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Convergencias y divergencias: los mamíferos placentarios | Luz y Vida — Núm. 34 — Septiembre 2013 — Índice |
Carmelo Martínez es presidente de la Asociación Urantia de España. Es ingeniero industrial y licenciado en Ciencias Económicas. Está casado y tiene tres hijos y un nieto. Actualmente está jubilado y vive en Getxo (Vizcaya).
He sido seguidor de Benítez casi desde que empezó a escribir como periodista, allá por el año 1973, y he leído varios de sus libros (desde luego, toda la serie Caballo de Troya). Recuerdo vagamente que en una nota introductoria de uno de sus libros hacía referencia a una revelación y mencionaba el nombre de Urantia. Después, en una cena de amigos, una amiga me comentó, no sin un toque de rechazo, que los Caballos eran un plagio de un libro editado en Chicago. No sé por qué relacioné ambos datos y me propuse encontrar ese texto. Esto ocurría en los años 90 del siglo pasado; no recuerdo el momento exacto así que no puedo precisar más.
Y fueron pasando los años. De vez en cuando recordaba que tenía que buscar ese texto, pero siempre tenía alguna otra cosa que hacer y lo posponía. Fue a finales de febrero de 2002 cuando me decidí finalmente y tecleé en un buscador la palabra Urantia. ¡Y allí estaba! Llegué a los sitios web de la Fundación y de la Fellowship y me descargué el texto en español (no recuerdo de cuál de ellos). Me puse a leerlo enseguida para ver qué era aquello.
En todos esos años que pasaron desde que decidí buscar el texto hasta el momento en que llegué a él, algo me recordaba de vez en cuando que no me olvidara del asunto. Pero, en realidad, encontré ELU como un paso más en un proceso de búsqueda que empezó cuando tenía unos 20 años y rechacé, por vacías, todas las prácticas y creencias religiosas que conocía. Hoy, después de haber leído varias veces el libro, podría decir que quizá era mi ajustador o quizá algún serafín guardián quien me «soplaba al oído» que no me olvidara del asunto, pero no me atrevo a asegurarlo.
La primera impresión fue que la traducción era pésima. Estaba acostumbrado por mi profesión a leer malas traducciones, y aquella era otra más. Pero lo que leí y pude entender me pareció que respondía muchas preguntas que tenía en mi mente (consecuencia de los años de búsqueda y reflexión) y decidí leer el original en inglés. Lo encontré difícil de entender, pero comprobé que allí había respuestas a mis preguntas, así que me pareció que merecía la pena irlo traduciendo mientras lo leía.
En realidad, ni en mi primera lectura en español ni en mi primera lectura en inglés me preocupé de si aquello era o no una revelación; simplemente absorbía su contenido. Las ideas que me transmitía ELU encajaban bien en el esquema mental general que me había ido haciendo con los años, en mi visión de las cosas. Era como si, durante todos los años anteriores de búsqueda, hubiera ido preparando en mi mente un molde en el que ahora encajaban perfectamente las ideas que leía en el libro.
Y ahora que lo pienso, nunca he dudado de que ELU es lo que dice ser. Mis primeras lecturas de ELU fueron un proceso en el que los conceptos leídos se iban acoplando progresivamente y de forma natural en aquellos moldes vacíos de mi mente. Primero hubo curiosidad y luego, a medida que descubría y profundizaba en las enseñanzas y las veía funcionar en la vida, convencimiento progresivo, pero duda sobre su autenticidad, no.
ELU ha sido para mí como un imán, no en el sentido de atracción, sino en el sentido de orientación de todo en una misma dirección. La imagen que ilustra esa idea es la de un papel con objetos metálicos. Cuando les acercamos un imán, se orientan todos en una misma dirección. Pues ése ha sido el efecto para mí de ELU. Todas mis ideas, propósitos e intenciones estaban sobre el papel de mi mente sin una orientación determinada, y el imán ELU los ha orientado todos en una misma dirección. El hecho de conocer cómo se organiza toda la creación, cuál es nuestro destino y que el Padre está desarrollando en ello su plan, ha orientado todas mis fuerzas en esa dirección. La idea de que vivimos para ser perfectos así como Él es perfecto, de que el Padre nos va dando oportunidades de crecer en las diferentes circunstancias que nos presenta en la vida, se ha convertido para mí en una luz nueva para entender lo que me pasa y un poderoso motor para seguir adelante por encima de las dificultades.
