© 2017 Lourdes Burga-Cisneros
© 2017 Asociación Urantia Internacional (IUA)
… la seguridad de la civilización misma aún descansa en el desarrollo de la disposición de una generación en invertir en el bienestar de las generaciones próximas y futuras. [LU 84:7.27]
… el hombre posee el poder, mediante el control del adiestramiento educacional de la generación más joven, de modificar considerablemente el curso evolucionario de la civilización. [LU 81:6.24]
Es un hecho que el tiempo de vida realmente se va volando. Hace veinte años, aquellos que ahora son de mediana edad eran jóvenes y, en veinte años, estarán a punto de ser parte de la denominada tercera edad. Pero, ¿cuál es la responsabilidad que yace bajo hechos tan evidentes? Pues, bien, una responsabilidad de suprema importancia: preparar a las generaciones que hoy son niños, adolescentes y jóvenes para que sean los portadores de la antorcha de la luz espiritual para la humanidad. Esto es algo que todo lector comprometido de El libro de Urantia comprende bien. Y, por supuesto, no se trata de algo que suceda por arte de magia; tampoco es un proceso que suceda de manera natural. Es más bien producto del esfuerzo de sembrar las causas correctas para poder cosechar consecuencias coherentes.
… cada generación sucesiva de la juventud tiene nuevamente que recibir su formación. Las cualidades superiores de la civilización —científicas, filosóficas y religiosas— no se transmiten… por herencia directa… únicamente mediante la conservación ilustrada de la herencia social. [LU 68:0.2]
En dicho sentido, «El objeto de toda la educación debería ser fomentar y avanzar el propósito supremo de la vida, el desarrollo de una personalidad majestuosa y bien balanceada… la labor de enseñar a los jóvenes cómo se realiza la planificación de la vida y el progreso del carácter» (LU 195:10.17), brindándoles, a temprana edad, las condiciones favorables —«libertad… equilibrada por el amor, motivada por la lealtad, …dirigida por la disciplina inteligente de la sabiduría» (LU 177:2.7), de modo que les permita el desarrollo y promoción de la verdadera evolución en lo individual y lo social. Sólo este tipo de educación, la de «ayudar al hijo a ganar la batalla de la vida» (LU 84:7.26), tiene el poder de romper el círculo vicioso de inconsciencia que se repite, generación tras generación, teñido por traumas y bajos patrones familiares que, cuando no son superados y trabajados conscientemente por los padres, surgen de manera inconsciente en sus hijos, como en un ciclo sin fin.
Por todo ello, ¡criar y educar niños debería ser un proceso asumido por seres humanos que entienden lo que están haciendo! Y la familia y el hogar juegan, por supuesto, el rol más importante en todo ello. Esta idea se refuerza constantemente en variados pasajes de El libro de Urantia, explicándonos, una y otra vez, que «La familia como institución educacional debe ser mantenida» (LU 82:0.3) por su capacidad de transmitir, de una generación a otra, una herencia que no es sólo social o de valores morales, pero también espiritual (LU 82:0.3). Es en la familia donde los conceptos «del Padre Universal y de sus hijos del universo» son construidos (LU 45:6.4); donde se ha de «captar la ética de la hermandad»; donde «las lecciones de paciencia, altruismo, tolerancia e indulgencia» son impartidas (LU 84:7.28); donde toma lugar «la capacitación experiencial de todos los seres ascendentes» (LU 45:6.4); y donde aprendemos a amar a Dios, en concordancia con el amor que hayamos recibido de nuestros padres (LU 2:5.9). Es realmente cierto que «… un niño depende totalmente de sus padres y de la asociada vida hogareña para formar sus primeros conceptos de todo lo que sea intelectual, social, moral y aun espiritual, puesto que la familia representa para el niño pequeño todo lo que él puede conocer de primera intención en cuanto a las relaciones humanas o divinas… La vida subsiguiente del niño será condicionada por estas relaciones sociales y espirituales del hogar…» (LU 177:2.5)
Consecuentemente, resulta esencial que despertemos y tomemos consciencia de que la tarea de educar niños ha de partir desde uno mismo. «… Ningún caudal se elevará más alto que su fuente sea cual fuere la técnica de presión o control de la dirección que se pueda emplear» (LU 81:6.27). Esta ineludible misión de vida también ha de estar basada en sólidos valores morales, leales a un sistema elevado de creencias espirituales; el «precepto, o aun el ejemplo, no es duraderamente influyente», «los niños reciben una impresión permanente tan sólo por las lealtades de sus asociados adultos» (LU 100:1.4). Los niños realmente aprenden el comportamiento moral mediante el ejemplo, porque éste tiene un verdadero impacto en los patrones de crianza, en su mente subconsciente, y, a consecuencia de ello, en la forma en que se comportarán más tarde en la vida.
