© 2014 Carmelo Martínez
© 2014 Asociación Urantia de España
¡Hola! Te saludo a ti que estás al otro lado de la cámara y que quizá te estés preguntando qué es eso de El libro de Urantia, de qué voy a hablar.
Después de leer y de estudiar el contenido de El libro de Urantia durante más de diez años, de quedar impactado por lo revelador de sus enseñanzas, de descubrir un mundo nuevo, una realidad nueva, la pregunta que yo me hago es justamente la complementaria: ¿cómo transmitir a otros lo que yo he descubierto? Y la respuesta es que no hay forma de hacerlo; no hay manera de transmitirle a nadie las sensaciones, las clarificaciones, el entendimiento de la realidad, el sentido de la vida que se obtiene al leer este libro. Algunas cosas sólo se pueden captar descubriéndolas por uno mismo, y eso es lo que pasa en este caso. Así que lo único que me queda es invitarte a que descubras por ti mismo lo que hemos descubierto los que ya lo hemos leído.
Esto es, pues, una invitación. Puede que al leer El libro de Urantia encuentres y descubras ideas, conceptos y realidades que no tienen precio. Y puede que ese descubrimiento cambie totalmente tu vida. A mí ya me ha pasado.
He pensado mucho sobre cómo empezar esta presentación-invitación y qué cosas contar para que te hagas una idea de lo que quiero decir, de qué hilo empezar a tirar para desenrollar esta formidable madeja. Y he decidido empezar por el final.
Y el final es precisamente el efecto que libro de Urantia tiene en las personas, o al menos en algunas personas. Porque El libro de Urantia tiene la capacidad de transformar a las personas; de hecho, ése es su principal objetivo.
Cuando una persona descubre y capta lo que dice el libro, empieza a vivir con una visión diferente de las cosas y se convierte en una persona fuerte, libre de miedo, valiente ante los desafíos de la vida y alegre. Hace que celebre la oportunidad de vivir, que se dé un festín con las incertidumbres de la vida, que engorde con sus decepciones y que se entusiasme con la derrota (que siempre es aparente); hace que se llene de vigor frente a las dificultades, que manifieste un valor indomable ante la inmensidad de los problemas y que haga gala de una fe inconquistable para afrontar sus desafíos.
Ha encontrado el sentido de la vida, sabe qué significa vivir y para qué se vive, y cree que la vida es una oportunidad única que se le da y que debe aprovechar plenamente. Ha aprendido que la vida puede ser dura, pero que no es un sinsentido, que los caracteres fuertes y nobles se forjan entre los yunques de la necesidad y los martillos de la angustia. Y ha aprendido también que la mayor aflicción que puede existir en el universo es no haber estado nunca afligido.
Es claro que cuando una persona ha vivido varias décadas de su vida sabe más que cuando era niño, adolescente o joven, tiene una experiencia que le da la capacidad de ver y entender mejor los hechos, y de hacer cosas que no sabía hacer cuando era joven. Normalmente, la vida le ha hecho más tolerante y más sabio. Y la pregunta es ¿no será ése precisamente el objetivo de la vida, este hecho de aprender y de avanzar con la experiencia? La respuesta es que sí, claro.
Comprender este hecho y descubrir lo que significa, en toda su extensión, en toda su proyección en las relaciones con los demás y en todo su sentido en nuestro futuro es lo que, a mi entender, da a El libro de Urantia su capacidad transformadora. Y de esto es de lo que te quiero hablar.
Y ¿cómo hace el libro todo eso? Pues abriendo los ojos del lector, descubriendo cómo es en realidad la Realidad. En la vida, estamos sumergidos en los problemas diarios del vivir. El libro de Urantia nos invita a dejar por un momento de mirar a los árboles de los problemas y quehaceres diarios y a fijar la vista en el bosque del conjunto de la realidad. Nos dice que este planeta no está sólo en el universo; que hay muchísimos otros planetas habitados. Y, lo que es más importante, nos dice que todo eso tiene una finalidad, que está planeado. Nos invita a mirar hacia afuera, hacia el universo, no para evadirnos de las quizá dolorosas realidades del vivir cotidiano, sino más bien para sumergirnos en ellas con una mirada distinta, con la visión de conjunto en nuestra mente. Vivir la vida, sumergirnos en los problemas diarios, en el fluir de los acontecimientos, con cierta visión cósmica nos proporciona una forma de entender la vida que la llena de sentido y nos carga de fuerza y de valor.
Pero no pienses que El libro de Urantia te habla de extraterrestres, de ovnis o de federaciones galácticas, no al menos en el sentido habitual de estas palabras. Tampoco pienses que te quiero convencer de unirte a ninguna organización más o menos oculta o a formar parte de algún grupo de supuestos humanos avanzados que contactan con «sus hermanos mayores». No. Yo no tengo nada que ver con tales asuntos. Lo único que voy a hacer es presentarte El libro de Urantia e invitarte a lo que lo leas. Pero lo que hagas finalmente es cosa tuya y sólo tuya.
Tampoco te quiero vender nada ni pretendo ganar dinero u obtener algún otro beneficio material con esto. El texto del libro está en Internet y es gratis. Puedes descargártelo libremente. Lo que sí pretendo es que les pase a otros lo que me pasó a mí y que les pasa a tantos otros cuando leen El libro de Urantia y ponen en práctica sus enseñanzas. Ése es mi único propósito: que otros se beneficien de unas enseñanzas que son auténticamente transformadoras de la persona.