Es sin duda una transformación interior, pero que se orienta necesariamente hacia las relaciones con los demás. Para mí, la idea clave de ELU en las relaciones personales es la afirmación que aparece al final del documento 56: «El amor es el deseo de hacer el bien a los demás». El plan del Padre es infinito y, en nuestro estado presente, no podemos comprenderlo sino en una mínima parte, pero lo que tengo claro es que se trata de perfeccionarnos y perfeccionar la creación actuando siempre con un amor entendido según la definición anterior. Ahora, en cada decisión que tomo trato siempre de guiar mis actos siguiendo esa idea del amor. No siempre lo consigo, ni mucho menos, porque es necesario convertir ese mecanismo de decisión en un automatismo que anule los automatismos de decisión anteriores fruto de toda una vida, pero tengo la impresión de que cada vez lo consigo más.
Así es como ha ido cambiando mi vida tras leer ELU.
Antes de encontrar ELU yo era ateo (y me gusta decir, medio en serio medio en broma, que lo sigo siendo, y no sin razón), así que la fe no era algo que estuviera presente en mi vida, al menos en el concepto religioso del término. Tenía fe en mí mismo, en mis capacidades, y tenía fe en la humanidad; pensaba que, a pesar de las barbaridades que se hacían en el planeta, los humanos acabaríamos superando los problemas y construyendo una sociedad justa y equilibrada. Pero no tenía fe en ningún ser celestial, en ningún Dios, porque no estaba seguro de que existiera; de hecho, pensaba que ni siquiera necesitábamos que existiera.
En ELU he descubierto, maravillado, a un Padre que no nos impone su presencia, que no nos exige nada, que nos hace libres y quiere que usemos la herramienta que Él mismo nos ha dado, la mente, para tomar decisiones libremente según nuestra propia personalidad (que también Él nos ha dado); no a un ser amenazador, castigador y vengativo, sino a un ser amoroso (de un amor ¡infinito!). Un Padre que nos ha preparado un viaje y un destino pensando en nosotros, en nuestro bien (nosotros somos Sus «demás»). Creo que es un Perfeccionador de la Sabiduría quien dice que es difícil no amar a alguien así. Una vez que se descubre a este Padre me parece difícil no tener fe en Él, no elegir seguir Su plan.
Por eso ahora tengo fe en el Padre, en Su creación y en Su plan, y antes, no. Aunque esta fe se parece poco a la fe impuesta desde fuera, ciega, irracional y esclavizante que exigen las religiones tradicionales.
Tengo una cierta formación científica y siempre me han interesado los mecanismos de la vida y las técnicas de inteligencia artificial. Con el tiempo, me fui formando la idea de que la vida surge espontáneamente en cuanto se forman moléculas orgánicas suficientemente complejas. También de que en una máquina surge espontáneamente la inteligencia (más o menos desarrollada) si se la dota de los programas adecuados. Es una concepción atea y evolucionista que encaja muy bien con las ideas de la ciencia de hoy en día.
ELU niega categóricamente esas ideas. Afirma que la vida no surge ni puede surgir espontáneamente, que es necesario el «soplo» del Espíritu Infinito. Según ELU se pueden organizar en un laboratorio moléculas complejas, pero nunca ningún científico ni ningún otro ser puede ni podrá crear vida sin la intervención del Espíritu. La vida es algo diferente de la materia y no es inherente a ella.
De igual modo la mente (de todos los tipos) es otorgamiento del Espíritu. No puede haber mente sin la participación del Espíritu. Podemos cargar en una máquina el programa más complejo que podamos producir, pero sólo será capaz de imitar comportamientos ya programados o de reproducir conductas ya imaginadas. No tendrá ni un átomo de la originalidad que caracteriza a la mente; para que surja la mente es necesario que la otorgue el Espíritu. La mente es una herramienta en sí misma y no es inherente a ninguna máquina (ni siquiera a la máquina computadora biológica que es el cerebro).
