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XX Encuentro de lectores de El libro de Urantia en España
28 de junio de 2024, Toledo
Buenos días. Soy José Manuel. Es el segundo Encuentro al que asisto. Estoy prejubilado, soy lector del libro desde 2016 y me considero estudioso de este desde 2017. Llegué a él a insistencia de un buen amigo que algunos conocéis, Raúl Framiñán. No me considero ningún experto en el tema que presento, pero me solicitaron mi participación en ello y aquí estoy.
En esta segunda etapa del Encuentro nos vamos a poner ahora las «gafas de la Ética y la Moral» para, desde este enfoque, analizar juntos El libro de Urantia frente al paradigma futuro inmediato (estamos hablando de los próximos 10-20 años, hasta mitad de siglo, el 2050 como máximo).
¿En qué va a consistir este evento? Primeramente, voy a tratar de situar con esta presentación una panorámica posible de abordar este tema bajo estas preguntas que aquí se plantean. Y a continuación, trabajaremos en grupo tres cuestiones relacionadas con el tema que hoy tratamos.
En primer lugar, vamos a concretar qué se debe entender por los términos que conforman el título de la charla. Según la Real Academia Española, ética puede tener 5 acepciones, entre ellas: rectitud, enseñanza moral, conjunto de normas morales, filosofía que trata del bien y de los valores, etc. Y nos propone una serie de sinónimos entre los que se alude a los conceptos de moralidad, honestidad, decencia, rectitud, integridad, etc.
Según la Real Academia Española, moral puede llegar a tener hasta 9 designaciones, entre ellas: el obrar en relación con el bien o el mal, que está basado en la conciencia, concierne al fuero interno de la persona, que regula el comportamiento tanto individual o colectivo, son facultades del espíritu, tiene que ver con el estado de ánimo, etc. Y se nos proponen sinónimos parecidos a los conceptos vistos con anterioridad, entre ellos, la propia palabra ética: moralidad, honestidad, decencia, integridad, etc. Como habéis apreciado, varios sinónimos coinciden. Podríamos afirmar, entonces, que oficialmente ambas palabras vienen a indicar idéntico concepto y, de hecho, en el vocabulario de la calle, solemos emplear ambos términos indistintamente.
No es así, sin embargo, en El libro de Urantia. Entre las varias citas en que podemos encontrar el uso de la palabra ética en el libro, se nos dice que tiene que ver con los derechos inherentes de las demás personas, que la responsabilidad ética está relacionada con la multitud de seres existentes, que la ética es el «espejo social» y externo (no se hace referencia a uno mismo)… o que la ética sirve para adaptarnos a la convivencia con los numerosos grupos de seres existentes. Por tanto, para los reveladores, la ética está relacionada más bien con el aspecto social y las normas de comportamiento que rigen las relaciones entre todos.
¿Y para qué se usa en El libro de Urantia la palabra moral, con qué significado se utiliza? Primero, se sitúa a la moral en el adecuado lugar que debe ocupar: los reveladores nos advierten que antecede a la experiencia religiosa y nunca puede ser considerada la totalidad de esta experiencia. Definen la «intuición moral» como «la comprensión del deber» y, aunque es una dotación de la mente, se asocia a los otros elementos constituyen del hombre. Lo moral es «reconocer el deber» que uno tiene y la capacidad de distinguir entre el bien del mal. Y en esta última cita aparece la ética referida al grupo, mientras que la moralidad con lo personal. De todo ello, podemos concluir que la moralidad está relacionada con lo personal, lo individual, la responsabilidad de cada uno y la respuesta interior que cada persona da a los problemas relacionales de los que se ocupa la ética.
Una vez definidos los términos del título de esta presentación, pasemos a la segunda de las preguntas propuestas: ¿hacen falta nuevas reglas morales y éticas?
Si nada está cambiando, la respuesta bien podría ser que no. Pero si no es así, entonces se hace aconsejable el replanteamiento de nuevas reglas. Nos vamos a detener en reflexionar sobre los grandes cambios del siglo XXI, o tercer milenio. ¿Qué cambios ha habido en estos 24 últimos años? He seleccionado estos como los más representativos: Hay dos grandes revoluciones tecnológicas en este siglo: 1) la infotecnología (que incluye tres cosas: la gestión de macrodatos o bien llamada Big data, la Inteligencia Artificial y la robótica), y 2), la biotecnología (que engloba la biogenética, de la que luego hablaremos, los ciborgs (ser formado por materia viva y dispositivos electrónicos, s/RAE) y el diseño o remodelación de vida con elementos no basados en el carbono). De la primera revolución, podemos destacar como ejemplos la 4ª generación de robots, que a partir del año 2000 adquieren movimiento propio (se emplean en la construcción y procesos de mantenimiento), la 5ª generación robótica, que incorpora ya la Inteligencia Artificial a partir de 2010, o YouTube (creado en 2005 en California, Estados Unidos). Pero, aparte de estas dos grandes revoluciones, hay que destacar también como cambios tecnológicos significativos, la gran expansión de la impresión 3D (aunque fue inicialmente creada en el año 83), las energías renovables y la realidad virtual de numerosos videojuegos.
Uno de los aspectos de la infotecnología (la 1ª revolución antes mencionada) que necesitan un zoom más preciso es el tratamiento de la información a nivel global. Internet se expandió a partir de los años 90 por todo el mundo. La primera versión de protocolo inalámbrico, llamada 802.11, fue creada en 1997 (y lanzada como Wi-Fi en 2009). Ambos han nacido en el siglo anterior, pero estos han permitido a los ordenadores y los múltiples accesorios conectarse a la red y entre sí sin cables en este tercer milenio. Las redes sociales, como Facebook, que nació en 2009, generaron una nueva forma de comunicarnos antes insospechada. Asimismo, los móviles y la TV digital se han extendido por todo el globo y a todos los niveles (hoy en día, el móvil se ha convertido en un útil de primera necesidad).
