© 1997 Ken Glasziou
© 1997 The Brotherhood of Man Library
El significado de casi cualquier grupo de palabras dentro de un texto se puede cambiar, a menudo radicalmente, por el simple medio de citar fuera de contexto. Un ejemplo jocoso sería: «Jesús estaba constantemente alegre, a pesar de que a veces bebía mucho.» Dejaremos al lector descubrir el contexto real que, podemos asegurar, es bastante diferente de lo que parece ser.
Probablemente hay muchas citas de El Libro de Urantia que tienen el potencial de causar un gran daño si se sacan del contexto al que se refiere el libro. Uno de estos es el sujeto del «motivo». En un caso, Jesús dice: «Para conseguir entrar en el reino de los cielos, lo que cuenta es el móvil. Mi Padre mira dentro del corazón de los hombres y los juzga por sus deseos internos y sus intenciones sinceras.» (LU 140:3.19) En otros, dice: «Pero yo miro más allá del acto para descubrir el móvil» (LU 140:6.4) y, «la moralidad de un acto cualquiera está determinada por el móvil del individuo.» (LU 140:10.5)
Tomadas independientemente del contenido total del libro, estas declaraciones sobre el motivo pueden tomarse fácilmente para respaldar el infame concepto atribuido al conde Maquiavelo de que Con él, Maquiavelo perpetró muchos males, pero sus hazañas palidecen hasta la insignificancia comparadas con el efecto que tuvo al incluirse en el Manifiesto Comunista compuesto por Marx y Engels. Aprovechándose de ello, se dice que el presidente Mao dijo que una guerra nuclear que acabara con prácticamente toda la población mundial estaría justificada siempre que los pocos que queden sean comunistas.
En ninguna parte de El Libro de Urantia se infiere que un acto inmoral esté justificado por un fin supuestamente digno. Por el contrario, el libro afirma: «Los actos morales son las acciones humanas caracterizadas por la inteligencia más elevada, dirigidas por una diferenciación selectiva tanto en la elección de los fines superiores como en la elección de los medios morales para alcanzar dichos fines. Una conducta así es virtuosa. La virtud suprema consiste pues en elegir de todo corazón hacer la voluntad del Padre que está en los cielos.» (LU 16:7.10)
En el debate, siempre podemos encontrar circunstancias hipotéticas en las que decir esa pequeña mentira piadosa para obtener un fin digno parece estar justificado. En la vida real, el problema que surge inevitablemente es que se deben decir más mentiras para cubrir el delito menor anterior y antes de que la moralidad desaparezca por el pozo proverbial.
Nos ganamos la vida con lo que recibimos, pero hacemos una vida con lo que damos.