© 2023 Claude Flibotte
© 2023 Asociación Urantia de Quebec
Claude Flibotte
Sainte-Julie
Dr. William S. Sadler, MD
La composición de este texto se basa en el libro «The Urantia Book Workbooks, Volume III» del Dr. William S. Sadler, MD.
La Personalidad como se detalla en El Libro de Urantia.
I. Dios es una personalidad infinita.
Este UNO Infinito que llamamos Dios, este Centro Fuente Primera designándolo como espíritu y energía, es verdaderamente personal. Puesto que él es Infinito, su personalidad también es infinita.
No permitáis que la magnitud de Dios, su infinidad, oscurezca o eclipse su personalidad. «Aquel que diseñó el oído, ¿no oirá? Aquel que formó el ojo, ¿no verá?» El Padre Universal es la cúspide de la personalidad divina; él es el origen y el destino de la personalidad en toda la creación. Dios es a la vez infinito y personal; es una personalidad infinita. El Padre es verdaderamente una personalidad, a pesar de que la infinidad de su persona lo sitúa para siempre más allá de la plena comprensión de los seres materiales y finitos. (LU 1:5.1)
2. Dios también es mucho más que una personalidad.
Como personas, estamos acostumbrados a ver a Dios personalmente como el Padre Universal. Sin embargo, Él es mucho más que eso, porque como Fuente del Primer Centro, Él es la Causa sin Causa, la Fuente de espíritus, energías y personalidades.
Dios es mucho más que una personalidad, tal como la mente humana entiende la personalidad; es incluso mucho más que cualquier concepto posible de una superpersonalidad. Pero es totalmente inútil discutir estos conceptos incomprensibles de la personalidad divina con las mentes de las criaturas materiales, cuyo máximo concepto de la realidad del ser consiste en la idea y en el ideal de la personalidad. El concepto más elevado posible que posee la criatura material sobre el Creador Universal está contenido en los ideales espirituales de la idea elevada de la personalidad divina. Por eso, aunque podáis saber que Dios debe ser mucho más que el concepto humano de la personalidad, sabéis igualmente muy bien que el Padre Universal no puede ser menos, de ninguna manera, que una personalidad eterna, infinita, verdadera, buena y bella. (LU 1:5.2)
3. Dios no es una personalidad egocéntrica.
El Padre Universal es amor en su sentido más elevado posible. A través de este amor infinito, nunca deja de compartir todo lo que es con sus dos divinos iguales y con todas sus criaturas, sus hijos.
La personalidad divina no es egocéntrica; la distribución de sí misma y el compartir la personalidad caracterizan la individualidad divina con libre albedrío. Las criaturas anhelan asociarse con otras criaturas personales; los Creadores se sienten inducidos a compartir la divinidad con sus hijos del universo; la personalidad del Infinito se revela bajo la forma de Padre Universal, el cual comparte la realidad de su ser y la igualdad de su yo con dos personalidades coordinadas, el Hijo Eterno y el Actor Conjunto. (LU 10:1.3)
4. ¿Cómo se personalizó la deidad?
Como el UNO Infinito es todo, para poder expresar Su voluntad infinita, separó lo deificado de lo no deificado. Es decir, diferenciaba espíritu de energía. El espíritu puro se convirtió en el Hijo Original y la energía pura se materializó en la Isla del Paraíso. Dado que este Infinito tuvo un hijo, eso lo convirtió en el Padre de ese hijo. La etapa simultánea fue que el Padre y el Hijo se unieron en la presencia del Paraíso y el Espíritu Infinito irrumpió en la existencia. Estas tres deidades personales unieron su divinidad para formar la Trinidad del Paraíso reconstituyendo la unidad original del UNO Infinito llamado filosóficamente el YO SOY. En última instancia, de esta unión divina surge el universo central de Havona, luego el potencial experiencial cósmico del Supremo, el Último y el Absoluto.
Con esta operación original, el YO SOY teórico consiguió hacer realidad la personalidad al convertirse en el Padre Eterno del Hijo Original, volviéndose simultáneamente la Fuente Eterna de la Isla del Paraíso. Coexistentes con la diferenciación entre el Hijo y el Padre, y en presencia del Paraíso, aparecieron la persona del Espíritu Infinito y el universo central de Havona. Con la aparición de la Deidad personal coexistente —el Hijo Eterno y el Espíritu Infinito— el Padre evitó dispersarse, como personalidad, por todo el potencial de la Deidad Total, lo que de otra manera hubiera sido inevitable. Desde entonces, el Padre sólo llena todo el potencial de la Deidad cuando se encuentra en asociación Trinitaria con sus dos iguales en Deidad, mientras que la Deidad experiencial se está actualizando cada vez más en los niveles de divinidad de la Supremacía, la Ultimidad y la Absolutidad. (LU 0:3.22)
1. Personalidad, una realidad inmutable.
Debemos diferenciar claramente entre identidad y personalidad. Lo que nos identifica aquí en la tierra es nuestra identidad que es temporal a menos que colaboremos con nuestro Ajustador que es una identidad eterna. Nuestra personalidad implica además de identidad, autoconciencia, voluntad propia y posibilidad de revelarse.
La personalidad. La personalidad del hombre mortal no es ni el cuerpo, ni la mente ni el espíritu, y tampoco es el alma. La personalidad es la única realidad invariable en la experiencia por lo demás siempre cambiante de una criatura, y unifica todos los otros factores asociados de la individualidad. La personalidad es el don incomparable que el Padre Universal confiere a las energías vivientes y asociadas de la materia, la mente y el espíritu, y que sobrevive al sobrevivir el alma morontial. (LU 0:5.11)
2. La mente es el marco donde se ejercita la personalidad.
Es a través del mecanismo de la mente que el hombre material se conecta con las realidades espirituales asegurando así su existencia eterna.
