© 2006 Eduardo Altuzarra
© 2006 Asociación Urantia de España
En esta disertación no van a encontrar respuestas ni los neófitos ni aquellas personas que, considerándose buscadores de la verdad, no han sentido en su interior la fuerza que arrastra ante el umbral de la REALIDAD.
Esa fuerza es como una señal no muy notoria, como una nota musical en la lejanía, como una vibración. Es perceptible para el alma, es silenciosa y además es algo así como un jeroglífico. Puede llegar a ser como la llave que intenta abrir las puertas de un corazón llamado a identificar la señal.
Se puede llegar a manifestar de muy diversas maneras. Un suceso inesperado, una perspectiva del futuro, una lectura interesante y hasta este razonamiento. Cualquier cosa, en un momento dado, te puede dar la clave de que a, partir de este momento, se puede producir un cambio profundo en tu pensamiento y en tu mente. Piénsalo, puede ser el comienzo de una transformación.
Para aquellos que se consideran portadores de ese tipo de fuerza, es fácil encontrar aquí unas señales que pueden guiarles en los pasos a dar, en un futuro no muy lejano. Esto no llega a ser un procedimiento, ni una norma. Sencillamente se trata de manifestar unas referencias que otros seres ya han vivido en experiencia, de muy diversas maneras.
Podemos comenzar diciendo que casi la mayoría de las personas de las naciones más desarrolladas de este mundo nos despertamos a la realidad de un nuevo día con los quehaceres cotidianos habituales. Se puede decir que vivimos enganchados en el discurrir habitual, cotidiano y casi diario. No nos ocupamos de mucho más. Estamos acostumbrados a no detenernos en intentar reflexionar, por unos momentos, acerca de poder obtener una panorámica más amplia de la realidad.
Todos sabemos que los seres humanos nacemos, vivimos, nos reproducimos y, al final de nuestros días, morimos. Nos entierran o nos incineran y aquí paz y en el cielo gloria. Verdaderamente eso es realidad pero, ¿eso es todo? ¿después qué? Porque realmente eso es sólo una parte de la realidad.
¿Alguna vez, al despertar, hemos dado las gracias por ese nuevo día? NO. Debemos tener en cuenta que cada día que vivimos es como un tesoro, como un baúl vacío que llenamos con toda una variedad de ideas, de pensamientos, de emociones y de sentimientos.
La eternidad, por ejemplo, para muchos es considerada como una noción guardada en un compartimento pulcro y bonito llamado religión. Rara vez nos detenemos, en el tiempo, lo suficiente como para reflexionar sobre la vida después de la muerte. La mayoría de nosotros sólo nos atrevemos a considerar nuestra mortalidad en medio de una difícil crisis vital.
La religión, actualmente para muchas personas, se ha llegado a granjear mala fama. Cada vez son más los que ven la religión como una organización burocrática más preocupada en autoperpetuarse que en los valores eternos.
A la hora de exponer esta argumentación, también tenemos que tener en cuenta a una gran cantidad de miembros asociados a toda una gran gama de corrientes esotéricas y new age, que sí se detienen a reflexionar y meditar, pero que al final terminan insatisfechos.
Partiendo de estos argumentos expuestos, de que reflexionamos muy poco, de la decepción que sufren algunos ante el comportamiento de las instituciones religiosas y de los que, aún parándose a pensar, terminan confusos. Se puede llegar a decir que, para acercarnos a las puertas de una realidad más amplia, tenemos que intentar modificar y transformar algunos aspectos de nuestra manera de pensar.
Hoy, la ciencia y la tecnología, que debieran ir de la mano, junto a la filosofía y la religión, pero que nunca lo han hecho desde que el mundo es mundo, nos están aportando, por poner un ejemplo, una nueva visión del infinito Cosmos y de la magnitud del Universo creado. Con sus instrumentos nos están mostrando las miles de galaxias y la cantidad de planetas que giran alrededor de otros soles, dentro de esas galaxias. El ser humano, buscador de la verdad, no puede evitar detenerse, pensar y preguntar si en esos lugares similares al nuestro hay vida como aquí.
Amigos, hoy bien puede ser el día en que podemos comenzar a cambiar ciertas ideas y algunas teorías, así como transformar procesos mentales y cósmicos. Serán varias las determinaciones que debemos de tomar y una de las primeras decisiones que estableceremos será la de querer desarrollarnos evolutivamente en una conciencia que nos haga progresar en la realidad cósmica, de un modo consciente y responsable.
