© 2005 Jan Herca (licencia Creative Commons Attribution-ShareAlike 4.0)
En la época actual la mayoría de los países se rigen por el calendario denominado «gregoriano». Fue establecido por el papa Gregorio basándose, tras realizar ciertas correcciones, en el calendario juliano, que estuvo en vigor desde el año 46 a.C., fue instaurado por Julio César, y fue el calendario del imperio romano en la época de Jesús.
El Maestro, sin duda, tuvo que conocer este calendario y estar familiarizado con él, ya que de un modo u otro afectaba a todos los reinos sometidos bajo el dominio de Roma. Pero quizá el calendario romano de la época de Jesús nos ocupe otro documento.
Lo que nos ocupa aquí es el calendario judío de la época de Jesús y su correlación con el calendario juliano, cuestión de importancia para conocer cuándo tuvieron lugar fiestas y acontecimientos señalados de su vida.
Los evangelios y toda la literatura de la época de Jesús de que disponemos no nos permiten situar con exactitud ni una sola fecha de un acontecimiento de la vida de Jesús. Las indicaciones de los evangelistas hablan en términos generales con referencia al inicio de algún reinado pero no concretan con números la fecha exacta de los sucesos. Esta situación hace que no se conozca ni el día en que nació Jesús, ni el día en que murió, ni la fecha de ningún acontecimiento importante de su vida.
Para complicarlo más, no hay unanimidad entre los estudiosos sobre qué reglas regían el calendario luni-solar judío de la época. Algunos expertos proponen un calendario que seguía unas reglas fijas y bien conocidas. Se sabe que estas reglas estaban en vigor en la época de Maimónides, que vivió entre 1135 y 1204 de nuestra era. Pero se desconoce si estas reglas estaban también en vigor en la época de Jesús, o si por el contrario el calendario se regía por observaciones astronómicas o incluso agrícolas, y no por unas reglas predefinidas. [1] [2]
Para comprender mejor cómo se funcionaba con este calendario, aclararemos algunos conceptos básicos.
El calendario judío de aquella época, a diferencia del nuestro actual, que es solar, se regía tanto por los ciclos lunares como solares. Es decir, era un calendario luni-solar.
La Tierra da una vuelta alrededor del Sol cada 365 días aproximadamente. La Luna da casi doce vueltas completas alrededor de la Tierra mientras ésta lo hace alrededor del Sol. Le faltan sólo 11 días para dar doce vueltas completas.
Es fácil entender que desde la antigüedad ha sido una tentación dividir en doce partes iguales el año solar, los meses, y hacer coincidir esos meses con las lunaciones. Pero el problema surge cuando nos encontramos con ese desfase de 11 días todos los años.
Para resolver este problema, el calendario judío de la época de Jesús, al igual que otros calendarios de la época también basados en la Luna, utilizaba el método de la intercalación de un mes más cada ciertos años (un mes denominado «embolismal») para mantener en sincronía los ciclos solares y lunares. También se realizaban algunos ajustes en el cómputo total de días del año.
Del mismo modo a como en el calendario juliano (y después en el nuestro actual) se añade un día más en los años bisiestos, en el calendario judío de tiempos de Jesús se añadía un mes completo cada ciertos intervalos de tiempo.
Las reglas de este calendario quedaban entonces como sigue:
Cada 19 años (lo que se conoce como «ciclo metónico») había ciertos años que tenían 13 meses. Los investigadores discuten cuáles de estos años fueron utilizados en esta época, pero casi todas las evidencias apuntan a que eran los años 3, 6, 8, 11, 14, 17, y 19 del ciclo. El resto tenían 12 meses.
Para que ciertas fiestas religiosas cayeran lo más próximas posibles a ciertos hechos astronómicos, algunos de esos 19 años debían tener un día más y otros un día menos. En concreto, algo muy importante era que la Pascua cayera después del equinoccio vernal. La fijación de estas adiciones o sustracciones al número de días ha dividido a los expertos en dos posturas: la que considera que se seguían unas reglas, conocidas como las «reglas de la posposición» (o dechiyot); y la contraria, que opina que estas reglas no se aplicaban en tiempos de Jesús, sino que se utilizaban criterios subjetivos (observaciones astronómicas, observación del momento en que los primeros frutos empezaban a estar maduros, la edad de los corderos, etc.), fijados por los escribas y los rabinos de entonces.
