© 2006 Chris Ragelty
© 2006 Olga López, por la traducción
© 2006 Asociación Urantia de España
Un instante infinito (poema) | Luz y Vida — Núm. 4 — Febrero 2006 — Índice | VI Encuentro de Lectores del _Libro de Urantia_ en España |
¿Cuántas veces hemos escuchado este comentario? «Estoy muy decepcionado, hablo del Libro de Urantia, de mis experiencias espirituales, doy Libros de Urantia y todo para nada, ninguna de esas personas están ni siquiera interesadas». Esta es la queja más escuchada entre los lectores nuevos del Libro de Urantia. ¿Quién de nosotros no ha tenido esta experiencia? ¿Quién no ha querido interpelar al mundo entero?
Quizás sería útil que los nuevos lectores se apoyen en la siguiente cita del Libro: «El hombre que conoce a Dios describe sus experiencias espirituales, no para convencer a los incrédulos, sino para la edificación y la satisfacción mutua de los creyentes.» (LU 1:6.6).
Intentar conocer a Dios Padre es una experiencia personal. Mientras una persona no busque al Padre por su propia voluntad, no sentirá la menor curiosidad hacia las experiencias espirituales de otras personas que han hecho el esfuerzo espiritual e intelectual de buscar a Dios. No se puede obligar a nadie a conocer a Dios. En circunstancias favorables, que a cada uno le corresponde discernir, se puede intentar despertar el apetito espiritual de una persona: «Estimulad el apetito por la verdad de vuestros asociados; ofreced consejo tan sólo cuando se os pide». (LU 48:7.16). Se requiere cierta clarividencia espiritual, pero ésta sólo es perceptible por el alma: «…Pero el hombre de mente material está naturalmente mucho más familiarizado con las manifestaciones materiales de naturaleza física que con las poderosas operaciones igualmente reales de naturaleza espiritual que tan sólo se disciernen mediante el discemimiento espiritual del alma» (LU 12:8.4).
Tras el nacimiento del alma, que tiene lugar en concomitancia con la llegada del Ajustador del Pensamiento y en cooperación con la mente material, ésta debe crecer bajo pena de morir. El crecimiento del alma es indispensable para la clarividencia espiritual. Pero, para que ésta se manifieste, es preciso que el hombre tenga la posibilidad de elegir: «…habiéndose proporcionado los medios para el crecimiento del yo inmortal, del alma, la creación o la inbibición de la creación de este yo superviviente y eterno que es suyo por elección depende de la voluntad del hombre. Ningún otro ser, fuerza, creador, ni agencia en todo el vasto universo de los universos puede interferir en medida alguna en la absoluta soberanía del libre albedrío del ser mortal…»(LU 5:6.8). Esta garantía suprema es la que hace que, puesto que se dirige a una persona poseedora de clarividencia espiritual, estamos seguros de que, debido a su libre albedrío personal, ha elegido comenzar esta búsqueda eterna de Dios Padre; nadie la ha influido, ni siquiera el Padre, pues: «Así que habiendo proporcionado los medios para el crecimiento del alma inmortal y babiendo liberado al ser interior del hombre de las cadenas de la dependencia absoluta de la causación antecedente, el Padre se hace a un lado…» (LU 5:6.8). Se trata aquí de una certeza que descansa sobre bases sólidas, y podemos por tanto hablar con esta persona de nuestras experiencias espirituales para edificarla y también para satisfacernos mutuamente.
(Las citas del Libro de Urantia que están en cursiva y negrita son los pasajes que destaco).
Publicado en el no 31 del boletín «Le Lien Urantien» de la AFFLU.
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