Difícilmente nos iniciaremos en algo, si antes no contamos con nuestros pensamientos.
Invito a leer a Annie Besant en su libro «El Poder del Pensamiento». Es un desarrollo teosófico que ayuda en la comprensión del modo y la forma de pensar.
Un ser humano anhelante de querer tener un cierto control en el modo de pensar debe de saber que tiene que dedicarle más tiempo a los pensamientos que a la observación y a la contemplación de las experiencias vividas. Si dedicas todos los días cinco minutos a la lectura, dedica diez a pensar de un modo consciente en lo leído. Si dedicas un tiempo a las relaciones sociales, piensa el doble en ellas.
Intentar avanzar en una panorámica más amplia de la realidad implica desear, aspirar, ambicionar y querer desarrollar esas acciones. Todos deberíamos saber que los pensamientos se hacen palabras. Las palabras se convierten en acciones. Las acciones establecen unos hábitos. Los hábitos desarrollan el carácter y finalmente el carácter te arrastra a un destino. ¿A qué destino te gustaría llegar?
Esa pregunta difícilmente tiene respuesta si no la pensamos anteriormente. Para pensar de una manera lúcida ante situaciones de trascendencia hay que erradicar de nuestra mente el miedo y la incertidumbre, algo que la mayoría de las veces nos asalta ante los intentos de dar soluciones o respuestas acertadas a preguntas consecuentes.
Si estas confuso y no sientes la fuerza o te falta valor, ¡retírate! … medita… reflexiona… obsérvate y recondúcete; posiblemente se disipen las oscuras y tormentosas nubes tras las cuales se presiente la realidad. Nubes que te impiden ver y observar los amplios horizontes donde descansan los medios, o sea, las ideas, los pensamientos y las palabras que retomarás para reconfortar tu estado y, de ese modo, poder continuar superando el trayecto que has de recorrer. No es tarea fácil, el conflicto es inevitable ya que siempre nos acompaña la duda, por ello debemos fortalecer nuestra creencia, nuestra fe y nuestra esperanza.
La existencia humana impulsa deseos innatos a toda criatura. Desde la infancia se buscan respuestas a todas las preguntas. A lo largo de toda nuestra vida no siempre son contestadas y, si algunas lo son, no siempre las llegamos a comprender e interpretar correctamente dentro de los parámetros de la realidad. Unas las responden los padres, otras los educadores tanto sociales como religiosos. También nos responden los amigos y las diversas amistades. Otras veces se obtienen respuestas de los libros, de los periódicos y de otros medios de divulgación o comunicación. Todo ello nos va motivando y hace que vivamos experiencias de múltiples maneras. Lo cierto es que no todos las vivimos de la misma forma y la realidad confirma cómo unas personas pasan directamente a la acción y otros se entretienen durante parte o toda su vida con miles y miles de pasatiempos, sin otra preocupación que dejar pasar los días.
Algunas preguntas y el resultado de ciertas respuestas casi siempre motivan al tipo de persona que se autodefine como explorador incansable, como buscador de la verdad. De pensamientos independientes, con cualidad de poseer un espíritu realista. Con tendencia a poner en práctica experiencias proporcionadas y moderadas de tipo intelectual, moralista y religioso. Por consiguiente, este tipo de persona va adquiriendo conocimiento, va viviendo situaciones de muy diversas maneras en momentos concretos y en lugares diferentes, conformando a la persona para desarrollarse en acciones habituales, obteniendo de este modo una personalidad muy concreta.
Llegado el momento, el ser humano de estas características se encuentra ante el dilema de que no todas las preguntas han obtenido respuesta o por lo menos no han sido del todo comprendidas. Por ejemplo: ¿Dónde se encuentra el principio de nuestro origen? ¿Por qué no vemos el horizonte de nuestro destino? ¿Todo termina con la muerte? ¿Nos realizamos de forma correcta? ¿Continua de algún modo la vida después de la muerte? ¿Qué es eso de la eternidad? Las respuestas a estas preguntas y a muchas más, aún habiendo sido contestadas, no son todas iguales o idénticas. Reflexionando nos encontramos que no todas se ajustan a nuestro criterio de lo cierto o lo incierto, de lo bueno o lo malo, de lo correcto o lo incorrecto… En una palabra ¿será verdad?.