Aquí no vamos a entrar a analizar cada una de estas posturas porque llevarían muy lejos las explicaciones. Tan sólo baste decir que todas las determinaciones estaban encaminadas a un mismo propósito: tratar de hacer coincidir el principio de cada año, el año nuevo judío, con una posición muy concreta de la Luna, conocida como Molad[3], de modo que de año en año la sincronía lunar fuera perfecta.
El Molad es una media de las fechas de las conjunciones lunares. En los calendarios modernos, la conjunción astronómica de la Luna se designa como «luna nueva» y aparece con un círculo completamente oscuro. Como esta conjunción tiene lugar durante la fase de oscuridad de la Luna, resulta muy difícil determinar la hora exacta en que se producirá e incluso el día exacto. Para mayor dificultad, los ciclos lunares no son regulares, sino que pequeñas fluctuaciones de los planetas alteran su ciclo.
Hoy en día esta determinación se realiza mediante sofisticadas técnicas de cálculo de que disponemos gracias a nuestro conocimiento astronómico superior, pero en aquel tiempo, todo se tenía que hacer de forma experimental en base a observaciones groseras. La «luna nueva» de entonces se determinaba usando la visibilidad más temprana posible de la «luna creciente». Un mínimo de 17,2 horas debían pasar desde el momento de la conjunción «real» astronómica antes de que la «luna creciente» pudiera ser vista. Y aún así, el mal tiempo u otras circunstancias podían alterar estas observaciones.
Esta imprecisión en el cálculo del Molad, y la necesidad de que ciertas fiestas tuvieran lugar en el momento oportuno, hacen del calendario «real» judío de tiempos de Jesús un completo misterio de difícil solución.
Por ello, a la espera de nuevos descubrimientos y evidencias, parece que sólo podemos hacer conjeturas sobre las fechas en las que ocurrieron las fiestas judías en tiempos de Jesús, y por deducción, los acontecimientos más destacados de su vida.
Quizá una de las fechas más discutida es la de su muerte. El Libro de Urantia establece esta fecha en el 7 de abril de 30 d.C., y esta fecha es, curiosamente, una de las que barajan los expertos como hipótesis. Se basan en las indicaciones que aparecen en los evangelios acerca de que la pascua judía, el año en el que murió Jesús crucificado, tuvo lugar un viernes. Las posibilidades admiten, entre otros años, a este 7 de abril de 30 d.C.
Por tanto, y dada la imposibilidad actual de decantarse científicamente por una fecha concreta, para desarrollar el calendario que voy a proponer a continuación he preferido tomar como válido este 7 de abril y hacerlo coincidir con un 14 de nisán, que es el primer día de la fiesta de pascua. Existe un amplio debate y polémica sobre esta cuestión de si Jesús murió el día antes al 14 de nisán, o bien durante el 14 de nisán. Pero quizá esto sea tema de otro documento.
Debe anotarse aquí que los días judíos empezaban con un desfase de casi 18 horas con respecto a nuestros días actuales, pues los judíos empezaban a contar el comienzo del día a la puesta del sol. El gráfico muestra este desfase y aparece marcado el momento de la crucifixión.
Algunos calendarios consultados no ofrecen exactamente esta fecha para el 14 de nisán, pero como ha quedado explicado, puesto que todo son conjeturas, he tratado de elaborar un calendario «posible» que se ajuste a este 7 de abril como 14 de nisán.
El calendario lo he elaborado de la siguiente manera:
Mi punto de partida ha sido el calendario basado en las reglas de posposición actuales, que utiliza un ciclo metónico tradicional, haciendo que los años 1, 2, 4, 5, 7, 9, 10, 12, 13, 15, 16 y 18 del ciclo tengan doce meses. Los meses, en orden del primero al último, se llamaban: tishri, heshván, kislev, tevet, shevat, adar, nisán, iyar, siván, tammuz, ab y elul. El resto de años del ciclo el mes de adar se alargaba un día y se añadía detrás un mes más llamado adar sení o segundo adar.