La mente material es el ámbito en el que viven las personalidades humanas, son conscientes de sí mismas, toman sus decisiones, escogen o abandonan a Dios, se eternizan o se destruyen a sí mismas. (LU 111:1.3)
3. Dimensiones de personalidad.
Para todas las personas que usan su mente, los significados de los hechos observables conducen a que los valores del espíritu abran la puerta a la clarividencia de realidades espirituales por el momento más allá del alcance de nuestro estado actual.
El tipo de personalidad otorgado a los mortales de Urantia posee un potencial de siete dimensiones de expresión del yo, o de realización de la persona. Estos fenómenos dimensionales son comprensibles a razón de tres en el nivel finito, tres en el nivel absonito y uno en el nivel absoluto. En los niveles subabsolutos, esta séptima dimensión, o dimensión de totalidad, puede ser experimentada como el hecho de la personalidad. Esta dimensión suprema es un absoluto asociable y, aunque no es infinita, posee un potencial dimensional que permite la penetración subinfinita de lo absoluto. (LU 112:1.9)
Las dimensiones finitas de la personalidad están relacionadas con la longitud, la profundidad y la anchura cósmicas. La longitud indica el significado; la profundidad señala el valor; y la anchura abarca la perspicacia —la capacidad de experimentar una conciencia indiscutible de la realidad cósmica. (LU 112:1.10)
4. El concepto divino de personalidad.
Es observando la magnífica personalidad humana de Jesús que podemos formarnos una idea parcial de la personalidad divina de este Hijo Creador y nuestro Padre Paradisiaco.
No olvidéis nunca que los puntos de vista de la personalidad, concebidos por Dios y por el hombre, se encuentran en las antípodas los unos de los otros. El hombre considera y comprende la personalidad mirando desde lo finito hacia lo infinito; Dios mira desde lo infinito hacia lo finito. El hombre posee el tipo de personalidad más baja, y Dios, la más elevada, siendo incluso suprema, última y absoluta. Por eso los mejores conceptos sobre la personalidad divina han tenido que esperar pacientemente la aparición de mejores ideas sobre la personalidad humana, en especial la elevada revelación tanto de la personalidad humana como de la divina en la vida de donación de Miguel, el Hijo Creador, en Urantia. (LU 1:6.3)
5. La personalidad no se puede definir.
Probablemente lo que nos impide definir exactamente qué es la personalidad radica en su poder para unificar los diversos componentes de la identidad que la posee.
Aunque apenas podemos aventurarnos a definir la personalidad, podemos intentar indicar la manera en que comprendemos los factores conocidos que van a componer el conjunto de energías materiales, mentales y espirituales cuya interasociación constituye el mecanismo en el cual, sobre el cual y con el cual el Padre Universal hace que ejerza su actividad la personalidad conferida por él. (LU 16:8.2)
6. La divina espontaneidad de la personalidad.
Aunque nuestro origen es animal, el don de la personalidad, don del Padre Universal, nos conecta con su propia personalidad. Porque la naturaleza misma de la personalidad es deificada, buscando siempre regresar a la fuente que la creó.
La concesión de la personalidad a las criaturas les confiere una liberación relativa respecto a la reacción servil a la causalidad precedente, y la personalidad de todos estos seres morales, evolutivos u otros, está centrada en la personalidad del Padre Universal. Siempre es atraída hacia su presencia en el Paraíso por ese parentesco de existencia que constituye el inmenso círculo familiar universal y el circuito fraternal del Dios eterno. Existe un parentesco de espontaneidad divina en toda personalidad. (LU 5:6.9)
1. Dios es personalidad.
Por mucho que Dios sea Amor y sin Él el Amor no existiría, la personalidad es Dios, y la realidad de la personalidad existe porque Dios y la personalidad son UNO.
Sin Dios, y exceptuando su persona magnífica y central, no habría ninguna personalidad en todo el inmenso universo de universos. Dios es personalidad. (LU 1:5.7)
2. Dios, fuente de toda personalidad.
Siendo Dios personalidad, él es el dador exclusivo de la personalidad. Incluso sus dos iguales en divinidad recibieron de él su propia personalidad.
El Padre Universal es el secreto de la realidad de la personalidad, del otorgamiento de la personalidad y del destino de la personalidad. El Hijo Eterno es la personalidad absoluta, el secreto de la energía espiritual, de los espíritus morontiales y de los espíritus perfeccionados. El Actor Conjunto es la personalidad mental y espiritual, la fuente de la inteligencia, de la razón y de la mente universal. Pero la Isla del Paraíso es no personal y extraespiritual; es la esencia del cuerpo universal, la fuente y el centro de la materia física y el arquetipo maestro absoluto de la realidad material universal. (LU 0:5.5)
3. ¿Cómo adquirimos nuestra personalidad?
El don de la personalidad está incluido en el circuito mental recibido del Divino Ministro de nuestro universo. Es a través del trabajo de sus espíritus mentales ayudantes que la personalidad humana se expresa, pero es a través del ministerio del Ajustador interno que esta personalidad de naturaleza deificada deifica la identidad de este ser evolutivo.
