© 2018 Halbert Katzen, JD
Por Halbert Katzen J.D.
El Libro de Urantia dice: «Hace aproximadamente ochenta y cinco mil años, los supervivientes relativamente puros de la raza roja pasaron en masa a América del Norte, y poco después el istmo terrestre de Bering se hundió, lo cual los aisló por completo»[1].
Cuando se publicó en 1955, esta declaración contradijo a la gran mayoría de la opinión académica, que sostuvo que llegaron por esta ruta hace unos 12.000 años. En las últimas décadas, los nuevos descubrimientos han llevado esta fecha cada vez más atrás en el tiempo. Mucha de la opinión de «la vieja guardia» sobre este tema aún no está dispuesta a conceder una fecha anterior a unos 25.000 años atrás. No obstante, numerosos yacimiento en América del Norte y del Sur proporcionan una fuerte evidencia de la presencia de nativos americanos hace 40.000 a 60.000 años. Parte del problema con la aceptación de la abundante evidencia arqueológica que ha estado saliendo a la superficie es que entra en conflicto con la ampliamente aceptada teoría «fuera de África». Este tema es un excelente ejemplo de cuán difícil es para los académicos que han invertido su reputación en «viejas teorías» considerar nuevas pruebas sin prejuicios.
Este tema aún está lejos de ser un tema resuelto y son de esperar actualizaciones periódicas a medida que la investigación y el análisis continúen desarrollándose. No obstante, se ha realizado un movimiento significativo hacia la posición de El Libro de Urantia en los últimos veinte años. Este tema sirve como un ejemplo de cómo la ciencia del hombre prehistórico se acerca cada vez más al relato de la historia humana de El Libro de Urantia. Además, este tema es un buen ejemplo de lo difícil que es superar los viejos paradigmas. Como se mostrará más adelante en el informe, las investigaciones que hacen nuevos descubrimientos enfrentan una batalla cuesta arriba en la lucha por la aceptación de sus hallazgos.
Según El Libro de Urantia, el continente norteamericano se habitó por primera vez hace 85.000 años cuando el «hombre rojo» cruzó el puente terrestre del Estrecho de Bering, que en ese momento conectaba Siberia y Alaska. En los últimos veinte años, se han encontrado restos en yacimientos tanto de América del Norte como del Sur que indican que los continentes americanos estaban habitados hace al menos 50.000 años. Un yacimiento en Brasil data de hace aproximadamente 60.000 años. Antes de estos hallazgos, la opinión académica predominantemente sostenida era que el hombre rojo llegó a América del Norte aproximadamente hace 12.000 años por un puente de tierra del Estrecho de Bering. Estos nuevos hallazgos desafían seriamente todo el campo del estudio antropológico porque la teoría actual «fuera de África» sugiere que el hombre moderno emigró de África hace 60.000 a 80.000 años.
Según El Libro de Urantia, los humanos modernos llegaron a la escena hace casi un millón de años. Este tema más amplio de los orígenes humanos no se abordará aquí. Sin embargo, con el fin de interpretar citas relevantes sobre la migración de humanos a las Américas, es útil estar al tanto de ciertos aspectos de la posición del Libro de Urantia sobre este tema.
Al relatar la historia de la humanidad, El Libro de Urantia relata que las diversas razas de color surgieron como una mutación evolutiva de una única madre hace aproximadamente 500.000 años. Se dice que los esquimales son el ejemplo más cercano y único de lo que eran los seres humanos antes de la diferenciación en las diversas razas de color. Sin embargo, los esquimales no se consideran una representación pura de las personas más antiguas. La mutación que ocurrió dio lugar a seis razas de color: rojo, naranja, amarillo, verde, azul e índigo.[2]
Se dice que Adán y Eva fueron biológicamente superiores a todos los demás seres humanos cuando hicieron su aparición hace casi 38.000 años y comenzaron una nueva raza, conocida como la raza violeta. El desarrollo de su civilización y el entremezclado de sus descendientes con el resto de la humanidad tuvo un impacto significativo en el desarrollo de nuestra especie y en el progreso de la civilización.
Obviamente, la teoría «fuera de África», que data del surgimiento del hombre moderno hace entre 60.000 y 80.000 años, no está alineada con la presentación de la historia humana del Libro de Urantia. Esa cuestión se abordará en otros informes; este informe se mantendrá enfocado en los asuntos relacionados con la migración temprana del hombre moderno (genéticamente) a los continentes americanos. Sin embargo, es importante señalar que la adhesión a la teoría de «fuera de África» por parte de muchos antropólogos estadounidenses ha creado un sesgo en contra de la aceptación del análisis realizado sobre los hallazgos más recientes de las últimas décadas. Incluso sin la resistencia inercial creada por la aceptación de la teoría «fuera de África», los académicos estadounidenses que han desarrollado y apoyado la teoría de que el hombre rojo entró en América del Norte alrededor de 11.500 han sido reacios a abrazar la creciente evidencia que es contraria a esta teoría. Actualmente, los recursos populares principales para obtener información sobre este tema aún dicen cosas similares a lo que se publica en Answers.com: «Algunos académicos aceptan evidencia de la existencia de nativos americanos en las Américas hace más de 25.000 años, mientras que muchos otros creen que la gente llegó más tarde que eso, tal vez tan recientemente como hace 12.000 años»[3]. De la Wikipedia obtenemos: «Entraron en América del Norte por al menos 12.000 años atrás y se diversificaron en cientos de naciones y tribus culturalmente distintas»[4]. Estas revisiones superficiales indican el grado de prejuicio cultural y académico que enfrentan los investigadores con respecto a la aceptación del análisis de descubrimientos más recientes.
