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Richard Keeler falleció en paz el 16 de enero de este año tras luchar con una enfermedad terminal. Servidor de muchos años de la Revelación Urantia, buen amigo de muchos, miembro leal y digno de confianza que dio apoyo a la Asociación Urantia Internacional y fideicomisario de la Fundación Urantia durante treinta años, Richard fue muy querido por muchos y los que le consideraban su amigo le echarán mucho de menos.
He aquí algunos homenajes de algunos de sus amigos que describen la profundidad del amor y la gratitud que tantos sentían hacia este maravilloso hombre.
Fundación Urantia
Con lágrimas de tristeza, alegría y celebración anunciamos el fallecimiento de Richard Keeler. La pasada noche del 16 de enero de 2019 nuestro amado hermano y amigo hizo su transición desde Urantia. Su salud había ido empeorando durante los dos últimos años, y su fallecimiento fue una bendición que él esperaba con ilusión. Se enfrentó al reto de su viaje final con valentía y fe en su Padre celestial.
Richard Keeler sirvió como fideicomisario de la Fundación Urantia durante 30 años. Fue firme en su amor a la revelación y en su servicio a la Fundación y a los lectores. Trajo sabiduría, humor y fraternidad para todos nosotros. El servicio amoroso, la entrega desinteresada y la lealtad valiente de Richard fueron el legado de su manera de vivir los frutos del espíritu.
Todos le echamos de menos y le deseamos buen viaje mientras su ángel guardián lo lleva a los mundos mansión. Richard, saludamos al fragmento de infinidad, la chispa de divinidad y la brasa de eternidad que te habita. Les dejamos con la cita favorita de Richard de El libro de Urantia_:_
Dios es la más ineludible de todas las presencias, el más real de todos los hechos, la más viva de todas las verdades, el más afectuoso de todos los amigos y el más divino de todos los valores; de Dios tenemos derecho a estar más seguros que de cualquier otra experiencia universal. [LU 102:7.10]
Hoite Caston
Richard fue mi mejor amigo y el «personaje» más memorable que he conocido desde nuestro primer año en la fraternidad Sigma Chi de la Universidad de Kansas, donde nuestro hermano iniciado Vern Grimsley nos presentó a ambos El libro de Urantia. Como sufrió una enfermedad prolongada, progresiva y debilitante a causa de un raro cáncer pancreático que impedía que su cuerpo procesara nutrientes críticos, Richard Wood y Evette Twyford cuidaron a Richard con amor durante el último año o más. Se hicieron cargo de todas sus necesidades diarias, lo acompañaron a las reuniones del grupo de estudio de Urantia y lo ayudaron a comer para mantener su fuerza y su peso. Rich acabó entrando en coma e hizo la transición a su siguiente gran aventura bajo los cuidados de un equipo especializado en enfermedades terminales en su casa de Wyoming. Poco antes de que su hija Libby llegara el día anterior, salió del coma y pudo reconocerla y tener una breve conversación conmovedora en la que incluso canturreó «Tú eres mi milagro», una canción que le cantaba a menudo, antes de volver a caer en el coma. Después le hicieron una bendición cherokee con corteza de salvia y rugido de oso, y falleció al día siguiente. Como diría su hermano de Sigma Chi, «¡Todo el honor a su nombre!».
Steve Shinall
Richard Keeler fue un ser de espíritu asombroso. Generoso con su tiempo, su tesoro, su humor, su conocimiento y su sabiduría era una incorporación siempre bienvenida a cualquier tarea que compartiera con alguien. Era un amigo leal y firme, y un compañero de armas en la diseminación de la revelación de El libro de Urantia. Podía ser espiritual e irreverente a la vez. Siempre me sentiré honrado de haberlo llamado mi amigo y espero con ilusión reunirme con él de nuevo en algún lugar a lo largo del camino de ascensión. Descansa en paz y resucita en gloria, siervo fiel.