La capacidad para recibir la personalidad divina es inherente al Ajustador prepersonal; la capacidad para recibir la personalidad humana existe en potencia en la dotación mental cósmica del ser humano. Pero la personalidad experiencial del hombre mortal no es observable como realidad activa y funcional hasta después de que el vehículo vital material de la criatura mortal ha sido tocado por la divinidad liberadora del Padre Universal, siendo lanzada así a los mares de la experiencia como una personalidad consciente de sí misma, capaz (relativamente) de determinarse y de crearse a sí misma. El yo material es verdaderamente personal sin ninguna restricción. (LU 5:6.6)
4. Sólo el Padre confiere personalidad.
Dado que él es el origen y fuente de todas las personalidades, es concebible que sea el dador de la personalidad.
La concesión de la personalidad es una ocupación exclusiva del Padre Universal, es la personalización de los sistemas energéticos vivientes, a los cuales dota de los atributos de una conciencia creativa relativa y del control de la misma por medio del libre albedrío. No hay ninguna personalidad que no provenga de Dios Padre, y no existe ninguna personalidad si no es gracias a Dios Padre. Los atributos fundamentales de la individualidad humana, así como el Ajustador, núcleo absoluto de la personalidad humana, son dones del Padre Universal actuando en su terreno exclusivamente personal de ministerio cósmico. Ninguna personalidad está separada de Dios Padre, y nadie existe excepto Dios Padre. Los atributos fundamentales de la individualidad humana, así como el Ajustador Absoluto, el núcleo de la personalidad humana, son otorgados por el Padre Universal actuando en Su reino exclusivamente personal de ministerio cósmico. (LU 5:6.4)
5. Dios es el dador y preservador de cada personalidad.
Dado que él es la fuente de la personalidad, Dios, el Padre Universal, es también la meta del regreso de todas las personalidades a su propia fuente.
El Padre Universal es el Dios de las personalidades. El campo de la personalidad en el universo, desde las criaturas mortales y materiales más humildes con estatus de personalidad hasta las personas más elevadas con dignidad de creadores y con estatus divino, tiene su centro y su circunferencia en el Padre Universal. Dios Padre es el que concede y conserva cada personalidad. Y el Padre Paradisiaco es igualmente el destino de todas aquellas personalidades finitas que eligen sinceramente hacer la voluntad divina, de aquellos que aman a Dios y anhelan parecerse a él. (LU 5:6.1)
6. La personalidad es un misterio universal.
Como Dios que es un misterio por su naturaleza infinita y absoluta, la personalidad también es un misterio, porque no podemos entenderla enteramente aunque la usemos diariamente.
La personalidad es uno de los misterios no resueltos de los universos. Podemos formarnos unos conceptos adecuados de los factores que entran en la composición de los diversos tipos y niveles de personalidades, pero no comprendemos plenamente la naturaleza real de la personalidad misma. Percibimos claramente los numerosos factores que, una vez reunidos, constituyen el vehículo de la personalidad humana, pero no comprendemos plenamente la naturaleza y el significado de esa personalidad finita. (LU 5:6.2)
1. Personalidad e identidad.
Debemos distinguir claramente la diferencia entre personalidad e identidad. Uno es deificado mientras que el otro es temporal sin transferencia al alma más permanente.
En el organismo humano, la suma de las partes constituye el yo —la individualidad— pero este proceso no tiene absolutamente nada que ver con la personalidad, que unifica todos estos factores en sus relaciones con las realidades cósmicas. (LU 112:1.18)
2. Relaciones de personalidad.
El fenómeno de la evolución progresiva del pensamiento se manifiesta en el hombre mediante el trabajo de unificación de la personalidad.
El conocimiento produce orgullo en el hecho de la personalidad; la sabiduría es la conciencia del significado de la personalidad; la religión es la experiencia del conocimiento del valor de la personalidad; la revelación es la seguridad de la supervivencia de la personalidad. (LU 102:3.9)
3. Círculos psíquicos y personalidad.
El cruce de los círculos psíquicos lleva gradualmente al hombre de la animalidad a la divinidad.
Los círculos psíquicos no son exclusivamente intelectuales ni totalmente morontiales; tienen que ver con el estado de la personalidad, los logros de la mente, el crecimiento del alma y la sintonización con el Ajustador. La travesía con éxito de estos niveles requiere el funcionamiento armónico de toda la personalidad, y no simplemente de algunas de sus fases. El crecimiento de las partes no equivale a la verdadera maduración del todo; las partes crecen realmente en proporción a la expansión del yo completo —de todo el yo— material, intelectual y espiritual. (LU 110:6.3)
4. Misiones de personalidad.
Todo hombre motivado por la sabiduría buscará la fuente de la perfección bajo el control de su personalidad de naturaleza deificada.
La autoconciencia es en esencia una conciencia comunitaria: Dios y hombre, Padre e hijo, Creador y criatura. En la autoconciencia humana, cuatro realizaciones de las realidades universales están latentes e inherentes:
La búsqueda del conocimiento, lógica científica.
La búsqueda de los valores morales, el sentido del deber.
La búsqueda de valores espirituales, experiencia religiosa.
La búsqueda de los valores de la personalidad, la capacidad de reconocer la realidad de Dios como personalidad y la realización simultánea de nuestras relaciones fraternas con las personalidades de nuestros semejantes.
5. La personalidad humana es la sombra de lo divino.
¡Esta es una cita que dice mucho sobre la naturaleza de nuestra personalidad al hacernos conscientes del profundo misterio que representa!
La personalidad humana es la sombra-imagen espacio-temporal proyectada por la personalidad divina del Creador. Y ninguna realidad se puede comprender nunca de manera adecuada mediante el examen de su sombra. Las sombras deben interpretarse en función de la verdadera sustancia. (LU 1:6.1)
6. Reconocimiento de la personalidad por parte de los directores del censo.
¡Al describir la función de los Directores del Censo, podemos comprender mejor por qué el Padre está verdaderamente consciente de todo lo que sucede en su creación!
