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El libro de Urantia y las fuentes humanas | Journal — Junio 2000 — Índice | Noticias de Estonia: Primera conferencia para niños sobre El libro de Urantia |
Bhagavan S. Buritz, EE.UU.A.
La Fundación Urantia patrocinó un exhibidor en la Feria Mundial del Libro, la cuál se llevó a cabo del al 13 de febrero del 2000. La locación fue Pragati Maidan, la misma en la que se efectuó la feria del libro de Delhi y a la cuál la Fundación Urantia atendió en agosto de 1999. Esta más pequeña feria anual del libro de Delhi llenó dos salones y contó con 200 comerciantes de libros participantes. Por otro lado, la feria mundial del libro ocupa más de nueve salones, contando con alrededor de 1200 comerciantes de libros participantes, es la más grande en Asia y África, y se lleva a cabo cada tercer año. Uno de los salones estuvo dedicado al hindi y otros idiomas indios. Siete salones fueron para libros ingleses. Un salón, el pabellón de la agricultura, fue para los 38 participantes extranjeros. Nuestro salón estaba en el borde de los otros salones y nuestro tráfico fue mas o menos igual al que tuvimos en la más pequeña feria del libro de Delhi.
El idioma inglés es la «lingua franca» de la India y el lenguaje de las educadas clase alta y emergente clase media, que conforman alrededor del 10 por ciento de la población — cien millones de personas. El costo de mantener una familia de clase media en la India es de alrededor de 15.000 rupias ( 375 dólares) por mes. Una persona de clase media tendría que trabajar tres días — y un obrero mas de un mes- para pagar el coste real de 980 rupias que alcanza el nuevo Libro de Urantia de tapa dura. La mayoría de los libros se venden el rango de entre 100 y 300 rupias. Algunos libros de buró se venden incluso más caros, mientras que algunos otros se venden por tan poco como 20 rupias.
Con base en esta información y nuestra experiencia de agosto, vendimos la edición de cubierta de plástico por 100 rupias en vez de a 840 rupias; el precio norteamericano equivalente. Tras tres días lamentamos solamente haber traído mil libros para vender. Elevamos el precio a 200 rupias. Regalamos libros o los dimos a un precio reducido a aquellos que mostraron un interés especial o de acuerdo a como el Espíritu nos lo indicó. Vendimos los últimos libros en la última hora del ultimo de los nueve días que duro la feria.
El exhibidor era atendido usualmente por dos o tres gentes, y abrió de las 11 a las 20 horas a lo largo de los nueve días que duró la feria. Cuatro representantes de diversas partes del mundo asistieron: Kathleen Swadling y Robert Coenraads de Australia, Mark Bloomfield de Inglaterra, y yo de los Estados Unidos de Norteamérica. Charles Olivea, quién había sido enviado a Delhi por parte de la Fellowship, también visitó el puesto. Charles es un maestro retirado y consejero general de la Fellowship. Este fue su primer viaje a la India. Paul Premsagar lo acompañó.
Mientras yo me encontré en el exhibidor, la mayoría de la gente solamente daba un vistazo al pasar, algunos se detuvieron y leyeron largas citas, y unos cuantos se detuvieron e hicieron las preguntas más comunes:
«¿Qué es Urantia?, ¿qué significa Urantia?» Yo les respondía «la Tierra» y pegaba en el suelo, extendía mis manos y señalaba el piso. Esto usualmente provoca una sonrisa tímida y de sorpresa.
«¿Cuál es la etimología de la palabra?, ¿de dónde viene?, ¿es inglesa?» Yo explicaba que los autores usan esta palabra.
«¿Quiénes son los autores?» Yo señalaba la lista de autores en los «Títulos de los capítulos». Mucha gente encuentra esto satisfactorio y se detienen allí.
Unos cuantos son más curiosos, y entonces preguntan: «¿Estos son solo títulos, quiénes son estas gentes?». Yo estudiaba detalladamente a quién preguntaba. ¿Realmente quiere saber? O sólo les contesto que «está explicado en el libro.»
En la anterior feria del libro, yo dudaba si responder esta pregunta honesta y directamente, pero me asía de mi fe y respondía: «Seres celestiales. Dios tiene muchos ayudantes.» Esta respuesta parecía extraña, irreal y no muy cierta. Una parte de mí sabe y cree que El libro de Urantia es la quinta revelación de época y que los autores son quienes dicen ser. Así y todo hay una parte de mi mente que es un yanqui de Topsfield, Massachussets, y dice: «¿¡Qué es esto, una idea de California!?»
