© 2014 Jesús Rodríguez
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1.- La Mente Cósmica responde sin falla (reconoce la respuesta) en los tres niveles de la realidad universal «causación, deber, adoración». Estas reacciones son autoevidentes para las mentes de razonamiento claro y pensamiento profundo son innatas en toda «mente cósmica», la experiencia del vivir de las criaturas evolutivas nunca dejan de desarrollar esas tres intuiciones cósmicas, ya que ellas constituyen la autoconciencia del pensamiento reflexivo. Pero es triste registrar que tan pocas personas en URANTIA se regocijan en cultivar estas cualidades de pensamiento cósmico valiente e independiente. (LU 16:6.6-10)
2.- Urantia no procede en el orden normal planetario; es un planeta confuso y desordenado, esta fuera del ritmo de la procesión planetaria, por lo tanto la realización de la hermandad del hombre requiere de un tiempo más largo y de un mayor esfuerzo que el de un planeta normal. (LU 52:6.2-3)
3.- La realización planetaria de la era de luz y vida en URANTIA está mucho más allá de las esperanzas más encarecidas de los mortales urantianos que no han tenido conceptos más visionarios. (LU 52:7.16)
4.- Entre las razas mortales de URANTIA existe un profundo abismo entre lo humano y lo divino, sus reacciones son considerablemente controladas en forma eléctrica y química y tan altamente semejantes a los animales en su conducta común, tan emotivas en sus reacciones diarias, que resulta extremadamente difícil a los ajustadores guiarlas y dirigirlas. (LU 110:4.5)
5.- Solo tan pocos mortales urantianos son verdaderos pensadores, vosotros no desarrolláis ni disciplináis espiritualmente a vuestras mentes hasta el punto de desarrollar un enlace favorable con los ajustadores divinos. (LU 110:7.7)
6.- Los ajustadores aceptan un encargo difícil cuando se ofrecen como voluntarios para morar en seres tan complejos como los que viven en URANTIA. (LU 108:5.2)
7.- El yo material; la entidad del ego en la identidad humana, depende durante su vida física de la función continuada del vehículo material de la vida, de la existencia continuada del EQUILIBRIO DESEQUILIBRADO de energías e intelecto que e URANTIA; se le ha dado el nombre de vida. (LU 112:2.20)
8.- La mayoría de los mundos habitados valoran más los potenciales superiores de vida que poseen los mortales evolucionarios del tiempo y del espacio de lo que lo valoran las razas mortales de Urantia. (LU 49:2.1)
9.- Tal y como somos los mortales de Urantia, poco podemos apreciar del estado avanzado y de la naturaleza progresiva de las razas mortales de los mundos más evolucionados y perfeccionados. (LU 55:6.3)
10.- Las razas humanas de Urantia están mezcladas en forma compleja, son una combinación de muchas razas y cepas de orígenes diferentes, esta naturaleza compuesta hace extremadamente difícil el trabajo eficiente de los ajustadores. (LU 111:7.4)
11.- «Qué vida y en qué planeta» (la difícil vida urantiana) (LU 111:7.5, LU 111:7.5)
12.- Los ángeles desarrollan un gran afecto por sus asociados humanos urantianos, ellos comparten la mayor parte de vuestras emociones y experimentan algunas más, pero para ellos es difícil comprender la herencia del temor animal que ocupa tanto lugar en la vida mental del habitante promedio de Urantia. (LU 113:2.5)
13.- Las razas de Urantia son tan considerablemente controladas en forma eléctrica y química y tan altamente semejantes a los animales en sus conductas comunes y tan emotivas en sus reacciones diarias, que a los ajustadores residentes les resulta extremadamente difícil guiarlas y dirigirlas. (LU 110:4.5)
14.- Los mortales de Urantia están tan vacios de tomar decisiones valientes y de cooperación consagrada, que a los ajustadores del pensamiento les resulta casi imposible comunicarse directamente con la mente humana.(LU 110:4.5)