Los Directores del Censo sólo se ocupan de los seres humanos —así como de otras criaturas volitivas— para registrar el hecho de que la voluntad funciona. No se ocupan de la historia de vuestra vida ni de vuestras obras; no son en ningún sentido unas personalidades que registran. El Director del Censo de Nebadon, número 81.412 de Orvonton, estacionado actualmente en Salvington, es personalmente consciente y conocedor en este mismo momento de vuestra presencia viviente aquí en Urantia; y proporcionará a los registros la confirmación de vuestra muerte en el momento en que dejéis de actuar como criatura volitiva. (LU 24:2.7)
1. La personalidad funciona en muchos niveles del universo.
El tipo de personalidad dado a los humanos por el Padre no es el único tipo de personalidad en el universo.
El Padre Universal confiere la personalidad a las numerosas órdenes de seres que ejercen su actividad en los diversos niveles de la realidad universal. Los seres humanos de Urantia están dotados de una personalidad de tipo finito-mortal que actúa en el nivel de los hijos ascendentes de Dios. (LU 16:8.1)
2. La personalidad nos da una identidad humana.
Aunque seamos una multitud de personalidades, todos somos únicos.
Las personalidades pueden ser semejantes, pero nunca son iguales. Las personas que pertenecen a una serie, un tipo, una orden o un modelo determinados pueden parecerse las unas a las otras, y de hecho se parecen, pero nunca son idénticas. La personalidad es esa característica que conocemos de un individuo, y que nos permitirá identificar a ese ser en algún momento del futuro sin tener en cuenta la naturaleza y la extensión de los cambios que se habrán producido en su forma, su mente o su estado espiritual. La personalidad es esa parte del individuo que nos permite reconocer e identificar con precisión a esa persona como la que hemos conocido anteriormente, por mucho que haya cambiado debido a la modificación del vehículo que expresa y manifiesta su personalidad. (LU 16:8.4)
3. Dos características universales de la personalidad.
He aquí dos características de la personalidad humana que definitivamente nos diferencian de los animales.
La personnalité de la créature se distingue par deux phénomènes spontanés et caractéristiques du comportement réactif d’un mortel : la conscience de soi et le libre arbitre relatif qui lui est associé.
La conscience de soi consiste à se rendre compte intellectuellement de l’actualité de la personnalité. Elle inclut l’aptitude à reconnaitre la réalité d’autres personnalités. Elle dénote que l’on est capable d’une expérience individualisée dans et avec les réalités cosmiques, ce qui équivaut à atteindre le statut d’identité dans les relations de personnalité de l’univers. La conscience de soi implique que l’on reconnait l’actualité du ministère du mental et que l’on réalise l’indépendance relative du libre arbitre créatif et déterminant. LU 16:8.5-6
4. El reino de la personalidad humana.
Estas siete enumeraciones caracterizan el ámbito de acción de la personalidad.
Le libre arbitre relatif qui caractérise la conscience de soi de la personnalité humaine se trouve engagé dans les cas suivants :
Décision morale, la plus haute sagesse.
Choix spirituel, le discernement de la vérité.
Amour désintéressé, le service fraternel.
Coopération intentionnelle, la loyauté de groupe.
Perspicacité cosmique, la compréhension des significations universelles.
Consécration de la personnalité, la dévotion à faire de tout cour la volonté du Père.
L’adoration, quand on poursuit sincèrement les valeurs divines et que l’on aime de tout son cœur le divin Donateur des Valeurs. LU 16:8.7-14
5. Atributos de personalidad.
La siguiente descripción de la personalidad representa bien cómo la perciben los seres celestiales, así como los tres dominios de reconocimiento asociados.
On peut considérer que la personnalité humaine du type d’Urantia fonctionne dans un mécanisme physique formé de la modification planétaire du type nébadonien d’organisme appartenant à l’ordre électrochimique d’activation de la vie et doté du modèle de reproduction parentale selon l’ordre de Nébadon de la série d’Orvonton du mental cosmique. L’effusion du don divin de la personnalité sur un tel mécanisme de mortel doté d’un mental lui confère la dignité de citoyen cosmique et permet à cette créature mortelle de réagir dorénavant à la récognition constitutive des trois réalités mentales fondamentales du cosmos:
La récognition mathématique ou logique de l’uniformité de la causalité physique.
La récognition raisonnée de l’obligation de se conduire moralement.
La compréhension, par la foi, de la communion avec la Déité, associée au service, expression de l’amour, de l’humanité.
La pleine fonction de cette dotation de personnalité est le commencement de la réalisation de la parenté avec la Déité. Une telle individualité habitée par un fragment prépersonnel de Dieu le Père est, en vérité et en fait, un fils spirituel de Dieu. Non seulement une telle créature révèle la capacité de recevoir le don de la présence divine, mais elle fait aussi ressortir une réaction sensible au circuit de gravité de personnalité du Père Paradisiaque de toutes les personnalités. LU 16:8.15-19
1. La personalidad es anterior a los Ajustadores.
Mucho antes de recibir a nuestro Ajustador, la personalidad tuvo la oportunidad de expresarse en el ser humano. Dios es el creador absoluto. La personalidad, al estar dotada de una gran creatividad, ¿sería esta la razón por la cual tal cualidad proviene de la misma fuente que la personalidad del Padre, un fenómeno que ocurre antes de todas las fragmentaciones en la forma del Ajustador?
