© 2008 Eduardo Altuzarra
© 2008 Asociación Urantia de España
(14-09-08)
Este breve comentario y sus esquemas están diseñados para tratar de comprender, desde una mente finita, todo el entramado de la Creación desde sus orígenes hasta el final universal.
Todo ello está fundamentado en el «Prólogo» del Libro de Urantia, «Una simplificación del Prólogo», «Un estudio del Universo Maestro», estos dos últimos de Bill Sadler, transcripciones de algunas conferencias del mismo autor e «Historia de la Creación» de Antonio Moya.
Los diferentes autores tratan de hacernos comprender mediante sus exposiciones como Dios, un buen día, decidió salir de su letargo y desde la más absoluta e infinita quietud comenzó a moverse, a proyectar y a liberarse de tanta responsabilidad.
Como aquel mago que, en su mejor y más deslumbrante actuación, toma la chistera y comienza a hacer diversas representaciones mágicas, de una manera parecida imagino yo que Dios inauguró el inicio del principio. Comenzó haciendo planes que más tarde pudieran ser posibilidades. Estableció potenciales, tres depósitos impresionantes de donde más tarde se tomarían todas las cosas y todos los seres que embellecerían tan magna creación. Los denominó Absoluto Cualificado y Absoluto No Cualificado y, para que ambos se llevaran bien, los sintetizó en el Absoluto Universal.
El primero posee en sus reservas todos los seres y otras realidades que son espirituales y divinas, 0 sea todas las personalidades. El segundo, todas las energías físicas que son organizadas en nuevos universos materiales, nebulosas, galaxias o planetas del espacio, o sea todo lo impersonal. El tercero une a los otros dos. Mantiene el equilibrio.
Para cumplir todos sus planes y liberar más responsabilidad, Dios necesitó asociarse y en un abrir y cerrar de ojos se transformó en el Padre del Hijo. También desarrolló una máquina poderosa: el Paraíso. Juntos, Padre e Hijo, se miraron y no se vieron completos. En ese instante decidieron que apareciese un ayudante más, el Espíritu. Por si eso fuera poco, juntos los tres desarrollaron un universo perfecto y lo llenaron de una gran familia de criaturas perfectas. A eso lo denominaron Havona, un lugar dotado de hermosura y un universo modelo.
El poder, la imaginación y la sabiduría de Dios, como el mejor mago, originó la existencia de la Trinidad Paradisiaca, el Padre Universal, el Hijo Eterno y el Espíritu Infinito. A los tres les dio un lugar para vivir y una máquina para que desarrollasen el resto de la creación, el Paraíso. En él colocó tres impresionantes almacenes: los Absolutos.
Dios, a través de sus asociados, decidió crear. Para ello utilizaron los potenciales donde se encuentran todos los «modelos» de todas las personalidades y de todas las cosas. A partir de esos momentos, sus agregados transformaron y transforman esos potenciales en realidades, dando lugar a la existencia de nuevas personalidades, nuevos niveles mentales o la organización de nuevas nebulosas. Todas las nuevas realidades vienen de los tres Absolutos, ellos aportan todo el «espacio» y la «sustancia» de la que todas las personas y universos después de Havona han sido creados.
El Padre, el Hijo y el Espíritu, juntos o por separado, comenzaron a desarrollar los planes de Dios. Crearon personalidades como los Siete Espíritus Maestros, los Arquitectos del Universo Maestro, los Organizadores de la Fuerza, los 21 Ancianos de los Días etc. etc. también se organizaron nebulosas y cosas físicas en el espacio de los siete Superuniversos, para más tarde alojar a personalidades y criaturas. Entonces el Padre y el Hijo procrearon los Hijos Creadores y el Espíritu creó los Espíritus Creativos.
Algunas de estas personalidades pertenecen al Cuerpo de Creadores Supremos. Ellos y sus asociados organizan, administran y perfeccionan a través de la evolución, pues así lo decidió Dios, los siete Superuniversos. Un amplio margen del espacio después de los límites de Havona. Ellos están «dando» vida a todas las criaturas de esos mundos, desde donde comenzarán una larga andadura como peregrinos al Paraíso en busca del Padre Universal.
Actualmente nos encontramos en esos momentos de la creación. Nos encontramos en la era en la que una serie de criaturas procedentes de esos mundos más avanzados de los Superuniversos ya se encuentran en el Paraíso, por haber «nacido» antes. Otras se están preparando para ello y otras como nosotros nos estamos iniciando. Nacemos, vivimos, morimos, resucitamos, continuamos existiendo («de otra manera», claro), nos preparamos en mundos específicos y continuamos nuestro peregrinaje. Pasaremos largas temporadas por los diversos mundos de nuestro Superuniverso y posteriormente por los mundos de Havona.
Volviendo un poquito al origen, Dios pensó que después de una buena evolución deberíamos pasar por un nivel supremo, y para ello proyectó la creación de estos Superuniversos y todo un proceso en el que las criaturas que allí vivieran (que vivimos) fueran creadas en términos finitos e imperfectos. Vamos, algo así como vivir inevitablemente comprometidos a evolucionar y encontrar la perfección a través de la experiencia en el tiempo y en el espacio. Casi nada. Algo totalmente diferente a como son las criaturas que viven en Havona. Ellas son perfectas desde siempre, porque ellas existieron siempre así. De ahí que a esos seres y a esas personalidades se les denomine existenciales y a nosotros y al resto de la creación, que pertenecemos a otra época, se nos llame experienciales. Nosotros somos seres experienciales.
