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Cuando Jesús se fue de este mundo, no dejo ningún cuadro o pintura de su aspecto físico, ni tampoco ningún escrito personal suyo, y el mismo se cuidó de que eso no ocurriese, y muchas personas se han preguntado ¿por qué?
Había un motivo bastante importante para eso.
Los hombres siempre han tenido la tendencia de venerar al dirigente, incluso a costa de sus enseñanzas; de reverenciar su personalidad, incluso perdiendo de vista las verdades que proclamaba. (LU 92:5.5)
Demasiadas veces en la historia humana las personas han tenido tendencia a guardar las reliquias de los llamados hombres santos de Dios, eso solo ha provocado que las personas se desviaran de las enseñanzas originales de estos maestros.
Jesús se cuidó muy bien de que eso no ocurriese respecto a su persona. Del Jesús humano no ha quedado nada, ni un vestido ni una sandalia, ningún cuadro de su época -nada.
Incluso el cuerpo físico de Jesús fue disuelto por entidades celestiales, para evitar que fuese embalsamado o se guardasen restos de sus huesos como reliquias.
Los restos mortales de Jesús sufrieron el mismo proceso natural de desintegración elemental que caracteriza a todos los cuerpos humanos en la Tierra, excepto que, en lo que se refiere al tiempo, este modo natural de disolución fue enormemente acelerado, apresurado hasta tal punto que se volvió casi instantáneo. LU 189:2.8
Pero en cambio sí que ha quedado su maravilloso ejemplo de vida, sus enseñanzas positivas y transformadoras, su Espíritu de la Verdad, -el don más precioso que puede recibir el ser humano- que envió cuando se fue de este mundo y eso ha cambiado el corazón y el alma de millones de personas.
Al tratar de aislar ciertos aspectos de su experiencia terrestre, uno de los objetivos que Jesús perseguía era evitar la reconstrucción de una carrera tan hábil y espectacular, que incitara a las futuras generaciones a venerar al maestro en lugar de someterse a la verdad que había vivido y enseñado. Jesús no quería que la reconstrucción de una historia humana tan sobresaliente desviara la atención de sus enseñanzas. …por consiguiente, durante toda su carrera extraordinaria, trató de suprimir convenientemente todo aquello que, en su opinión, pudiera favorecer esta tendencia humana natural a exaltar al maestro en lugar de proclamar sus enseñanzas. (LU 128:4.6)
Reflexionó profundamente sobre los consejos que le habían dado relativos a sus métodos de trabajo, y a que no dejara escritos perdurables en el planeta. Jesús nunca más volvió a escribir, salvo en la arena. En su visita posterior a Nazaret, y con gran pena por parte de su hermano José, Jesús destruyó todos los escritos suyos que se conservaban en las tablillas del taller de carpintería, o estaban colgados en las paredes de la vieja casa. (LU 136:4.2)
Es inútil tratar de hacer dibujos de cómo era Jesús en su aspecto físico, para eso tendríamos que haber estado allí y haberlo visto en persona, y aun es más inútil y una pérdida de tiempo intentar buscar su tumba, restos de su cruz o cualquier objeto personal suyo.
Sobre Jesucristo se han hecho muchos dibujos y cuadros, y no todos han reflejado de una manera fidedigna como debía de ser en su aspecto físico. Algunos pintores y artistas nos han dejado bellos cuadros sobre Jesús para darnos una idea de cómo podría haber sido el –Hijo del Hombre– en su aspecto físico.
En realidad para saber cómo era Jesús en su aspecto físico tendríamos que haber estado allí hace 2.000 años y haberlo visto en persona.
En estos bellos cuadros podemos hacernos una idea de cómo debía de ser el Jesús humano en su aspecto físico. Estos artistas han tratado de presentar a un Jesús humano con un aspecto digno, con un porte de una persona equilibrada, de mirada bondadosa y penetrante y dan un reflejo fidedigno del Hijo del Hombre tal como ha sido expresado en las escrituras.
Y cuando terminó Jesús estas palabras la gente se admiraba de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. (Mateo 7:29)
Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura y en gracia para con Dios y los hombres. (Lucas 2:52)
Jesus era uno de los ejemplares humanos mas vigorosos y refinados que habían aparecido en la tierra desde la época de Adan. Su desarrollo físico era esplendido. Su mente era activa, aguda y penetrante -comparada con la mentalidad media de sus contemporáneos, había alcanzado proporciones gigantescas - su espíritu era en verdad humanamente divino. (LU 128:6.2)
Aunque muchos pintores y artistas han hecho un trabajo muy bueno para tratar de representar el rostro de Jesús con un porte digno, en realidad tendrían que haber estado enfrente del Maestro para pintarlo.
Pero Jesús no se permitió el ego, la exaltación y la adulación a su persona física, en ese caso fue un maestro y un guía de los hombres y una inspiración para las generaciones futuras de cómo debe ser un verdadero líder espiritual.
