© 2006 Carmelo Martínez
© 2006 Asociación Urantia de España
Las ideas que se presentan a continuación son un intento de encajar la visión del Universo Maestro que presenta El Libro de Urantia con lo que hoy conoce la ciencia de este planeta (o al menos a la parte que yo tengo acceso) sobre el universo.
Son una propuesta personal y en modo alguno pretenden ser nada más que eso.
Antes de continuar quiero dejar clara mi postura respecto al método seguido en la reflexión: he pretendido hacer encajar de todas las maneras posibles lo que dice el Libro y lo que dice la ciencia, pero cuando no ha habido manera, he dado más credibilidad al Libro. Una postura «herética» que no todo el mundo compartirá. Me baso para ello en mi creencia en que el Libro no contiene errores (aunque si mucha ambigüedad) y que la ciencia trabaja con los datos disponibles, que avanza a medida que estos aumentan y que por lo tanto sus postulados cambian con el tiempo.
Toda la información que tenemos sobre el universo se ha obtenido desde la superficie del planeta o desde muy cerca de ella. Esto hace que todo el espacio que está exactamente detrás de la franja luminosa que es la Vía Láctea sea accesible con dificultad, siendo esperable que tengamos menos y peor información de esta zona que de otras que están separadas del plano galáctico.
No hemos visto realmente el aspecto que tiene la Vía Láctea; lo suponemos por comparación con otras galaxias que sí vemos y por mediciones hechas desde dentro.
No somos capaces de viajar por el espacio, al menos de momento, por lo que la información que disponemos se ha obtenido con telescopios otros mecanismos que reciben las señales que llegan a nuestro planeta después de viajar más o menos y de atravesar más o menos espacio. Hay que esperar que los datos de objetos cercanos serán más precisos y fiables que los de objetos lejanos. Hay que esperar asimismo que con el paso del tiempo esta función de precisión y fiabilidad aumentará con la mejora de nuestros instrumentos.
El Libro nos dice que las diferentes divisiones administrativas del Gran Universo no coinciden con las formaciones astronómicas; están orientadas más bien a agrupar en unidades iguales los diferentes cuerpos celestes.
Podemos suponer que en el instante inicial de la creación temporal y finita (el segundo cero del tiempo) sólo existía el universo central. A partir de entonces del Absoluto no Cualificado empezó a surgir la fuerza-carga del espacio que tras varias transformaciones se transforma en energía y en materia. Esta aparición va formando las diferentes unidades astronómicas. En todo este proceso de formación tanto el conjunto del Gran Universo como cada unidad astronómica, van adquiriendo ciertos movimientos, el primero de los cuales es de rotación en sentido contrario a las agujas de un reloj alrededor del universo central.
Las divisiones administrativas se realizan con la idea principal de obtener agrupaciones muy aproximadamente iguales de materia-energía; por ejemplo, cada superuniverso contiene una séptima parte de toda la masa del nivel espacial de los superuniversos. Sin embargo, toda la masa de cada división administrativa tiene inicialmente una cierta semejanza de movimiento que la distingue de otras divisiones.
A lo largo de todo el tiempo de evolución de cada división, la masa de ésta va adquiriendo una coordinación de su movimiento hasta convertirse en una unidad perfectamente regulada y coordinada cuando llega a su momento de luz y vida. Dicho de otra forma, las divisiones administrativas que inicialmente no son sino una agrupación arbitraria, van evolucionando hasta convertirse en una entidad con identidad, en una unidad astronómica unida y coordinada.
Las fronteras de división de las diferentes divisiones administrativas empiezan siendo muy irregulares e imprecisas, y terminan estando claramente definidas. Esto es aplicable a los superuniversos, pero también a las demás divisiones: sectores mayores y menores, universos locales, constelaciones y sistemas.
Dentro de cada división administrativa se establecen (y se van estabilizando progresivamente) circuitos de materia-energía que sirven internamente como rutas de transporte y canales de comunicación. Además, el espacio abarcado por las divisiones principales (superuniversos y universos locales) está impregnado o marcado de alguna manera por el espíritu correspondiente (un Espíritu Maestro en el primer caso, y un Espíritu Madre en el segundo).
El Libro sólo identifica claramente una unidad astronómica: la nebulosa. La define como la principal generadora de soles y describe con detalle las diferentes etapas por las que pasa en su proceso de formación y generación de soles.