Fuera de los límites de los siete Superuniversos se encuentran más márgenes de espacio exterior, cuatro para ser exactos. Como no podía ser de otra manera en los planes de Dios, pasar por esos cuatro espacios es transitar por el nivel último. En la primera zona ya hay cosas físicas, se están organizando nebulosas. Y si no, que se lo pregunten a nuestros astrónomos cuando miran con sus telescopios «hacia fuera».
Esas nebulosas o galaxias en formación serán el día de mañana universos con soles y planetas que más adelante se establecerán en mundos de habitación para que vivan seres y criaturas que ya no serán como nosotros, finitos e imperfectos, ni tampoco como las criaturas de los mundos de Havona, eternos y perfectos. Serán… ¿cómo serán? Eso tan sólo lo sabe Dios.
Dicen algunos autores de los Documentos y el propio Bill Sadler que eso que se va a crear en esos cuatro inmensos espacios, todos ellos dentro del nivel último, va a denominarse con un nuevo término de creación intermedio entre lo absoluto y lo finito y para ello han tomado cuatro letras de cada uno de ellos, cuatro primeras y cuatro últimas respectivamente y se va a denominar absonito. Este término y lo que conlleva nos resulta a los humanos difícil de comprender y así será por mucho tiempo.
De todos modos, sea como fuera, si retomamos nuestra andadura como mortales de Urantia resulta que, habiendo sido creados finitos e imperfectos, vamos a existir siempre si así lo ambicionamos. Dios nos ha otorgado el poder de la elección. Con esa cualidad en nuestras manos podemos decidir si deseamos ser residentes o no del universo, así como de la filiación con Él. Si decidimos hacer su voluntad y vivir en sus diferentes «parcelas» se nos brinda la oportunidad de que cada época que pasemos por los diferentes mundos de capacitación aprenderemos más cosas para hacernos menos imperfectos. Cambiaremos a diferentes formas y evolucionaremos en el tiempo.
En algún momento abandonaremos nuestro Superuniverso para arribar a los primeros mundos del universo perfecto. Pasaremos largas temporadas en compañía de esas criaturas y trataremos de aprender cada día a ser un poco más perfectos. Pillaremos mucha experiencia a lo largo de todos esos periodos. Después de mucho tiempo nos permitirán «aterrizar» en el Paraíso y presentarnos ante el Padre Universal. Por fin, llegaremos a estar ante su presencia. Entraremos a formar parte del Cuerpo de la Finalidad y con ello nos convertiremos en «finalitarios o finalistas». A lo largo de todo ese camino pasamos de ser seres humanos, físicos y materiales a seres espirituales en forma de espíritu de grado alto.
Intentando comprender lo que nos depara el futuro después de llegar al Paraíso, se nos ha revelado que nuestro trabajo de perfeccionamiento continúa. Volveremos a «bajar» a los Superuniversos pero ya como seres en espíritu. Por esos mundos continuaremos adquiriendo experiencia y parece ser que será hasta que todos los mundos habitados de todos los Superuniversos se establezcan en la era de luz y vida, más o menos creo yo. Después se retorna al Paraíso para que a renglón seguido nos adentremos «de cabeza» en la excitante aventura de la experiencia real. Nos van a poner a prueba y en el disparadero para vivir lo desconocido, lo inmenso, lo inexplicable y lo impredecible. La historia más amplia, de momento, que hayamos vivido hasta entonces. Sera impresionantemente larga y llena de sorpresas, aunque los «entendidos» dicen que nosotros vamos suficientemente preparados, no sé yo cuanto.
Por fin vamos a vivir y a experimentar la famosa y misteriosa creación absonita. Vaya palabreja. Nos dicen que nosotros, seres finitos y otros muchos más asociados finalitarios, vamos a enseñar por esos lugares de Dios, nunca mejor dicho, cosas de las que carecen los que allí van a nacer. Un trabajito muy enriquecedor. Nos van a dar el «espaldarazo» para recibir el cometido de crear, organizar y administrar un poco su territorio y vamos a compartir con ellos nuestras experiencias adquiridas. Eso sí que va a ser «currárselo» de verdad. Parece ser que de esa manera evolucionamos todos en este nivel último. Ellos se van a preparan para pasar por los mundos bien organizados y establecidos en luz y vida de los Superuniversos para luego continuar por los mundos de Havona y luego más tarde llegar al Paraíso. Más o menos, de la misma manera que lo hicimos nosotros.
¿Cómo queda nuestra situación a lo largo de todas esas cuatro larguísimas etapas? Démonos cuenta que vamos a vivir el último nivel establecido por Dios, o por lo menos eso es lo que se nos dice en los documentos. De todas maneras los autores, tal y como se expresan en el Libro de Urantia, han deducido posibles hipótesis que, de continuar la Creación, posiblemente se desarrollen. Ellos dicen que, una vez acabado todo el Universo Maestro, continua existiendo más espacio vacío, que sería el Cosmos Infinito. De ser así, ¿quién no nos dice que hay más trabajitos que desarrollar? Eso del término absoluto ¿lo llegaremos a vivir en algún momento? Dicen los que más saben que probablemente sí. Con todo y con ello, yo he llegado a la conclusión de que Dios ha proyectado toda la Creación, no sólo para llegar a ser perfectos como Él, sino para tenernos eternamente entretenidos