La larga creencia académica de que el hombre moderno llegó a las Américas hace alrededor de 11.500 años se remonta a un descubrimiento realizado en 1932. La Enciclopedia Smithsonian proporciona el siguiente resumen:
La teoría tradicional sostenía que los primeros norteamericanos cruzaron el puente terrestre desde Siberia a Alaska hace alrededor de 11.500 años y siguieron un «corredor sin hielo» entre dos grandes capas de hielo canadienses (el Laurentide y el Cordilleran) para alcanzar tierras sin escolleras hacia el sur. Estos primeros habitantes, cuyos sitios arqueológicos están diseminados por América del Norte y América del Sur, fueron llamados los Clovis, llamados así en honor a la ciudad de Nuevo México donde sus puntas estriadas utilizadas para la caza del mamut se encontraron por primera vez en 1932.[5]
Este informe presentará la posición de El Libro de Urantia sobre el tema y luego proporcionará resúmenes del análisis realizado sobre algunos de los hallazgos más recientes que están obligando a una reevaluación de este tema en líneas que están cada vez más en armonía con la posición del libro de Urantia. Una de las razones por las cuales los restos del hombre rojo son difíciles de encontrar puede ser que su tendencia a pelear entre ellos redujo significativamente a sus poblaciones. El Libro de Urantia dice:
En tiempos posteriores [aproximadamente hace entre 200.000 a 85.000 años] [los hombres rojos] tuvieron dificultades graves y prolongadas con sus hermanos amarillos en Asia. Les sirvió de ayuda el hecho de haber inventado pronto el arco y la flecha, pero desgraciadamente habían heredado una gran parte de la tendencia de sus antepasados a luchar entre ellos, y esto los debilitó de tal manera que las tribus amarillas pudieron expulsarlos del continente asiático.
Hace aproximadamente ochenta y cinco mil años, los supervivientes relativamente puros de la raza roja pasaron en masa a América del Norte, y poco después el istmo terrestre de Bering se hundió, lo cual los aisló por completo. Ningún hombre rojo volvió nunca a Asia. Pero por toda Siberia, China, Asia central, la India y Europa, dejaron tras ellos a muchos descendientes suyos mezclados con las otras razas de color.
Cuando el hombre rojo pasó a América, se llevó consigo muchas enseñanzas y tradiciones de su origen primero. Sus antepasados inmediatos habían estado en contacto con las últimas actividades de la sede mundial del Príncipe Planetario. Pero poco tiempo después de haber llegado a las Américas, el hombre rojo empezó a perder de vista estas enseñanzas y su cultura intelectual y espiritual sufrió una gran decadencia. Estos pueblos empezaron muy pronto a pelearse de nuevo entre ellos con tanta violencia, que pareció que estas guerras tribales ocasionarían la rápida extinción de este resto relativamente puro de la raza roja.
Los hombres rojos parecían estar sentenciados a causa de este gran retroceso, cuando hace unos sesenta y cinco mil años apareció Onamonalontón como jefe y libertador espiritual. Trajo una paz temporal entre los hombres rojos americanos y restableció la adoración del «Gran Espíritu». Onamonalontón vivió hasta los noventa y seis años de edad, y mantuvo su cuartel general entre las grandes secoyas de California. Muchos de sus descendientes posteriores han llegado hasta los tiempos modernos entre los indios Pies Negros.
A medida que el tiempo pasaba, las enseñanzas de Onamonalontón se convirtieron en tradiciones muy vagas. Las guerras de aniquilación mutua empezaron de nuevo, y después de la época de este gran educador, ningún otro jefe ha logrado nunca establecer una paz universal entre ellos. Los linajes más inteligentes perecieron cada vez más en estas luchas tribales; de lo contrario, estos hombres rojos capaces e inteligentes hubieran construido una gran civilización en el continente norteamericano.[6]
Los hombres rojos empezaron pronto a emigrar hacia el nordeste, pisándole los talones a los hielos que retrocedían, rodearon las tierras altas de la India y ocuparon todo el nordeste de Asia. Fueron seguidos de cerca por las tribus amarillas, las cuales los echaron posteriormente de Asia hacia América del Norte.
Cuando los restos relativamente puros de la raza roja abandonaron Asia, formaban once tribus y sumaban poco más de siete mil hombres, mujeres y niños. Estas tribus iban acompañadas de tres pequeños grupos de ascendencia mixta, y el más grande de ellos era una combinación de las razas anaranjada y azul. Estos tres grupos nunca fraternizaron por completo con los hombres rojos y pronto se dirigieron hacia el sur hasta Méjico y América Central, donde más tarde se unió a ellos un pequeño grupo de amarillos y rojos mezclados. Todos estos pueblos se casaron entre sí y fundaron una nueva raza amalgamada mucho menos belicosa que los hombres rojos de raza pura. En el espacio de cinco mil años, esta raza amalgamada se dividió en tres grupos, los cuales establecieron las civilizaciones respectivas de Méjico, América Central y América del Sur. La ramificación sudamericana recibió un ligero toque de la sangre de Adán.