Yo entiendo que el resto de las unidades astronómicas de las que hablamos son agregados de nebulosas en sus diferentes estados de desarrollo (incluido en el estado inicial de carga-fuerza espacial anterior a la generación de materia-energía). Lo que une o agrupa diferentes nebulosas es su estado de movimiento relativo. Por ejemplo, toda la masa de un brazo de una galaxia como la Vía Láctea tiene un movimiento común de giro que lo mantiene unido. Esto se debe probablemente a que se ha originado en una misma zona con una tendencia «natural» (?) a ese movimiento. Hay algo que hace que una galaxia lo sea y es el movimiento más o menos coordinado de toda su masa.
Por cierto, un universo local puede formarse a partir de una nebulosa o varias y parece que Nébadon abarca varias nebulosas: «Urantia tiene su origen en vuestro sol, y vuestro sol pertenece a la variopinta prole de la nebulosa Andrónover, que fue organizada en otro tiempo como parte componente del poder físico y sustancia material del universo local de Nébadon. Y esta misma gran nebulosa se originó de la fuerza-carga universal del espacio en el superuniverso de Órvonton hace muchísimo tiempo» (LU 57:1.1, subrayado mío para destacar la idea de varias nebulosas). Otra cita más al respecto: «Una o más de estas nebulosas - incluso muchas - pueden estar englobadas dentro del dominio de un universo local, igual que Nébadon fue ensamblado físicamente a partir de la descendencia estelar y planetaria de Andronover y otras nebulosas. Las esferas de Nébadon tienen diferentes antepasados nebulares, pero todas tenían una cierta uniformidad mínima de movimiento espacial que fue ajustada por los esfuerzos inteligentes de los directores del poder de forma que produjera nuestra agrupación actual de cuerpos espaciales, que viajan juntos como unidad contigua en las órbitas del superuniverso» (LU 41:0.3, también aquí el subrayado es mío). Lo que define un universo local, como división administrativa que es, es la parte de masa que le toca: «Cada universo local abarca exactamente una cienmilésima parte de la carga total de energía de un superuniverso, independientemente de su relación con las nebulosas, pues la energía no está organizada en nebulosas -está distribuida universalmente». (LU 15:4.6)
Al comienzo de la historia de cualquier división administrativa, de todas las nebulosas que la componen (o compondrán), muchas son aún potenciales y pocas actuales, y a medida que pasa el tiempo hay más nebulosas que han dado todo su fruto de soles (que se han actualizado). Parece ser que en Órvonton (y en el resto de los superuniversos) queda poca materia (pocas nebulosas) que está aún por actualizar. Todo lo contrario ocurre en los diferentes niveles del espacio exterior, y esto es más acusado cuanto más exterior es el nivel.
El Libro dice claramente que la Vía Láctea «representa el núcleo central de Orvonton» (LU 15:3.1) y dice también que «Este gran conglomerado de soles, islas oscuras del espacio, estrellas dobles, grupos globulares, nubes de estrellas, nebulosas espirales y otras, junto con miríadas de planetas individuales, forma una agrupación circular-alargada parecida a un reloj, con aproximadamente un séptimo de los universos evolutivos habitados».
La Vía Láctea es parte de Órvonton, la parte principal, pero sólo una parte. Hay por lo tanto otros «soles, islas oscuras del espacio, estrellas dobles, grupos globulares, nubes de estrellas, nebulosas espirales y otras, junto con miríadas de planetas individuales» que forman parte de nuestro superuniverso.
En cuanto a la distribución de nuestro superuniverso hay poca ambigüedad en el Libro: «La observación de la llamada Vía Láctea revela el aumento relativo de la densidad estelar de Órvonton cuando se mira a los cielos en una determinada dirección, mientras que a ambos lados la densidad disminuye; el número de estrellas y otras esferas se reduce al alejarse del plano principal de nuestro superuniverso material» LU 15:3.3
Podemos imaginar que el espacio abarcado por Órvonton en como un balón de rugby o mejor aún como una enorme lenteja espacial («agrupación circular alargada parecida a un reloj »). La Vía Láctea estaría en uno de los picos de la lenteja ocupando aproximadamente una quinta parte del diámetro más largo. Una de las partes de la Vía Láctea mas cercanas al pico sería precisamente la zona en que se encuentra nuestro Sol, aunque estaríamos algo desviados hacia la derecha según se mira hacia el otro pico.
El resto de las esferas del superuniverso estarían en su mayor parte en el mismo plano que la Vía Láctea, el plano de máxima densidad y serían jmuy difíciles de observar desde nuestra posición!.
