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No hay forma de averiguar dónde estuvo situada y cómo fue la casa en la que vivió Jesús. La iglesia de la Anunciación, situada sobre otras antiguas iglesias, en Nazaret, se proclama al visitante de la ciudad actual como la iglesia que señala el lugar de la casa de Jesús, donde recibió María la visita del ángel. Sin embargo, un examen de lo encontrado bajo los cimientos de esta iglesia no hace sino plantear serias dudas de que realmente allí hubiera vivido Jesús. Lo que existe es una especie de gruta troglodítica, algo común en Nazaret como sótano o cisterna, pero no como vivienda.
Según El Libro de Urantia, la casa de Jesús (LU 122:5.9 y 122:6) estaba situada al norte de Nazaret, en la ladera sureste de la colina más alta de la zona, a cierta distancia de la fuente de la ciudad, aunque disponía de un manantial cercano (LU 123:5.15), seguramente utilizado por un alfarero al que El Libro menciona en varias ocasiones, un tal Natán (LU 123:5.15). La casa que construyó José, el padre de Jesús, se situó al parecer contigua a otra en la que vivía un tal Jacob (LU 123:6.9, LU 124:2.4, LU 126:3.1), cuyo hijo, Jacobo, fue amigo íntimo de Jesús (LU 123:1.4), y posteriormente, cuñado suyo, al casar con Miriam, una de las hermanas de Jesús (LU 128:5.8).
La casa en sí, que fue creciendo al ampliarse la familia, terminó formada por tres habitaciones, edificada con paredes de piedra (LU 124:1.7). Los expertos indican, por los restos encontrados en casas similares, que solían ser de piedra sin labrar, apiladas unas encima de otras, unidas mediante otras más pequeñas encajadas en los intersticios, y recubiertas de una capa de arcilla, barro, o incluso estiércol mezclado con paja para un mejor aislamiento. Los suelos eran de tierra apisonada. Las techumbres eran de paja, provistas de vigas de madera que aguantaba la espesa capa de paja o juncos, que servía para proteger los maderos del techo de la humedad y que a su vez iba recubierta de barro apisonado para un mejor aislamiento. El tejado se solía usar como dormitorio en la estación seca.
Una de las habitaciones fue el comedor, otra fue el dormitorio/taller (dormitorio de noche y taller de carpintería de día), y la otra era el pesebre para los animales. Detrás de la casa, probablemente dentro del corral o patio trasero, había una construcción sin paredes donde se cobijaba el molino de trigo y el horno. El molino era grande y necesitaba el concurso de dos personas para usarse, una para dar vueltas a la rueda, y otra para echar el grano en el hueco. Se nos comenta que constituía una tarea muy grata para Jesús usar este molino (curiosamente muchas parábolas de Jesús tienen que ver con el pan, el trigo y la levadura).
Como enseres, en el comedor había una mesa baja de piedra, vasijas de barro, platos y ollas de piedra, un telar, una lámpara pequeña de arcilla, y varios bancos pequeños.
En el taller, por la noche, se echaban en el suelo sobre unas alfombras (probablemente hechas con cuerda). El taller contaría con el típico banco de carpintero, y con las herramientas básicas: un hacha para cortar árboles, la azuela para desbastar la madera, una hacheta, serruchos de hierro para cortar al tamaño la madera, un tablero de berbiquí y varias brocas para perforarla, un martillo con cabeza de piedra para clavar, un mazo de madera para golpear las escoplas o ajustar tablones; escoplos y limas de hierro para labrar la madera, leznas para agujerear madera o cuero y un surtido de clavos para ensamblar y reforzar. También es posible que hubiera garlopas o cepillos. Para medir, una regla, un compás, gis y desde luego alguna especie de lápices para trazar los cortes. La habitación estaría atestada de madera, sobre todo de sicomoro o higuera silvestre, de madera blanda y porosa, pero resistente. También olivo, dura, de veta fina y de color ambarino, o quizá roble. En casos de pedidos especiales podía usarse cedro y ciprés de Fenicia, los más costosos.
Almacenados, los productos del trabajo: instrumentos de labranza (carros, carretones, trillos, arados, bieldos, yugos y mangos), elementos de construcción (vigas, postes, tablones, puertas y marcos de ventanas) o muebles (mesas, sillas, baúles y cajones).
En cuanto al establo, la familia llegó a tener un burro, tres vacas (de cuya leche fabricaban quesos), gallinas, cuatro ovejas y un perro (LU 126:5.11). En la parte del tejado del pesebre, María había dispuesto un palomar (LU 123:4.4). Tenía una finalidad económica. Los pichones se vendían bien para realizar sacrificios en el templo o fuera de él.
El patio lo mantenía María adornado con enredaderas y flores de Galilea en sus muros (LU 123:2.7).
Encima de las habitaciones, subiendo por una escalera de piedra sin barandilla en el interior del patio (LU 123:4.5), había unas terrazas donde se disponían techumbres provisionales de lona en verano. La gente solía dormir en el techo en verano, al abrigo de estos toldos y de las balaustradas, puesto que el intenso calor del verano lo permitía. Las lluvias de otoño ocasionaban frecuentes goteras en los techos, que había que reparar mediante rodillos de piedra que prensaban el suelo y tapaban las grietas y oquedades.