[…] Aunque los hombres amarillos se enfrascaron de vez en cuando en guerras raciales, no mantuvieron las guerras de exterminio constantes e implacables que sostuvieron los hombres rojos, verdes y anaranjados. Estas tres razas se destruyeron prácticamente a sí mismas antes de ser finalmente casi aniquiladas por sus enemigos de las otras razas.[7]
Durante los períodos de máximo avance glaciar, las tribus andonitas más occidentales estuvieron a punto de ser arrojadas al mar. Vivieron durante años en una estrecha franja de tierra al sur de la actual isla de Inglaterra. La tradición de estos repetidos avances glaciares fue la que los impulsó a hacerse a la mar cuando finalmente apareció el sexto y último glaciar. Fueron los primeros aventureros del mar. Construyeron unos barcos y partieron a la búsqueda de nuevas tierras con la esperanza de que estuvieran libres de las espantosas invasiones de hielo. Algunos llegaron a Islandia, otros a Groenlandia, pero la gran mayoría pereció de hambre y de sed en pleno mar.
Hace poco más de ochenta mil años, poco después de que el hombre rojo penetrara por el noroeste en América del Norte, la congelación de los mares del norte y el avance de los campos de hielo locales en Groenlandia obligaron a estos descendientes esquimales de los aborígenes de Urantia a buscar una tierra mejor, un nuevo hogar. Y lo consiguieron, cruzando sanos y salvos los angostos estrechos que separaban entonces a Groenlandia de las masas terrestres del nordeste de Norteamérica. Alcanzaron el continente unos dos mil cien años después de que el hombre rojo llegara a Alaska. Posteriormente, algunos descendientes mestizos del hombre azul viajaron hacia el oeste y se amalgamaron con los esquimales más recientes, y esta unión fue ligeramente beneficiosa para las tribus esquimales.
Hace unos cinco mil años, una tribu india y un grupo esquimal aislado se encontraron por casualidad en la costa sudeste de la Bahía de Hudson. Estas dos tribus tuvieron dificultades para comunicarse entre sí, pero muy pronto se casaron entre ellos con el resultado de que estos esquimales fueron absorbidos finalmente por los hombres rojos más numerosos. […] [8]
Ciento treinta y dos miembros de esta raza [raza violeta mezclada con algunas de las otras razas ]se embarcaron en una flotilla de barcos pequeños en el Japón [aproximadamente hace 13.000 años] y llegaron finalmente hasta América del Sur; por medio de matrimonios mixtos con los nativos de los Andes, dieron nacimiento a los antepasados de los soberanos posteriores de los Incas. Atravesaron el Pacífico en pequeñas etapas, deteniéndose en las numerosas islas que encontraron por el camino. Las islas de Polinesia eran entonces más numerosas y más grandes que en la actualidad, y estos marineros anditas, junto con otros que los siguieron, modificaron biológicamente a su paso a los grupos indígenas. Como consecuencia de la penetración andita, muchos centros florecientes de civilización se desarrollaron en estas tierras ahora sumergidas. La Isla de Pascua fue durante mucho tiempo el centro religioso y administrativo de uno de estos grupos desaparecidos. Pero de todos los anditas que navegaron por el Pacífico en aquellos tiempos lejanos, los ciento treinta y dos mencionados fueron los únicos que llegaron al continente de las Américas.[9]
Las citas anteriores cubren la gran mayoría del material en El Libro de Urantia que se relaciona directamente con este tema. El Libro de Urantia se publicó en 1955. Naturalmente, ha habido una tendencia a que las estimaciones sobre la migración a las Américas lleguen cada vez más atrás en el tiempo a medida que se realizan nuevos descubrimientos. Romper la visión tradicional de que la gente de Clovis fueron los primeros humanos modernos en las Américas no ha sido fácil, sin embargo. Un artículo del Washington Post de 1997 aborda este tema y cómo el sitio en Monte Verde, Chile, ayudó a desintegrar esta visión:
Cuando la datación reciente de la excavación (utilizando un método preciso que depende de la velocidad a la que las formas radiactivas del carbono se degradan) indica una edad superior a 12.000 años, muchos científicos expresaron serias dudas. Así que en enero, un consorcio de patrocinadores, incluyendo la National Geographic Society y el Dallas (Texas) Museum of Natural History, enviaron al equipo de nueve miembros para investigar el polémico yacimiento.
Entre ellos se encontraban varios escépticos prominentes, incluidos Dena F. Dincauze de la Universidad de Massachusetts y C. Vance Haynes Jr. de la Universidad de Arizona. Después de 10 días, el grupo aprobó por unanimidad el hallazgo de Monte Verde. Dincauze dijo ayer en una conferencia de prensa en el museo de Dallas que el trabajo era «una especie de destructor de paradigmas» y «un nuevo punto de referencia en el conocimiento». Haynes dijo desde su oficina de Arizona que el sitio era claramente válido, con muchos artefactos que son «indiscutiblemente» de origen humano.