Observando los mapas espaciales (de http://www.atlasoftheuniverse.com/) no encuentro información de todas las masas que se suponen deberían estar ahí detrás de la Vía Láctea. Sólo veo la galaxia Enana de Sagitario y las Nubes de Magallanes, las tres «casualmente» desviadas del plano principal. ¿No están, o no tenemos información? Yo me inclino a pensar que no las podemos observar con nuestros instrumentos actuales. Es una situación semejante a cuando se desconocía la distribución y la forma de los continentes de este planeta y se trazaban planos imprecisos e incompletos con lo que se sabía.
Parece también que el otro pico de la lenteja estaría a unos 500.000 años luz de este pico más cercano a nosotros. Uversa estaría en «ese gran grupo de soles que funciona como centro físico y astronómico del séptimo superuniverso» (LU 32:2.11). Habría que ubicarlo exactamente en el centro físico de la lenteja a unos 200.000 años luz de nosotros y unos 250.000 años luz de cada pico.
Dado que parece que el Gran Universo aún no ha llegado ni a la mitad de su desarrollo y que nuestro superuniverso es el más joven y por lo tanto el más retrasado en su evolución, es de esperar que sus fronteras de separación (la piel de la lenteja) sean muy irregulares abarcando a cuerpos que aún están muy desligados del resto y a los que se les está trayendo a los circuitos del superuniverso.
Hay que suponer además que la lenteja va engordando progresivamente (no creo que se alargue significativamente) y recogiendo unidades astronómicas que inicialmente no estaban dentro de sus dominios. Aunque este proceso tendrá muy probablemente un límite: «Los siete superuniversos siguen creciendo; la periferia de cada uno de ellos se está expandiendo gradualmente; se estabilizan y organizan constantemente nuevas nebulosas; y algunas de las nebulosas que los astrónomos de Urantia consideran extragalácticas están en realidad en los bordes de Órvonton y viajan con nosotros» (LU 12:2.3).
Si se observa la distribución conocida de galaxias (en el mapa de 5 millones de años luz de http://www.atlasoftheuniverse.com/), se lee el párrafo LU 15:1.4 y se tiene en cuenta que Andrómeda está en el espacio exterior, se puede deducir que el norte paradisíaco esta entre las direcciones 270 y 360 de nuestra Vía Láctea. Y se puede precisar incluso que puede estar entre la 300 y la 330.
Si además recordamos que «El universo de Nebadón se desplaza ahora lejos en el sur y este del circuito del superuniverso de Orvontón» (LU 32:2.12) podemos deducir que el norte paradisíaco no estará muy separado de lo que hoy conocemos como la dirección 315 de la Vía Láctea.
Puede suponerse, yo lo hago, que el resto de los superuniversos tienen una distribución igual que la de Órvonton, estando la mayor densidad de su masa en el mismo plano que la Vía Láctea.
Teniendo en cuenta esto y volviendo a leer el párrafo LU 15:1.4, habría que esperar encontrar el superuniverso número 1 en la dirección 315 (o en alguna otra cercana) de la Vía Láctea, empezando a unos 500.000 años luz de nosotros y siguiendo desde ahí hasta una distancia desconocida, pues todos los superuniversos son iguales en masa pero no en tamaño del espacio abarcado.
Al superuniverso número 6 deberíamos encontrarlo quizá entre las direcciones 60 y 80 y con su borde más cercano a una distancia de ¿300.000 años luz?
El universo central estaría más o menos en la dirección 0 de la Vía Láctea y quizá a una distancia de 2 millones de años luz. Insisto en que en toda esta deducción el párrafo LU 15:1.4 es clave. Si esto es cierto, el universo central estaría en el mismo plano que la Vía Láctea y en la dirección 0 (vean Fig, 1) ¡Precisamente la de mayor densidad dentro del plano de mayor densidad! ¡Qué casualidad! la zona más «tapada» a nuestra vista de todo el universo. No puedo resistirme a la cita: «Cuando el ángulo de observación es propicio, dirigiendo la mirada a través del cuerpo principal de este dominio de máxima densidad, estaréis mirando hacia el universo residencial y el centro de todas las cosas» (LU 15:3.3)
Ya sé que el universo central se esconde detrás del doble cinturón de cuerpos oscuros de gravedad, pero ¿serán visibles de alguna manera estos cuerpos oscuros? No hay que olvidar que «[e]stos cuerpos oscuros de gravedad ni reflejan ni absorben la luz; no reaccionan a la luz de energía física, y rodean y envuelven tan completamente Havona que la ocultan a la vista incluso de los universos habitados cercanos del tiempo y el espacio» (LU 14:1.14)