© 2010 Georges Michelson-Dupont
© 2010 Association Francophone des Lecteurs du Livre d'Urantia
Muchos lectores principiantes se preguntan sobre el origen y cómo llegó El Libro de Urantia a nuestro planeta. Estas preguntas son legítimas y se han publicado numerosos documentos sobre el tema. Algunos de estos escritos cuestionan la naturaleza sobrehumana de los artículos, así como los hechos y verdades contenidos en ellos. Sin embargo, no deja de ser cierto que el lector debe evaluar por sí mismo y formarse una opinión personal sobre la contribución y las repercusiones que estas enseñanzas traen a su vida personal.
Leerlos aporta una gran satisfacción intelectual por la coherencia y la información de todo tipo que contienen sobre el origen, la historia y el destino del hombre, pero sólo a través de su experimentación en la vida cotidiana se revela su verdadera naturaleza sobrehumana. Les ofrezco la traducción de una carta que Emma Christensen envió a un lector en 1974 en respuesta a una pregunta sobre este tema. (Emma Christensen, conocida como “Christy”, fue una de las tres personas que formaron parte de la comisión de revelación. También fue secretaria personal del Doctor Sadler. Murió a finales de los años 1970)
7 de febrero de 1974.
En respuesta a su carta de fecha (02.04) 1974 pidiendo explicaciones sobre cómo se transmitió el libro al planeta, se pueden encontrar en el libro mismo. Sin embargo, me complace enviarle este breve resumen de la historia recogida aquí y allá a lo largo del libro.
Los autores son aquellos cuyos nombres aparecen al final de cada número formando las partes I, II y III del libro. Al inicio de la cuarta parte aparece un agradecimiento indicando el nombre de su autor. Se acepta que los autores son seres sobrehumanos y desde la aparición del libro no se conoce ningún método para comunicarse con ellos. La manera en que se transmitió el libro debe buscarse en el libro mismo, no como una historia continua sino dispersada aquí y allá en fragmentos a lo largo del libro. Descubrir y reunir estos fragmentos de información que despiertan la curiosidad constituye una investigación que generalmente sólo se lleva a cabo después de múltiples lecturas del libro. Esta búsqueda de información es sumamente satisfactoria para el individuo y le insto a que la realice usted mismo. Hasta donde sabemos, la persona a través de la cual se comunicaron estas revelaciones ha fallecido y se desconoce por completo su identidad. Creemos que los autores de estos artículos crearon esta situación intencionalmente para que las generaciones posteriores de individuos bien intencionados pero motivados emocionalmente no se sintieran tentados a hacer de su memoria un objeto de veneración.
El Libro de Urantia y sus enseñanzas deben considerarse únicamente por sus méritos. En consecuencia, no es promovido por algún exceso atronador de evangelicalismo o cualquier otro medio de promoción religiosa. Afirma que la religión es ante todo una relación personal con Dios. Deja a cada lector la libre elección de aceptar o rechazar sus enseñanzas.
Habiendo estado en contacto con esta revelación desde hace algún tiempo, reconocemos que la mente humana tiene varios elementos que le permiten tomar sus propias decisiones respecto de la aceptación o rechazo de todo o parte de este trabajo. Estos elementos son la sensibilidad intuitiva a la verdad de la mente humana misma, el espíritu de la verdad así como el espíritu interno de Dios que habita en ella. En lo que a él respecta, y con estos tres elementos trabajando para él, el hombre es capaz de evaluar la verdad contenida en las enseñanzas. No intentamos forzar la distribución de El Libro de Urantia a través de medios comerciales de promoción, ni intentamos reclamar una autoridad que no existe, ni buscamos sanciones de ningún tipo. Hemos aprendido a respetar la libertad individual de elegir, de la que Dios ha sido testigo tan plenamente. Parafraseando un viejo aforismo “le damos agua a un caballo pero le toca beber”.
Si necesita ayuda adicional, háganoslo saber. Estamos seguros de que al terminar de leer el libro, tu curiosidad quedará satisfecha y tus preguntas habrán sido respondidas.
Sinceramente suyo.
E. L. Christensen, secretario.
Georges Michelson-Dupont