© 2006 Luis Coll
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¿Cuándo aprenderá la humanidad a adquirir un verdadero carácter, naturaleza y fundamento espiritual correcto?
Uno de los apóstoles de Jesús (Juan) escribió: … porque las tinieblas van pasando y la Luz verdadera ya alumbra. (I Juan 1:8)
Pero parece ser que esto no es lo que le ha ocurrido al cristianismo y a algunas otras religiones. Se han quedado atascados en las tinieblas del pasado. ¿De qué sirve toda esa pompa tradiciones, imágenes, riquezas, templos, etc., cuando la mayoría de la gente esta languideciendo y muriendo espiritualmente?
Me temo que si bajase Jesús otra vez a esa tierra se vería obligado a coger otra vez el látigo, pero esta vez no para echar a los cambistas del templo (Mateo 21:12), sino para echar a esos hipócritas religiosos, con todos sus camelos, hipocresía y tradiciones sin sentido, ya no fuera del templo sino de esta tierra. Pero Jesús no es un personaje de ira y cólera y ha dado libre albedrío al ser humano y su invitación es: «el que quiera venir a la Luz que venga.»
A la Semana santa y otras semanas y tradiciones parecidas en otras religiones mas bien se les podrían llamar la semana impura. ¿Cómo se atreve el ser humano a ganarse «el favor de Dios» a base de toda ese pompa de sacrificios, penitencias, flagelaciones e incluso algunos locos que se dejan crucificar a propósito (Filipinas) y cosas parecidas en otras religiones, azotes, flagelaciones, tratando de obtener algún favor de Dios? Como si Dios fuese alguna especie de monstruo feroz que sólo se deleita viendo la sangre de sus hijos derramándose para poder darles algún favor. Esto constituye una verdadera abominación y un insulto para el propio Hijo de Dios. La vida de por si ya es bastante dura para además hacer esas locuras.
«La idea bárbara de apaciguar a un Dios airado, de propiciar a un Señor ofendido, de ganar el favor de la Deidad mediante sacrificios y penitencias e incluso por el derramamiento de sangre, representa una religión completamente pueril y primitiva, una filosofía indigna de una época esclarecida de ciencia y verdad. Tales creencias son absolutamente repulsivas a los seres celestiales y a los mandatarios divinos que sirven y reinan en los universos. Es una afrenta a Dios creer, sostener o enseñar que debe derramarse sangre inocente a fin de ganar su favor o conjurar la ficticia ira divina.» (LU 4:5.4)
La humanidad, si quiere adelantar y progresar en el camino correcto, debe despertar de esa terrible ceguera espiritual y dejar atrás esas cosas y caminar hacia delante, hacia «la Luz verdadera».
La heroica y valerosa muerte de Jesús en la cruz y de sus primeros seguidores en la arena de los leones y defensores de la Verdad de ahí en adelante fue el ejemplo de Alguien que se levantó en defensa de la Verdad viviente hasta las últimas consecuencias.
Jesucristo jamás de los jamases enseño o predicó que tuviéramos que imitarle ni rodearnos de todo ese sofocante ceremonial de tradiciones, hipocresía y sacrificios que traen más oscuridad, curiosidad y morbo que luz y no fomentan un verdadero carácter y crecimiento espiritual. Él estaba diametralmente opuesto a todo eso y vino precisamente a enseñar lo contrario.
La noble misión de Jesús fue para revelar el infinito Amor del Padre a todas sus criaturas hacia una vida mejor y más esclarecida. El ser humano debe liberarse de esos antiguos errores y esas supersticiones paganas.
«Por largo tiempo ha creído el hombre que Dios es semejante a el. Dios no es celoso, no lo ha sido nunca ni lo será jamás del hombre ni de ningún otro ser del universo de universos. Sabiendo que el Hijo Creador pretendía que el hombre fuese la obra maestra de la creación planetaria, el soberano de la tierra entera, el verle dominado por sus pasiones mas bajas, el espectáculo de su sumisión ante ídolos de madera de piedra y oro y su ambición egoísta, estas sórdidas escenas mueven a Dios y a sus Hijos a ser celosos POR el hombre, nunca de el.»
«El Dios eterno es incapaz de cólera ni de ira en el sentido de estas emociones humanas y tal como el hombre entiende esas reacciones. Esos sentimientos son bajos y despreciables, indignos de ser llamados humanos, mucho menos divinos y tales actitudes son absolutamente ajenas a la naturaleza perfecta y al carácter misericordioso del Padre Universal.» (LU 4:3.1-2)
Para las personas de mente esclarecida es hora de empezar un nuevo día y un nuevo concepto más ampliado de lo que es Dios y dejar atrás esas cosas viejas y caducas porque…
«… las tinieblas van pasando y la Luz verdadera ya alumbra»
«La revelación de la verdad acerca de Dios está comenzando a aparecer y la raza humana está destinada a conocer al Padre Universal en toda esa belleza de carácter y hermosura de atributos que tan magistralmente describió elHijo Creador que residió en Urantia como el Hijo del Hombre y el Hijo de Dios.» (LU 4:5.7)