© 2023 Halbert Katzen, JD
Por Halbert Katzen J.D.
El Espíritu Infinito, como revelación universal de la divinidad, es insondable y está totalmente fuera de la comprensión humana. Para percibir la absolutidad del Espíritu, sólo necesitáis contemplar la infinidad del Padre Universal y sentiros asombrados por la eternidad del Hijo Original. (LU 8:2.4)
Es un misterio que Dios sea un ser extremadamente personal y consciente de sí mismo con una sede central residencial, y que al mismo tiempo esté personalmente presente en un universo tan inmenso y en contacto personal con un número de seres casi infinito. El hecho de que este fenómeno sea un misterio que sobrepasa la comprensión humana no debería disminuir en lo más mínimo vuestra fe. No permitáis que la magnitud de la infinidad, la inmensidad de la eternidad y la grandiosidad y la gloria del carácter incomparable de Dios os intimiden, os hagan vacilar u os desanimen, pues el Padre no está muy lejos de ninguno de vosotros; vive dentro de vosotros, y en él todos nos movemos literalmente, vivimos realmente y tenemos verdaderamente nuestra existencia. (LU 12:7.12)
Espiritualmente, estos mundos están equipados de manera ideal; están apropiadamente adaptados a su meta de alojar a las numerosas órdenes de seres diferentes que ejercen su actividad en el universo central. En estos mundos magníficos tienen lugar numerosas actividades que están mucho más allá de la comprensión humana. (LU 14:3.8)
En la esfera ejecutiva del séptimo superuniverso, el personal encargado de mantener en orden los asuntos de Orvonton asciende a una cantidad que sobrepasa la comprensión humana y abarca prácticamente todas las órdenes de inteligencias celestiales. Todos los servicios superuniversales relacionados con el transporte de las personalidades (excepto los Espíritus Inspirados Trinitarios y los Ajustadores del Pensamiento) pasan por uno de estos siete mundos ejecutivos en sus viajes universales hacia el Paraíso y cuando regresan de él, y aquí se mantienen los registros centrales de todas las personalidades creadas por la Fuente-Centro Tercera que ejercen su actividad en los superuniversos. El sistema de archivos materiales, morontiales y espirituales de uno de estos mundos ejecutivos del Espíritu asombra incluso a un ser de mi orden. (LU 17:1.6)
Los serafines son creados de tal manera que pueden ejercer su actividad tanto en el nivel espiritual como en el nivel tangible. Existen pocas fases de la actividad morontial o espiritual que no estén abiertas a sus servicios. Aunque los ángeles no están muy alejados de los seres humanos en cuanto a su estado personal, los serafines los trascienden considerablemente en ciertas actividades funcionales. Poseen muchos poderes que se encuentran mucho más allá de la comprensión humana. Por ejemplo: se os ha dicho que «los cabellos mismos de vuestra cabeza están contados», y es verdad que lo están, pero un serafín no emplea su tiempo contándolos y manteniendo su número corregido al día. Los ángeles poseen poderes inherentes y automáticos (es decir, automáticos hasta donde podríais percibirlos) para saber estas cosas; vosotros consideraríais en verdad a un serafín como un prodigio matemático. Por eso numerosos deberes que serían enormes tareas para los mortales son realizados con suma facilidad por los serafines. (LU 38:2.3)
Con el alcance limitado del oído humano, difícilmente podéis concebir las melodías morontiales. Existe incluso una gama material de hermosos sonidos que el sentido humano del oído no reconoce, sin mencionar la amplitud inconcebible de la armonía morontial y espiritual. Las melodías espirituales no son ondas sonoras materiales, sino pulsaciones espirituales que reciben los espíritus de las personalidades celestiales. La inmensidad del alcance y el alma de la expresión, así como la grandiosidad de la ejecución asociadas a la melodía de las esferas, sobrepasan por completo la comprensión humana. He visto a millones de seres embelesados que permanecían en un éxtasis sublime mientras la melodía del reino sonaba sobre la energía espiritual de los circuitos celestiales. Estas maravillosas melodías se pueden transmitir hasta las zonas más alejadas de un universo. (LU 44:1.1)