No pienses tampoco que esta transformación tiene resultados espectaculares, al menos exteriormente y según se juzgan las cosas en este mundo. La persona sigue siendo la misma, pero tiene una visión distinta. Es como vagar por el mundo sin rumbo frente a viajar con el mejor navegador que existe. Es precisamente esta nueva visión lo que cambia su forma de actuar y lo que le da toda la energía que se necesita para vivir plenamente. Y lo que le da también una esperanza y una tranquilidad interior que antes posiblemente no tenía.
El libro de Urantia nos cuenta, por ejemplo, la historia de este planeta. Y es una historia, cuando menos, sorprendente. Se pueden encontrar en ella los orígenes de muchas de las tradiciones y leyendas mundialmente conocidas. Por ejemplo, el origen de la tradición de unos primeros padres, Adán y Eva, o de las oscuras leyendas de unos seres de gran fuerza y poder que eran hijos de los dioses; o ese famoso mito de los hijos de dios que descendieron del cielo para mezclarse con las hijas de los hombres.
Encontraremos en él una descripción muy interesante de la evolución de las especies, desde los primeros seres unicelulares hasta los vertebrados más complejos y el hombre mismo. Porque Adán y Eva no fueron los primeros humanos, creados directamente por Dios, según El libro de Urantia; su función fue otra. Encontraremos también una explicación sobre el origen de la vida, en este planeta y en todos los planetas habitados.
Leeremos cómo evolucionaron nuestras sociedades humanas, desde los primeros clanes hasta las naciones modernas. Cómo se desarrolló la cultura, o sea, los conocimientos, las artes, la ciencia y la religión. Y encontraremos una definición asombrosa e impactante de la religión.
Descubriremos que la meta de todas las sociedades humanas es la unidad mundial: una sola nación, un solo gobierno y una sola raza. Estamos condenados a llegar a una sociedad mundial perfecta en su organización; los humanos de todas las edades pueden con sus actos retrasar o adelantar este destino, pero, tarde o temprano, inexorablemente, las fuerzas de la historia llevan a la humanidad a su destino de perfección; a una sociedad prácticamente sin gobierno porque no será necesario, los humanos estarán lo suficientemente evolucionados como para saber autocontrolarse sin necesidad de leyes o imposiciones; a una sociedad con las enfermedades controladas y la naturaleza dominada, sin prácticamente delincuencia y con gobernantes dedicados realmente al bien común. La utopía, dirás; cierto, la utopía, El libro de Urantia nos dice que el destino de la humanidad es la utopía social. ¿No te lo crees? Pues leyendo El libro de Urantia entenderás que ésa es la evolución más lógica.
Y todos los planetas habitados tienen ese mismo destino: pasar por múltiples etapas de organización social, por épocas de luchas e injusticias, de desórdenes y quizá de caos, de descubrimientos y avances, para alcanzar todos al final el destino de la perfección social.
Y es que todos los planetas habitados están regidos por los mismos principios y forman parte de una misma organización, una organización múltiple en su despliegue, pero única en su forma de funcionamiento y en su destino.
El libro de Urantia nos cuenta también con todo detalle cómo es esta organización, que podríamos llamar celestial; y nos dice que en este planeta la conocíamos en una antigüedad muy remota, pero que ya sólo nos quedan de ese conocimiento algunas tradiciones difusas y algunas oscuras leyendas porque somos un mundo aislado y en cuarentena. Y ésta es otra prodigiosa historia que narra el libro. Nos cuenta que tuvimos la visita y las enseñanzas de ciertos seres que son parte de esa organización, pero que al final, debido a los acontecimientos que llevaron a nuestro aislamiento, algunos tuvieron que irse y otros perdieron su condición y se convirtieron en mortales como nosotros.
Nos cuenta, asimismo, lo que significa la muerte y lo que nos pasa tras ella, las vidas que podemos vivir después de ésta, nuestra primera vida. Y leeremos que no son vidas vividas en este planeta, sino en muchos otros de los que llenan el espacio; y que no son vidas sin recuerdos, sino que recordamos plenamente todo lo que de interés hicimos y aprendimos en esta primera vida y en todas las que vivamos.
Por eso lo que aprendamos en esta vida, lo que progresemos al vivir, esa experiencia que da la vida, no se pierde. Es de hecho lo único que nos llevamos de aquí. Empezaremos en nuestra próxima vida exactamente donde lo dejemos en ésta.
Y ¿cuál es el objetivo final de todo este vivir? Pues la perfección; igual que las sociedades humanas están destinadas inexorablemente a llegar a la perfección, los humanos estamos destinados a la perfección, pero a diferencia de las sociedades, nosotros podemos elegir o no individualmente hacer ese camino; somos totalmente libres a este respecto. De hecho, toda la creación, todos los mundos, todas las galaxias, tiene como destino llegar a la perfección, y nosotros podemos tomar parte en esos trabajos o no; es nuestra elección.
Si elegimos hacerlo, viviremos cientos, miles de vidas en las que iremos progresando y perfeccionándonos como personas, a la vez que haremos que progresen y se perfeccionen aquellas partes de la creación en las que estemos en cada momento, en cada vida (empezando por este planeta en este momento y en esta vida). Y a medida que progresemos tendremos mentes más capaces y capacidades mayores de acción en los mundos; seremos seres cada vez más perfectos , gracias a esa perfección, cada vez más poderosos.