También he utilizado la regla de hacer que todos los meses excepto hesván y kislev tengan una duración fija: tishri tenía 30 días, tevet 29, shevat 30, adar (años «embolismales») 30, adar (años «comunes») o adar sení (años «embolismales») 29, nisán 30, iyar 29, siván 30, tammuz 29, ab 30 y elul 29. Como se ve es fácil de recordar. Cada mes impar tenía 30 días y cada mes par tenía 29, excepto para heshván y kislev (y sin contar el adar de los años embolismales). Sin embargo, muchos estudiosos del tema se inclinan más por calendarios donde todos los meses eran susceptibles de tener un número de días variable. Resulta fácil inclinarse por la idea de que ya en tiempos de Jesús casi todos los meses tenían una longitud fija para facilitar el que la gente pudiera recordarlos y utilizarlos, tal y como se hace hoy en día. [4] [5] [6]
Del mismo modo, la duración de los días de heshván y kislev seguían reglas predefinidas, que creaban seis tipos de años diferentes.
En años comunes había tres tipos:
En años embolismales había tres tipos:
Para la posición del ciclo metónico en la época de Jesús también he seguido el calendario actual, haciendo que en el año 30 d.C. empezara el año 3791 judío, que fue el décimo año del ciclo metónico correspondiente.
Año del ciclo metónico | Año gregoriano juliano |
Año judío 1 | Edad de Jesús 2 | Días del año judío 3 |
---|---|---|---|---|
4 | 24 | 3785 | 30 | |
5 | 25 | 3786 | 31 | 355 |
6 | 26 | 3787 | 32 | 385 |
7 | 27 | 3788 | 33 | 355 |
8 | 28 | 3789 | 34 | 383 |
9 | 29 | 3790 | 35 | 355 |
10 | 30 | 3791 |
1 Año que empezaba en otoño del gregoriano.
2 Años que cumplía Jesús ese agosto.
3 Años embolismales en negrita.
Finalmente, he utilizado los datos astronómicos proporcionados por el Six Milenium Moon Events de la NASA,[7] [8] para tratar de ajustar lo mejor posible el comienzo de cada año con la conjunción lunar de septiembre - octubre. Debe recordarse que el año civil judío comenzaba el 1 de tishri, que solía recaer al principio del otoño. El 1 de nisán era el principio del calendario religioso.
Por último, he ajustado el calendario para que el 7 de abril de 30 d.C. fuera el 14 de nisán de 3790, desplazando el resto del calendario en consecuencia para mantener la integridad en el número de días de los meses. El resultado de este trabajo es el que se muestra en esta Cronología de la vida de Jesús.
Realmente no podemos afirmar con seguridad cuándo tuvieron lugar las fiestas importantes en la época de Jesús, y por tanto, muchos de los principales acontecimientos de su vida, si damos fe a los relatos evangélicos.
Sorprendentemente, el calendario que aquí se ofrece como solución nunca tiene un desfase mayor a dos días con respecto al calendario basado en las posposiciones actuales, y tampoco más de dos días con respecto a los datos astronómicos calculados por la NASA. Esto significa que aun en el caso de que el calendario no fuera exacto, situación más que posible, la desviación no sería superior a los dos días, y preferentemente hacia adelante en el tiempo.
Existen multitud de factores que pueden empañar los resultados: por una parte, puede que los cálculos astronómicos no sean totalmente precisos, y no tengan en cuenta todas las perturbaciones lunares que afectaron a la época; por otra, las observaciones realizadas por los escribas y rabinos de aquel tiempo podrían haberse afectado por días nubosos y mal tiempo; o incluso podría darse el caso de que todas las suposiciones sobre el uso del calendario actual fueran erróneas y en realidad se usara otro muy distinto entonces.
Lo que sí está claro es que cualquier aproximación debe guiarse de los datos astronómicos, que pueden sufrir desviaciones de varias horas, pero en ningún caso de más de un día. Por tanto, podemos afirmar con cierta seguridad que se trata de un calendario bastante aproximado al que pudo utilizar el propio Jesús durante su vida pública. [9]
Carl D. Franklin, Why the crucifixion of Christ could not have ocurred in 31 AD. Este documento está disponible aqui. ↩︎
Carl D. Franklin, The calendar of Christ and the apostles. Este documento está disponible en la misma web que el anterior. ↩︎
Rosetta Calendar, una aplicación web de conversión de fechas que utiliza el calendario actual de posposición. ↩︎
CalendarHome, El convertidor de calendarios más completo. ↩︎
Datos astronómicos del Observatorio Naval de los Estados Unidos. ↩︎