La personalidad es un don único de naturaleza original cuya existencia es independiente de, y anterior a, la concesión del Ajustador del Pensamiento. Sin embargo, la presencia del Ajustador aumenta de hecho la manifestación cualitativa de la personalidad. Cuando los Ajustadores del Pensamiento surgen del Padre, son idénticos en naturaleza, pero la personalidad es variada, original y exclusiva; y la manifestación de la personalidad está condicionada y limitada además por la naturaleza y las cualidades de las energías asociadas de naturaleza material, mental y espiritual que constituyen el vehículo orgánico que sirve para la manifestación de la personalidad. (LU 16:8.3)
2. El Ajustador influye en las relaciones interpersonales.
Las dos citas siguientes nos demuestran cuán esenciales son los Ajustadores en la emancipación mental, social y espiritual de los humanos.
Les formes supérieures d’intercommunication intelligente entre les êtres humains sont grandement aidées par les Ajusteurs intérieurs. Les animaux éprouvent effectivement des affinités entre eux, mais ne se communiquent pas de concepts les uns aux autres ; ils peuvent exprimer des émotions, mais non des idées ni des idéaux. Avant d’avoir reçu des Ajusteurs de Pensée, les hommes d’origine animale n’ont pas non plus de rapports intellectuels d’un type supérieur ni de communion spirituelle avec leurs compagnons. Toutefois, quand les créatures évolutionnaires développent leur faculté de parole, elles sont sur la bonne voie pour recevoir des Ajusteurs.
Les animaux communiquent effectivement entre eux d’une manière grossière, mais il n’y a que peu ou pas de personnalité dans ce contact primitif. Les Ajusteurs ne sont pas la personnalité, mais des êtres prépersonnels. Toutefois, ils viennent de la source de la personnalité, et leur présence accroit la qualité des manifestations de la personnalité humaine ; cela est spécialement vrai si l’Ajusteur a eu des expériences antérieures. LU 109:4.1-2
3. Ajustadores y potencial de personalidad.
¡Aquí hay otra prueba de lo que expresé hace un momento!
El tipo de Ajustador tiene mucho que ver con el potencial de expresión de la personalidad humana. A lo largo de todas las épocas, muchos grandes dirigentes intelectuales y espirituales de Urantia han ejercido su influencia principalmente debido a la superioridad y a la experiencia previa de sus Ajustadores interiores. (LU 109:4.3)
1. La personalidad siempre busca la unificación.
Conociendo el origen real de la personalidad, ¡cómo sorprendernos de que su función principal sea la de unificar los distintos componentes de la individualidad!
La personalidad intenta de forma inherente unificar todas las realidades que la constituyen. La personalidad infinita de la Fuente-Centro Primera, del Padre Universal, unifica a los siete Absolutos que constituyen la Infinidad; y puesto que la personalidad del hombre mortal es un don exclusivo y directo del Padre Universal, posee igualmente el potencial de unificar los factores constituyentes de la criatura mortal. Esta creatividad unificadora que posee toda personalidad de criatura es una marca de nacimiento de su elevada fuente exclusiva y es una prueba adicional de su contacto ininterrumpido con esa misma fuente a través del circuito de la personalidad, gracias al cual la personalidad de la criatura mantiene un contacto directo y sostenido con el Padre de todas las personalidades que reside en el Paraíso. (LU 56:4.2)
2. Datos de personalidad.
¡Esta es una descripción parcial de lo que podemos ver sobre la personalidad humana!
Sin duda sería presuntuoso intentar definir la personalidad, pero podría ser útil recordar ciertas cosas que se saben sobre ella:
Personalidad es aquella cualidad en realidad que confiere el propio Padre Universal, o el Actor Conjunto que actúa en nombre del Padre.
Puede otorgarse a cualquier sistema de energía viviente que incluya la mente o el espíritu.
No está enteramente sujeto a los impedimentos de causas antecedentes. Es relativamente creativo o co-creativo.
Cuando se confiere a criaturas materiales evolutivas, hace que el espíritu se esfuerce por dominar la energía-materia a través de la mente.
Aunque carece de identidad, la personalidad puede unificar la identidad de cualquier sistema energético vivo.
Su sensibilidad al circuito de la personalidad es sólo cualitativa, a diferencia de la de las tres energías que son tanto cualitativa como cuantitativamente sensibles a la gravedad.
La personalidad es invariable ante el cambio.
Puede hacer un regalo a Dios: la consagración del libre albedrío para hacer la voluntad de Dios.
Se caracteriza por la moralidad, la conciencia de la relatividad de las relaciones con las demás personas. Discierne niveles de conducta y hace una elección juiciosa entre ellos.
La personalidad es única, absolutamente única: es única en el tiempo y en el espacio; ella es única en la eternidad y en el Paraíso; es único cuando se confiere: no hay copias del mismo; es único en cualquier momento de la existencia; es único en relación con Dios - que no tiene en cuenta a las personas, pero que tampoco las suma, porque no pueden sumarse - son asociables, pero no totalizables. definitivamente clasificados aparte de sus compañeros habiendo absorbido sólo la sabiduría del mundo. Los religiosos parecen vivir efectivamente emancipados del acoso de las prisas y de la dolorosa tensión de las vicisitudes inherentes a las corrientes seculares de la época. Demuestran una estabilidad de personalidad y una serenidad de carácter que las leyes de la fisiología, la psicología y la sociología no explican.
3. Personalidad y carácter moral.
La moralidad es evolutiva, pero la personalidad le proporciona valor espiritual.
««Por sus frutos los conoceréis». La personalidad es básicamente invariable. Lo que cambia —lo que crece— es el carácter moral.» (LU 140:4.7)
La personalidad reacciona directamente a la presencia de otra personalidad.
