© 2022 Constance «Konni» Wallach
© 2022 Fundación Urantia
Compartir El libro de Urantia - Sherry Cathcart Chavis | Volumen 16, Número 4, Oct. 2022 — Índice | Anuncios |
De Constance «Konni» Wallach, California (Estados Unidos)
Cuando me pidieron que compartiera mi historia, aproveché la oportunidad de mirar atrás y agrupar mis pensamientos sobre lo que El libro de Urantia significa para mí. Como estoy en los últimos años de mi estancia en el reino material del tiempo y el espacio, me doy cuenta de que el libro me ha dado un mapa a seguir. El camino conduce a mi destino cósmico como finalitario mortal en el Paraíso, un destino que no podría haber imaginado que fuera posible con anterioridad.
Mi viaje comenzó buscando respuestas a las preguntas persistentes de mi formación religiosa temprana. Lamentablemente, mis primeros años quedaron marcados por las tácticas utilizadas para hacerme creer que solo una religión basada en el miedo podía hacerme merecedora de la aprobación de Dios. Pero al leer el libro, especialmente los documentos de Jesús, mis valores espirituales recién adquiridos borraron todo el miedo.
Gracias a la guía de mi fragmento de Padre, con su amor constante y sincero, he logrado cierto crecimiento espiritual, aunque a nivel de jardín de infancia comparado con el de un finalitario ascendente. Este crecimiento se ha visto facilitado por la lectura y relectura de El libro de Urantia, combinada con muchos años de cursos virtuales.
Me parece interesante que haya tantos lectores que afirman que el libro los encontró. En mi caso fue así. Cuando mi hijastro estaba en la universidad, se involucró con el movimiento de «paz y amor», terminó en las drogas y fue encarcelado. Por suerte era un estudiante brillante, así que lo pusieron a trabajar en la biblioteca. Fue allí donde un voluntario presentó El libro de Urantia a todos los reclusos que estaban interesados. Sus cartas a casa fueron testigos del surgimiento de una nueva persona, que acabó salvando su futura vida espiritual y dando sentido a su vida de mortal.
Hoy es un científico que cree de todo corazón en la verdad de El libro de Urantia. Con un doctorado en herpetología, mi hijastro es ahora un profesor jubilado de Harvard que escribe libros para niños y les enseña a no tener miedo de los reptiles.
Al haber sido testigo del cambio de valores espirituales de mi hijastro, decidí leer este libro extremadamente grande de páginas muy finas. Por muy desalentador que fuera, algo en mi interior me decía que debía leer este libro. Cincuenta años después, sigo leyendo y estudiando cada día. Y en mis muchos viajes por el mundo, me ha dado el placer de compartir las enseñanzas con mis semejantes.
¡Qué regalo es este libro para todos los que aceptan el reto de leerlo! El libro me enseñó que esta vida material es solo un puente hacia la siguiente. A medida que iba armando el rompecabezas, pieza por pieza, se fue aclarando el propósito de mi existencia. El libro le dio una dirección a mi alma y respuestas sobre cómo alcanzar la vida eterna. El concepto de servicio alegre echó raíces en mi mente. Llegué a comprender que el crecimiento del alma no se consigue dejando el libro en una estantería, ni siquiera leyéndolo con regularidad, sino poniendo en práctica los valores espirituales que enseña.
Aprendí que Internet puede ser la vía para compartir y ayudar a mis compañeros de todo el mundo. Estoy muy agradecida a la Fundación Urantia por sus clases gratuitas, dirigidas por voluntarios. Juntos experimentamos el crecimiento y la expansión de los significados espirituales. Y cuando otros tienen dificultades con un tema, puedo compartir mis conocimientos previamente adquiridos y posiblemente serles de ayuda. Avanzamos juntos por esta corta vida mortal en amor y servicio.
¡Qué regalo ha sido leer este libro y actuar en consecuencia! Ha expandido mi alma y me ha dado una visión de servicio gozoso realizado día a día, tal como mi padre creador Cristo Miguel nos mostró con su ejemplo durante su vida como mortal. Gracias a este libro, a la guía de mi fragmento del Padre y al Espíritu de la Verdad, avanzo por estos años crepusculares con la certeza de la vida eterna.
Habiendo sido testigo del cambio de valores espirituales de mi hijastro, decidí leer este libro extremadamente grande y de páginas muy delgadas. Por muy desalentador que fuera, algo en mi interior me decía que debía leer este libro. Cincuenta años después, sigo leyendo y estudiando todos los días. Y en mis muchos viajes por el mundo, me ha dado el placer de compartir las enseñanzas con mis semejantes.
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