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Ánova (primera parte) | Le Lien Urantien — Número 19 — Otoño 2001 | El Supremo, Dios Séptuplo, Fuerzas, Energías y Control Universal del Poder: 100 Preguntas y Respuestas (1) |
El hombre mortal puede acercarse a Dios y alejarse repetidas veces de la voluntad divina durante tanto tiempo como conserve su poder de elección. El destino final del hombre no se decide hasta que ha perdido el poder de elegir la voluntad del Padre. El Padre no cierra nunca su corazón a las necesidades y a las súplicas de sus hijos. Es su progenitura la que cierra su corazón para siempre al poder de atracción del Padre cuando pierde final y definitivamente el deseo de hacer su voluntad divina —la de conocerle y ser semejante a él. El destino eterno del hombre está igualmente asegurado cuando su fusión con el Ajustador proclama al universo que este ascendente ha hecho la elección final e irrevocable de vivir la voluntad del Padre. (LU 5:1.11)
Antes de conocer el Apocalipsis, ¿sabíamos que teníamos la opción entre hacer la voluntad de Dios o rechazar esta propuesta divina? Sí, lo sabíamos más o menos, pero hasta cierto punto podíamos negarnos a creerlo o incluso simplemente negarnos a pensar en ello. Aquellos que desconocen la existencia del Libro de Urantia se encuentran en ese estado en el que la inocencia es una protección temporal, una manera ciega de posponer la elección. Pero el Apocalipsis abre los ojos de la conciencia y nos volvemos cada vez más ansiosos por saber, ya que ya no tememos aprender demasiado. Es el despertar de la conciencia, el despertar de la fe real, este estado en el que “la mente debe encontrarse en esta situación embarazosa en la que siempre sabe menos de lo que puede creer”.
Por tanto, debemos considerar el carácter irremediable de la elección, en el sentido de voluntad del Padre o en el sentido de rechazo. Nuestro destino queda sellado en el momento en que perdemos nuestro poder de elección. Por lo tanto, el poder de elección sólo existe mientras no tengamos todas las cartas en la mano y mientras no hayamos estudiado perfectamente lo que podemos hacer con ellas. El Poder de elegir sólo existe en el tiempo en estado de latencia y mientras no nos encontremos en presencia de la elección misma. Porque cuando llega el momento de elegir, es señal de que hemos adquirido todos los conocimientos necesarios para hacerlo. Ya no hay tiempo para procrastinar, los dos caminos están ante nosotros, el camino vivo del Padre o el camino de la no existencia.
La elección consiste en perder o no perder el deseo de realizar la voluntad del Padre y así no ir o seguir el camino que Él nos ha trazado. Pero para perder o no perder este deseo, primero debemos tomar conciencia de las realidades a las que está sujeta nuestra sed de aprendizaje. Estos se nos proporcionan en abundancia en El Libro de Urantia. Podemos estudiarlos y asimilarlos cuidadosamente o considerarlos sólo de manera muy superficial. También podemos conceder sólo una cierta importancia a ciertos aspectos de la Revelación y descuidar todos los demás, esto es lo que sin duda sucede con demasiada frecuencia, ya que somos tan perezosos y tan aficionados a satisfacer sólo nuestras propias inclinaciones, nuestras únicas curiosidades. Ésta no es una actitud muy coherente con el espíritu de la Revelación. De hecho, ¿qué diría un anfitrión generoso acerca de su invitado que notara que no se daba el mismo honor a los diferentes platos que había preparado con amor? Por tanto, nuestra elección debe basarse necesariamente en un conocimiento global y sintético de las realidades que se nos ofrecen, y no podemos ignorar ningún conocimiento que nos llegue a través de una Revelación como la del Libro de Urantia. “Siempre existe el peligro, se nos dice, de sucumbir al error de tener un punto de vista restringido, de sucumbir al mal inherente a una concepción fragmentaria de la realidad y la divinidad.” (LU 19:1.4) Pero en Para no sucumbir al error de un punto de vista restringido, debemos ampliarlo a las dimensiones conceptuales que se nos ofrecen. Esta propuesta es, por tanto, una petición que nos exhorta amistosamente a superar nuestras dificultades de comprensión. En definitiva, debemos estudiar la Revelación de principio a fin, porque forma una síntesis -un origen, una historia y un fin- inscrita en el proyecto divino que nos concierne.
¿Cuáles son nuestros recursos para hacer esto? A esta pregunta creo que debemos responder diciendo que tenemos todo lo que necesitamos siempre y cuando utilicemos cada uno de nuestros atributos comunes. Disponemos de datos mentales respaldados por datos fisiológicos adecuados. Tenemos pensamientos, tenemos palabras. Y esta palabra y este pensamiento, si no son innatos, al menos están potencialmente presentes desde el nacimiento, e incluso un poco antes. La personalidad está formada por la materia. Desde el embrión es embrionario, desde el feto es fetal, desde el nacimiento está presente con todo su potencial de voluntad que le es inherente.
Entonces desde el principio estamos en estado de latencia. La decisión nos corresponde a nosotros, pero con pleno conocimiento de causa. Y es este conocimiento de la causa el problema. El primer requisito es informarnos, sabiendo que es a partir de esta información que tendremos que decidir a favor o en contra del camino del Padre. Si tenemos miedo de esta elección, pospongamos el plazo, no estudiemos la Revelación que nos trae el Libro de Urantia, porque es un avance en el conocimiento que probablemente nos superará rápidamente. Asimismo, si sentimos que nuestros compañeros de viaje no están preparados para recibir tanta información, no los pongamos en peligro mostrándoles el camino. ¿No se nos dice, de hecho, que el Apocalipsis es un sustituto de la mota? ¿No sentimos que colectivamente el estado de nuestro mundo todavía es material, y que individualmente y para la gran mayoría de los individuos del planeta, el estudio de nuestro avance en el sendero de la sabiduría debe posponerse?
Entonces, ¿deberíamos difundir el conocimiento del Libro de Urantia, a riesgo de copiar con este método tantas formas de actuar que prácticamente siempre han fracasado en el mal sectarismo, o deberíamos dejar que esto suceda y contentarnos con actualizar la disposición de los auténticos buscadores de ¿Es verdad la fuente libresca de la quinta Revelación? ¿Deberíamos dedicarnos al proselitismo comercial a la manera del actual sistema globalizador o simplemente permitir que sólo las almas en busca de realidades universales lleguen a la verdad? ¿Qué nos impone nuestro estatus actual? Aquí nuevamente se nos da la respuesta. Se nos dice: "Sólo podemos captar la verdadera perspectiva de cualquier problema de la realidad -humana o divina, terrestre o cósmica- mediante el estudio y la correlación completa y sin prejuicios de tres fases de la realidad universal: el origen, la historia y el destino. La comprensión adecuada de estas tres realidades experienciales proporciona la base necesaria para una evaluación inteligente del estado actual._” (LU 19:1.6)
Si ha llegado nuestro momento, si es nuestro momento de elegir, elijamos. De lo contrario, en cualquier caso, pronto nos encontraremos todos en el camino hacia el Paraíso.
Silla Jeanmarie
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