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Informe del «Canal de luz» 2003-2011 | Volumen 5, Número 3, Sept. 2011 — Índice | Comentarios de los lectores |
De «CT», Dresde (Alemania)
¿Cómo imaginar una visita a un lugar de «historia viva»? ¿Alguna vez se ha preguntado «si las paredes hablasen…»? Sería demasiado fácil decir que el edificio de 533 W Diversey Parkway es un lugar así. Y aunque la Revelación Urantia vive en el corazón de hombres y mujeres, y un lugar físico no puede ser el hogar interior como lo es el lugar donde el espíritu se encuentra con nuestra mente personal, aún así, hay algo en este edificio.
¿Qué lugar de la tierra podría tener para nosotros un significado comparable, como la Isla del Paraíso tiene para toda la energía del universo maestro? Aunque los Reveladores esperaban que estuviéramos «dentro» del libro, compartir nuestra vida interior con Dios, aún así, de algún modo, el antiguo hogar de los Sadler ha dado nacimiento a una manera de vivir.
Llevo leyendo El libro de Urantia desde hace diez años, y nunca pensé realmente que la Fundación existiera en otro lugar que no fuera mi mente. Sin embargo, una noche durante la conferencia de la AUI del pasado julio, fui de visita en autobús desde ese lugar de mi mente hasta el bello edificio art nouveau del 533 de W Diversey Parkway en Chicago. Imagínense la facilidad de la situación en la que me encontré: conocer a urantianos de 24 países y aprender de sus enfoques personales y sus maneras únicas de devoción a lo que ven y hacen. El aire de inspiración, las noches de intercambios en lugar de sueño, los días de aprendizaje espiritual en lugar de la rutina normal; fue un momento de alegría para mí.
Ahora intenten imaginar lo que experimenté cuando entré en la casa de la Fundación Urantia. Los fideicomisarios estaban presentes. El edificio irradiaba lentamente sentimientos de calma y bienvenida. La luz de las paredes reflejaba la calidez de la madera y los objetos del interior. ¿Cómo no disfrutar de este momento y lugar como encapsulamiento de lo conseguido hasta aquí y ahora?
En el segundo piso, la gente se sentó alrededor de la mesa de reuniones. Pequeños grupos se reunieron en la terraza para disfrutar de algo del cielo nocturno sobre sus cabezas y de la conversación; la gente se reunía en la cocina, tenía conversaciones en el pasillo, en todas partes. Mientras tanto, Tamara Strumfeld y Mike Wood nos mostraban las oficinas del personal y la sala de visitas del primer piso.
El libro de Urantia estaba en una mesa del vestíbulo de entrada. Enmarcado con cuidado con lámparas a izquierda y derecha, era el centro del edificio y el espejo de la vida que contenía. De alguna manera, sería lo primero y lo último que verían cuando regresaran o abandonaran la Fundación Urantia.
Las cajas de madera de libros del Dr. Sadler eran bonitas y estaban bien cuidadas, con libros de tapa dura y encuadernados en piel. Su escritorio no parece muy moderno ante nuestros ojos, y nos permite imaginar cómo habría sido a principios del siglo veinte.
Después de Techny, pasé una semana entera en la Fundación Urantia antes de viajar a Salt Lake City para asistir a la conferencia de la Fellowship. Durante mi estancia, observé el trabajo del personal y vislumbré lo que suponía realizar las múltiples tareas necesarias para dirigir una fundación única. También visité el sótano y vi todos los libros almacenados. Muchas salas interesantes tenían ejemplares del libro en multitud de idiomas.
El grupo de estudio de los martes por la noche tenía una fantástica vanguardia de habilidosos cocineros, que prepararon un plato de bienvenida para todos los asistentes. Estaban presentes muchos invitados de la conferencia de Techny. Hay una elegante mesa de reuniones con forma elipsoidal, y cómodas sillas de reuniones, en la misma sala donde el Foro celebraba sus encuentros. Ofrece un lugar ideal para reuniones así.
Los invitados estaban en el segundo piso de la Fundación, que parece construido para alojar a todo grupo o persona. Mike Wood contribuyó tanto a nuestra experiencia que nos sentimos como en casa. Nos llevó por la ciudad, nos mostró la silueta nocturna de Chicago, y nos tuvo como invitados en el piano bar de Maggianos.
Jacob Dix, que también pasó esa semana en la Fundación Urantia, me regaló el conocimiento de lo duro que fue el trabajo de recibir esta revelación. Si ahondamos en la vida de aquellos que nos preceden y en cómo crearon la contraparte terrena de nuestra revelación celestial, podemos apreciar lo que tenemos.
También aprendimos lecciones. La hija de Tamara me enseñó que las ranas americanas hacen “Ribbit”. Me quedé perplejo, pues las ranas alemanas hacen «quaak». Hay vida en el 533 de W Diversey Parkway, y es bella.
Espero profundizar en muchos de los contactos y sentimientos que he experimentado durante mi estancia en la Fundación Urantia. Pero más aún, espero que mi propia vida y centros estáticos no queden excluidos de la presencia diaria del espíritu. Estoy agradecido por este bello momento.
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