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Enrique Traver, Brasil
Queridos hermanos y hermanas:
Si leemos sobre el viaje de Jesús de regreso de Roma con Gonod y Ganid en el documento 133, desde LU 133:4.1 a LU 133:4.12, Jesús conoce a varias personas, profesionales de diferentes áreas de actividad o trabajo y les aconseja cómo llevar a cabo su trabajo diario para revelar a Dios y hacer su voluntad. Puede que lo que Jesús nos esté diciendo en estos párrafos es que siempre, sea cual sea la actividad u ocupación que realicemos, podemos servir a Dios con los que nos rodean y revelar la verdad, la bondad, la belleza, la justicia y la rectitud.
Hay un pasaje que llamó mi atención y me hizo reflexionar profundamente, que fue precisamente la conversación de Jesús con la dueña de una posada griega, a la que dijo:
A la dueña de la posada griega le dijo: «Dispensa tu hospitalidad como quien recibe a los hijos del Altísimo. Eleva la pesadez de tu faena diaria hasta el nivel de un arte mediante la consciencia creciente de que sirves a Dios en las personas en cuyo interior mora su espíritu, que ha descendido a vivir dentro del corazón de los hombres para transformar su mente y llevar su alma a conocer al Padre del Paraíso de todos estos dones otorgados del espíritu divino». LU 133:4.8 [negrita añadida]
Cada uno somos una posada. Albergamos a Dios mismo en nuestro interior. ¿Podríamos tener un huésped más ilustre o importante? ¿Algún invitado Altísimo?
Él es un huésped permanente de nuestra posada y, mientras está allí, recibimos constantemente la nutrición espiritual que necesitamos para asegurar nuestra supervivencia. Imaginen si tuvieran una posada que no recibiera a huéspedes. ¿Cuánto tiempo sobreviviría su negocio? Debemos servir a este huésped con todos los honores, con todo el amor, con el deseo de hacer siempre su voluntad, con la certeza de que al servirlo seguirá con nosotros indefinidamente.
Por otro lado, ¿cómo damos la bienvenida a nuestros semejantes en el corazón? El Padre, igual que habita en mí, habita en todos mis semejantes, hermanos y hermanas. ¿Deberíamos ser selectivos en cómo los tratamos y recibimos? ¿Cómo recibe el Padre que me habita a mis hermanos y hermanas, a sus hijos? ¿Fraterniza el Padre que me habita con cada uno de mis hermanos y hermanas, quizá compartiendo sus experiencias? ¿Cómo le gustaría al Padre que yo recibiera a esos hermanos míos?
Parece obvio que la manera en que recibimos a nuestros hermanos debería ser la misma en la que recibimos al Altísimo. Después de todo, de una manera u otra, el Padre que habita a mi hermano lo acompaña en su visita. Por eso deberíamos recibirlo contentos, con alegría, aceptación, amor y deseo de servir.
El deseo de recibir y servir es el que nos inspira a difundir el evangelio de Jesús a nuestros hermanos y hermanas. Estamos viviendo un momento importante de la historia de la civilización; puede que nos acerquemos al momento en que el materialismo ateo y el movimiento secular están cerca de estar derrotados, como los reveladores nos dicen. Hoy día nos rodea una multitud de personas hambrientas y sedientas espiritualmente, engañados por la dominación y la esclavitud de las cosas materiales e inútiles de la vida transitoria en este mundo físico. Tal vez no estemos lejos del momento en que la gente se deshaga de los antiguos errores y de las supersticiones paganas sobre la naturaleza del Padre Universal.
Ese será el día en que los hombres estarán dispuestos a buscar la verdad y la justicia. Cuando el caos de la confusión actual haya pasado, será más fácil formular el cosmos de una era nueva y mejorada de relaciones humanas. Y es para este mejor orden de cosas en la Tierra que se ha preparado este libro. — El Mandato de Publicación
Estos hermanos y hermanas que se encuentran perdidos necesitan encontrar un puerto seguro que les ayude a conectar con Dios. Necesitan que les den la bienvenida, guía, amor y servicio, y solo los que han encontrado al Padre pueden proporcionar esa bienvenida. ¿Estamos preparados para esta empresa?
Necesitamos organizarnos, reunirnos y coordinar nuestros esfuerzos para transmitir seguridad y confianza a todos los buscadores. Después de todo, todos los esfuerzos individuales guiados por el Espíritu son de importancia fundamental, ¿quién sino nosotros puede compartir su vidas diariamente con las personas que nos rodean y están más cerca de nosotros? Sin embargo, cuando expandimos nuestras actividades más allá de nuestro entorno, es importante tener unidad de esfuerzos y recursos, acciones coordinadas que puedan ser unificadoras y no competitivas, para ofrecer confianza y seguridad a todos los buscadores.
Lo que estamos diciendo es que nadie puede cuidar mejor de su propia posada que nosotros mismos, pero cuando nuestra posada se vuelve demasiado pequeña para acomodar a tantos huéspedes, es posible que tengamos que encontrar otras posadas que estén dispuestas y tengan la capacidad. Pero estas posadas no pueden ni deben ser competidoras, porque en el ámbito espiritual la competencia no es deseable, no es unificadora, no trae paz. La falta de paz genera inseguridad, miedo y desconfianza.
La apariencia, diseño, color y modelo de cada posada puede ser diferente, incluyendo la comida, los muebles y otras cosas, pero la manera de dar la bienvenida, cuidar, amar y servir a todos los huéspedes siempre debe ser parecida. En este caso, el trabajo en equipo marca la diferencia. Vengan con nosotros.
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