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«El pensamiento motivador, el contenido espiritual, es lo que valida la súplica humana. Las palabras carecen de valor» [LU 7:3.7].
No obstante, me gustaría compartir con ustedes algo acerca de los pensamientos.
Reflexionar sobre la creación de un pensamiento es un ejercicio mental interesante, pero nos acercamos al reino del misterio religioso cuando reflexionamos sobre el hecho de que los pensamientos pueden crear. «El Hijo Eterno y Original es la persona-descendiente del «primer» pensamiento completo e infinito del Padre Universal» [LU 7:6.3].
En la vida diaria solemos ver los pensamientos como la parafernalia deportiva del campo de juego de la mente. Los llevamos de un lado para otro de nuestra consciencia, por lo general ajenos a su poder asombroso y divino. A veces rebotan con otros pensamientos y se reúnen en ideas. Pero ¿qué es un pensamiento? Físicamente hablando, sabemos que implica células nerviosas, dendritas, axones, neuronas y neurotransmisores químicos. Dichos sistemas neuronales son redes dirigidas que reciben y transmites señales que forman sistemas y conjuntos de sistemas. Estas agrupaciones han sido identificados como estaciones de transmisión sensorial, centros integradores, módulos de memoria y centros de control de las emociones.
Santiago Ramón y Cajal, histólogo español, ganó el Premio Nobel de 1906 por su investigación y comentó: «como el entomólogo a la búsqueda de mariposas de colores brillantes, mi atención cazaba, en el jardín florido de la materia gris, células de formas delicadas y elegantes, las misteriosas mariposas del alma, cuyo batir de alas algún día (¿quién sabe?) aclarará el secreto de la vida mental».
«La mente del hombre sólo se puede comprender realmente cuando se reconoce la realidad de unos tipos superiores de pensamiento y de voluntad intencional» [LU 3:6.3]. ¿Reconocemos la realidad de los tipos superiores de pensamiento? ¿Podemos reconocer que el dúo de pensamiento y voluntad se manifiesta como creación? ¡Como cuando decimos que puede pasar verdaderamente! En el momento en que Jesús convirtió el agua en vino «sin querer» nos dicen: «Pero Jesús no dijo nada. Ahora se daba cuenta de que ya había dicho demasiado — o más bien que había deseado demasiado con su pensamiento» [LU 137:4.9].
James Allen, en su clásico Como un hombre piensa, expresa muy bien esta verdad milagrosa: «El pensamiento aliado al propósito sin miedo se convierte en una fuerza creativa: el que lo sabe está listo para ser algo más elevado y fuerte que un mero conjunto de pensamientos vacilantes y sensaciones fluctuantes; el que lo hace se ha convertido en el manipulador consciente e inteligente de sus poderes mentales». Ofrece un recordatorio conmovedor de esta realidad: «Lo que un hombre consigue y lo que no es el resultado directo de sus propios pensamientos».
Es interesante ver que la fe se define como «la afirmación suprema del pensamiento humano» [LU 3:5.9]. «El pensamiento del creador precede invariablemente a la acción creativa» [LU 2:7.5]. Nuestro libro revelado de referencia describe la Trinidad como Pensamiento, Palabra y Acción, una alusión al ranking del pensamiento en términos de la realidad cósmica. Se nos informa más adelante sobre este patrón divino:
«La conciencia humana pasa de los hechos a los significados, y luego a los valores. La conciencia del Creador parte del valor que aparece en el pensamiento, pasa por el significado que se manifiesta en la palabra, y llega al hecho de la acción.» [LU 118:5.3]
La consignación amorosa de un Ajustador del Pensamiento es del Padre y de nuestro Creador. Ajusta la creación de nuestros pensamientos si lo pedimos sinceramente, pero no puede ajustarlos una vez han sido creados; eso violaría nuestro libre albedrío y torcería nuestra realidad. En lugar de eso debemos orar, escuchar y pedir para tener pensamientos nuevos y cada vez más espirituales. La voluntad de Dios puede encontrarse en el regalo de sus pensamientos.
Si es cierto, como han dicho los sabios, que el cuerpo es un templo y los ojos la ventana del alma, nuestros pensamientos pueden ser el coro de Dios mismo, una composición de acordes espirituales dirigidos por el Acompañante prepersonal que nos suplica armonía. ¿Suena demasiado metafórico? «La melodía del pensamiento — el hecho de tener pensamientos espirituales se puede perfeccionar hasta el punto de estallar en las melodías de Havona» [LU 44:1.8].
¡Que suene la música!