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Jesús, Jesusito de mi corazón, ¡qué dulce y bonito que eres!
Si yo tuviese que creer en ese tipo de Jesús tal como lo han pintado algunos dibujantes, ese Jesús tan dulce, tan bonito, tan amoroso, tan suave y tan guapetón, con cara de cera tipo estampita dominical, o ese Jesús vestido de oro y joyas que solo parece bendecir a los ricos, o ese tipo de Jesús con cara de vagabundo, si yo tuviese que creer en ese tipo de Jesus ya haría tiempo que me habría vuelto ateo.
Ya es hora de mostrarle a este mundo tal como era Jesús de Nazaret, el Hijo del Hombre, un hombre entre los hombres, un laico sin títulos ni pretensiones, de carácter noble y magnánimo, valiente y decidido, del que se decía que iba por todas partes haciendo el bien.
«…La revelación de la verdad sobre Dios está empezando a aparecer, y la raza humana está destinada a conocer al Padre Universal en toda esa belleza de carácter y ese encanto de atributos que fueron tan magníficamente presentados por el Hijo Creador que residió en Urantia como Hijo del Hombre e Hijo de Dios.» LU 4:5.7
El Cristo oscuro, triste y apagado en algún oscuro rincón de iglesia no atrae en absoluto a los jóvenes y gente pensadora.
«Los retratos de Jesús han sido muy desacertados. Esas pinturas de Cristo han ejercido una influencia perjudicial sobre la juventud; los mercaderes del templo difícilmente hubieran huido delante de Jesús si éste hubiera sido el tipo de hombre que vuestros artistas han representado generalmente. Su masculinidad estaba llena de dignidad; era bueno, pero natural. Jesús no tenía la actitud de un místico apacible, dulce, suave y amable. Su enseñanza era conmovedoramente dinámica. No solamente tenía buenas intenciones, sino que iba de un sitio para otro haciendo realmente el bien.» LU 141:3.6
Solo había un secreto detrás de la figura de Jesús de Nazaret, que era y sigue siendo un Hijo divino del Padre amante en el cielo, que estuvo entre nosotros hace dos mil años.
Puede ser que este comentario no guste algunos cristianos y gente religiosa de miras estrechas, pero ya es hora de mostrarle a este mundo la verdadera y personalidad de Jesús de Nazaret en toda su belleza de carácter y hermosura de atributos.
¿O preferís quedaros con el Jesús plastificado con cara de cera, triste y apagado de toda la vida?
Yo prefiero renovar mis ideas acerca de Jesús de Nazaret.