El registro de Clovis se ha mantenido desde finales de la década de 1930, aunque han surgido numerosos contendientes de la evidencia de la existencia de una habitación humana anterior. Hasta ahora, ninguno había probado ser convincente para la mayoría de los científicos. Se demostró que las esquirlas de roca que inicialmente se pensaba que eran herramientas de piedra se habían agrietado naturalmente, por ejemplo, o se encontró que los especímenes que se cree que eran del sitio viajaron allí más tarde.
Una gran ventaja del sitio de Monte Verde, dijo ayer Dillehay en Dallas, fue que poco después de la vivienda, el área se cubrió con una turbera, asegurando la preservación de una amplia variedad de pruebas. «Hay, por ejemplo, estacas que todavía están atadas con una cuerda anudada», dijo Alex W. Barker, conservador jefe del museo de Dallas. […]
Los nuevos hallazgos hacen que esta noción sea mucho menos sostenible. Si el sitio de Monte Verde tiene 12.500 años de antigüedad, eso significa que los ancestros de aquellos colonos chilenos de alguna manera lograron viajar unas 10.000 millas desde el Estrecho de Bering al sur de Sudamérica en solo unos pocos cientos de años.
En resumen, dijo Stanford, conservador de arqueología norteamericana y director del programa paleoindio en el Museo Nacional de Historia Natural, «o tuvieron que viajar de forma infernal para llegar a Sudamérica, o simplemente llegaron antes». Los datos climáticos y otra evidencia muestran que la siguiente ventana anterior de oportunidad migratoria existió hace unos 22.000 años. [10]
A pesar de que los descubrimientos iniciales en Monte Verde plantearon preguntas significativas sobre el paradigma dominante, aún no impulsó la fecha muy atrás. Sin embargo, esto abrió la puerta a una menor consideración sesgada de las capas más profundas encontradas en Monte Verde, lo que a su vez ha facilitado un poco más la consideración seria de otros hallazgos recientes que retrasaron la fecha de llegada a 50.000 a 60.000 años atrás.
Pero la fecha real de la primera llegada del Homo sapiens en las Américas puede ser mucho antes de lo que permite cualquier teoría consensual. El equipo de Monte Verde ha encontrado una segunda capa más profunda de artefactos humanos putativos que pueden fecharse de manera confiable en los 33.000 años. La evidencia hasta el momento es tentativa, aunque Stanford dijo que «la mayoría de los nueve miembros del equipo pensaron que se veía bastante bien».[10:1]
Como fue el caso en Monte Verde, encontrar restos más viejos en el yacimiento de Topper en Savannah River Valley, en Carolina del Sur, también fue simplemente una cuestión de cavar más profundo. Puede parecer que a los investigadores les ha llevado bastante tiempo encontrar estos restos en América del Norte y América del Sur. Pero si lo que dice El Libro de Urantia es cierto acerca de cómo el hombre rojo sufrió reducciones poblacionales extensas debido a luchas internas, esto reduciría significativamente la cantidad de evidencia disponible y podría crear brechas durante los períodos en que la población estaba en su punto más bajo.
Además, los restos que se extienden más atrás en la historia humana a veces requieren cantidades significativas de excavaciones para poder ser recuperados. Como práctica, desenterrar el pasado puede ser mucho trabajo. Sin una retroexcavadora, profundizar puede ser una perspectiva desalentadora. Afortunadamente, en el sitio de Topper en 2004, una buena ubicación y el equipo adecuado estaban presentes. Science Daily publicó lo siguiente de un informe de la Universidad de Carolina del Sur:
En 1998, Goodyear […] excavó debajo del nivel de Clovis de 13.000 años en el yacimiento de Topper y encontró herramientas de piedra inusuales hasta un metro más profundas. El yacimiento de excavación de Topper está en la orilla del río Savannah […] Recuperó numerosos artefactos de herramientas de piedra en suelos que más tarde fueron fechados por un equipo externo de geólogos que tenían 16.000 años.
Durante cinco años, Goodyear continuó añadiendo artefactos y evidencia de que existía un pueblo pre-Clovis, erosionando lentamente la teoría sostenida por los arqueólogos de que el hombre llegó a América del Norte hace unos 13.000 años.
En mayo pasado, Goodyear cavó aún más profundamente para ver si la existencia del hombre se extendía más atrás en el tiempo. Usando una retroexcavadora y excavaciones manuales, el equipo de Goodyear excavó a través del suelo de la terraza del Pleistoceno, a unos 4 metros por debajo de la superficie del suelo. Goodyear encontró varios artefactos similares a las formas anteriores a Clovis que ha excavado en los últimos años.
Luego, en el último día de la última semana de excavación, el equipo de Goodyear descubrió una mancha negra en el suelo donde yacían los artefactos, proporcionándole el carbón necesario para la datación por radiocarbono. El Dr. Tom Stafford de Stafford Laboratories en Boulder, Colorado, vino a Topper y recolectó muestras de carbón para datarlas.