Pero en esta ocasión tuve mas coraje, confianza y experiencia. Y añadí: «Dios no existe en el universo para sí mismo, no es que solamente existan Dios y los seres humanos. Dios ha creado toda una miríada de ayudantes. Algunos de estos ayudantes escribieron este libro para ayudarnos. Ellos son seres celestiales.»
Todas las personas indias con las que hablé se pudieron relacionar con esta verdad. Fue una experiencia asombrosa. Si les dijera lo mismo a unas 100 personas en los Estados Unidos hubiera sido desafiada en el mejor de los casos y ridiculizada en el peor de ellos, por noventa y nueve tipos diferentes de escepticismo. Para los indios con su miríada de dioses, diosas y espíritus la idea de autores celestiales hace sentido. Nadie me desafió. Hubo una especie de asentimiento con la cabeza como lo hacen los indios -un reconocimiento que es, por supuesto, como Dios lo hace. Hace sentido. ¿Quién le estaba enseñando a quién?. En lenguaje indio: «¿Seres celestiales?. No hay problema.»
Tuve conversaciones profundas con muchas personas distintas. Una de las más interesantes fue con dos amigos chinos nacidos en la India pero de origen racial han. Por la forma en que me saludaron estos dos jóvenes, en mi mente los llamé «los hermanos chinos». Mas temprano Mark había hablado con ellos extensamente y ellos ya habían comprado el libro. Para estos jóvenes estudiantes había sido un gasto significativo.
En su persistente y verdaderamente interesado estilo me preguntaron: «Hermano, que hay acerca de lo que dice la Biblia: ‘Ningún hombre llega al Padre sino a través mío.’» Ellos se referían a Juan 14.6, que es una de las citas favoritas de los cristianos fundamentalistas quienes la usan como prueba de que uno solamente puede llegar a conocer a Dios a través de Jesús; que Jesús es el único camino al cielo, y que por ello uno tiene que ser cristiano. Todos los demás están condenados al fuego del infierno. Realmente yo nunca había tenido oportunidad de responder a este argumento en forma lógica o satisfactoria, aunque en mi corazón sé que ésa no es la forma en que nuestro amado y compasivo Padre actúa.
De alguna manera, en esta feria del libro tuve una inspiración cuando miré a los ojos de estos dos sinceros buscadores de la verdad. En la misma forma como ellos me habían preguntado les respondí: «Hermanos, ustedes son cristianos. Ustedes conocen a Dios, nuestro amado Padre. ¿Cierto?»
«Si hermano, lo conocemos», me respondieron.
«Y en la enseñanza cristiana, Dios es una Trinidad. Están Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu. Ellos son uno.»
«Sí hermano ellos son uno», me respondieron.
«Y hermanos, al mismo tiempo, de una forma misteriosa, ellos son personas separadas. Es una paradoja más allá de nuestro entendimiento, pero por la fe sabemos que es verdad.»
«Sí, hermano, es verdad.»
Y entonces pregunté: «Bueno, ¿qué pasaría si yo fuera un creyente musulmán, y pensara que no hay más Dios que Alá, y le rezara a Alá? ¿No es Alá el mismo Padre, no es acaso el mismo Dios?»
«Sí hermano», me contestaron.
«Si conozco al Padre, conozco a toda la Trinidad, incluso aunque no supiera que existe la Trinidad. Si conozco al Padre, entonces conozco al Hijo y al Espíritu Santo, y aún que yo no lo comprendiera sí sé que es verdad. Es parte del misterio de Dios.»
Ellos movieron sus cabezas afirmativamente.
Podía ver la luz brillar en sus ojos. Podía sentir mi corazón abierto y mi alma crecer mientras añadía este recuerdo a la galería de imágenes de mi alma. En ese momento pude oír tocar en mi corazón la campana de plata de la verdad. Di todas las gracias al Amado Invisible que nos habita y nos escucha desde el centro del universo. Di gracias entonces y mientras escribo estas líneas, doy gracias a nuestro Padre Invisible y a Cristo Miguel.
Del discurso de despedida sabemos estos hechos: Cuando Jesús escucbó a Tomás, contestó: «Tomás, yo soy el camino, la verdady la vida. Ningún bombre va al Padre excepto a través de mí. Todos los que encuentran al Padre, primero me encuentran a mí. Si vosotros me conocéis, conocéis el camino al Padre. Y me conocéis porque babéis vivido conmigo y abora me veis.» LU 180:3.7
Nosotros los lectores de El libro de Urantia sabemos los hechos, pero nuestro gozo es encontrar la verdad y compartirla.