Como la experiencia religiosa es esencialmente espiritual, nunca puede ser plenamente comprendida por la mente material; de ahí la función de la teología, que es la psicología de la religión. La doctrina fundamental de la comprensión humana de Dios crea una paradoja en el entendimiento finito. A la lógica humana y a la razón finita les resulta casi imposible armonizar el concepto de la inmanencia divina, un Dios interior que forma parte de cada individuo, con la idea de la trascendencia de Dios, la dominación divina del universo de universos. Estos dos conceptos esenciales de la Deidad deben ser unificados mediante la captación por la fe del concepto de la trascendencia de un Dios personal y la comprensión de la presencia interior de un fragmento de ese Dios, con el objeto de justificar la adoración inteligente y validar la esperanza de la supervivencia de la personalidad. Las dificultades y las paradojas de la religión son inherentes al hecho de que las realidades de la religión sobrepasan por completo la capacidad de comprensión intelectual de los mortales. (LU 5:5.6)
El Hijo Eterno es una personalidad grandiosa y gloriosa. Aunque captar la realidad de la personalidad de este ser infinito sobrepasa la capacidad de la mente mortal y material, no lo dudéis, es una persona. Sé de lo que hablo. He permanecido en la presencia divina de este Hijo Eterno en ocasiones casi innumerables, y luego he viajado hasta el universo para llevar a cabo sus bondadosos mandatos. (LU 6:8.8)
La belleza material del Paraíso consiste en la magnificencia de su perfección física; la grandiosidad de la Isla de Dios se manifiesta en los logros intelectuales y en el desarrollo mental magníficos de sus habitantes; la gloria de la Isla central se manifiesta en la donación infinita de la personalidad espiritual divina —la luz de la vida. Pero la intensidad de la belleza espiritual y las maravillas de este conjunto magnífico sobrepasan por completo la comprensión de la mente finita de las criaturas materiales. La gloria y el esplendor espiritual de la morada divina son imposibles de comprender por los mortales. Y el Paraíso existe desde la eternidad; no hay ni archivos ni tradiciones respecto al origen de esta Isla nuclear de Luz y de Vida. (LU 11:0.2)
A grandes rasgos, el espacio se origina aparentemente justo por debajo del Paraíso inferior, y el tiempo justo por encima del Paraíso superior. El tiempo, tal como vosotros lo comprendéis, no es una característica de la existencia en el Paraíso, aunque los habitantes de la Isla Central son plenamente conscientes de la secuencia intemporal de los acontecimientos. El movimiento no es inherente al Paraíso; es volitivo. Pero el concepto de la distancia, e incluso de la distancia absoluta, tiene un gran significado pues puede ser aplicado a emplazamientos relativos en el Paraíso. El Paraíso es no espacial; de ahí que sus áreas sean absolutas y, por consiguiente, utilizables de muchas maneras que sobrepasan los conceptos de la mente humana. (LU 11:2.11)
LA inmensidad de la extensa creación del Padre Universal sobrepasa por completo el alcance de la imaginación finita; la enormidad del universo maestro hace que se tambaleen incluso los conceptos de los seres de mi orden. Pero se pueden enseñar muchas cosas a la mente mortal sobre el plan y la disposición de los universos; podéis conocer algo de su organización física y de su maravillosa administración; podéis aprender muchas cosas sobre los diversos grupos de seres inteligentes que viven en los siete superuniversos del tiempo y en el universo central de la eternidad. (LU 12:0.1)
En el Paraíso, la mente es absoluta; en Havona es absonita; en Orvonton es finita. La mente siempre conlleva la actividad y la presencia de un ministerio viviente además de los diversos sistemas energéticos, y esto es así en todos los niveles y en todos los tipos de mente. Pero más allá de la mente cósmica, las relaciones de la mente con la energía no espiritual se vuelven cada vez más difíciles de describir. La mente havoniana es subabsoluta pero superevolutiva; como es existencial-experiencial, está más cerca de lo absonito que cualquier otro concepto que se haya revelado. La mente paradisiaca está más allá de la comprensión humana; es existencial, no espacial y no temporal. Sin embargo, todos estos niveles mentales están eclipsados por la presencia universal del Actor Conjunto —por la atracción de la gravedad mental del Dios de la mente que se encuentra en el Paraíso. (LU 42:10.7)
- Los Estabilizadores de Enlaces. Son los reguladores de la energía morontial en asociación con las fuerzas físicas y espirituales del reino. Hacen posible la conversión de la energía morontial en materia morontial. Toda la organización morontial de la existencia depende de los estabilizadores. Disminuyen la rotación de las energías hasta el punto en que pueden volverse físicas. Pero no dispongo de términos con los que poder comparar o ilustrar el ministerio de estos seres. Sobrepasa por completo la imaginación humana. (LU 48:2.20)