¿Quizá te estés preguntando si hay una meta, si hay un final del camino? Y lo hay. Al final está el Padre Universal, la Primera Fuente y Centro de todas las cosas; el origen y el destino de todas las cosas y de todos los seres.
La figura de este Padre Universal, al que en este planeta llamamos con cierta imprecisión Dios, ha sido y es descrita por todas las religiones del mundo. Pero todas estas descripciones son parciales y tienen origen humano, al menos en parte. La descripción que del Padre Universal nos hace El libro de Urantia es también parcial, porque no es posible contener lo infinito en lo finito, pero su origen no es humano; viene nada menos de seres que han estado en presencia del Padre múltiples veces. Y es una descripción detallada y precisa.
No pienses que en el libro se demuestra la existencia de Dios, porque esto es algo indemostrable. Tampoco pienses que el libro tiene la intención de definir una nueva institución religiosa, una nueva Iglesia, que se pretenda mejor que las existentes; no. El libro de Urantia está destinado y orientado a las personas, a ti y a mí, a todos. El libro de Urantia nos dice que todos los humanos tenemos en nuestra interior una chipa divina, y nos invita a descubrirla. No nos pide que nos sometamos a ninguna disciplina religiosa, no nos dice que debemos estar de acuerdo con unas creencias o con otras, simplemente nos invita a descubrir al Padre Universal dentro de nosotros.
Y la presencia en nosotros los humanos, que somos animales de carne y hueso, de esa chispa divina es el secreto que más maravilla a todos los seres, altos y bajos, de la creación, porque somos nosotros, de todos ellos, los que empezamos en la parte más baja de la escala de seres —en los animales— y llegamos por nuestro propio esfuerzo a la parte más alta —a la divinidad.
Y este ascenso de perfeccionamiento de los seres, y también de los mundos y de las galaxias, es el plan de la creación, el plan del Padre Universal. En algunas religiones esta idea se manifiesta con la expresión «la voluntad de Dios»; el libro nos dice que seguir el plan del Padre es hacer su voluntad. Y somos totalmente libres de elegir hacerla o no. Los universos y los seres que los han habitado, los habitan y los habitarán han sido, son y serán creados imperfectos, y su destino es la perfección lograda por su propio esfuerzo, por su propia elección continuada de hacer la voluntad del Padre en cada circunstancia de cada una de sus vidas; ése es el plan del Padre.
La guía para esta elección continuada nunca es externa; no hay una ley de Dios dictada por él mismo o por sus supuestos representantes y aplicable de forma general a todas las personas. La ley de Dios, la voluntad del Padre, es interior y personal; es esa chispa divina que todos tenemos. Y cada chispa está individualizada y su guía sólo es aplicable a cada uno de nosotros. Tenemos que aprender a escuchar a esa chispa (al Padre), y la forma de hacerlo es hablar con ella en nuestro interior en todas las circunstancias de la vida (o sea, hablar con el Padre nuestro interior). Ésa es la verdadera oración y no la habitual repetición de fórmulas preexistentes. La oración es el dialogo interior y personal con el Padre Universal, un dialogo en el que le transmitimos, con nuestras propias palabras (no con las de otros), todo lo que pensamos, sentimos o buscamos.
Y ésa es también la verdadera religión: la relación personal, íntima e interior de cada persona con el Padre Universal. No la adhesión a estos o a aquellos credos, o el cumplimiento de estos o de aquellos ritos. Es, simplemente, el descubrimiento del Padre en nuestro interior y el dialogo permanente con él para elegir nuestro camino en todas las circunstancias de la vida.
Es una religión de librepensadores, ciertamente, y no una religión de sometimiento a ningún dogma o creencia.
A cada lector, El libro de Urantia le descubre cosas diferentes (aunque todas son en el fondo caras de la misma moneda). A mí me descubrió ésta, que es para mí la idea con más capacidad transformadora que he encontrado en el libro. Todo depende de la personalidad de cada uno. Ya te he dicho que el libro es para las personas, no para los grupos o la sociedad, y te he dicho también que el libro fomenta la libertad religiosa individual, el librepensamiento.
Hay una consecuencia más de lo anterior. Con el descubrimiento del Padre, descubres su faceta más trascendente y la clave de las relaciones con él y con todas las personas: el amor.
Del amor podemos tener muchas definiciones, pero El libro de Urantia hace la que para mí es la mejor de todas; y dice así: «El amor es el deseo de hacer el bien a los demás». El camino de la perfección, del progreso personal, se basa en este principio. El Padre quiere que seamos perfectos, así como él es perfecto, y ha determinado que esto se consiga eligiendo y actuando en cada circunstancia siguiendo la guía del amor entendido de esa manera. La obra de perfeccionar la creación, de perfeccionarnos nosotros y de que se perfeccionen los demás es una obra de amor entendido según la definición anterior.
Y El libro de Urantia nos da un ejemplo de esta forma de funcionar y de actuar, un ejemplo de perfeccionamiento de un humano basado en las elecciones de amor. El libro dedica nada menos que un tercio de su extensión a la vida y las enseñanzas de Jesús de Nazaret. Desde antes de su nacimiento hasta después de su muerte; desde su vida como humano hasta sus enseñanzas como divino. Es una historia que estoy seguro de que te emocionará, porque retrata a un Jesús que no se parece a la imagen seria, atormentada y sufriente de ese JesúsCristo que nos han enseñado. Es un Jesús humano, real, alegre casi siempre, divertido a veces y entregado en todo momento a vivir su vida, un Jesús en el que reconocemos los sentimientos y las dificultades, los éxitos y los fracasos a los que nos enfrentamos todos los humanos.