Algún día, cada niño habrá de «renacer del espíritu». Nuestra guía como adultos será determinante en la facilitación de este nacimiento espiritual a consecuencia de «un crecimiento natural y normal del reconocimiento de los valores humanos con un enaltecimiento de la experiencia espiritual…, [el producto del] esfuerzo consciente y determinación positiva e individual» —en lugar de ser una experiencia que involucre dolor y sufrimiento ,«acompañados por mucha angustia de espíritu y marcados de perturbaciones» (LU 103:2.1). Claro está que el conflicto y un poco de sufrimiento son siempre parte de la experiencia humana, pero el proceso no ha de ser inconsciente. En lugar de ello, puede tratarse de una experiencia, con plenitud e incremento de consciencia y de asimilación de lecciones, gracias a nuestra guía y nuestro rol en educar niños.
Quizás, todo esto sea algo en lo que hayas pensado más de una vez. Sin embargo, ¿estás realmente haciéndolo? Y si así fuera, ¿lo estás haciendo de manera adecuada, de modo que realmente estés formando seres humanos conscientes y responsables en un sentido cósmico y espiritual? Honestamente, ¿estás siendo responsable de sembrar en tus niños valores tales como la fe, la confianza, la paz, el trabajo en equipo, el servicio, la solidaridad, la valentía y tantos otros más? ¿Los estás inspirando conscientemente, creando en ellos impresiones que sean positivas e iluminadoras de por vida, impresiones que darán frutos cuando crezcan?
Cualquiera sea tu respuesta, si esta maravillosa tarea apela a tu sentido más altruista del deber –aquél de dejarle a tus niños, a nuestros niños, suficientes recursos internos como para permitirles trabajar más de cerca a la manifestación de la era de luz y vida en nuestro planeta. Si así es, deberías unirte a nuestro esfuerzo.
Teniendo en mente todo lo que ya ha sido dicho y facilitando aquello que cada individuo adulto podría dar de sí a las futuras generaciones, el Comité de Educación de la Asociación Urantia Internacional ha sintetizado algunas ideas importantes, así como acciones concretas que todos podríamos hacer para educar a las generaciones más jóvenes en las enseñanzas de El libro de Urantia, como futuros portadores de la antorcha de la luz espiritual.
A modo de reflexión final, si revisamos los principios generales, ideas y acciones que hemos plasmado, todos ellos delinean oportunidades para impulsar el crecimiento del alma del niño, la actualización de su potencial interior, permitiéndole a su Ajustador del Pensamiento que guíe e ilumine su mente, de modo que éste escuche la presencia del Padre dentro de sí, como un paso necesario para desarrollar su proyecto de vida y dedicarse realmente a la misión y aventura de la eternidad que comienza en este planeta, tornándose a su vez, cuando crezca, en un portador de la antorcha de luz para la siguiente generación. Le corresponde a cada niño elegir la forma en que transitará este camino, haciendo contribuciones de carácter único que enriquecerán la experiencia de Dios como Ser Supremo. Pero, algún día, gracias en parte a tu propia guía, un niño podría fusionarse con su Ajustador del Pensamiento y realmente encontrase con el Padre en el Paraíso.
Si consideras que de alguna manera podrías contribuir a esta magnífica tarea que tenemos por delante —o si ya te encuentras haciéndolo—, no dudes en contactarnos: ubforchildren[at]urantia-association[dot]org