Se obtuvieron tres fechas de radiocarbono desde la profundidad de la terraza en Topper con dos fechas de 50.300 y 51.700 en restos de plantas quemadas. Una fecha moderna relacionada con una intrusión, dice Stafford. «Las dos fechas de 50.000 indican que tienen al menos 50.300 años. Se desconoce la edad absoluta».[11]
En América del Norte, el yacimiento de Topper ha producido la evidencia más antigua hasta la fecha de la habitación humana temprana del continente americano. Suponiendo que un puente de tierra del Estrecho de Bering fuera el punto de entrada de las primeras migraciones humanas, esto significaría que se deberían cubrir más de siete mil millas para llegar a Carolina del Sur desde Alaska. Esto habría llevado una cantidad considerable de tiempo, por lo tanto, empujando la fecha de la primera migración incluso más allá de hace 50.000 años. El yacimiento de Topper, sin embargo, no empuja la fecha hacia atrás tanto como el sitio en Pedra Furada, Brasil, que está, por supuesto, aún más lejos de Alaska.
Las entrevistas realizadas en 2002 por el Athena Review con investigadores de este lugar revelan lo siguiente:
[El Dr.] Guaciara dos Santos: Una cronología completa de la actividad humana en el yacimiento Boqueirão da Pedra Furada (BPF), el yacimiento arqueológico más antiguo encontrado en el Parque Nacional Capivara (fig.3), ha sido establecido por fechas confiables de radiocarbono en carbón vegetal excavado desde diferentes niveles […]
Un nuevo procedimiento ABOX-SC (oxidación húmeda ácido-base seguida de combustión escalonada), desarrollado por Bird et al. (1999), que ha sido fundamental para establecer fechas de radiocarbono seguras de más de 40.000 para la ocupación humana de Australia (Turney et al., 2001), ahora se han aplicado al carbón de la capa de ocupación más antigua del yacimiento de Pedra Furada. Este pretratamiento químico más riguroso, seguido de un procedimiento de combustión escalonada (SC) para eliminar cualquier contaminación residual, descontamina muestras de carbón y madera (Bird et al., 1999, Santos et al., 2001), permitiendo la datación por radiocarbono creíble a alrededor de 55.000 BP [BP = «antes del presente»] [12]).
Un total de siete muestras de carbón de hogueras en el sitio BPF 1 se sometieron al procedimiento ABOX-SC completo y sus contenidos de radiocarbono se determinaron mediante espectrometría de masas con acelerador en la Universidad Nacional de Australia. Cinco de las muestras demostraron estar incluso más allá del límite de esta nueva técnica, regresando edades de más de 56.000 BP. Se obtuvieron edades finitas de 53.000 y 55.000 BP para las dos restantes (Santos et al., en manuscrito).
Estos nuevos resultados retrasan el tiempo de la ocupación humana en el yacimiento de Pedra Furada en al menos otros 8.000 años en relación con los resultados anteriores. Por lo tanto, parece que los humanos ya estaban en este sitio hace unos 60.000 años, y posiblemente incluso antes.[13]
En su entrevista, Athena Review (AR) preguntó por qué la investigación en el sitio Pedra Furada no ha sido más ampliamente aceptada:
AR: Algunos han propuesto que las primeras fechas de carbón de Pedra Furada pueden ser de incendios naturales (véase Meltzer, Adovasio y Dillehay 1994). ¿Por qué crees que tus hallazgos, que parecen ser muy convincentes, no han sido completamente aceptados por otros arqueólogos del Nuevo Mundo que han encontrado sitios preClovis?
Niède Guidon: No puedo entender por qué. Tal vez porque cuando eres el primero en descubrir algo, la gente quiere matarte porque perturbas las plácidas aguas del lago. Las teorías sobre el poblamiento de América son solo teorías, y en la prehistoria no es posible decir que algo no existe solo porque no las encontramos. Una teoría no es una ley, pero puede y debe cambiarse cada vez que se descubran nuevos hechos. Y estoy seguro de nuestros descubrimientos porque nuestro equipo es muy bueno con especialistas en diferentes ciencias. Tengo títulos en Historia Natural y Prehistoria, y décadas de trabajo de campo. Sé cuando estoy cavando un lugar donde la gente coloca piedras para hacer un fuego dentro de la estructura, y cuando estoy frente a un fuego natural. Y los incendios forestales no eran eventos comunes en la selva antes de la llegada de los hombres blancos.[13:1]
La respuesta de Fabio Parenti identificó tres razones: 1) los restos no son la variedad «indiscutible» que los investigadores siempre esperan encontrar, como los huesos, 2) siendo especialmente viejos hace que los restos sean más peculiares y, por lo tanto, más sospechosos, y 3) no ha habido participación directa de un equipo de arqueólogos internacionales trabajando en el sitio.[13:2]
Don Wyckoff, quien se encuentra en el Oklahoma Archaeological Survey, reconoce el importante grado de prejuicio prevaleciente entre los estudiosos arqueológicos al relatar su trabajo en el yacimiento de Burnham. Nueve millas al norte de Freedom, Okalahoma, Gene Burnham encontró restos en su propiedad cuando estaba en el proceso de construir un estanque. La investigación subsiguiente arrojó pruebas de que la habitación humana databa de hace 35.000 años. La voluntad de Wyckoff de involucrarse con este descubrimiento de 1986 no habría sido algo seguro en una etapa anterior de su carrera:
[A] unos 15 pies debajo de la superficie, los excavadores encontraron suelo que databa de aproximadamente 34.000 a.C.
En el suelo, los estudiantes encontraron piezas de pedernal que parecían estar labradas y luego descartadas al afilar una herramienta. Hubo 52 de ellos. También descubrieron herramientas rotas.
Wyckoff se dio cuenta de lo que había encontrado, pero no quería admitirlo.
