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Soy Christian Figueroa Colón, estudiante universitario en administración de sistemas de oficina, soltero, vivo en Puerto Rico. Colaboro en Radio Urantia y Urantia TV.
Siendo cristiano, mi curiosidad por mirar fuera del canon me llevo a leer diferentes libros extrabíblicos o apócrifos, que finalmente me llevaron a encontrar por «casualidad» El Libro de Urantia (primero en una búsqueda en la playstore sobre El libro de Enoc y luego buscando cosas bíblicas en Google). Las dos primeras veces que lo encontré tenía una especie de visión negativa: creía que era obra de Satán (me negaba a leerlo), pero con el tiempo después de haber agotado todo lo que podía encontrar respecto al universo bíblico y apócrifo, me decidí a leerlo. Creo que llegó en el momento justo cuando también estaba dudando de ciertas cosas de la Biblia, en esos últimos meses me decía a mí mismo que cómo era posible que la realidad se redujera a la Biblia (y me preguntaba cómo el Dios infinito eran tan limitado y diferente en los testamentos bíblicos). Me decía que debía haber más, que debía haber una verdad mayor que no conocía, y ese vacío insaciable fue llenado con El Libro de Urantia, que logro responderme todas esas dudas y confusiones. Finalmente encontré esa verdad que mi ser anhelaba e intuía que debía haber.
La primera vez que lo leí un poco al azar fue en calidad de un creyente hostil (había caído en el documento de Juan el Bautista). Me decía que esto debía ser obra del mal, un texto new age, un texto hecho para competir con la Biblia, pero cuando me decidí a leerlo con otra mentalidad unos meses después, ahí fue que mi mente hizo «boom», toda esa muralla limitante y opresiva de ideas primitivas cayó y vi una enorme e inmensa realidad, un Dios realmente eterno e infinito, y a la vez tan cálido y cercano. Finalmente encontré el descanso después de largos conflictos internos.
Al principio lo leí como cualquier otro libro apócrifo (maravillado, pero no con aceptación total), pero a medida que veía cómo estas ideas tenían coherencia y eran cosas que había intuido, o que eran ciertas y me había negado a creerlas por ser antibíblicas… ver esa concordancia me hizo ir aceptándolo hasta el punto de que lo creí total. Pero creo que fue el concepto de Dios presente el que finalmente me hizo sentir que estaba en el camino correcto, no había visto un concepto de Dios tan coherente en ningún otro libro.
Ver también que la fe y la ciencia no estaba peleadas realmente hizo que me tomara muy en serio esta revelación. Tenía hostilidad con ideas tales como la evolución y los registros fósiles, veía que las evidencias científicas chocaban con mis creencias, pero en el fondo sabía que yo estaba mal, pero ver que El Libro de Urantia no tenía ese conflicto me llevó a la calma, al ver que ya no existen tales conflictos serios, que la evolución es un hecho, y que Dios y su reino la hicieron posible.
Cambió mi forma de ver a Dios, a las personas y la realidad, y a su vez me hizo tomar formas de actuar distintas a las que tenía. Me siento libre de hacer cosas que por los tabúes religiosos no podía, me hace feliz por vivir bajo ese liberalismo en donde lo que importa son los motivos reales de uno. Ya no tengo que limitarme a hacer esto o aquello, solo por agradar a una Iglesia o a un concepto de Dios frágil y siempre ofendido.
Prácticamente mi fe pasó de la creencia ciega y temerosa a una fe buscadora y abierta, una fe que en parte duda para crecer y poder corregir lo que está mal en visión e ideología.
Al principio tuve problemas con las ideas eugenésicas del libro, mayormente porque tenía en mis manos una tradición no muy buena, pero luego viendo traducciones más correctas y viendo el contexto, el tema es mucho más tolerable, aunque no deja a veces de causar incomodidad, pero hay que entender el contexto de época, que ayuda a entender por qué el libro dice lo que dice y por qué lo dice de esa forma. Pero siempre trato de ver la revelación con los lentes de los valores supremos, eso me ayuda a poder ver las cosas mejor.
Creo que el documento final de la fe de Jesús. Poder ver el interior de Jesús me hizo ver cómo debemos ver el mundo. Ese documento te cambia la vida y creo que es uno de los que lleva los conceptos más avanzados del libro. Algunos documentos te sorprenden por la belleza del universo, pero este en particular te sorprende por la bondad y verdad de Dios, por esa visión tan libre de tabúes y juicios apresurados.
Para mí implica el gran reto de comprender a los demás, sus motivaciones y contextos, aparte de también uno adaptarse a su propio mundo para poder compartir algo del propio mundo personal. Es difícil y cuesta, pero ese es el gran reto para lograr el estado de divinidad.
