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Enrique Traver, Brasil
Queridos hermanos y hermanas:
Este mundo no es más que un puente; podéis pasar por él, pero no debéis pensar en construir sobre él una morada. LU 156:2.1
Les dijo que no podían permanecer estáticos; que tenían que avanzar en rectitud o retroceder hacia el mal y el pecado. Les recomendó que «se olvidaran de las cosas del pasado y siguieran adelante hasta abrazar las realidades más grandes del reino». LU 156:2.6
Este mundo es el terreno donde desarrollamos y conquistamos los primeros pasos antes de llegar a los mundos mansión, a los que siguen los pasos hacia el nivel espiritual. Como Jesús dijo, es solo un puente que cruzar. Llegar al final del puente terrenal nos permite alcanzar otra orilla, llegar a una nueva realidad de eternidad, del nacimiento del espíritu, de acercarnos un poco más a la presencia de nuestro Padre. Cruzar el puente implica un movimiento directo y continuo sin paradas por el motivo que sea. Debemos avanzar. Cuando seguimos hacia delante, dejamos libre el flujo y atraemos a otros hacia el viaje. Producimos los frutos del espíritu.
No es que los hombres hayan sido incapaces de entender a Jesús a lo largo de los siglos, es que han tenido miedo de hacerlo. LU 156:2.4
El mensaje de Jesús es claro y la mayoría lo entiende, pero las personas suelen tener miedo de seguir a Jesús porque implica un gran esfuerzo, mucho trabajo y lograr el autocontrol. Implica avanzar continuamente a través del puente de la experiencia como mortales y servir a los que están perdidos, han olvidado o no son conscientes de su propósito principal, que es cruzar para llegar al dominio espiritual. Este servicio exige amor, paciencia, tolerancia, respeto, rectitud y servicio.
Entonces, ¿tenemos miedo de seguir a Jesús y poner en práctica su evangelio? ¿Hemos llegado a experimentar a Dios dentro de nosotros, a experimentar una relación interior con él, a sentir la presencia amorosa del Padre dentro de nosotros y desarrollar una fe inquebrantable en él? Esta fe nos guiará, nos fortalecerá y nos dará la motivación de servir por amor a nuestros hermanos y hermanas y a nosotros mismos. Construirá una verdadera rectitud.
Solemos confundir el significado de fe con creencia, certezas y convicciones. Los reveladores nos cuentan mucho sobre esto:
La creencia ha alcanzado el nivel de la fe cuando motiva la vida y da forma al modo de vivir. La aceptación de una enseñanza como verdadera no es fe, es mera creencia. Tampoco la certeza ni el convencimiento son fe. Una actitud mental no alcanza los niveles de la fe hasta que domina efectivamente la manera de vivir. La fe es un atributo vivo de la auténtica experiencia religiosa personal. La persona cree en la verdad, admira la belleza y venera la bondad, pero no las adora. La actitud de fe salvadora se dirige solo a Dios, que es la personificación de todo esto e infinitamente más. LU 101:8.1
El punto clave está en la manera en que vivimos. Una creencia o una convicción no bastan para que vivamos de acuerdo a esa creencia o convicción, seguimos cometiendo los mismos errores y yendo cuesta abajo. La fe es una fuerza que nos coloca en la senda de la rectitud para cumplir la voluntad del Padre. La fe en la bondad de Dios evita que pensemos siquiera en traicionar el amor de nuestro Padre y seguir un camino que no es su voluntad.
Este es exactamente el camino que Jesús transitó mientras estuvo en Urantia. No se dejó influir ni vender por el dinero fácil, la fama, las glorias mundanas y otras gratificaciones egoístas. Cumplió con todas sus obligaciones terrenales hacia la familia y la comunidad y cumplió con las leyes de los hombres. Abrazó la voluntad del Padre de manera consciente y lúcida, con la certeza de que su misión aquí era cruzar el puente, servir a los demás y despejar la congestión creadas por los que no eran conscientes o habían olvidado el objetivo supremo. Sí, seguir a Jesús da miedo a todos los que no han logrado desarrollar su fe en la verdad, bondad y belleza de Dios.
La creencia es siempre limitadora y vinculante; la fe es expansiva y liberadora. La creencia fija, la fe libera… la fe religiosa viva… es una experiencia viva sobre significados espirituales, ideales divinos y valores supremos; es conocedora de Dios y servidora del hombre… la fe solo puede surgir en el corazón de cada persona religiosa individual.
La fe falsea la confianza depositada en ella cuando se atreve a negar las realidades y a impartir presuntos conocimientos a sus adeptos… La fe no rehúye nunca el deber de solucionar los problemas del vivir mortal. La fe viva no fomenta el fanatismo, la persecución ni la intolerancia. LU 101:8.2-3
Nuestra misión es diseminar las enseñanzas de El libro de Urantia a todas las personas de la tierra. La Asociación Urantia Internacional y cada uno de nosotros tehemos precisamente este propósito: buscar recorrer la senda de Jesús, servir a los demás como él sirvió, ayudar a nuestros semejantes a conectar con nuestro Padre, y hacer todo esto iluminando el camino a través del puente con las enseñanzas de esta revelación y, sobre todo, permitiendo que la Luz de nuestro Padre nos impregne e ilumine a los que están en las tinieblas.
Un fuerte abrazo a todos, y feliz Pascua.