Es una historia contada de primera mano, por seres que fueron testigos de todo lo que Jesús vivió. Te aseguro que merece la pena.
Quizá te preguntes quién era realmente aquel hombre-Dios, pero eso es algo que tendrás que descubrir por ti mismo.
Antes de despedirme quiero hacerte una recomendación. El libro de Urantia contiene información que pretende ampliar nuestros conceptos de la Realidad y hacer avanzar nuestra mente. Si finalmente aceptas mi invitación y decides leerlo, te recomiendo que hagas una primera lectura rápida y somera empezando en la primera página y acabando en la última; lee por encima e incluso sáltate aquellas partes que te resulten difíciles de asimilar en una primera pasada o que te interesen menos; yo lo hice. Las primeras páginas resultan incomprensibles al principio; nos ha pasado a todos. Si te llegara a interesar lo que hayas leído, siempre puedes hacer una segunda, una tercera o una enésima lectura detallada de aquello que prefieras. Ya te he dicho que el libro es para las personas, utilízalo como una herramienta de avance personal de la forma que mejor se adapte a tu persona.
Y nada más. Muchas gracias por estar ahí y por escucharme.
1-. Has hecho hincapié en la capacidad transformadora del libro, que nos cambia. Yo estoy muy bien como estoy, y sospecho de aquellos que me dicen que quieren cambiarme. ¿Por qué habría de querer cambiar?
No tienes que cambiar si no quieres. Yo no quiero cambiarte; debes ser tú mismo quien lo quiera, si no, no tiene sentido que lo intentes. La capacidad transformadora del libro está precisamente en que te dice por qué deberías cambiar, qué es lo que no tienes, aunque no lo sepas, y que deberías tener, dónde estás y a dónde estás destinado a llegar. Si estás satisfecho contigo mismo, no tienes por qué intentar cambiar. Si no sientes el empuje de cambiar, no cambies.
2-. ¿Qué hace que este libro sea más creíble que otros tantos escritos como hay del mismo tipo? ¿Qué le hace diferente a los demás?
No para todos es más creíble. E incluso a los que nos parece creíble, lo es por motivos diferentes. Cada lector del libro te dará una respuesta distinta.
Para mí se hizo creíble al principio por su asombrosa coherencia. En sus 2097 páginas, en las que se tratan temas tan diferentes, hay una coherencia plena, una visión unitaria de la realidad.
Pero después, a medida que fui viviendo de acuerdo con esa visión, fui descubriendo por mí mismo experiencias personales que se describen en el libro, y que, para mí, lo validan con una fuerza aún mayor. Los que describen esas experiencias las han vivido necesariamente, y si las han vivido, no pueden estar engañándome.
Ésa es la clave principal para creer en el libro. Todo su contenido está orientado a la persona, y sólo resulta válido si hace que algo resuene en tu mente, al principio lo suficiente como para interesarte, después como para que vivas de acuerdo con lo que el libro te desvela y finalmente porque descubres en tu interior la realidad más importante, la que valida todo su contenido.
3-. Podemos ser una casualidad en el universo. ¿Por qué afirmas que la vida tiene sentido?
¿Has pensado alguna vez en el tamaño del universo? ¿Sabes cuánto es un millón de años luz? ¿Y cientos de millones? Imagínate que estás en una nave espacial que sale de la Tierra, pasa por todo el sistema solar y se adentra en el espacio vacío; para llegar hasta el límite del sistema solar habrás tardado decenas de años… y habrás recorrido una distancia de unas ¡7 horas luz! Intenta imaginarte ahora cuánto espacio vacío son sólo mil años luz.
Nuestra galaxia tiene, según los últimos cálculos, unos 400.000 millones de estrellas, y hay miles, quizá millones de galaxias. ¿Cuántos planetas puede haber en el universo? Estamos hablando como poco de billones de planetas, millones de millones. Las leyes físicas no tienen por qué no ser iguales en toda la creación. Entonces ¿la evolución ha dado vida inteligente sólo en un planeta entre billones? Incluso para un científico escéptico, esto parece difícil de admitir.
Parece pues poco probable que seamos una casualidad, una excepción entre billones de planetas. Otra cosa es el sentido de toda esa existencia, aunque eso ya no es asunto de la ciencia.
En mi presentación he explicado el sentido que a la vida y a toda la creación le da libro de Urantia, según lo interpreto yo. Creerlo o no creerlo no es cuestión de lógica o de razonamientos, es cuestión de experiencias vitales. Cuando buscas y encuentras y vives según lo que has encontrado, tienes experiencias personales que puede que te lleven a entender el sentido de toda la creación. Yo te invito una vez más a una aventura de búsqueda y descubrimiento en El libro de Urantia, y luego a la aventura inigualable de vivir de acuerdo con lo que encuentres. Entonces quizá entiendas el sentido de la vida por ti mismo y no porque te lo explique nadie. El sentido de la vida, tal y como yo lo he entendido, tiene que ver con el Padre Universal, y se puede captar descubriendo a este Padre en nuestro interior. ¿Te atreves?
4-. Hablas de una chispa divina que tenemos en nuestro interior. Si te he entendido bien, dices que Dios mismo está dentro de nosotros. Por favor, explícame un poco mejor esto.
