© 2013 Association Francophone des Lecteurs du Livre d'Urantia
Que la dulzura de la amistad esté hecha de risas y placeres compartidos.
Si no comprendes a tu amigo en todas las circunstancias, nunca lo entenderás.
No penséis que podéis cambiar el rumbo del amor, porque el amor, si os encuentra dignos, dirige vuestro rumbo.
Somos como nueces, debemos rompernos para ser descubiertos.
La soledad es una tormenta de silencio que arranca todas nuestras ramas muertas.
Tus hijos no son tus hijos. Son los hijos e hijas de la llamada de la vida a sí misma.
Confía en los sueños porque en ellos se esconde la puerta a la eternidad.
El músico puede cantar para ti la melodía que hay en todo el espacio. Pero no podría darte el oído que capta el ritmo, ni la voz que lo repite.
Cuando oras, te elevas para encontrarte en el aire con aquellos que oran a esa misma hora y a quienes, excepto en la oración, no podrías encontrar.
Es en el rocío de las pequeñas cosas donde el corazón encuentra su mañana y se refresca.
La tierra es mi hogar y la humanidad es mi familia.
Lástima por la nación donde los sabios enmudecen por la edad, mientras los hombres vigorosos están todavía en la cuna.
Si el amor os corona, también os crucifica.
Así como el valor de la vida no está en su superficie sino en su profundidad, las cosas que se ven no están en su caparazón sino en su centro, y los hombres no están en sus rostros sino en sus corazones.
Recuerda que la tierra se alegra al sentir tus pies descalzos y los vientos gustosos jugarían con tus cabellos.
Nadie puede llegar al amanecer sin atravesar el camino de la noche.
En cada hombre residen dos seres: uno despierto en la oscuridad, el otro dormido en la luz.
Todo hombre ama a dos mujeres: una es creación de su imaginación, la otra aún no ha nacido.
La amistad es siempre una dulce responsabilidad, nunca una oportunidad.
Tu amigo es la respuesta a tus deseos.
Khalil Gibrán