Es un elemento que puede ser añadido al espíritu, ilustrando así la primacía del Padre con respecto al Hijo. (No es necesario añadir la mente al espíritu).
La personalidad puede sobrevivir a la muerte física con la identidad que se encuentra en el alma sobreviviente. El Ajustador y la personalidad son invariables; la relación entre ambos (en el alma) no es más que cambio, evolución continua; y si este cambio (el crecimiento) cesara, el alma dejaría de existir.
La personalidad tiene una conciencia única del tiempo, que es diferente a la percepción que la mente o el espíritu tienen del mismo. LU 112:0.13-16
1. La religión surge de toda la personalidad.
Personalidad y vida del espíritu van de la mano por su origen.
Las certidumbres de la ciencia proceden totalmente del intelecto; las certezas de la religión se originan en los fundamentos mismos de la totalidad de la personalidad. La ciencia apela a la comprensión de la mente; la religión apela a la lealtad y a la devoción del cuerpo, la mente y el espíritu, e incluso de toda la personalidad. (LU 102:1.4)
2. La religión estabiliza la personalidad.
Cuanto más se acercan los seres humanos a la verdad religiosa, más paz y estabilidad encuentra su personalidad.
Es difícil identificar y analizar los factores de una experiencia religiosa, pero no es difícil observar que los practicantes religiosos viven y se comportan como si ya estuvieran en presencia del Eterno. Los creyentes reaccionan ante esta vida temporal como si la inmortalidad estuviera ya al alcance de sus manos. En la vida de estos mortales se puede observar una originalidad válida y una espontaneidad de expresión que los separa para siempre de aquellos semejantes suyos que sólo se han impregnado de la sabiduría del mundo. Las personas religiosas parecen vivir eficazmente liberadas del acoso de la prisa y de la tensión dolorosa de las vicisitudes inherentes a las corrientes transitorias del tiempo; manifiestan una estabilidad en su personalidad y una tranquilidad de carácter que las leyes de la fisiología, la psicología y la sociología no pueden explicar. (LU 102:2.3)
3. Personalidad y carácter moral.
La moralidad es evolutiva, pero la personalidad le proporciona valor espiritual.
««Por sus frutos los conoceréis». La personalidad es básicamente invariable. Lo que cambia —lo que crece— es el carácter moral. El error principal de las religiones modernas es el negativismo. El árbol que no produce frutos es «derribado y arrojado al fuego». El valor moral no puede provenir de la simple represión —de la obediencia al mandato «No harás». El miedo y la vergüenza son motivaciones sin valor para la vida religiosa. La religión solamente es válida cuando revela la paternidad de Dios y realza la fraternidad de los hombres.» (LU 140:4.7)
4. El amor fortalece las asociaciones de personalidad.
Dios es amor. La personalidad encuentra su origen en este Dios de amor. Por tanto, es natural que el amor se manifieste en las relaciones personales.
El amor es el secreto de las asociaciones beneficiosas entre personalidades. No podéis conocer realmente a una persona como resultado de un solo encuentro. No podéis apreciar la música por medio de deducciones matemáticas, aunque la música sea una forma de ritmo matemático. El número que tiene asignado un abonado telefónico no identifica de ninguna manera a la personalidad de ese abonado, ni indica nada sobre su carácter. (LU 12:9.2)
5. Dominación de la personalidad por la mente.
Dado que la personalidad está deificada por naturaleza, es natural que sea guiada por el espíritu.
La energía-materia domina en los superuniversos evolutivos, salvo en la personalidad, donde el espíritu lucha, por mediación de la mente, para conseguir la superioridad. La meta de los universos evolutivos es someter la energía-materia a la acción de la mente, coordinar la mente con el espíritu, y conseguir todo ello en virtud de la presencia creativa y unificadora de la personalidad. Así pues, en relación con la personalidad, los sistemas físicos se vuelven subordinados, los sistemas mentales, coordinados, y los sistemas espirituales, directivos. (LU 116:6.1)
En los niveles de la deidad, esta unión del poder y de la personalidad se expresa en, y bajo la forma de, el Supremo. Pero la verdadera evolución de la dominación del espíritu es un crecimiento que está basado en los actos voluntarios de los Creadores y de las criaturas del gran universo. (LU 116:6.2)
6. La conquista definitiva de la mente.
Materia, mente y espíritu están asociados en la expresión personal.
El Supremo es el canal divino por el que fluye la infinidad creativa de las triodidades, que se cristaliza en el panorama galáctico del espacio, donde tiene lugar el magnífico drama de las personalidades del tiempo: la conquista espiritual de la energía-materia por mediación de la mente. (LU 117:3.2)
1. Potenciales de personalidad.
¿Estamos utilizando todo el potencial asignado a la personalidad en el nivel finito? Si no, sería hora de empezar, porque también tenemos que realizar el potencial de nuestra personalidad en el nivel absonito e incluso en el nivel absoluto.
La personalidad es un nivel de realidad deificada, y se extiende desde el nivel humano e intermedio de mayor activación mental de la adoración y la sabiduría, y asciende a través de los niveles morontiales y espirituales hasta alcanzar el estado definitivo de la personalidad. Ésta es la ascensión evolutiva de la personalidad de los mortales y de otras criaturas similares, pero existen otras muchas clases de personalidades en el universo.
La realidad está sometida a la expansión universal, la personalidad a una diversificación infinita, y las dos son capaces de coordinarse casi ilimitadamente con la Deidad y de estabilizarse de manera eterna. Aunque el campo metamórfico de la realidad no personal está claramente limitado, no conocemos ninguna limitación a la evolución progresiva de las realidades de la personalidad.