La mente es el mecanismo que nos permite conocer la realidad, es el instrumento de nuestra persona que nos sirve para captar lo que sucede, para razonar, para llegar a conclusiones , sobre todo, para tomar decisiones. Es ahí, en la mente, donde está presenta esa chispa divina. Y esa chispa en una fracción del espíritu de Dios, es de hecho un trocito del Padre, nuestro trocito, el que corresponde a nuestra personalidad. De alguna forma, es la parte del Padre que somos nosotros.
Aunque no nos damos cuenta normalmente, esta chispa trata de dialogar con nosotros y de decirnos qué haría el Padre en cada circunstancia de nuestra vida, qué decisión tomaría ante cada alternativa que se nos presenta. No nos obliga a nada, nuestro libre albedrío es sagrado, simplemente es nuestra guía en la toma de decisiones. Pero podemos hacerle caso o no, ésa es nuestra prerrogativa.
Y en esa toma de decisiones vamos construyendo conjuntamente algo que se llama alma, que es la semilla del cuerpo que tendremos cuando resucitemos tras la muerte.
5-. ¿Existe eso que se llama alma? ¿Qué es? ¿Es importante desde el punto de vista de esas miles de vidas de progresión de las que tú hablas?
La respuesta es sí, existe el alma. Pero una vez más, los humanos estamos algo confundidos sobre su naturaleza. Una cosa es el alma y otra muy diferente la chispa divina que tenemos en la mente. El alma no es espíritu, la chispa sí. La chispa es un regalo del Padre Universal, el alma la creamos y formamos nosotros con nuestros esfuerzos, nuestras experiencias y, sobre todo, con nuestras decisiones. La chispa divina, como decía, es espíritu en su naturaleza; la naturaleza del alma no es de carne y hueso, pero tampoco es de espíritu, es un intermedio entre ambos. Ha dejado la naturaleza carnal y está en camino de ser de espíritu, pero aún no lo es.
El alma de cada persona no ha sido eterna en el pasado, ha tenido un principio, aunque puede ser eterna en el futuro, puede no tener un final. Nace de nosotros mientras vivimos nuestra primera vida de carne y hueso. Su madre es nuestra mente y su padre el espíritu divino que mora en esa mente, y entre ambos le dan forma, la alimentan y la hacen crecer. Con cada decisión que tomamos, creamos o destruimos nuestra alma; si la decisión está de acuerdo con nuestra interpretación de la voluntad del Padre, el alma crecerá; si no, el alma se destruirá un poco.
Y el alma es la semilla del cuerpo que tendremos cuando despertemos después de la muerte en la carne. Según lo que hayamos conseguido de progreso personal y de perfeccionamiento, que quedará reflejado en la estructura de nuestra alma, así será el cuerpo que tendremos. Será un cuerpo de la misma naturaleza del alma, intermedia entre la carne y el espíritu, y estará formado de acuerdo con la constitución que hayamos conseguido darle al alma en este primera vida en la carne.
Después, en las vidas sucesivas, iremos perfeccionándonos y perfeccionando nuestro cuerpo, hasta que llegará un momento en que nuestra perfección nos permitirá cambiar ese cuerpo de naturaleza intermedia por uno de naturaleza de espíritu. Y con este nuevo cuerpo de espíritu seguiremos avanzando y progresando, vida a vida, hasta llegar a la perfección y a encontrar al Padre, que es el espíritu por excelencia.
En pocas palabras, en esta primera vida en la carne, nos ganamos el derecho a sobrevivir, con nuestras decisiones, porque nos construimos así el vehículo de esa supervivencia, que es el alma.
6-. Hablas de alcanzar la perfección. ¿Qué es eso de alcanzar la perfección? ¿Por qué hay que alcanzar la perfección?
Para hablar de alcanzar la perfección tenemos que definir primero qué es la perfección. Podría decir que la perfección es la felicidad, pero sería una respuesta muy incompleta. Podría decir también que la perfección es el conocimiento total de toda la realidad. Podría decir — ¿por qué no? — que la perfección es la capacidad de hacer las cosas siempre bien, sin errores, de hacer siempre lo mejor para uno mismo y para los demás, cercanos y lejanos. Y podría decir que la perfección es armonía, armonía entre las personas y armonía con el entorno. Y todo ello sería verdad, pero para definir la perfección de una forma completa yo creo que es necesario referirse al patrón de lo perfecto: la Primera Fuente y Centro. Ser perfecto es ser como la Primera Fuente y Centro, a la que, en su manifestación como persona, se la conoce como Padre Universal. La perfección es la armonía máxima de toda la creación: de las cosas, de las personas y de las relaciones entre las personas, entre las cosas y entre las cosas y las personas.
Alcanzar la perfección es por lo tanto llegar a ser de esa forma, y hacer que las cosas y las relaciones estén de esa forma. Y lo he dicho varias veces: según El libro de Urantia el destino de toda la creación es alcanzar la perfección. Y para eso se ha creado el tiempo, para tener una referencia, una escala por la que subir desde la imperfección hasta la perfección, hasta la dicha y la satisfacción máximas de sentirse igual al Padre y de poder estar en su presencia y tratarle de tú a tú. Y para eso vivimos una vida y otra vida, en un mundo y en otro mundo, en un universo y en otro universo, para pasar así por todas las situaciones posibles y aprender de todas ellas, hasta conocerlo todo, hasta ser capaces de todo. Hasta haber aprendido qué es realmente al amor, el móvil y el impulso principal de toda la creación; la característica principal de Dios.