Sé que es así y lo creo, pero me cuesta mucho porque son conceptos que chocan frontalmente con mis ideas anteriores. Es la única enseñanza de ELU que no encaja, ni bien ni mal, con esos «moldes» mentales de los que hablaba antes y con los que tan bien encaja todo lo demás.
Inicialmente me impresionó todo el texto en sí, la coherencia absoluta y plena de sus 2097 páginas. Pero a medida que fui leyéndolo y profundizando en sus enseñanzas, lo que me ha impresionado definitivamente, lo que ha dejado una huella imborrable en mi mente, es la idea del Padre Universal. Ese concepto de un ser que prepara un plan infinito por amor a sus criaturas, esa idea de un Dios que me ama a mí personalmente (igual que a todas las demás criaturas) con un amor infinito, y esa concepción de una religión personal como una relación directa, íntima y amistosa con el mismísimo Padre, me parecen las enseñanzas más profundas de todo ELU y las que resumen toda su capacidad transformadora de la persona.
Creo que ya lo he dicho antes, hacer la voluntad del Padre es actuar en la dirección de ese plan infinito que Él ha preparado para nosotros. Al parecer, la fase de ese plan en la que estamos inmersos ahora consiste en hacernos perfectos nosotros mismos desde el punto de vista finito y hacer perfectos los siete superuniversos. Parece también que el funcionamiento perfecto de todas las creaciones se basa en el servicio desinteresado a los demás. Y en cualquier estado de evolución de la personalidad e independientemente de nuestras capacidades de actuación, la clave de este servicio es el amor entendido como «el deseo de hacer el bien a los demás». La voluntad del Padre es que nos hagamos perfectos así como Él es perfecto, y esto se consigue, según se deduce de ELU, buscando en todas las circunstancias el bien de los demás (así como el Padre ha buscado/busca/buscará -eternamente- el bien de sus criaturas).
Creo que no. A veces han surgido inesperadamente en mi mente ideas que no sabía de dónde venían, incluso que me sorprendían, pero no estoy seguro de que su origen fuera mi ajustador, así que no puedo asegurar que tenga conciencia de su presencia.
No en especial, o al menos no como enseñanzas del Maestro. Pero entiendo que intentar hacer la voluntad del Padre es también seguir las enseñanzas de Jesús de Nazaret.
No, no creo que ELU tenga nada de misterioso. Simplemente, hay gente que tiene los «moldes» mentales preparados para recibirlo y otros no. Y eso no dice nada ni a favor ni en contra de unos o de otros.
Leí hace mucho una teoría evolutiva que defendía que, en la cadena de la evolución, las características de las crías de una especie son las que tendrán los adultos de la especie sucesora, pero que las pierden cuando se hacen adultos. Puede que los que leemos ELU no nos hayamos «hecho adultos» según las estándares de esta etapa evolutiva de la humanidad. Dado que parece que ELU no es para esta época y que florecerá en la humanidad de un futuro más o menos inmediato, podemos pensar que leemos ELU porque no nos hemos hecho adultos en la sociedad del presente, porque las características de nuestra mente corresponden más a los adultos del futuro que a los adultos de hoy en día.
Y yo me pregunto ¿es esto una bendición o una maldición?
Sí. Yo considero que las enseñanzas de ELU son hoy la diminuta semilla de una gigantesca secuoya que dará sombra a toda la humanidad. Cuando sea ese gran árbol, será capaz de soportar vientos, lluvias y todo tipo de circunstancias. Pero lo que la diminuta semilla necesita hoy es la protección de un humus fértil y favorable. Nosotros, los que leemos ELU, los que tenemos los moldes mentales preparados, somos ese humus. Según yo lo entiendo, nuestro trabajo consiste en hacer que la semilla germine, brote y empiece a crecer. Me parece inútil, incluso contraproducente, intentar difundir hoy las enseñanzas de ELU masivamente; la mayor parte de la gente no las aceptaría. Creo que es mucho más productivo hoy intentar que otros que ya tienen los moldes mentales preparados encuentren el libro. Sería una lástima y una desperdicio lamentable de recursos que alguna de esas personas ya preparadas hoy para aceptarlo se quedara sin encontrar El Libro de Urantia.
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