La evidencia significaba que la gente estaba aquí, en Oklahoma y Norteamérica, hace entre 34.000 y 36.000 años, mucho antes de que la gente de Clovis y Folsom apareciera en el suroeste de América hace unos 11.600 años.
«Si fuera más joven, me habría alejado. Nos hacía parecer locos. No creo que hubiera querido arriesgar mi carrera en esto», dijo Wyckoff, de 64 años.
«Pero teniendo la edad que tengo, creo que puedo vivir con eso. Intentamos hacer el mejor trabajo posible y dejamos que la evidencia hable por sí misma».
La nueva idea tenía pocos seguidores, y la mayoría de ellos eran investigadores que habían trabajado en un yacimiento en América del Sur que eventualmente ayudó a respaldar el hallazgo de Wyckoff.[14]
Ahora estamos en un período donde el paradigma anterior está seriamente desacreditado. La cultura Clovis ya no se ve como lo fue durante las varias décadas que siguieron a la publicación de El Libro de Urantia en 1955. La evidencia de la habitación humana en las Américas antes de hace 12.000 años ahora está bastante justificada y aceptada. Hay muchas preguntas que permanecen sin respuesta y, claramente, la evidencia actual aún no respalda la afirmación de El Libro de Urantia de que el hombre moderno llegó al continente americano hace 85.000 años. No obstante, esta fecha no parece tan exagerada como lo fue en el momento de la publicación. Los descubrimientos e investigaciones adicionales son cada vez más armoniosos con la posición de El Libro de Urantia sobre este tema.
Si Pedra Furada se mantiene como auténtica, esto coloca la habitación humana en el lado oriental de Brasil hace unos 60.000 años. Esto agrega casi 50.000 años a la visión aceptada en el momento de la publicación y nos acerca a 25.000 de confirmar la fecha de ingreso a El Libro de Urantia. Este informe se actualizará, por supuesto, a medida que se hagan nuevos descubrimientos.
El siguiente cuadro enumera los sitios en América del Norte y del Sur donde se realizó la datación por radiocarbono.[15]
Fechas de radiocarbono de algunos sitios arqueológicos
Sitio | Años | Número Laboratorio | Referencia | ||
---|---|---|---|---|---|
Burnham, Oklahoma | 40900 | ± | 1600 | AA-3840 | Wychoff, et. al. 1990 |
El Cedral, Mexico | 37694 | ± | 1963 | INAH-305 | Lorenzo and Mirambell 1999 |
Burnham, Oklahoma | 35890 | ± | 850 | AA-3837 | Wychoff, et. al. 1990 |
Monte Verde I, Chile | 33370 | ± | 530 | Beta-6754 | Roosevelt, et. al. 1996 |
El Cedral, Mexico | 33300 | ± | 2700 | GX-7684 | Lorenzo and Mirambell 1999 |
El Cedral, Mexico | 31850 | ± | 1600 | I-10438 | Lorenzo and Mirambell 1999 |
Meadowcroft Rockshelter | 31400 | ± | 1200 | OxA-364 | Adovasio, et. al. 1990 |
Burnham, Oklahoma | 31150 | ± | 700 | Beta-23045 | Wychoff, et. al. 1990 |
Meadowcroft Rockshelter | 30900 | ± | 1100 | OxA-363 | Adovasio, et. al. 1990 |
Burnham, Oklahoma | 26820 | ± | 350 | AA-3838 | Wychoff, et. al. 1990 |
Tlapacoya, Mexico | 24000 | ± | 4000 | A-794 | Lorenzo and Mirambell 1999 |
Tlapacoya, Mexico | 21700 | ± | 500 | I-4449 | Lorenzo and Mirambell 1999 |
El Cedral, Mexico | 21468 | ± | 458 | INAH-388 | Lorenzo and Mirambell 1999 |
Meadowcroft Rockshelter | 19600 | ± | 2400 | SI-2062 | Adovasio, et. al. 1988 |
Meadowcroft Rockshelter | 19100 | ± | 810 | SI-2062 | Adovasio, et. al. 1988 |
Lovewell Mammoth | 18250 | ± | 90 | CAMS-15636 | Holen 1996 |
Meadowcroft Rockshelter | 16175 | ± | 975 | SI-2354 | Adovasio, et. al. 1988 |
Meadowcroft Rockshelter | 15120 | ± | 165 | SI-1686 | Adovasio, et. al. 1988 |
Meadowcroft Rockshelter | 14925 | ± | 620 | SI-1872 | Adovasio, et. al. 1988 |
Meadowcroft Rockshelter | 13270 | ± | 340 | SI-2488 | Adovasio, et. al. 1988 |
Meadowcroft Rockshelter | 13240 | ± | 1010 | SI-2065 | Adovasio, et. al. 1988 |