15.- Los ajustadores deben de ser pacientes a lo largo de los muchos años de estadía silenciosa para ponerse en contacto con la mente mortal urantiana, ya que a pesar de estar presentes desde temprana edad en la criatura, estos monitores divinos se encuentran incapacitados de abrirse paso durante largo tiempo por la resistencia animal que presenta la mente humana durante el transcurso de su vida terrenal. (LU 110:7.7)
16.- El oído de la mente humana es casi sordo a las solicitudes espirituales que el ajustador traduce de los múltiples mensajes de las transmisiones universales de amor que proceden del Padre de las Misericordias. (LU 110:7.6)
17.- Los seres subnormales de Urantia no ejercen un poder de voluntad normal, no toman decisiones promedio, les falta capacidad para la adoración inteligente y no pueden entender a Dios. (LU 113:1.3)
16.- Si los mortales de la perturbada Urantia tan sólo pudieran visualizar uno de los mundos más avanzados en luz y vida, jamás volverían a dudar de la sabiduría del modelo evolucionario de la creación. (LU 55:6.9)
17.- Vuestro punto de vista, aislado, seccional, finito, burdo y altamente materialista, y las limitaciones inherentes a nuestra naturaleza animal, nos impiden comprender la sabiduría y la bondad de muchos de los actos divinos que os parecen cargados de una crueldad tan aplastante. (LU 3:2.10)
18.- Los mortales evolucionarios que habitan mundos normales de progreso espiritual, no experimentan los agudos conflictos entre el espíritu y la carne que padecen los mortales de Urantia, ni tampoco experimentan esa constante lucha entre sus naturalezas material y espiritual que tanto caracteriza a las razas de hoy en día en Urantia. (LU 34:7.2)
19.- Vuestro planeta aparece altamente confuso y grandemente retardado en todas las fases de progreso intelectual y logro espiritual. (LU 50:6.2)
Tristemente, éste es el estado intelectual y espiritual que guardamos los «mortales evolutivos de Urantia» ante los ojos del universo de Nebadon, y éstas son sólo algunas de las reflexiones que contiene El Libro de Urantia. Reflexiones que, por cierto, en los doce años que he frecuentado los círculos de mis hermanos (los lectores del libro), ya sean estos en grupos de estudio, conferencias, mesas redondas o en otro tipos de reuniones, e incluso en las mismas redes en que navegan los lectores del libro, no he escuchado de parte de ellos, ni el más mínimo comentario_de nuestro precario estado espiritual e intelectual en el que nos encontramos, ni de la deficiente comunicación que tenemos con nuestro ajustador residente; lo cual por cierto ha ocasionado que en Urantia en cada generación vivan menos y menos seres que puedan funcionar con seguridad con los ajustadores autoactuantes (LU 110:4.6)
Y mucho menos he observado que los lectores del libro hagan una «reflexión seria» sobre lo complicado que nos es a los urantianos alcanzar un estado intelectual y espiritual que nos permita alcanzar «el logro de la supervivencia del Yo humano» (LU 112:5.6)
Pero lo que sí he escuchado de la mayoría de los lectores es lo bien que se comunican con su Ajustador, del buen estado espiritual e intelectual en el que se encuentran y de esa gloriosa y eterna carrera ascendente hacia el Paraíso que les aguarda después de la muerte.
Los mortales de Urantia aún no hemos sido capaces de comprender que existe un amplio abismo entre lo humano y lo divino, entre el hombre y Dios. Y esto es debido a que las razas urantianas son tan considerablemente controladas en forma eléctrica y química, que su conducta común es tan altamente semejante a la de los animales y tan emotivas en sus reacciones diarias, que a los ajustadores les resulta sumamente difícil guiarlas y dirigirlas (LU 110:4.5) Ya que, aun cuando los ajustadores consiguen transmitir un vislumbre de la nueva verdad al alma mortal evolutiva, esa revelación espiritual frecuentemente ciega tanto a la criatura que le origina una convulsión de fanatismo precipitado o le inicia algún otro trastorno intelectual que resulta desastroso.