En los niveles experienciales conseguidos, todas las clases de personalidades y todos los valores de la personalidad son asociables e incluso cocreativos. Incluso Dios y el hombre pueden coexistir en una personalidad unificada, tal como lo demuestra de manera tan exquisita el estado actual de Cristo Miguel —Hijo del Hombre e Hijo de Dios. LU 0:5.1-3
2. La personalidad en el centro de la existencia.
La personalidad unida a la identidad humana fusionada con su Ajustador garantiza la supervivencia eterna de esta nueva criatura.
Todos los conceptos humanos sobre la realidad están basados en la suposición de que la personalidad humana es real; todos los conceptos sobre las realidades superhumanas están basados en la experiencia de la personalidad humana con, y en, las realidades cósmicas de ciertas entidades espirituales y personalidades divinas asociadas. Todo lo que no es espiritual en la experiencia humana, salvo la personalidad, es un medio para conseguir un fin. Toda verdadera relación del hombre mortal con otras personas —humanas o divinas— es un fin en sí misma. Y una comunión así con la personalidad de la Deidad es la meta eterna de la ascensión por el universo. (LU 112:2.8)
3. Unidad cósmica de la personalidad.
Es en la personalidad de Jesús donde podemos presenciar la mayor unificación posible de la personalidad humana.
La finalidad de la evolución cósmica consiste en alcanzar la unidad de la personalidad mediante el dominio creciente del espíritu, una reacción volitiva a las enseñanzas y directrices del Ajustador del Pensamiento. La personalidad, tanto humana como superhumana, está caracterizada por una cualidad cósmica inherente que podríamos llamar «la evolución del dominio», la expansión del control sobre sí mismo y sobre el entorno. (LU 112:2.15)
4. La personalidad puede perpetuar su objetivo.
La personalidad ya es eterna por su naturaleza deificada. Sin embargo, es a través de la fusión entre la identidad humana y el Ajustador que la personalidad unificada hará que esta identidad sea eterna y deificada.
La personalidad de la criatura mortal puede eternizarse mediante su identificación con el espíritu interior por medio de la técnica de escoger hacer la voluntad del Padre. Esta consagración de la voluntad equivale a llevar a cabo una intención real y eterna. Esto significa que la intención de la criatura se ha vuelto invariable en relación con la sucesión de los momentos; dicho de otra manera, que la sucesión de los momentos no presenciará ningún cambio en la intención de la criatura. Un millón o mil millones de momentos no supondrán ninguna diferencia. Los números han dejado de tener significado en lo que se refiere a la intención de la criatura. Y así, la elección de la criatura más la elección de Dios se traducen en las realidades eternas de la unión interminable entre el espíritu de Dios y la naturaleza del hombre para el servicio perpetuo de los hijos de Dios y de su Padre Paradisiaco. (LU 118:1.2)
5. Acción de la personalidad y reacción suprema.
En verdad, el hombre y el Supremo están íntimamente conectados en la autocreación personal.
La personalidad en progreso deja un rastro de realidad manifestada a medida que atraviesa los niveles ascendentes de los universos. Las creaciones crecientes del tiempo y del espacio, ya sean mentales, espirituales o energéticas, son modificadas por el progreso de la personalidad a través de sus dominios. Cuando el hombre actúa, el Supremo reacciona, y esta operación constituye el hecho del progreso. (LU 117:5.6)
1. Jesús era una personalidad unificada.
Jesús es el modelo humano por excelencia para quien busca el equilibrio en todo y la unificación de su personalidad.
Jesús era la personalidad humana perfectamente unificada. Y hoy, como en Galilea, continúa unificando la experiencia mortal y coordinando los esfuerzos humanos. Unifica la vida, ennoblece el carácter y simplifica la experiencia. Entra en la mente humana para elevarla, transformarla y transfigurarla. Es literalmente cierto que: «Si un hombre tiene a Cristo Jesús dentro de él, es una criatura nueva; las cosas viejas van desapareciendo; y mirad, todas las cosas se vuelven nuevas». (LU 100:7.18)
2. Jesús una personalidad bien integrada.
Toda persona que es sobria y equilibrada, como lo fue Jesús, genera respeto y admiración por parte de los demás. Una cualidad deseable que todos deberíamos buscar ansiosamente
El Hijo del Hombre siempre fue una personalidad bien equilibrada. Incluso sus enemigos le tenían un respeto saludable; temían incluso su presencia. Jesús no tenía miedo. Estaba sobrecargado de entusiasmo divino, pero nunca se volvió fanático. Era emocionalmente activo, pero nunca caprichoso. Era imaginativo pero siempre práctico. Se enfrentaba con franqueza a las realidades de la vida, pero nunca era insulso ni prosaico. Era valiente pero nunca temerario; prudente, pero nunca cobarde. Era compasivo pero no sensiblero; excepcional pero no excéntrico. Era piadoso pero no beato. Estaba tan bien equilibrado porque estaba perfectamente unificado. (LU 100:7.4)
3. Jesús tenía un gran respeto por la personalidad humana.
Conociendo el origen de la personalidad, ¿cómo no sentirnos llenos de un gran respeto por cualquier persona?