Fort Rock Cave, Oregon | 13200 | ± | 720 | GaK-1738 | Byran and Tuohy 1999 |
Owl Cave, Idaho | 12850 | ± | 150 | WSU-1281 | Miller 1982 |
Meadowcroft Rockshelter | 12800 | ± | 870 | SI-2489 | Adovasio, et. al. 1988 |
Arroio dos Fosseis, Brazil | 12770 | ± | 220 | SI-800 | Borrero 1996 |
RS-I-50, Brazil | 12770 | ± | 220 | SI-801 | Borrero 1996 |
RS-Q-2, Brazil | 12690 | ± | 100 | SI-2351 | Borrero 1996 |
Lubbock Lake, Texas | 12650 | 250 | I-246 | Green 1962 | |
Bonfire Shelter, Texas | 12460 | ± | 490 | AA-344 | Bennett 1986 |
La Moderna | 12330 | ± | 370 | TO-1507 | Borrero 1996 |
Abrigo do Sol, Brazil | 12300 | ± | 95 | SI-3477 | Borrero 1996 |
Owl Cave, Idaho | 12250 | ± | 200 | WSU-1259 | Miller 1982 |
Smith Creek Cave, Nevada | 12150 | ± | 120 | Birm-752 | Byran and Tuohy 1999 |
Swan Point, Alaska | 12060 | ± | 70 | CAMS-17405 | Holmes, et. al. 1996 |
Quereo | 12000 | ± | 195 | N-2965 | Borrero 1996 |
Johnson Site, Tennessee | 11950 | ± | 110 | Tx-7454 | Byran and Tuohy 1999 |
Walker Road, Alaska | 11820 | ± | 200 | Beta-11254 | Powers and Hoffecker 1989 |
Broken Mammoth, Alaska | 11770 | ± | 220 | WSU-4364 | Holmes 1996 |
Moose Creek, Alaska | 11730 | ± | 250 | GX-6281 | Powers and Hoffecker 1989 |
Blackwater Draw | 11630 | ± | 350 | A-491 | Hayes, et. al. 1984 |
Mead, Alaska | 11600 | ± | 80 | CAMS-4877 | Holmes 1996 |
Lehner Ranch, AZ | 11470 | ± | 110 | SMU-308 | Haynes 1991 |
Tule Lake, California | 11450 | ± | 340 | Beta-39545 | Beaton 1991 |
Owl Ridge, Alaska | 11340 | ± | 150 | Beta-11209 | Phippen 1988 |
Dry Creek, Alaska | 11120 | ± | 85 | SI-2880 | Thorson and Hamilton 1977 |
Hell Gap, Wyoming | 10955 | ± | 135 | AA-14434 | Frison 1999 |
Owl Cave, Idaho | 10920 | ± | 150 | WSU-1786 | Miller 1982 |
Healy Lake, Alaska | 10500 | ± | 280 | GX-1944 | Erlandson et. al. 1991 |
Berelekh, Siberia | 12930 | ± | 80 | CGIN-1021 | Mochanov 1978:60 |
Ust’Mil II © | 33000 | ± | 500 | LE-1000 | Mochanov 1978:62 |
Ust’Mil II © | 30000 | ± | 500 | LE-1001 | Mochanov 1978:62 |
Ust’Mil II © | 35400 | ± | 600 | LE-954 | Mochanov 1978:62 |
Ikhine II (B) | 24600 | ± | 380 | IMSOAN-153 | Mochanov 1978:62 |
Ikhine II (B) | 30200 | ± | 300 | GIN-1019 | Mochanov 1978:62 |
Ikhine II (B) | 31290 | ± | 500 | GIN-1020 | Mochanov 1978:62 |
Ust’Mil II (B) | 23500 | ± | 500 | LE-999 | Mochanov 1978:62 |
Diuktai Cave (B) | 13070 | ± | 90 | LE-784 | Mochanov 1978:62 |
Diuktai Cave (B) | 14000 | ± | 100 | GIN-404 | Mochanov 1978:62 |
Diuktai Cave (B) | 12690 | ± | 120 | LE-860 | Mochanov 1978:62 |
Diuktai Cave (B) | 13110 | ± | 90 | LE-908 | Mochanov 1978:62 |
Afontova Gora II | 20900 | ± | 300 | GIN-1171 | Mochanov 1978:62 |
Berelekh, Siberia | 12240 | ± | 160 | LU-149 | Mochanov 1978:62 |
Berelekh, Siberia | 10600 | ± | 90 | LE-998 | Mochanov 1978:62 |
Berelekh, Siberia | 11830 | ± | 110 | LU-147 | Mochanov 1978:62 |
Ushki (5) | 10360 | ± | 350 | MO-345 | Mochanov 1978:62 |
Ushki (7) | 13600 | ± | 250 | GIN-167 | Mochanov 1978:62 |
Ushki (7) | 14300 | ± | 200 | GIN- | Mochanov 1978:62 |
El Libro de Urantia: LU 64:6
Paleoamerican Origins (Orígenes paleoamericanos), Smithsonian, Paleoamerican Origins, 1999.
https://web.archive.org/web/20090628145147/http://www.si.edu/Encyclopedia_SI/nmnh/origin.htm [Enlace original roto]
Incredible Journeys of Our Native Tongues (Viajes increíbles de nuestras lenguas nativas), por Patricia McBroom, Public Affairs, 11 marzo 1998. Linguistic Analysis, Universidad de California, Berkeley.
http://www.berkeley.edu/news/berkeleyan/1998/0311/linguistics.html
Find May Rewrite Americas’ Prehistory (Hallazgo podría reescribir la prehistoria americana), por Curt Suplee, Washington Post, 11 febrero 1997. Artículo acerca de Monte Verde, yacimiento de Chile, de 33.000 años de antigüedad.