Tales comunicaciones han sido mal entendidas y muchas religiones nuevas y muchos extraños «ismos» han nacido por la mala interpretación que se le ha dado a esas revelaciones espirituales que fueron transmitidas por los Ajustadores del Pensamiento (LU 110:4.5). Ya es tiempo de que empecemos a comprender la «difícil y compleja personalidad urantiana que poseemos» y tomar muy en serio lo que expresamos sobre esa «probable y potencial carrera ascendente» hacia los mundos de estancia después de la muerte. Por el estado de atraso intelectual y espiritual en el que nos encontramos con lo que respecta a los demás mortales de los mundos habitados del universo de Nebadon, debemos de trabajar con más ahínco lo intelectual y esforzarnos espiritualmente mucho más que nuestros demás hermanos mortales de otros planetas, para alcanzar el logro de la «sobrevivencia de nuestra alma inmortal» después de la muerte. Ya no sigamos creyendo que por el hecho de conocer de la existencia de los mundos de estancia ya tenemos el pase directo para esos mundos morontiales después de la muerte, y mucho menos que ya tenemos ganada esa gloriosa y maravillosa carrera ascendente y eterna hacia el Paraíso, como ingenuamente expresan muchos lectores de El Libro de Urantia. Ellos aún no han discernido de manera correcta que, a pesar de que en cada ser mortal de este planeta resida en su mente una parte integral de la divinidad del Padre, aún no nos pertenece por derecho de posesión, puesto que este fragmento del Padre que reside en nosotros fue concebido intencionalmente para volverse uno solo con nosotros si verdaderamente alcanzamos el logro de la sobrevivencia mortal. (LU 1:4.3)
Como lectores del libro que somos, no sigamos cometiendo el mismo error de nuestros demás hermanos urantianos, que por el simple hecho de ser creyentes de alguna religión ya tienen ganado un lugar en el cielo.
Ya que nosotros como mortales de «la orden de ascensión individual» solo podremos lograr el pase directo a los mundos de estancia después de la muerte, si primero durante el transcurso de nuestra vida somos capaces de alcanzar el dominio de los siete círculos cósmicos de progresión mortal (valores intelectuales, sociales, espirituales y de discernimiento cósmico).
El «Jesús humano» a la edad de treinta y un años completó la tarea mortal de conquistar los círculos de comprensión de la mente y de control de la personalidad.(LU 134:8.4)
Cuando los mortales más avanzados de estado espiritual mueren y han alcanzado los siete niveles cósmicos, inmediatamente proceden a los mundos de estancia; esta disposición solo opera para las criaturas que les ha sido asignado un guardián personal seráfico (LU 112:5.10), pero para las criaturas que no logren alcanzar ese estado por los accidentes del tiempo o por las dificultades de la existencia material y cuyas intenciones y deseos son de valor de supervivencia, los gobiernos del universo emitirán un decreto de extensión del periodo de prueba, es decir, se permitirá a la criatura un tiempo adicional para que se pruebe (LU 112:5.6). Así pues, estos mortales serán detenidos hasta el momento que se complete la adjudicación de sus asuntos, después de lo cual podrán proceder a los mundos de estancia; y si este no es el caso, la criatura será asignada a las filas de los sobrevivientes durmientes, los cuales serán repersonalizados en masa al fin de la «presente dispensación planetaria» (LU 112:5.10).
Las «adjudicaciones dispensionales planetarias» se dan en vista de que los seres que fueron acreditados para la sobrevivencia no fueron capaces de lograr ese nivel de dominio de la inteligencia y dote de espiritualidad que les permitiera contar con guardianes personales; es decir, no alcanzaron el dominio de los círculos cósmicos. Por lo tanto, estos seres que no lograron su acreditación no pueden ir de manera directa ni inmediatamente a los mundos de estancia. Dichas almas sobrevivientes deberán descansar en un sueño inconsciente (sobrevivientes adormecidos) hasta el día del juicio de una nueva dispensación (LU 30:4.11, LU 113:6.8). Ya es tiempo de que, a través del correcto discernimiento que hagamos de la lectura de El Libro de Urantia, comprendamos que el único estado espiritual que podemos alcanzar aquí en Urantia es el de «hijos de Dios por la fe» (LU 40:6.1)
Pero no ese tipo de fe religiosa que nos enseñaron y seguimos practicando, sino esa invencible fe espiritual que tan maravillosamente practicó Jesús, y que nos narra DE MANERA EJEMPLAR el documento 196, con el cual por cierto se da por terminado el contenido de la bendita revelación de El Libro de Urantia (LU 196:0.1).