Desde que la Humanidad existe, está llena de realidades, historias, creencias, investigaciones, dogmas y leyendas. Por todo ello y por la existencia de la supremacía de la propia vida, el ser humano va evolucionando pero, dado nuestros inevitables errores, no logramos acertar con la verdad. No conseguimos penetrar en la realidad. El error forma parte de nuestro modo de pensar y todos los días cometemos equivocaciones a la hora de interpretar. La razón es una capacidad apreciada del ser humano, pero nuestra inteligencia no está desarrollada al máximo y no reacciona con éxito ante situaciones difíciles de interpretar o comprender.
Dice Pilar Varela, psicóloga española en su libro «La máquina de pensar»: … todos somos irracionales durante buena parte de nuestro tiempo y cuanto más complicadas son las decisiones que hay que tomar, más irracionales somos; hasta tal punto, que se llega a obtener un carácter tan pesimista y adverso que no existe capacidad para resolver y comprender los problemas, llegando a tener una conducta irracional y siendo el error no la excepción, sino la norma.
Algunos opinan que, al ser la realidad infinita, nuestro cerebro es incapaz de abarcarla y a la hora de tomar decisiones y no tener la información completa, erramos y nos equivocamos. Saber esto no debe desanimarnos. Por otro lado, si tenemos que esperar para lograr todos los datos, nunca nos decidiremos por una solución, por una interpretación correcta o por una comprensión clara. Por lo tanto, corremos un ligero riesgo de entretenernos o paralizarnos. Así pues, tendremos en cuenta que, para progresar de una manera proporcionada, debemos saber pensar, discernir, sentir, intuir y razonar con el riesgo de errar.
Pretender saber dónde está el bien o el mal, lo cierto o lo incierto, no es tarea fácil. Encontrar la verdad es un dilema. La verdad es como la justificación a nuestras creencias. La verdad es relativa; lo que hoy es verdad, mañana puede ser mentira.
Es arduo para nosotros encontrar las respuestas a las múltiples preguntas que nos hacemos en esta vida que nos toca vivir y en la que apenas estamos dando ahora nuestros primeros pasos hacia lo que posiblemente sea un viaje a lo desconocido. Siempre basaremos nuestras investigaciones y contrastes sobre tres campos muy extensos como son la ciencia, la filosofía y la religión.
Por todo lo cual y teniendo muy mucho en cuenta el deseo de comprender de una manera razonada y consciente, en primer lugar observamos que la humanidad y todo lo que la rodea existe por evolución, ya que así queda demostrado por la ciencia y su progresivo avance.
En segundo lugar tendremos en cuenta que, según las filosofías encargadas de estudiar al ser humano y su comportamiento en esta naturaleza y fuera de ella, existen cosas aparte de las materiales y energéticas tan sutiles y tan poco visibles que demuestra que hay algo más que lo simplemente visual y que complementa toda estructura natural y humana.
Por último contemplamos a la religión, verdadero paradigma de las diversas civilizaciones. La religión, bien estudiada, nos expone cómo un Dios Todopoderoso, creador de todo lo visible y lo no visible (o sea, creador de TODO) mantiene el orden en toda la creación de todas las cosas de muy diferentes modos, maneras y medios. Este Dios permite que todo se desarrolle de una manera totalmente natural con arreglo a una Ley en el tiempo y en el espacio mediante criaturas espirituales, llamémosles ángeles.
Reflexionando en profundidad llegamos a la situación de que nuestro interés será el saber más y mejor acerca de lo que establece la ciencia, sus investigaciones y sus descubrimientos; lo que manifiesta la filosofía de los valores humanos y de la ética; y, por último, lo revelado, escrito y desarrollado por las distintas religiones. Es posible que, ante todo ello, se obtenga una visión más amplia, más global y sabia de la realidad que nos toca vivir, albergando la esperanza de que todo no se acaba en este lugar.
Si retomamos algunos episodios de la historia, observamos cómo el ser humano, según la teoría darwiniana, viene del progresivo avance evolutivo de la vida animal. Está muy claro, como los científicos reconocen, que pueden manipular la vida, poseer sustancias moleculares, químicas y procesos de investigación para alterar diferentes campos reproductivos. Ahora bien, también tienen muy claro algunos sectores científicos que ningún ser humano, por muy inteligente que sea, es capaz de poner una célula en marcha e implantar en ella «la chispa de vida».