http://www.washingtonpost.com/wp-srv/inatl/americas/feb/17/artifact.htm
Bering Strait crossing en Answers.com.
https://web.archive.org/web/20141202165815/http://www.answers.com/topic/bering-land-bridge [Enlace original roto]
Topper Site-Were Humans in America Over 50,000 Years Ago? (Yacimiento Topper: había humanos en América hace más de 50,000 años), Athena Review, Vol. 4, No. 2, noviembre 2004. Artículo sobre el yacimiento Topper en Carolina del Norte.
https://web.archive.org/web/20060809233219/http://www.athenapub.com/topper.htm [Enlace original roto]
Pedra Furada, Brazil: Paleoindians, Paintings, and Paradoxes, (Pedra Furada, Brasil: paleoindios, pinturas y paradojas), marzo 2002, una entrevista con el Dr. Niède Guidon, Anne-Marie Pessis, Fabio Parenti, Claude Guérin, Evelyne Peyre, y Guaciara M. dos Santos. Athena Review, Vol.3, no.2: Peopling of the Americas (*Poblamiento de las Américas). Revista de arqueología, historia y exploración.
https://web.archive.org/web/20180514044104/http://www.athenapub.com/10pfurad.htm [Enlace original roto]
State Dig Site Helps Change Habitation Timeline Theory, by Diane Clay, October 18, 2003 - Issue 98, Canku Ota, The Oklahoma Publishing Company. About Burnham site, Oklahoma.
https://web.archive.org/web/20160913085351/http://www.turtletrack.org/Issues03/Co10182003/CO_10182003_Timeline.htm [Enlace original roto]
Grant to fund shelter for archaeological site shelter where prehistoric remains unearthed in '70s (Beca para financiar un refugio para un yacimiento arqueológico donde se desenterraron restos prehistóricos en los años 70), Robert J. Pavuchak, Post-Gazette, 23 septiembre 2006.
https://web.archive.org/web/20080724030554/http://www.post-gazette.com/pg/06266/724317-85.stm [Enlace original roto]
America’s (almost) Invisible Prehistory (Prehistoria americana (casi) invisible), por Alan Day, 2003. Yacimiento Pre Clovis en Ohio.
Pre-Clovis Cultures in North America (Culturas Pre-Clovis en Norteamérica), 27 junio 2007, Matrix of Mnemosyne. Culturas Pre-Clovis en Norteamérica.
https://web.archive.org/web/20111004014730/http://matrixbookstore.biz/preclovis.htm
THE PALEOAMERICANS, por James Q. Jacobs, 2001.
Véase los documentos 62, 63 y 64 de El Libro de Urantia para una completa descripción de estos eventos. ↩︎
http://en.wikipedia.org/wiki/Indigenous_peoples_of_the_Americas ↩︎
Paleoamerican Origins (Orígenes paleoamericanos), Smithsonian, Paleoamerican Origins, 1999. https://web.archive.org/web/20090628145147/http://www.si.edu/Encyclopedia_SI/nmnh/origin.htm [Enlace original roto] ↩︎
Find May Rewrite Americas’ Prehistory (Hallazgo podría reescribir la prehistoria americana), por Curt Suplee, Washington Post, 11 febrero 1997. Artículo acerca de Monte Verde, yacimiento de Chile, de 33.000 años de antigüedad. http://www.washingtonpost.com/wp-srv/inatl/americas/feb/17/artifact.htm ↩︎ ↩︎
New Evidence Puts Man In North America 50,000 Years Ago (Nueva evidencia sitúa al hombre en América del Norte hace 50.000 años), 18 noviembre 2004, University Of South Carolina. http://www.sciencedaily.com/releases/2004/11/041118104010.htm ↩︎
«Antes del presente» (abreviado a menudo con las siglas AP y, en ocasiones BP —del inglés Before Present—) es una referencia de tiempo usada en arqueología, geología y otras disciplinas científicas como estándar para especificar cuándo ocurrió un evento en el pasado. El estándar estableció 1950 como año de origen. https://es.wikipedia.org/wiki/Antes_del_presente ↩︎
Pedra Furada, Brazil: Paleoindians, Paintings, and Paradoxes, (Pedra Furada, Brasil: paleoindios, pinturas y paradojas), marzo 2002, una entrevista con el Dr. Niède Guidon, Anne-Marie Pessis, Fabio Parenti, Claude Guérin, Evelyne Peyre, y Guaciara M. dos Santos. Athena Review, Vol.3, no.2: Peopling of the Americas (*Poblamiento de las Américas). Revista de arqueología, historia y exploración. https://web.archive.org/web/20180514044104/http://www.athenapub.com/10pfurad.htm [Enlace original roto] ↩︎ ↩︎ ↩︎
State Dig Site Helps Change Habitation Timeline Theory, by Diane Clay, October 18, 2003 - Issue 98, Canku Ota, The Oklahoma Publishing Company. About Burnham site, Oklahoma. https://web.archive.org/web/20160913085351/http://www.turtletrack.org/Issues03/Co10182003/CO_10182003_Timeline.htm [Enlace original roto] ↩︎
THE PALEOAMERICANS, por James Q. Jacobs, 2001. http://www.jqjacobs.net/anthro/paleoamericans.html ↩︎