De verdad, hagamos una cuidadosa lectura y un detallado estudio de las narraciones de «la vida y enseñanzas de Jesús» (LU 32:2.13). Así, conoceremos con detalle «la vida de perfección humana» que Jesús vivió a través de su «MINISTERIO PERSONAL» (la vida puramente humana que él vivió hasta sus veintinueve años de edad), cuando Jesús virtualmente terminó la experiencia de vivir la vida tal y como se les exige a los seres humanos en los mundos materiales del tiempo y del espacio (LU 129:3.6, LU 129:4.8).
Además, las singulares enseñanzas de Jesús sólo podrán ser comprendidas cuando se visualiza su vida dentro de su ambiente inmediato (su ministerio personal), «YA QUE ES SU VIDA» y no las lecciones que dio a sus apóstoles, ni los sermones que dio a las multitudes lo que nos ayudará a revelar el carácter divino y la personalidad amante del Padre Universal (LU 140:8.20).
Y sólo podremos aprender de Dios a través de Jesús cuando observemos la divinidad de su vida, NUNCA DEPENDIENDO DE SUS ENSEÑANZAS, ya que sólo a través de conocer al detalle la vida del maestro cada uno de nosotros podrá asimilar ese concepto de Dios que representa la medida de nuestra capacidad para percibir las realidades espirituales y divinas (LU 169:4.3).
Y si nosotros logramos conocer verdaderamente la divinidad de su vida (su ministerio personal), ya seremos capaces de conocer el camino que nos guiará hacia el Padre, ya que para encontrar al Padre primero debemos de encontrar al Hijo, puesto que él es el camino, la verdad y la vida (LU 180:3.7-9). Jesús, a través de su vida de «perfección humana», la dedicó de manera total al cumplimento de la voluntad del Padre en el cielo, le mostró a la humanidad el nuevo camino de vida mortal por el cual deberían de transitar (LU 34:7.6). HERMANOS LECTORES DE EL LIBRO DE URANTIA, DESPUES DE TODO LO DESCRITO ANTERIORMENTE:
¿De verdad ya estamos transitando por ese nuevo camino de vida mortal que Jesús nos mostró de manera tan ejemplar?
¿Verdaderamente ya hemos sido capaces de discernir de manera correcta la ejemplar vida de «perfección humana» (su ministerio personal) que alcanzó Jesús al final de sus veintinueve años de edad?
Por cierto, en este período Jesús de Nazaret, el más grande de todos los urantianos, creó desde las circunstancias más humildes de una vida común, el pleno agotamiento de «los valores espirituales» logrables en la experiencia mortal (LU 109:6.6). Además Cristo Micael, en su séptimo autootorgamiento como Jesús de Nazaret, alcanzaría poco tiempo después (31 años de edad), la soberanía perfeccionada de su universo por decreto directo del Paraíso, el cual fue comunicado por la más alta autoridad del universo local y del superuniverso (LU 136:3.5).
¿De verdad ya logramos escapar de los agudos conflictos entre la carne y el espíritu y de esa constante lucha entre nuestras naturalezas material y espiritual que nos permita la sobrevivencia de nuestra «potencial personalidad eterna»?
¿Verdaderamente, con la complicada «personalidad urantiana» que poseemos, seremos capaces de alcanzar la conquista de los siete círculos cósmicos que se requieren para alcanzar el pase directo a los mundos de estancia?
¿Será posible que las razas mortales de Urantia alcancemos tan fácilmente ese estado de «supervivencia del Yo humano» que nos permita iniciar inmediatamente nuestra carrera morontial después de la muerte?
Hermanos de la comunidad de El Libro de Urantia, ¿ustedes qué opinan?