Los principios filosóficos mantienen las teorías míticas o religiosas sobre el origen, la formación y organización del universo (cosmogonía); los estudios acerca de las estructuras formales del ser (ontología); su relación en torno al espacio, tiempo, movimiento y leyes naturales (cosmología); estudio del ser en semejanza al Creador (teología); estudio e investigación de las estructuras de la mente individual (psicología); teoría, naturaleza y fundamentos del conocimiento (epistemología). De todo el conjunto de sus reflexiones se deduce que, como amantes de la sabiduría (filosofía), puede existir una filiación entre el ser humano, el mundo en general y lo Absoluto; lo revelado nos aclara cómo existe su filiación.
Según la historia religiosa cristiana y judía, «En el principio Dios creó los cielos y la tierra. La tierra estaba vacía…formó Dios al hombre a imagen y semejanza suya, de polvo de la tierra, insufló en sus narices el aliento de la vida y fue el hombre ser viviente». Los dos grandes temas del Corán, libro religioso que siguen los musulmanes, son el monoteísmo y el poder de Dios, que es el único creador del universo, de los hombres y de los espíritus y es benévolo y justo; algunos de los nombres que recibe son el Omnisciente o el Todopoderoso. La esencia del budismo, anterior al cristianismo, se pierde en las mil y una sectas creadas en torno a esta religión filosófica; sus Cuatro Verdades, la ley de la «producción condicionada (pratitya samutpada)» y la aniquilación del «yo» parecen ser los principios fundamentales.
Se trata de establecer un plan de trabajo y estudio en los campos del discernimiento, terrenos abonados por la sabiduría y el conocimiento, desde lo más antiguo hasta lo más moderno. Ello implica un trabajo duro y constante que es preciso llevar adelante con perseverancia. Sólo aquel que se haya impuesto una finalidad podrá a duras penas cumplir la tarea emprendida. Deberá, mediante análisis inquisidores y pacientes, experiencias conscientes y tolerantes, reflexiones profundas y realistas, navegar por el río de la vida, para llevar a buen puerto el barco portador de toda su fe, su esperanza y destino.
En los primeros momentos y por la propia creencia que uno mismo lleva implícita, dada la educación recibida y el entorno compartido, pasa por nuestro modo de pensar la idea de intentar comprender la existencia del fragmento divino. Según algunas teorías, los seres humanos, ¡sólo los seres humanos! o sea, las personas, son portadoras de algo invisible, pero real, denominado Guía espiritual. Se trata pues, de ir desarrollando esta parcela y de lograr ver los efectos que causa lo invisible sobre lo visible. En realidad se emprende, contra uno mismo, una contienda donde la luz del espíritu debe triunfar sobre las tinieblas de la materia.
La batalla tiene lugar en medio de las tempestades de la propia vida que en todo momento amenazan con apagar la antorcha de la sabiduría y del conocimiento. Algunos, no muchos, consiguen irradiar alrededor de si la claridad del estado superior que reflejan. Su fe está probada y desemboca en el saber. Su poder es casi sobrehumano porque es absolutamente desinteresado, dado que ellos poseen el sentido de las cosas y el discernimiento.
Por expresarlo de alguna manera, su alma se purifica y reciben el bautismo del espíritu, ya que están listos para asumir la responsabilidad de amar y comprender a sus semejantes, de hermanarse y fraternizar con todos y cada uno de ellos. El estudio y las prácticas que en su momento parecían no tener nada que ver con el crecimiento y la evolución interior, disciplinan al neófito y lo preparan para la posible unión con su Guía espiritual.
Así pues, incluso en la vida actual, en medio de tanta incoherencia como nos rodea, es posible para aquel que lo quiere sinceramente, acercarse a beber a la fuente de la sabiduría. Aquel que logra este fin, gana el más elevado destino que puede alcanzar un ser humano. Si se persevera en estos fines, exentos de todo tipo de interés material, adaptando nuestra existencia a las reglas de la vida, posiblemente nuestro Guía escuche la llamada y trate de conducirnos por el camino que más desea todo mortal, el de la felicidad.