Por otro lado es muy lamentable las imágenes y dibujos que se han hecho sobre Jesús, presentando a un Jesús de bonitos ojos azules, afeminado de místico apacible, o bien presentando a este Jesús asceta, oscuro, serio de aspecto triste y de vagabundo como un raro ermitaño andando por esos mundos de Dios, o presentando a Jesús como un rey humano poderoso y cargado de joyas, una imagen muy alejada de la realidad. Y en estos tiempos modernos un Jesús comercial amoldado a los intereses de algunos.
Este no era el Jesús que estuvo aquí en nuestro mundo.
Los retratos sobre Jesús han sido muy desacertados. Esas pinturas de Cristo han ejercido una influencia perjudicial sobre la juventud; los mercaderes del templo difícilmente hubieran huido delante de Jesús si este hubiera sido el tipo de hombre que vuestros artistas han representado generalmente. Su masculinidad estaba llena de dignidad, era bueno pero natural. Jesús no tenía la actitud de un místico apacible, dulce, suave y amable. Su enseñanza era conmovedoramente dinámica. (LU 141:3.6)
Jesus era uno de los ejemplares humanos mas vigorosos y refinados que habían aparecido en la tierra desde la época de Adan. Su desarrollo físico era esplendido. Su mente era activa , aguda y penetrante –comparada con la mentalidad media de sus contemporáneos, había alcanzado proporciones gigantescas– su espíritu era en verdad humanamente divino. (LU 128:6.2)
No describáis a vuestro maestro como un hombre de tristezas. Las generaciones futuras deberán conocer también el esplendor de nuestra alegría, el optimismo de nuestra buena voluntad, y la inspiración de nuestro buen humor. Proclamamos un mensaje de buenas noticias, cuyo poder transformador es contagioso. (LU 159:3.10)
Aun es más lamentable los dibujos e imágenes que se han hecho sobre Jesús, presentando a un Jesús totalmente distorsionado de la realidad de cómo debía ser el Hijo del Hombre en su aspecto físico.
Muchas personas y jóvenes no se sienten atraídos por un Jesús presentado triste, apenado y muy extraño, lo ven como un de un hombre que vivió hace 2.000 años por el cual no vale la pena dedicar la vida a su causa.
Muchas personas serias que ofrecerían gustosamente su lealtad al Cristo del evangelio, encuentran muy difícil apoyar con entusiasmo a una iglesia que da tan pocas muestras del espíritu de su vida y de sus enseñanzas, y a estas personas se les ha enseñado erróneamente que él la fundó. Jesús no fundó la llamada iglesia cristiana, pero de todas las maneras compatibles con su naturaleza, la ha fomentado como la mejor representante existente de la obra de su vida en la Tierra. (LU 195:10.9)
Si la iglesia cristiana se atreviera tan sólo a abrazar el programa del Maestro, miles de jóvenes aparentemente indiferentes se precipitarían para alistarse en esta empresa espiritual, y no dudarían en llevar a cabo hasta el fin esta gran aventura. (LU 195:10.10)
Olvidaros de ese Cristo, seco, triste y doloroso colgado en algún lúgubre rincón de iglesia, o de ese Jesús vestido de purpura y cargado de joyas que solo parece bendecir a los ricos, y del Jesús comercial tipo Jesucristo Superstar.
El Cristo seco, apagado, triste y doloroso, solo produce en la pobre mente de los niños una imagen tétrica de juicio y de miedo acerca de Jesús.
Cuando no es posible adorar a Dios en los tabernáculos de la naturaleza, los hombres deberían hacer todo lo posible por tener unas casas llenas de belleza, unos santuarios con una sencillez atrayente y una decoración artística, para que puedan despertarse las emociones humanas más elevadas en asociación con un acercamiento intelectual a la comunión espiritual con Dios. …la belleza es más religiosa cuando es más sencilla y semejante a la naturaleza. ¡Es una pena que los niños pequeños tengan su primer contacto con los conceptos de la adoración en público en unas salas frías y estériles, tan desprovistas del atractivo de la belleza y tan vacías de toda insinuación a la alegría y a la santidad inspiradora! El niño debería ser iniciado a la adoración en el mundo de la naturaleza…(LU 167:6.6)
Si una persona -incluso un niño- quiere mirar hacia la cruz de Jesús, debería mirar a ese héroe valiente y valeroso muriendo con una valentía y dignidad que asombró a este mundo y a todo un universo.
Este espectáculo produjo un poderoso estremecimiento en los reinos de un inmenso universo… (LU 185:6.4)
Ya es hora de presentar a este mundo al Jesús, el -Hijo del Hombre- ese hombre de Galilea positivo y dinámico, que estuvo en nuestro mundo hace 2.000 años y del que se decía que iba por todas partes haciendo el bien , y ahora que ya no está físicamente con nosotros deberíamos aprender a conocerlo en espíritu y en verdad.
¡Que despertar experimentaría el mundo si tan solo pudiera ver a Jesús tal como vivió realmente en la tierra, y conocer de primera mano sus enseñanzas dadoras de vida! (LU 195:9.8)