Respetad siempre la personalidad del hombre. Una causa justa nunca se debe promover por la fuerza; las victorias espirituales sólo se pueden ganar por medio del poder espiritual. Esta orden en contra del empleo de las influencias materiales se refiere tanto a la fuerza psíquica como a la fuerza física. No se deben emplear los argumentos abrumadores ni la superioridad mental para coaccionar a los hombres y a las mujeres para que entren en el reino. La mente del hombre no debe ser aplastada con el solo peso de la lógica, ni intimidada con una elocuencia sagaz. Aunque la emoción, como factor en las decisiones humanas, no se puede eliminar por completo, los que quieran hacer progresar la causa del reino no deberían recurrir directamente a la emoción en sus enseñanzas. Apelad directamente al espíritu divino que reside en la mente de los hombres. No recurráis al miedo, a la lástima o al simple sentimiento. Cuando apeléis a los hombres, sed justos; ejerced el autocontrol y manifestad la debida compostura; mostrad un respeto adecuado por la personalidad de vuestros alumnos. Recordad que he dicho: «Mirad, me detengo en la puerta y llamo, y si alguien quiere abrir, entraré».
Cuando atraigáis a los hombres hacia el reino, no disminuyáis ni destruyáis su autoestima. Una autoestima excesiva puede destruir la humildad adecuada y terminar en orgullo, presunción y arrogancia, pero la pérdida de la autoestima acaba a menudo en la parálisis de la voluntad. Este evangelio tiene la finalidad de restablecer la autoestima en aquellos que la han perdido, y de refrenarla en los que la tienen. No cometáis el error de limitaros a condenar las equivocaciones que veáis en la vida de vuestros alumnos; recordad también que debéis reconocer generosamente las cosas más dignas de elogio que veáis en sus vidas. No olvidéis que no me detendré ante nada para restablecer la autoestima en aquellos que la han perdido, y que realmente desean recuperarla. LU 159:3.2-3
4. Debemos respetar todas las personalidades.
El amor divino debe motivar a todas las personalidades en su trato con almas tibias y frágiles.
Cuidad de no herir la autoestima de las almas tímidas y temerosas. No os permitáis ser sarcásticos a expensas de mis hermanos ingenuos. No seáis cínicos con mis hijos atormentados por el miedo. El desempleo destruye la autoestima; por lo tanto, recomendad a vuestros hermanos que se mantengan siempre ocupados en las tareas que han elegido, y que hagan todo tipo de esfuerzos por conseguirle un trabajo a aquellos que se encuentran sin empleo. (LU 159:3.4)
1. Supervivencia de los valores de la personalidad.
En el cosmos nada se pierde, ni siquiera los valores espirituales desarrollados por la personalidad de un no superviviente.
Si el hombre mortal no logra sobrevivir a la muerte natural, los valores espirituales reales de su experiencia humana sobreviven como una parte de la experiencia continua del Ajustador del Pensamiento. Los valores de la personalidad de ese no sobreviviente subsisten como un factor en la personalidad del Ser Supremo en vías de manifestarse. Estas cualidades sobrevivientes de la personalidad están desprovistas de identidad, pero no de los valores experienciales acumulados durante la vida mortal en la carne. La supervivencia de la identidad depende de la supervivencia del alma inmortal, cuyo estado es morontial y posee un valor cada vez más divino. La identidad de la personalidad sobrevive en y con la supervivencia del alma. (LU 16:9.3)
2. Personalidad en relación con Dios.
Dios es una persona. El hombre también es una persona. Es a través de esta naturaleza de persona a persona que Dios y el hombre se relacionan.
El hombre no lleva a cabo su unión con Dios como una gota de agua podría encontrar su unidad con el océano. El hombre consigue la unión divina mediante una comunión espiritual progresiva y recíproca, mediante unas relaciones de personalidad con el Dios personal, alcanzando cada vez más la naturaleza divina mediante una conformidad sincera e inteligente a la voluntad divina. Una relación tan sublime sólo puede existir entre personalidades. (LU 1:7.2)
3. La revelación promueve la supervivencia de la personalidad.
La verdad de la revelación da su pleno significado a la personalidad. La ciencia siempre tendrá sólo una idea parcial de la personalidad.
Un ser humano se da cuenta también de que es una parte del cosmos ideacional, pero aunque un concepto puede perdurar más allá de la duración de la vida de un mortal, no hay nada inherente al concepto que indique la supervivencia personal de la personalidad que lo concibe. El agotamiento de las posibilidades de la lógica y de la razón tampoco revelará nunca al lógico o al razonador la verdad eterna de la supervivencia de la personalidad. (LU 101:10.2)
4. Destino de la personalidad que no sobrevive.
¡Frente al Supremo, cada personalidad tiene una gran responsabilidad hacia esta deidad en pleno apogeo!
El Supremo lucha por expresarse en todo el gran universo. Su evolución divina está basada en cierta medida en las acciones y la sabiduría de cada personalidad que existe. Cuando un ser humano escoge la supervivencia eterna, está cocreando su destino; y el Dios finito encuentra, en la vida de ese mortal ascendente, un aumento de la autorrealización de su personalidad y una ampliación de su soberanía experiencial. Pero si una criatura rechaza la carrera eterna, aquella parte del Supremo que dependía de la elección de dicha criatura experimenta un retraso inevitable, una privación que ha de ser compensada con una experiencia sustitutiva o colateral. En cuanto a la personalidad del no sobreviviente, es absorbida en la superalma de la creación, volviéndose una parte de la Deidad del Supremo. (LU 117:4.2)
La palabra «personalidad» no aparece en la Biblia.
La psicología considera la personalidad como la suma de las capacidades constitucionales, ideacionales, afectivas y reactivas del individuo. La personalidad no se trata sólo de «encanto», urbanidad y cultura.
La personalidad es difícil de definir, pero se reconoce que funciona en diferentes niveles:
El endomorfo es el extrovertido de las emociones. Existe una estrecha conexión con los órganos vitales internos.
El mesomorfo es el extrovertido de acción. Está relacionado con el sistema muscular.