La felicidad nos viene dada de la mano de la dedicación. Dedicación que debemos aplicar para tratar de cumplir aquellos proyectos desarrollados en nuestras reflexiones y llevados a la práctica con razonamiento y esfuerzo. En todo momento debemos sentirnos capaces de poder cumplir los objetivos establecidos sin permitir que nuestra «masa gris», nuestro «ego», nos llene de dudas, miedos e incertidumbres.
Esta «aventura» que trataremos de vivir, se llega a realizar depositando toda la confianza en el Padre Universal a través del guía espiritual, ya que, en verdad, su expresión se manifiesta en nosotros a través de ese «diálogo interno» que todo ser humano debe realizar para su propio progreso. De ese modo aprenderemos a expandir y a llevar a cabo actos de humildad. Sabremos apreciar la bondad y la misericordia y depositaremos confianza en nuestro futuro destino ya que, de otro modo, pocas cosas tendrían una lógica.
Si dedicamos el tiempo al entretenimiento mental, a ilusiones frustradas, a divagaciones sin sentido práctico, etc., no estaremos actuando correctamente. En su lugar intentaremos actuar de una manera consciente, con un comportamiento lógico, permitiendo que se revele la voluntad Dios sobre los seres humanos. Coherencia entre lo que se dice y se hace, escuchando a quien nos habla y nos rectifica, ya que todo esto reporta felicidad.
Despertar y salir del sueño no es ni más ni menos que activar nuestra mente personal que piensa, percibe y siente. Que mueve todo nuestro cuerpo y en especial la inteligencia. De este modo, empezarán a emanar de lo más profundo de nuestro corazón los sentimientos y las emociones que compartiremos con los seres humanos que nos rodean; esto, a su vez, nos ayudará para conseguir una unión profunda, fuerte y fraternal con todos ellos, que va hacer grande nuestro hermanamiento en el sentido más amplio y extenso de la palabra.
Viviremos experiencias relacionadas con el dolor, con la alegría, con el amor, con el desamor, con la satisfacción y con la insatisfacción que, sabiendo discernir y utilizando bien la razón, nos llevarán a darnos cuenta de que el amor, la alegría y la satisfacción nos aportan felicidad.
La felicidad es un estado rodeado de conceptos que pertenecen al entendimiento, no es el fin de ningún impulso sino más bien lo que acompaña a toda satisfacción. La felicidad no es presentada nunca como un bien en sí mismo, ya que para saber que es la felicidad hay que conocer el bien o los bienes que la producen.
Por todo lo cual se comprende que la felicidad no tiene sentido sin los bienes que la hacen felices. Como bien dijo Santo Tomás, «es un bien perfecto de naturaleza intelectual». La felicidad no es simplemente un estado de lo más profundo y sutil de nuestro cuerpo como puede ser el alma, sino algo que el alma recibe desde fuera, pues de lo contrario dicha felicidad no estaría ligada a un bien verdadero.
Los antropólogos han desenterrado fósiles que revelan la larga historia de la vida. Estos descubrimientos nos plantean otra pregunta: ¿Somos simplemente el producto de un antiguo accidente bioquímico, una anormalidad solitaria en un frío e interminable universo, aquí, en este mundo hostil, por una corta temporada? Los astrónomos han detectado planetas dando vueltas a otras estrellas cercanas. ¿Cuántos planetas habitados más pueden haber ahí afuera? ¿Existe algún plan para esta vasta creación?
Los investigadores actuales en los diversos campos de la antropología, paleontología, mitología, etc. etc. están tratando de dar respuestas a muchas preguntas. Zecheria Sitchin, escritor e investigador de los orígenes de la humanidad, intenta dar respuesta a preguntas como: ¿Acaso la vida fue importada a la tierra desde algún otro lugar?. Z. Sitchin nos lo explica en sus libros titulados: «El 12º planeta» «La escalera al cielo» y «La guerra de los dioses y de los hombres»
Si el Australopitecus, considerado humano, aparece hace 2 millón de años. Si los Neandertales aparecieron hace 900.000 años y posteriormente de una manera súbita e inexplicable hace 35.000 años aproximadamente, aparecen una nueva raza de Hombres —el Homo Sapiens— ¿Qué acontecimientos de trascendencia ocurrieron entre tantos años?