A medida que uno interioriza lo que aprendió de El Libro de Urantia y experimenta en la vida, uno va viendo los mejores métodos para hacer la voluntad del Padre, uno se da cuenta de que esto va más allá de la búsqueda de nuevos lectores, esto implica también que hay otros mundos y otras fes donde uno puede aportar algo que puede mejorar la fe de esa persona y su propia visión. Creo que implica respetar hasta cierto punto ese otro mundo, y no tratar de forzar a otros a una santidad no lograda.
También creo que dentro de la voluntad de Dios debe haber confianza en Dios, y a su vez dudas honestas, examinadoras y experimentadoras. No dudar de lo central sino de las interpretaciones y formas, siempre lograr que nuestra visión sea idealista pero en un escenario realista, que esos valores supremos de verdad, belleza y bondad sean el norte. Creo que es una forma en donde uno puede crecer, fortalecerse y encontrar las mejores formas para esa religión personal. Constantemente estamos en crecimiento y eso es lo que pide Dios, que al renacer crezcamos y evolucionemos, y no se puede hacer con una creencia ciega en todo lo que implica nuestra creencia.
Puedo decir que sí, y la experiencia es como un tirón de oreja, un sentimiento único que golpea el ego. Uno siente luego que necesita más acción y menos lamento por uno mismo. En ese momento uno se da cuenta de que necesita cambiar de estrategia.
Cuesta, pero con el tiempo uno ve que son válidas y reales, que el mensaje de Jesús es realmente necesario y útil, y que no son solo frases bellas (así uno las ven la estasis inicial). Tener los ojos de Jesús hace que uno sea menos egoísta, uno logra entender que uno no vive solo para uno mismo, y que salvar egoístamente la vida de uno implica quedarse solo, es corroer el alma con el ácido del egoísmo constante. Al uno usar los lentes de Jesús, uno se toma en serio la regla de oro, pero de una forma que aún es difícil de aceptar. Me doy cuenta de que uno debe hacer por otros lo que quisiera que hicieran por uno, no con la esperanza o expectativa de que será recíproco, sino con la idea central de que me gustaría que así fuera conmigo porque se siente bien.
Creo que El Libro de Urantia no es para todos, al menos el libro (el mensaje es universal), y por esa razón está en nuestras manos adaptar el conocimiento a los diferentes contextos para que el mensaje llegue. Hay muchas dificultades, como las traducciones o el estilo que impiden que algunos logren captarlo o leerlo a gusto, entonces queda compartir algo de ello de otras formas, tal como lo ha logrado J.J Benítez y su saga de libros. Es cierto que a veces hay que sacrificar algunos conceptos para que la verdad llegue a personas que de otro no lo aceptarían. Tenemos la Simplificación del Prólogo de William Sadler Jr. donde se sacrifican algunos conceptos o se simplifican para que sean entendibles para personas iniciadas, y creo que eso es un acto de empatía. Entonces creo que podemos hacer que el mensaje llegue a más personas y que menos personas se resistan a leerlo (por lo que aparenta ser). Aunque nos debemos preocupar más porque el mensaje llegue que porque el libro sea leído al completo por todos.
Quiero compartir tres citas que se han hecho parte de mí y de mi visión, y que también pueden servir a los demás:
la verdad no tiene nada que temer de un examen honrado LU 153:2.11
Pero el fetiche de la verdad factualizada, de la verdad fosilizada, la mordaza de hierro de la llamada verdad inmutable, nos retiene ciegamente en un círculo cerrado de hechos fríos. Es posible tener razón formal en cuanto a los hechos y errar eternamente en cuanto a la verdad. LU 48:6.33
Jesús hacía que los hombres se sintieran en el mundo como en casa; los liberaba de la esclavitud de los tabúes y les enseñaba que el mundo no es fundamentalmente malo. No anhelaba escapar de su vida terrenal; dominó la práctica de hacer aceptablemente la voluntad del Padre mientras vivía en la carne. Logró una vida religiosa idealista en medio de un mundo realista. Jesús no compartía la opinión pesimista de Pablo sobre la humanidad. El Maestro consideraba a los hombres como hijos de Dios y preveía un magnífico futuro eterno para los que eligieran sobrevivir. No era un escéptico moral; miraba al hombre con ojos positivos, no negativos. Veía que la mayoría de los hombres eran más débiles que perversos, más inseguros que depravados. Pero fuera cual fuera su condición, todos eran hijos de Dios y hermanos suyos. LU 196:2.9