Empezamos con un cuerpo de carne y hueso y nos construimos un alma, que es la semilla del cuerpo que tendremos en nuestra siguiente vida. Y así, vida a vida, vamos aprendiendo y haciéndonos perfectos así como el Padre es perfecto.
¿No has notado en tu interior el ansia de perfección, el empuje a ser mejor en todos los sentidos? Es la chispa divina que tienes en tu mente y que te repite lo que el Padre nos pide a todos y cada uno de nosotros: «sed perfectos así como yo soy perfecto».
(Y no lo pide por capricho, sino por amor. Quiere que lleguemos a la dicha máxima.) Ése es nuestro destino.
7-. Si Dios es tan bueno, ¿por qué permite que haya tanto mal y tantas injusticias en el mundo? Puedes indicarme la razón de que exista el mal.
Los humanos tenemos una mente que sólo puede comprender las cosas por contraste; no podemos concebir el color blanco sin el color negro, el frío sin el calor, la belleza sin la fealdad, la perfección sin la imperfección y el bien sin el mal. Decimos que algo está bien porque es lo contrario de lo que pensamos que está mal.
El mal es pues una necesidad para concebir el bien en nuestra mente imperfecta; pero, atención, lo necesario es el mal potencial, la posibilidad del mal. Para saber lo que es el bien, nos basta como contraste la idea del mal, la posibilidad del mal, no necesariamente el hecho del mal. El libro de Urantia llama a la posibilidad del mal, mal potencial, y al hecho del mal, al acto del mal, mal actual (mal de acto, mal de hecho). La posibilidad de sentir dolor, por ejemplo, es mal potencial; pero sentirlo de hecho, es mal de acto, mal actual.
El mal potencial es parte de la creación, es una característica de los mundos imperfectos como el nuestro, de los seres imperfectos como nosotros, de la imperfección en suma (en la que se necesita el contraste para captar la realidad y para avanzar hacia la perfección). Pero no lo es el mal actual. El mal de acto es producto de la voluntad de los seres imperfectos.
Porque nuestra evolución personal es fruto de nuestras elecciones, de nuestra voluntad. En todas las circunstancias, podemos elegir entre el bien y el mal (tal y como nosotros los entendemos en ese momento). Y para ello hemos sido dotados del libre albedrío. Y el libre albedrío es sagrado, nadie en todo el universo puede forzar nuestra voluntad cuando se trata de elegir entre el bien y el mal; así lo ha querido el Padre. (Y ese libre albedrío es lo único que es verdaderamente nuestro, y es lo único que podemos ofrecer a nuestro Padre Universal. Todo lo demás, todo el resto de la ereación, es para nosotros, pero no es nuestro.)
El libre albedrío es necesario para elegir y por lo tanto es necesario para evolucionar. Y en esta necesidad está el origen del mal actual. El mal potencial es necesario para comprender el bien, y el mal actual es el resultado de las elecciones del libro albedrío de las criaturas. Cuando las criaturas elegimos y hacemos el mal, estamos convirtiendo una posibilidad en un acto, el mal potencial en mal actual.
Y Dios lo permite porque si no lo hiciera tendría que anular el libre albedrío, con lo que anularía la posibilidad de perfeccionarnos y de llegar hasta él.
Sin embargo, los mundos y los seres imperfectos están concebidos de tal forma que pueden llegar a la perfección sin elegir nunca el mal en sus decisiones, por lo tanto el mal actual no es cosa de Dios, es cosa de sus criaturas. Para que lo imperfecto llegue a ser perfecto es necesario que exista el mal potencial, pero no es necesario que éste se convierta en mal de acto, en mal actual.
Desde la perspectiva de la vida humana, esto puede parecer una injusticia divina, pero el Padre tiene la perspectiva de la eternidad y desde ese punto de vista nos trata a todos exactamente igual. La humanidad es como una familia; es lógico que el mal que provocan unos repercuta en los demás, pero es lógico también que el padre de familia compense ese sufrimiento, como lo hace de hecho el Padre Universal desde su perspectiva de la eternidad.
8-. En una sociedad en la que se predica la felicidad como ausencia de problemas y aflicciones ¿qué atractivo puede tener un libro que te dice que la mayor aflicción es no haber estado nunca afligido? ¿Puedes explicar esa afirmación?
Depende de lo que pretendas. Si tu objetivo es ser feliz en esta vida y no miras más allá, esa afirmación no tiene sentido, para ti la aflicción no es otra cosa que dolor y pena. Una vaca es feliz pastando en una pradera verde en un día soleado de primavera. Para ella no hay otra cosa. Pero a los humanos nos han sembrado la inquietud y la curiosidad en la mente, y no solemos conformarnos con un buen pasto asegurado y un hermoso día permanente. Queremos saber qué somos, por qué estamos aquí, qué sentido tiene nuestra vida.
El libro de Urantia responde a estas preguntas. Nuestro destino es la perfección lograda con nuestro propio esfuerzo y, en ese camino, cada vida es un peldaño de esta escalera hacia la perfección y la felicidad. En esta ascensión personal, las aflicciones y los problemas son el motor que nos impulsa hacia arriba. Las criaturas mortales sólo crecemos personalmente experimentando tribulaciones. La ausencia de problemas no nos plantea los retos que necesitamos superar para ir perfeccionándonos.
