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Hace cuarenta años desde que Marcelino Ramírez abrió su mente y su espíritu a Dios como consecuencia de una crisis personal que duró más de 15 años. Después de un periodo prolongado de edificación de sí mismo descubrió El libro de Urantia en 1991. Hacia 1996 descubrió que las enseñanzas del libro eran una inspiración tan extraordinaria que decidió viajar a muchos estados de su amada Venezuela para sembrar las semillas de lo que él llama «nuestra maravillosa Revelación».
Su servicio se extendió durante cinco años más, hasta principios de 2001, cuando decidió dedicarse a tiempo completo a la diseminación de la revelación en su país, confiando únicamente en su modesta pensión estatal para conseguir dinero y en lo que él llama «el milagro del apoyo económico limitado de unas pocas personas con gran corazón».
A día de hoy, Marcelino ha hecho un total de 1.135 visitas formales a lectores y buscadores de la verdad de 22 de los 24 estados de Venezuela. Esta entrega ha sido verdaderamente intensa y extraordinaria. Sus esfuerzos han ayudado a crear varios grupos de estudio en el país, así como a organizar catorce conferencias nacionales de lectores y estudiantes de El libro de Urantia.
A pesar de las dificultades sociales y de comunicación resultado de la profunda crisis económica y de seguridad en la que se encuentra el país en la actualidad, cinco grupos de estudio siguen activos en Venezuela hoy día. Marcelino ve esta resiliencia de los frutos de su trabajo y la colaboración activa de tantos hermanos lectores como las auténticas obras de Dios, puesto que en los últimos dos años la situación se ha vuelto verdaderamente complicada en Venezuela.
Estas «obras de Dios» se pusieron a prueba hace poco, pues Marcelino decidió llevar a cabo el mayor reto de sus veinticuatro años de servicio amoroso al visitar seis estados desde su ciudad natal de Mérida y moderar diecinueve seminarios formales de El libro de Urantia en nueve ciudades diferentes durante treinta y cuatro días.
La tarea de las últimas décadas no ha sido fácil. A lo largo de sus diferentes años de ministerio a sus hermanos venezolanos, Marcelino tuvo que superar el riesgo de ataques y crisis de salud, exigencias físicas intensas y agotamiento, reservas, rechazos y engaños de todo tipo. Es verdaderamente ejemplar lo que ha logrado y que haya continuado con este encomiable servicio al Padre incluso con recursos financieros extremadamente limitados.
Pero todo esto se ha hecho realidad, pues lo que Marcelino ha descubierto como devoto del ministerio del servicio amoroso lo resume sabiamente en una frase: «Cuando nos sometemos a la voluntad de Dios, aprendemos que él hace posible lo que nosotros consideramos imposible».
Hoy día nuestra familia venezolana cuenta entre sus filas con docenas de personas de todo el país, en gran parte gracias a esa espléndida siembra de semillas que hizo Marcelino, que tiene muchos más frutos que cosechar en el futuro.
Hoy más que nunca, dada la dificultad de su situación, nuestros círculos de lectores y estudiantes de El libro de Urantia en Venezuela necesitan a líderes como Marcelino, a gente de gran entrega y compromiso con el verdadero ministerio de servicio al Padre. Hoy cada uno de nosotros puede encontrar en hermanos como él la inspiración para poner nuestro granito de arena fomentando las enseñanzas de El libro de Urantia en las diferentes comunidades en las que participamos.
Y quizá, si es posible, podemos considerar contribuir a la próxima campaña de recaudación de fondos que la _Asociación Urantia Internaciona_l llevará a cabo en 2019. El reto financiero actual al que se enfrentan los lectores de Venezuela para mantener los grupos de estudio existentes es verdaderamente grande, y necesitan nuestra ayuda para ver crecer y consolidarse estos grupos en una futura Asociación Urantia de Venezuela, que es el sueño de Marcelino y de muchos de nuestros amados lectores de esa hermosa nación hermana de América Latina.