Debido a la creciente complejidad de nuestra sociedad, el hombre actual se tiene que enfrentar a la tarea de hacer más ajustes en esta generación de los que ha tenido que hacer en los últimos 2.000 años. Hace escasamente cien años nos habríamos burlado de la idea de que se pudieran transmitir imágenes y sonidos por medio de ondas invisibles a través de millones de kilómetros. Si nos proyectamos 1.000 años hacia el futuro, imagina las maravillas y las energías que la humanidad puede llegar a descubrir. ¿Habías pensado alguna vez en eso?
Es habitual en nuestros tiempos aceptar la realidad de cosas que no podemos ver. Por ejemplo, aceptamos fácilmente la existencia de bacterias microscópicas y de ondas de radio invisibles. Si lleváramos nuestra visión aún más allá, ¿nos maravillaríamos de lo que aún tenemos que aprender acerca de las criaturas espirituales de Dios, esos seres que no podemos ver debido a la limitada banda cromática de la visión humana, seres con los que no nos podemos comunicar debido a nuestra primitiva profundidad espiritual?
A medida que crecemos nos capacitamos para manejar conceptos más avanzados. De forma similar, a medida que la civilización madura, la imagen del universo progresa y se expande. Al principio se creía que los seres humanos estaban solos en el universo, que vivían en un mundo plano y que el sol y las estrellas daban vueltas alrededor de la única creación habitada de Dios. Finalmente, para consternación de la iglesia, los primeros astrónomos disiparon esa noción.
Ahora no sólo sabemos que damos vueltas alrededor del sol, sino que también nuestro sol da vueltas alrededor de la galaxia de la Vía Láctea, y que millones de galaxias en el universo dan vueltas alrededor de una masa oscura cuyo peso excede el de todas las demás estrellas. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Será esa masa de estrellas el Paraíso?
¿Cómo surgió el sol de una nebulosa, y cómo una explosión posterior de la gravedad mareomotriz creó el sistema solar de planetas?
¿Cómo la vida, meticulosamente planeada para la tierra, se plantó en el océano, y cómo el mismo hábitat de solución salina circula todavía por nuestros cuerpos, sumergiendo todas las células vivas en un «mar salobre»?
¿Cómo la humanidad primitiva evolucionó hasta el punto de tomar decisiones mediante el libre albedrío, llevándole a los conceptos rudimentarios de Dios y de un alma inmortal?
¿Cómo comprender y manejar las emociones volubles que corren a través de nuestras mentes animales?
¿Por qué es importante la familia y por qué nuestros primeros años de vida afectan a nuestras personalidades para siempre?
¿Cómo se originaron los libros sagrados de la humanidad, incluyendo la verdad sobre los profetas que, como norma, eran asesinados por pretender ampliar las nociones que los pueblos tenían acerca de Dios, y sin embargo eran posteriormente glorificados en las sagradas escrituras?
¿Cómo vivió Jesús antes de que comenzara a enseñar? ¿Cómo se hizo consciente de su divinidad y cómo lo dispuso todo para la revelación de Dios Padre?
¿Cómo la naturaleza de Dios y el efecto depurativo de una oración regular y no estructurada puede proporcionar fuerza a través de la paz mental?
Encontrar las respuestas a estas preguntas puede hacernos cambiar nuestra forma de pensar y acercarnos a la realidad. Puede hacernos felices. Puede ayudarnos a encontrar el sentido de nuestra vida y revelarnos el verdadero rostro de Dios.
Debemos llevar la historia, las investigaciones, las teorías, las creencias, las experiencias al terreno de lo proporcional, ya que en muchos puntos tienden a converger. No debemos sacar conclusiones imperfectas que, aunque a nosotros nos parezcan acertadas, pueden estar erradas e inconclusas por lo alejadas que se encuentran hoy en día la ciencia, la filosofía y la religión.
A mi entender, todo lo expuesto son referencias de lo que denominamos como la autocomprensión real, LA REALIDAD que, tal y como la comprendemos nosotros los seres humanos desde un estado consciente, con soporte mortal y finito, es parcial, relativa y a veces confusa. En verdad todo ello se parece más a una historia interminable, pero real como la vida misma.
Termino esta exposición con las palabras de S . Ramón y Cajal en las que decía: «Mientras el cerebro sea un misterio, el universo continuará siendo un misterio».
Nota: Algunos párrafos de las conclusiones han sido tomados del libro de Kelly Elstrott «La Quinta Revelación»