del Universo tienen una forma para la manifestación de su personalidad.
Lo que sucede con la parte, sucede con el todo. Así como sucede con el hombre individual, sucede con toda la humanidad. Al igual que el hombre individual puede conseguir un elevado estado de desarrollo, la humanidad en su conjunto alcanzará algún día un estado de progreso en el que el amor, el respeto mutuo, la buena voluntad y el servicio desinteresado serán una realidad social y mundial. Los seres humanos vivirán entonces en el mejor de los mundos posibles.
La fraternidad de los hombres es el estado más avanzado que puede conseguir una sociedad y un mundo. Es la meta de toda la larga lucha evolutiva. La paternidad de Dios y la filiación con Él es lo que salva a los individuos. La fraternidad entre los hombres es lo que salva a los mundos.
El hombre, para poder comprender lo mejor posible el universo que le rodea, ha de valerse simultáneamente de la Ciencia (que se ocupa de los hechos de la materia), la Filosofía (que se ocupa de los significados de la mente) y la verdadera Religión (que se ocupa de los valores espirituales). La verdad, la belleza y la bondad representan el acercamiento intelectual del hombre al universo mental, material y espiritual.
En el universo físico, la ley que rige para que haya armonía es la ley determinista de la gravedad. En el universo volitivo, la ley que rige para que haya armonía entre los seres inteligentes es la ley libremente elegida del amor.
El amor es el deseo de hacer el bien a los demás.
Este artículo no es más que un resumen extremadamente esquematizado de lo que dice la Revelación sobre la estructura de la Realidad. Para más información y múltiples detalles adicionales, invitamos al lector a acudir directamente a dicha fuente.