Es cierto que en esta sociedad se predica la felicidad como ausencia de problemas y aflicciones, pero ¿acaso se consigue?, ¿acaso una vida fácil es garantía de felicidad? Sin embargo, en una vida de problemas y dificultades, saber para qué sirven, hacia dónde nos llevan si sabemos aprovecharlos, da felicidad. Y da calma y paz interior.
9-. Dices que la religión verdadera es la religión personal, ¿significa eso que las religiones del mundo no sirven para nada? ¿Qué dice el libro en el aspecto religioso?
A lo largo de la historia y en el presente, todas las religiones de mundo han desempeñado y desempeñan un papel. Pero todas son como esos andadores con los que los niños pequeños aprendan a caminar. Pero una vez que se aprende a andar ya no son necesarios. Las instituciones religiosas son como andadores para los que son niños desde el punto de vista espiritual; los adultos en espíritu no necesitan instituciones para relacionarse con el Padre, ni dogmas, interpretaciones o usos que les impongan otros; no necesitan intermediarios, han aprendido a relacionarse directamente con él. Saben andar solos y encontrar solos al Padre, a su estilo y de acuerdo con su personalidad. Los seres humanos somos las teselas del gran mosaico divino que es la divinidad, y cada uno tiene su sitio y refleja una faceta diferente del Padre. No hay dos teselas iguales ni reglas de relación con ese Padre que se puedan aplicar de forma general.
Sobre el papel que han desempañado las religiones de este mundo a lo largo de la historia, el libro dice muchas cosas, pero no es éste el lugar ni el momento de entrar en esos detalles.
10-. Veo una incongruencia en lo que has expuesto. Dices que el libro no demuestra la existencia de Dios porque es indemostrable. Sin embargo, el libro habla de una creación, de planetas habitados, de un plan de perfección cuya finalidad es alcanzar al Padre Universal. En definitiva, un libro que habla de Dios y no demuestra su existencia. ¿Cómo se interpreta esto?
El Padre Universal, o Dios como le llama mucha gente, no está personalmente presente en este mundo ni en el resto de mundos en perfeccionamiento. Eso de que Dios está en todas partes no es plenamente exacto. Está, eso sí, en la mente de cada persona en forma de chispa divina, y en ese sentido, está siempre presente para cada persona. Nos acompaña personalmente a cada uno de nosotros y conoce nuestros anhelos, problemas, dudas,…; pero su presencia en una persona es diferente a su presencia en las demás. Por eso no se puede decir que hay una presencia global de Dios ni que hay una ley general de Dios. El Padre nos dicta su voluntad a cada uno de nosotros personalmente, y esa voluntad está de acuerdo con nuestra forma de ser y es, por lo tanto, diferente para cada persona. La creación se compone como ya he dicho de un mosaico casi infinito de personas diferentes, y cada tesela de ese mosaico es el reflejo de un aspecto diferente de la personalidad de Dios. Cada persona es una faceta diferente del Padre y es el representante, el delegado para los demás seres y para todas las cosas, de esa faceta diferente. Por eso es imposible que una persona, que es una faceta de la divinidad, demuestre la existencia de Dios a otra persona, que es otra faceta de esa misma divinidad. La capacidad de cada persona de percibir y de entender la divinidad es diferente, personal e intransferible. Y por eso también carece de sentido hablar de una ley de Dios; hay tantas leyes de Dios como personas. Cada uno de nosotros tiene el deber de interpretar la voluntad del Padre, sincera y honradamente, sin engañarnos a nosotros mismos, y actuar en consecuencia. Lo que una persona interpreta, de acuerdo con su personalidad y su forma de ser, puede ser diferente de lo que interpreta otra.
Y sin embargo, se puede llegar al convencimiento de la existencia de Dios; pero sólo en el contacto interior de cada uno con nuestra chispa divina, en el diálogo permanente con esa chispa, en la contemplación interior de la grandeza del Padre a través de nuestra visión personal de las personas y de las cosas y del lugar del Padre en ellas. Y este convencimiento, esta demostración, es personal, como decía, y por lo tanto intransferible. Se puede hablar con otros de nuestra experiencia interior, se puede intentar compartir nuestra búsqueda, pero la demostración, el convencimiento, sólo puede surgir de uno mismo.
11-. ¿Por qué no se puede progresar personalmente viviendo varias vidas en este mismo planeta? ¿No es mejor pasar por múltiples experiencias en este planeta? ¿Qué dice el libro sobre la reencarnación?
El progreso personal es una escalera; cada salto al escalón superior se apoya en el escalón anterior. El libro de Urantia explica que vivimos múltiples vidas, pero en todas ellas partimos exactamente de donde lo dejamos en la anterior; recordamos plenamente todo lo que tiene valor de nuestras vidas anteriores y progresamos apoyándonos en lo conseguido en estas vidas, en toda nuestra experiencia anterior.
¿Qué progreso puede haber volviendo a vivir sin recordar nada de nuestras vidas anteriores? ¿Para qué empezar de cero una y otra vez? ¿Para qué sirve la experiencia si no es como base de apoyo para seguir avanzando?
El libro de Urantia afirma categóricamente que ésta es nuestra primera vida y que podemos vivir otras, pero no en este planeta y no en cuerpos de carne y hueso. A medida que progresamos personalmente vamos teniendo cuerpos, mentes y capacidades de acción que son acordes con nuestro grado de progreso, y que son progresivamente mejores y de más capacidad. Recordamos todo lo vivido y retenemos todo lo que hemos progresado.