Bernie Belarski
Cumpliste la vida de un hijo de Dios. Tuve el gran placer de estar contigo y con muchas otras personas hermosas en Cottonwood en 2007, después de más de 30 años de ser un lector solitario. Siempre será algo profundo para mí que la primera reunión a la que asistí fuera en compañía de un grupo de personas tan maravilloso. Debo decir que eres una luz brillante en mis recuerdos, y si dicen que todos somos soldados de los círculos, en ti hemos perdido a uno de nuestros generales, querido amigo. Miro hacia un futuro no muy lejano en el que mi propuesta de reunirme en el «mapa en relieve de Edentia» sea una experiencia nueva y fabulosa una vez más. Descansa por ahora, Richard; cantaremos y bailaremos nuevamente el día de la reunión, amigo.
Luis García Bory
Tuve el placer de conocer a Richard hace más de 20 años y disfruté de estar en su presencia muchas veces durante ese período. Se hizo amigo íntimo de mi hermano Víctor, y por extensión de mí y de nuestra familia. Muchas generaciones de estudiantes de El libro de Urantia, incluyéndome a mí, encontraron un liderazgo ejemplar y una guía espiritual innovadora en asociación con Richard. Me sentí conmovido por su sabiduría de enfrentar los desafíos confiando plenamente en la voluntad del Padre, que según pude ver solo era igualada por su ingenio, extraordinario buen humor y espléndido sentido del humor.
Su legado en la Fundación Urantia (y por extensión en la Asociación Urantia Internacional) es verdaderamente excepcional, sobrepasado solo quizá por la gran abundancia de semillas espirituales que sembró en tantos de nosotros y que estoy seguro de que seguirán dando frutos supremos y conmovedores a lo largo de muchas generaciones.
Gracias de todo corazón, querido Richard, por ser un verdadero titán espiritual y un pilar sólido de nuestra comunidad. Que el Padre nos dé fuerza para hacer avanzar gran parte de tu legado con la gran generosidad, valentía y decisión que nos demostraste que son necesarias para continuar con una vida de servicio, expansión espiritual y diseminación incansable de la verdad, belleza y bondad de la revelación.
Michael Hanian
Richard fue decisivo en la creación de la primera traducción al ruso de El libro de Urantia. Allá por 1992 vino a Finlandia y nos ofreció su colaboración. Le echo mucho de menos (y a su banjo también).
Rick Warren
Cuando estábamos acreditando nuestra asociación local en Houston (hacia 1992), Rich, Phil R, Kathy y Pat M dieron cada uno una pequeña charla. Durante la de Richard, una mujer se quitó un vendaje rígido extraíble del brazo. Richard estaba hablando sobre la acreditación muy serio pero se detuvo, dio un salto y gritó como un loco: «¡Milagro!». Cuando yo quería colocar un Libro de Urantia en cada biblioteca de Texas, él lo hizo posible. Si llamaba a la biblioteca, la Fundación Urantia enviaba los libros, de los que salieron casi 1.000. Y no se detenía ni retiraba cuando le daban malos golpes. Sigue jugando, Ricardo, lo haces muy bien. Alerta, Mansonia, ahí va un candidato a la reversión.
Kathleen Swadling
Mi esposo Trevor y yo contamos con Richard como uno de nuestros amigos lectores muy especiales de El libro de Urantia. Lo conocimos en 1989 cuando vino a una conferencia australiana. Como muchos otros conectamos con él inmediatamente y disfrutamos cantando todos juntos con su banjo. A lo largo de los años mientras comenzamos a trabajar estrechamente con la Fundación Urantia desarrollamos una maravillosa amistad. Llegamos a percibir la persona tan desinteresada y entregada que era. Richard fue a la quinta revelación de época lo que el apóstol Mateo fue a la cuarta. Resistió muchas tormentas pero siempre mantuvo el rumbo. Su entrega y lealtad a la revelación es un motivo de inspiración para todo el que desee ver el éxito de esta revelación, fue en verdad un «héroe de la Revelación». Adiós, querido Richard, hasta que volvamos a encontrarnos…