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¡Oye, vamos a casa de Dios! Puede que sea una figura retórica pero es real, hay un lugar (fuera del tiempo y el espacio) al que podemos ir sin viajar, sin planear y sin ningún tipo de pasajes ni documentos de viaje. Es un lugar que está tanto dentro como fuera de nosotros. Nuestro sincero deseo de ir allí es el precioso pasaporte personal que garantiza nuestra reserva y asegura nuestro destino…
Cuando nos sentamos en silencio y entramos, nuestro amable guía de viaje nos da la bienvenida y abre la puerta de embarque al universo amistoso. No sabemos cómo funciona porque es como magia espiritual; la experiencia incomparable de la comunión personal con Dios no depende de conocer el misterio de cómo funciona. ¡Es algo muy bueno para nosotros los renacuajos! Estamos habitados por un fragmento de Dios (como un fractal divino), de modo que cuando nos asomamos profundamente a esa partícula unificada de AMOR paternal descubrimos las infinitas realidades cósmicas de Dios y su presencia personal se nos revela según nuestra capacidad, íntimamente conocida por nuestra alma gemela interior. Cuando ejercen la valentía espiritual de rezar por una pequeña porción de ancho de banda divino para entrar en el santo templo de la verdadera adoración, ¡prepárense para recibir revelaciones!
La cantidad de Dios que podemos experimentar está determinada por nuestra capacidad de recepción, que está condicionada por un conjunto de factores impulsados sobre todo por nuestro progreso al adoptar condiciones favorables para el contacto, y aumentada por el motivo sincero de compartir la amistad con Dios. Como en cualquier relación personal, requiere pasar tiempo con la persona que deseamos conocer, incluso amar. El proceso de amistad es el mismo para las personas que podemos ver que para las que no. Persistir en la búsqueda del Padre desarrolla un proceso de adivinación en nosotros; nos volvemos más como el que adoramos.
Esta familiaridad con los espíritus, ese conocer literalmente a nuestra familia espiritual, se despliega en la arena de la mente, ya que nuestros pensamientos nos llevan hacia Dios. Solemos resistirnos a lo divino por razones pretenciosas, entre ellas nuestro miedo a lo desconocido y la vergüenza por nuestra imperfección humana. ¡Olviden esas tonterías! Ayudarnos a que dejemos de resistirnos es la misión de nuestro entrenador espiritual prepersonal. ¡Obedezcan sus instrucciones!
Cuanto más sabemos de Dios, más reemplazamos nuestros miedos por el amor, tanto para la persona amorosa de Dios como para los semejantes que necesitan nuestro amor. Cuanto más nos damos cuenta de que tenemos mayor capacidad de hacer fluir el amor, más conscientes somos de Dios. Estos sentimientos de amor se originan en nuestros pensamientos y todo el proceso de divinización se acelera cuando nos centramos en el Padre. El contenido de nuestros pensamientos sobre Dios, incluso de nuestras confusiones humanas sobre la deidad, no nos preocupan realmente porque estamos dotados de Monitores Misteriosos que ajustan nuestras inmaduras nociones de Dios y magnifican nuestra humilde adoración al Padre Celestial. Esta tecnología espiritual alienta la experimentación de manera tan cierta como desafía toda explicación.
Y todo comienza con la decisión de ir a casa de Dios. ¡Disfruten de la estancia!
Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabia. — Genesis 28:16