12-. Se dice que este libro es una revelación para la humanidad pero, si se insiste en el carácter divino de Jesús de Nazaret ¿no será más bien un libro para los cristianos?
Algunos consideran que el libro es cristiano porque habla de Jesús de Nazaret, y que, de alguna forma, sus lectores somos cristianos, incluso que formamos una secta cristiana.
Yo lo niego rotundamente. Puede que el libro sea jesusiano, pero cristiano no, al menos en mi opinión. No conviene confundir la religión de Jesús con la religión sobre Jesús. El cristianismo es la religión que fundó Pablo de Tarso junto con Simón Pedro a partir de los recuerdos que tenían algunos apóstoles de su vida con Jesús de Nazaret, especialmente del choque emocional que les produjo el hecho de su resurrección. A esos recuerdos Pablo de Tarso les sumó algunas de sus ideas y creencias, como por ejemplo la idea de la necesidad de la expiación de los pecados, de su redención por la muerte de Cristo (que es como acabaron llamando a Jesús de Nazaret), y otras ideas más que terminaron constituyendo el cuerpo doctrinal del cristianismo.
Ésa es la religión sobre Jesús, el cristianismo. La religión de Jesús es la de la relación personal, íntima y continuada de cada humano con el Padre Universal, y la de la comunidad fraternal de todos sus hijos, a la que, a falta de mejor manera de hacerse entender, Jesús llamó el reino de los cielos.
El libro de Urantia tiene poco que ver con la religión sobre Jesús. Es más bien una continuación y una ampliación de las verdaderas enseñanzas de Jesús de Nazaret, que la mayoría de sus apóstoles no entendió. Y es un libro para toda la humanidad, porque esa idea de la religión de Jesús puede llegar al corazón de todos los humanos y no se identifica con ningún pueblo, con ninguna cultura ni con ninguna religión, o dicho con más propiedad, con ninguna institución religiosa; se identifica más bien con la naturaleza misma del ser humano, con su esencia misma.
13-. ¿Es El libro de Urantia un libro profético?
No estoy seguro de a qué se refiere la pregunta. Si estamos hablando de afirmaciones como las de Nostradamus o las de las profecías del Antiguo Testamento, tengo que decir que no, que El libro de Urantia no es profético. No adelanta acontecimientos futuros concretos. Pero sí asegura que el destino de todo lo creado es la perfección, que se tardará más o menos, pero que todas las personas llegarán a ser perfectas (o desaparecerán si no lo desean) y que todas las cosas acabarán estando organizadas y existiendo de acuerdo con las reglas de la perfección. Detalla también las épocas por las que toda civilización humana suele pasar para evolucionar desde la barbarie primitiva hasta la perfección final, aunque no todos los planetas progresan exactamente siguiendo estas etapas.
Como decía, no son exactamente profecías (anticipos de hechos futuros concretos), sino más bien reglas generales de funcionamiento de la evolución, en sus diferentes aspectos, que nos permiten prever cómo acabarán siendo las cosas.
14-. ¿Puede decirnos algo más sobre esa organización celestial de la que el libro habla con detalles?
Sin entrar en muchos detalles, diré que en el centro de todo está el Paraíso y el universo central. El Paraíso (no confundir con el cielo) es la residencia de los Dioses (Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu). El universo central fue creado perfecto, y a su alrededor está la creación creada imperfecta y cuyo destino es evolucionar hasta llegar a la perfección; o sea, perfección creada frente a perfección lograda por evolución.
Nosotros vivimos en uno de los muchísimos planetas (varios billones) de la creación imperfecta pero que está en perfeccionamiento, y nuestro destino es recorrer y conocer esta creación imperfecta y trabajar para perfeccionarla mientras nos perfeccionamos a nosotros mismos. Nuestro destino es también llegar al universo central creado perfecto y conocerlo en su totalidad y después llegar al Paraíso, encontrarnos con los Dioses y recibir el abrazo del Padre Universal.
Pero ahí no acaba todo, aunque esto es ya otra historia.
15-. Hablas en tu presentación de la utopía por excelencia de la humanidad: una sociedad perfecta, un único gobierno, un solo idioma, y todos felices. Pero todos los que habláis de utopías tenéis el mismo problema. Las utopías sobre el papel son perfectas y maravillosas. ¿Habla ese libro de cómo se consigue llegar a ese estado utópico al que, según dices, está abocada la humanidad? ¿Cómo intentarías convencerme de que eso es verdad?
No intentaría convencerte. Mi convencimiento no viene de que alguien o algo me haya proporcionado pruebas de eso. Mi convencimiento deriva de un marco global de pensamiento, de una visión global de la historia y de la vida en general, de una reflexión profunda sobre el sentido de la evolución social. Y tu convencimiento tendría que seguir pasos parecidos. Se puede explicar o intentar convencer, pero el convencimiento real, profundo, sólo puede surgir de uno mismo, de la coherencia de esa idea con todas nuestras otras ideas y concepciones de la realidad.
El libro de Urantia no da recetas para llegar a la utopía, pero explica cuáles son las fuerzas sociales y personales que llevan a ella. Y explica las distintas etapas por las que pasa la sociedad humana de cada planeta habitado hasta llegar a esa utopía final. Explica también lo que la sociedad obtiene en cada etapa y los efectos que tiene sobre las personas y sobre su convivencia.