Uno de los aspectos de la biotecnología ( 2ª revolución) que necesitan también un zoom más preciso es la biogenética. En 2003 se descifró el 99,99% de la secuencia del genoma humano, compuesto por más de 30.000 genes y unos 3.120 millones de instrucciones genéticas. Esto ha servido para el desarrollo de una rama nueva de la medicina personalizada: la genoterapia.
Hoy también, se está ya utilizando el genoma humano para la detección precoz de enfermedades hereditarias o para el diagnóstico de enfermedades en los embriones. Pero se piensa que, en un futuro próximo, se pueda emplear para otros fines: por ejemplo, niños genéticamente a la carta, con capacidades motrices, intelectuales o emocionales superiores o modificadas, algunos diferenciadores biológicos no evolutivos como, por ejemplo, la fluorescencia corporal (ya se ha conseguido en conejos con gen de medusa y son fluorescentes de noche), incluso se especula con una nueva especie que supere al homo sapiens. Para estos supuestos aún no se han establecidos límites éticos globales.
Otro de los grandes cambios a los que estamos asistiendo es el cambio climático, cosa que, aunque no es nueva en la historia de nuestro planeta (llevamos ya 6 glaciaciones con sus correspondientes 6 calentamientos), esta vez se está poniendo de relieve y como énfasis la responsabilidad humana en él. El famoso Protocolo de Kioto es una muestra de la respuesta de los países por la sensibilización ante este problema, aunque no globalizada (veto de China, EEUU y Australia). No solo a nivel político o empresarial se están llevando acciones al respecto, también a nivel doméstico ha aumentado la preocupación y se están dando cambios comportamentales, como es la cooperación ciudadana en el reciclaje.
También hemos asistido en este tercer milenio a eventos que han tenido un impacto casi globalizado. Afortunadamente no hablamos de guerras mundiales, como en el siglo pasado, pero hemos presenciado fenómenos como el terrorismo internacional, la crisis económica iniciada en 2008 (y de la que aún no nos hemos recuperado totalmente), o la reciente pandemia COVID-19.
Y un último aspecto, no menos importante, que vamos a poner de relieve de estos grandes cambios, es el que afecta a las relaciones sociales, como son la movilidad (por ejemplo, ¿qué tipos de trabajos existirán en el 2050? Hoy nadie se atreve a dibujarlo, por lo que pedagogos expertos se están inclinando ya a que las escuelas deberían enseñar las 4C: comunicación, cooperación, creatividad y crítica); otro aspecto es el aprendizaje en red o la interculturalidad, al que ya nos estamos acostumbrando y del que los cursos de la UBIS pueden ser un buen ejemplo; otro, cómo se están transmutando estructuras que siempre habían sido estándares y muy estables a lo largo de la historia (por ejemplo, la familia, en las que vemos en la imagen nuevas posibilidades que hoy en día ya se están dando: familias monoparentales, padres o madres del mismo sexo, abuelos o extraños prácticamente responsables de la crianza de los hijos, no tener descendencia voluntariamente, o la adopción como alternativa a la procreación, etc.). Y un último aspecto al que nos enfrentamos es el exponencial crecimiento de la población. Hace 10.000 años se estima que la población mundial era de 1 millón de habitantes; cualquiera nación tiene hoy muchísima más población de la que había entonces en todo el planeta (48.692.804 habitantes a 1 de abril de 2024 en España). En el año 1800 se alcanzaron los 1.000 millones de habitantes en el mundo. Pero es que, en los últimos 12 años, se ha pasado de 7 mil a 8 mil millones de habitantes (los mil millones logrados en el año 1800 se han conseguido solo en estos últimos doce años); para 2050 se prevé que seamos unos 10.000 millones.
Todos estos cambios presentados, hacen predecir que SÍ TENEMOS QUE APLICAR NUEVAS NORMAS ETICAS MORALES a tantos problemas nuevos, a los que antes nunca se había enfrentado la humanidad. Y según William Sadler hijo, El libro de Urantia fue preparado y revelado para esta precisa situación en la que nos encontramos.
Llegados a este punto disruptivo de la historia, me ha parecido aconsejable que nos preguntemos por una cuestión que considero importante: ¿dónde tenemos que buscar la piedra angular de la que emane toda nuestra ética y moral? ¿Cuál es la fuente en la que los urantianos debemos inspirarnos para establecer esas nuevas reglas de comportamiento? Para ello, he escogido, las últimas palabras de Jesús antes de marcharse de nuestro planeta, quizás a modo de testamento final para sus discípulos.
La roca donde basar siempre nuestra ética y moral es la verdad de que todos somos hijos de Dios y, por tanto, hermanos. De aquí deberá beber nuestra respuesta a la sociedad (es decir, ética) y la respuesta a nosotros mismos (o sea, moral).
Y ya hemos llegado al final de la presentación, preguntándonos la última cuestión: ¿para qué cambiar de ética y moral? ¿Cuál es la utilidad de todo este propósito? ¿Qué sentido tiene mi existencia? Me he inspirado esta vez en la parábola de la vid y los sarmientos, cuya moraleja (el sentido espiritual de la parábola) nos lo reveló el propio Jesús, explicándoles a sus discípulos que «el verdadero creyente solo existe para producir los frutos del espíritu» (son 17 los revelados). Y tenemos que saber producir estos frutos del espíritu en los tiempos tan cambiantes que ya están aquí.