Los hermanos y yo hablamos más. Nos dimos cuenta del privilegio de tener a Jesús en nuestros corazones, de verdaderamente conocerle. Reconocimos nuestra responsabilidad de no condenar a aquellos quienes sólo conocen al Padre porque conociendo al Padre, sin saberlo ya conocen a Jesús.
Su siguiente pregunta fue: «¿Qué hay de los adoradores de ídolos?»
En la India, hay una miríada de Dioses a quienes la gente reza. Templos, oficinas, recepciones de hoteles y tableros de vehículos -están todos llenos de imágenes policromadas, y estatuas de Dioses. Existen todo tipo de rituales para adorar a Dios: Visten estatuas, cambiándoles la indumentaria dependiendo de la estación. Se llevan a cabo ceremonias especiales en los templos y las figuras de Dios son llevadas fuera de los sanctum sanctorum. Es casi un motín mientras la gente se embravece para ver a su Dios. Le dan leche y dulces. Me recuerdan la «semana santa» en Italia y Latinoamérica con sus procesiones de estatuas y reliquias. En algunos templos Kali todavía sacrifican cabras todas las mañanas. Su carne es distribuida entre los pobres. En todos los casos, realmente creen que Dios está allí.
Les pregunté: «¿Cuando los cristianos comen y beben el cuerpo y sangre de Cristo en la comunión, Jesús realmente está allí?»
Ellos respondieron: «Sí, allí está.»
«Un hombre en una cabaña rezándole a una piedra, realmente cree que Dios está allí. Nosotros gozamos del privilegio de un conocimiento de Dios y de Jesús en una forma que podríamos llamar más evolucionada. El libro de Urantia es incluso una enseñanza más elevada.»
Levanté El libro de Urantia sobre mi cabeza y dije: «Piensen que la fe de una de estas personas es como una pequeña flama. Si ponemos este libro encima de ella, aplastaremos su fe y aplastaremos la llama. El libro de Urantia nos enseña a no hacer eso, y en nuestros corazones sabemos cómo actuar.»
Hablamos de muchos otros temas. Vi potencial y brillantes vidas en el futuro de estos jóvenes hombres. Me dieron sus direcciones y me pidieron que les escribiera. Al final de nuestra conversación, me pidieron que orara allí por ellos. Nos pusimos de pie en el exhibidor e inclinamos nuestras cabezas: «Divino Padre, permítenos hablar dulces palabras a la gente de la India y diseminar las enseñanzas de El libro de Urantia a todas las gentes de la India. Agradecemos el conocerte. Agradecemos el obsequio de esta revelación. Gracias por el privilegio de estos momentos juntos. Gracias por haber permitido que nos conozcamos. En el nombre de Jesús, amén.»
Tomamos una fotografía y con sonrisas en nuestros rostros nos dijimos adiós. Estoy esperando a que llegue la feria del libro de Delhi para ver de nuevo a estos hermanos.
En la feria del libro de Delhi de agosto de 1999, hablamos acerca detener un grupo de estudio. Nuestra esperanza era que esta experiencia preparara el terreno para grupos de estudio entre los indios. Después de unos cuantos días en la feria mundial del libro, Robert organizó una reunión en un salón. Programamos un grupo de estudio para las 17 del último día de la feria del libro. A la hora acordada nos dirigimos al salón, lo que fue una aventura en sí. Eventualmente dimos con él, y la reunión comenzó con cinco occidentales y tres indios. Seis indios más se nos unieron durante la primer media hora.
Comenzamos con una breve oración en silencio y nos sumergimos en el capítulo 100 , «La religión en la experiencia humana». Como en muchos grupos de estudio, la conversación saltó de un lado a otro. Fue difícil traer la conversación de vuelta al tema sin ser rudo. Me impresionó el que en unos cuantos días, estos nuevos lectores dieran con auténticas gemas en el libro. El libro de Urantia apela a la mente india y cuando regresemos en agosto, puede que encontremos algunos expertos en El libro de Urantia.
No deseo regresar al calor, sordidez y contaminación de Nueva Delhi en agosto del 2000, pero sí deseo ver el jardín indio de Urantia. ¿Cuánto habrán crecido las semillas?
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